sábado, 30 de junio de 2012

Castigo para Franco y bienvenida a Chávez


EL MERCOSUR SUSPENDIO A PARAGUAY COMO MIEMBRO PLENO E INCORPORO A VENEZUELA

Los presidentes de Argentina, Brasil y Uruguay decidieron, tras un largo debate, que Paraguay sea apartado del mercado común hasta que normalice su situación institucional. Acordaron no aplicar sanciones económicas. La Unasur hizo propia la decisión.

Por Nicolás Lantos

Desde Mendoza
Los presidentes del Mercosur y la Unasur coincidieron en la condena a la destitución de Fernando Lugo.
Paraguay permanecerá suspendido hasta que “se verifique el pleno reestablecimiento del orden democrático”, pero no recibirá sanciones económicas, al tiempo que Venezuela se incorporará el mes que viene al Mercosur: como había anticipado Página/12, ésas fueron las principales medidas adoptadas por el bloque regional en el marco de la XLIII Cumbre de Jefes de Estado que se llevó a cabo en Mendoza. Ambos tópicos se saldaron tras un fuerte debate entre Argentina, Brasil y Uruguay, cuyas posiciones sobre ambos temas “diferían en algunos aspectos instrumentales”, y que demoraron algunas horas el cronograma previsto, pero finalmente hubo coincidencia en esos puntos y una absoluta ratificación de las cláusulas democráticas adoptadas por el bloque, luego de que fueran puestas a prueba por primera vez. Según confirmaron a este diario fuentes diplomáticas, se trató de “una de las cumbres más difíciles” en los más de veinte años de vida de este organismo supranacional, pero “haber terminado la jornada con una decisión consensuada fortalece a todos los países miembro”. Además, se consiguieron acuerdos en materia de comercio intrarregional, un nuevo apoyo al reclamo argentino por la soberanía del Atlántico Sur y disposiciones acerca de trabajo infantil, entre otros temas. Por la tarde, los jefes de Estado de la Unasur, reunida de forma extraordinaria para tratar el tema Paraguay, se plegaron a la decisión tomada por Argentina, Brasil y Uruguay y también decidieron castigar a Asunción apartando al régimen de Federico Franco del bloque.
“El Mercosur resolvió la suspensión temporal de Paraguay hasta tanto se lleve a cabo el proceso democrático que nuevamente instale en ese país la soberanía popular, en elecciones libres y democráticas, y elijan nuevo presidente. Y que no se aplicarán sanciones económicas”, informó Cristina Fernández de Kirchner pasado el mediodía, cuando comenzó finalmente el plenario de la Cumbre. Atrás quedaban varias horas de debate tripartito entre CFK y sus pares Dilma Rousseff (Brasil) y José Mujica (Uruguay). Fue posible encontrar un consenso alrededor de una serie de puntos: la necesidad de sancionar a Paraguay de acuerdo con lo establecido por la cláusula democrática del bloque, como único reaseguro de que estas situaciones no se vuelvan más graves y más frecuentes; la importancia de que las sanciones no atenten contra la más pronta recuperación de la democracia paraguaya y el imperativo de evitar que las penas impuestas terminen afectando al pueblo antes que a la dirigencia de ese país. En ese marco, en el documento final se aprobó un crédito millonario para obras de infraestructura en Paraguay.
Las principales diferencias habían surgido alrededor de la posición acerca de los representantes paraguayos en el Parlamento del Mercosur: sucede que allí son elegidos por voto popular (a diferencia de los otros países que todavía no establecieron ese mecanismo) y la postura uruguaya era la de respetar ese mandato, pero finalmente primó la decisión de apartarlos, ya que, al perder su status el país por causa de la suspensión, también quedan suspendidos todos sus delegados. Este lunes estaba prevista una sesión del ParlaSur que fue levantada a la luz de los acontecimientos. De todas formas, los diputados paraguayos anticiparon que concurrirían igual a Montevideo, por lo que se llevará a cabo una reunión informal de ese órgano, incluyendo a los miembros suspendidos.
“La suspensión apareja la limitación en la participación de los órganos y la pérdida de los derechos de voto y veto y del derecho a participar en los órganos del Mercosur en los términos del artículo IV del Protocolo de Ushuaia. La suspensión no debe producir perjuicio alguno al pueblo paraguayo”, según informó el canciller argentino Héctor Timerman, por lo que, desde el momento en que entró en efecto esta sentencia, quedó allanado el camino para que Venezuela se sume al Mercosur, ya que ese trámite había sido aprobado por los demás socios y sólo restaba el OK del Senado paraguayo. De todas formas, Timerman despejó dudas sobre la relación entre ambas decisiones. “No están relacionadas, los cancilleres (de la Unasur) hicimos todo lo posible por evitar” el golpe de Estado, aclaró.
El ingreso de Venezuela al Mercosur también generó rispideces y otra vez fue Uruguay el que presentó los mayores reparos a acelerar los tiempos para que Caracas se sume al bloque, pero terminó nuevamente imponiéndose el interés de Argentina y de Brasil, para quienes la presencia venezolana podría ayudar a paliar los efectos de la crisis económica para todos los países miembro (por tratarse de un importador neto, tanto de alimentos como de productos industriales). Finalmente, dentro de un mes, el 31 de julio, los mandatarios del bloque se darán cita en Río de Janeiro para formalizar la unión. Los países miembros asociados del Mercosur terminaron por plegarse a las decisiones tomadas por la troika. “La idea del Mercosur es integrar a todos los países de América del Sur”, le dijo el canciller Timerman a Página/12. “El bloque está en condiciones de expandirse y también establecer acuerdos. Este es un gran momento para el Mercosur”, agregó el diplomático ante la consulta de este diario.
Sobre el cierre de la reunión y con un típico golpe de martillo, CFK pasó la presidencia pro tempore del bloque a manos de Rou-sseff, quien la ejercerá por los próximos doce meses. “Tenemos que profundizar nuestro modelo de crecimiento, que es la redistribución del ingreso y la inclusión social”, sostuvo la brasileña y agregó que el deber de la región es “impulsar este mercado común construido a lo largo de décadas de esfuerzo”. “Estamos aquí para asegurar que nuestro patrimonio de integración sea cada vez más fortalecido”, subrayó, antes de pedir que se continúe con un proceso “que elimine las asimetrías y que garantice un mayor crecimiento en nuestras economías”.


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La carta venezolana



Por Martín Granovsky


Los miembros plenos del Mercosur redondearon algo que los presidentes de Brasil, la Argentina, Uruguay y Paraguay ya habían resuelto: le pusieron fecha a la incorporación de Venezuela al Mercosur como el quinto miembro del grupo con todos los derechos y obligaciones. La diferencia es que esta vez de la decisión no participó Paraguay porque, justamente, tiene suspendidos parte de sus derechos y obligaciones. Hasta ahora era el Senado paraguayo el que frenaba la integración de Caracas como la única de las ocho cámaras legislativas de los cuatro miembros plenos que ponía bolilla negra a la ratificación del acuerdo firmado por la presidencia.
Sin embargo, la decisión de sumar a Venezuela excede en mucho la crisis paraguaya.
Por lo pronto los dos países grandes, Brasil y la Argentina, imaginaron la entrada venezolana cuando aún gobernaban Luiz Inácio Lula da Silva y Néstor Kirchner.
Se trata de la tercera economía de Sudamérica, cierra un bloque en el extremo sur y el extremo norte del continente, contribuye a la solidez energética en su carácter de miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y no presenta obstáculos comerciales porque no tiene firmado ningún tratado de libre comercio con terceros países como es el caso de Colombia y Perú respecto de, entre otros, los Estados Unidos.
La fecha elegida, 31 de julio, ya en plena presidencia pro tempore de Brasil sobre el Mercosur, tendrá incidencia política. Venezuela adelantó dos meses las elecciones presidenciales programadas inicialmente para diciembre y las celebrará en octubre, es decir a menos de tres meses de su entrada como miembro pleno del Mercosur. Será difícil que la oposición venezolana construya parte de su campaña electoral endilgándole a Hugo Chávez una política de aislamiento internacional. De paso, la cercanía entre el 31 de julio y las elecciones de octubre fortalece políticamente a Chávez. Más aún: por su cáncer, Chávez necesita ejercer demostraciones de poder lo más cerca posible de las elecciones. Y un encuentro internacional en Río de Janeiro con Dilma Rousseff de anfitriona podría funcionar como un modo más de construcción política regional para el actual presidente venezolano. No es que la movida defina las elecciones. Como lo demostró, por si hiciera falta, la crisis paraguaya, las intervenciones políticas externas pueden ser preventivas o disuasivas sólo como añadido de una realidad interna. La que manda es ésta. Acaba de corroborarlo la solución de la sublevación policial boliviana. Evo Morales, con poder político, decisión, apoyo parlamentario y construcción propia pudo encontrarle la vuelta y negociar el fin del conflicto. A Fernando Lugo, en cambio, le resultó imposible frenar el último intento de juicio político y llegó la destitución.
Una teoría sobre Venezuela es que Brasil y la Argentina ejercen la tutela sobre Chávez, una suerte de hermanito descarriado que necesita de la moderación de los mayores. Es cierto que a ninguno de los dos países le causan simpatía, por ejemplo, el costado cariñoso de los contactos de Venezuela con el régimen iraní. Pero ni Buenos Aires ni Brasilia pretenden entrometerse en los asuntos internos de Venezuela. También es cierto, al mismo tiempo, que la integración genera lazos capaces de promediar actitudes. Que una Venezuela más conectada física, económica y políticamente al resto de Sudamérica podría hacer que su gobierno pensara algunas jugadas más de una vez antes de concretarlas. De hecho, ese tipo de temas suele ser parte de conversaciones íntimas y sinceras entre los presidentes. Antes, con Lula y Kirchner. Ahora, con Dilma y Cristina.
Un papel clave cumplirá Alí Rodríguez, varias veces ministro de Chávez, ex secretario de la OPEP y flamante secretario de la Unión Suramericana de Naciones, donde sucedió a un movedizo mandato de la colombiana María Emma Mejía. Rodríguez dijo a este diario que Sudamérica debe unirse en defensa de sus recursos naturales y en busca de mayor desarrollo y niveles más amplios de justicia. Estos días lo asesora en la Unasur el argentino Rafael Follonier, que cumplió las mismas funciones cuando Kirchner medió entre Colombia y Venezuela y evitó una guerra, en 2010, y mantiene su rango de secretario de Estado en la Casa de Gobierno.
Sudamérica, por lo que se ve, aún tiene cartas que jugar en medio del huracán de la economía mundial. Tantas que ni siquiera el desplazamiento ilegal de Lugo y su reemplazo por Federico Franco fueron capaces de arruinar el juego.


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miércoles, 27 de junio de 2012

Apuntes para un hipotético Manual de Gorilismo



Por Mempo Giardinelli
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Dicho sea con perdón de los gorilas africanos, que son simpáticos, encantadores a veces, y no merecen que así se designe despectivamente a otras especies, es sabido que en la política argentina decirle “gorila” a alguien implica el señalamiento de cualidades que se suponen negativas. El así designado suele ser persona de clase media o alta, ultraconservadora, retardataria y temerosa de todo posible cambio, que aprueba los autoritarismos cuando le conviene y, sobre todo, visceralmente antiperonista.
No importa si su origen ideológico son las dizque derechas o izquierdas, o el siempre improbable centro. Lo que interesa, para esta modesta reflexión, es que el gorilismo describe una actitud argentina perfectamente identificable, que reaparece de manera circunstancial y que, en los últimos tiempos, aflora mediante alianzas inesperadas, asombrosas y que podrían ser divertidas si no fuera que son también peligrosas.
Identificar el gorilismo es fácil, ya que sus manifestaciones son el desprecio racista, el resentimiento de clase, un irreductible comportamiento necio, una decidida e indisimulable intolerancia y una ignorancia pertinaz (salvo en sus núcleos intelectuales, minoritarios, donde hay notables gorilas letrados).
El gorilismo hace que algunas personas tanto aplaudan a quien los manipula, utiliza y arruina, como insultan a los que tienen al menos la voluntad y el deseo de generalizar una vida mejor para la especie. Por ejemplo, el gorilismo dice compartir la idea de que la educación es el camino idóneo para el mejoramiento de los pueblos, pero consiente el cierre de escuelas y el maltrato a la docencia, y ni se diga de sus programas educativos, generalmente retrógrados. Desde luego les encanta la austeridad, pero de los otros. El gorilismo sabe y reconoce y admira que en los países del Primer Mundo se paguen impuestos, pero no quieren pagarlos aquí, y se autoconvencen con la fácil excusa de que “lo que pasa es que acá se roban la plata para hacer caja”.
Al gorilismo lo constituyen miles de personas de bien, quede claro. Suelen ser buenas personas, simpáticas, amistosas, que gustan del asado y el buen vino como cualquiera, pero tienen la curiosa peculiaridad de que cuando mejor les va en materia de trabajo y bienestar, es cuando más se quejan. Y por rarísima e inexplicable razón, no soportan que los que están más abajo en la escala social quieran ascender socialmente mediante trabajo y esfuerzo, de igual modo que la inclusión social les parece apenas demagogia.
Otra extrañísima actitud de muchos gorilas es que combaten alegremente las medidas de gobierno que los benefician, a la vez que sienten una inexplicable nostalgia inconfesada por todos los que le arruinaron presentes anteriores, por caso el señor Domingo Cavallo.
Desde luego se exacerban cuando escuchan o pronuncian palabras que los irritan. Por ejemplo “Perón”, “Evita”, “Kirchner” o “Cristina” son vocablos que instantáneamente les enturbian el cerebro y los llenan de un odio incontrolable hacia “negros”, “bolitas”, “extranjeros”, cartoneros y pobres de cualquier condición (aunque los gorilas de izquierda retóricamente siempre creen estar del lado de los pobres).
Los gorilas de cepa son muy gritones, porque no escuchan, y metafóricamente les crecen pelos, cejas y barbas a la par que una insólita dureza verbal los conduce a una especie de rara furia asesina. Basta leer los comentarios de los lectores de La Nación, Clarín o Perfil, plagados de estos especímenes gorilísticos, donde se alcanzan niveles tan grotescos que espantarían incluso a Don Bartolomé Mitre y a Roberto Noble, y encima con errores ortográficos que horrorizarían a mis maestras de la Escuela Benjamín Zorrilla.
El gorilismo se completa, desde luego, con el oportunismo de políticos y periodistas que en su afán de capitalizarlos creen que hay que entender a los gorilas y entonces les señalan caminos inútiles, los irritan con mentiras sin disimulo y les tocan lo que rima con tal de utilizar su capacidad simia de chillar y armar escándalo, por ejemplo cacerola en mano.
Claro que lo más asombroso, como vemos estos días, es la coincidencia entre el gorilismo tradicional (de origen paquete y derechoso, nostálgico de los supuestos buenos, viejos tiempos de milicos y genocidas) con el gorilismo de izquierda, todo servicio y extravío, y cuya única coherencia histórica es haber pishado siempre fuera del tarro.
Convocados ahora por el señor Hugo Moyano, morocho ex proletario al que hasta hace poco detestaban, se ocuparán entre todos de que Buenos Aires (y no todo el país, que los mirará una vez más con azoro y alarma) sea un caos total.
Es de esperar que el Gobierno no meta la pata y entonces, maravilla de la democracia, veremos caceroleros de Barrio Norte bajo banderas rojas, y a los señores Moyano, Macri, Patricia Bullrich y Cecilia Pando en alegre montón. Con ellos se manifestará el gorilismo porteño, que luego regresará a sus casas a ver cómo los multimedios les cuentan y muestran lo que quieren ver y escuchar.
Sólo cabe rogar que, esta vez, los gorilas vernáculos se parezcan a sus simpáticos primos del tren que inventó Osvaldo Soriano en memorable novela, y no generen violencia. Ese es el único miedo que el gorilismo provoca, y lo único que las tolerantes mayorías argentinas no quieren, desprecian y rechazan.

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martes, 26 de junio de 2012

26 de JUN. Presentación de créditos para jubilados Argenta. Cristina Fer...

Bien afuera, débil adentro


Por Martín Granovsky

La derrota de Fernando Lugo y la ruptura del orden democrático en Paraguay desataron una contradicción. Por un lado, Sudamérica reaccionó de manera uniforme y concreta a la destitución del presidente sin vínculos con el narcotráfico y el comercio ilegal. Por otro, hasta el momento la debilidad política interna de Lugo es tal que la reacción colectiva externa podría no alcanzar para torcer el rumbo.
El juego entre el plano externo y el interno se parece más a la situación hondureña que a la de Bolivia y Ecuador.
Cuando Unasur intervino para que no escalara la crisis de los secesionistas bolivianos de Santa Cruz y la violencia contra Evo Morales, el presidente era muy popular. También contaba con una construcción política, social y sindical y mayoría en el Congreso. La participación externa fue, entonces, una ayuda que desequilibró la crisis en favor de Evo y disuadió a sus opositores más encarnizados al mostrarles que no podrían triunfar o, en todo caso, les resultaría muy difícil gobernar.
Cuando parte de la policía y los servicios de inteligencia pujaron con Rafael Correa, también había una crisis política. La polarización era extrema y los enemigos del presidente ecuatoriano parecían resueltos a todo. Incluso a desplazarlo. Pero Correa, aun sin el nivel de construcción política de Evo, era un presidente popular y con mayoría propia en el Congreso.
Manuel Zelaya, en Honduras, tenía por delante, en cambio, una perspectiva más débil. Para compensar su flaqueza, justamente, intentó realizar la consulta popular que terminó acelerando su derrocamiento a manos de una maniobra cívico-militar.
O sea que Mercosur y Unasur son buenos mecanismos preventivos cuando complementan la mayor fortaleza relativa de un gobernante. Y es entonces cuando disuaden a conspiradores internos con cierto nivel de lucidez para medir la relación de fuerzas interna y externa. Pero Mercosur y Unasur no alcanzan para cambiar por sí solos una situación. Más aún: es razonable que sea así. Sudamérica carece de un gobierno común y lo decisivo es lo que ocurre dentro de cada nación.
Si esto es cierto, ¿por qué Mercosur y Unasur se muestran tan activos?
En primer lugar, porque en política nunca está dicha la última palabra. Aunque parezca irreal hoy, nadie puede descartar un eventual renacimiento político de Lugo.
En segundo lugar, los movimientos colectivos de Sudamérica responden a la coherencia. Cuando Zelaya fue desplazado en un país de América Central, la Argentina y Brasil entendieron que no debían aparecer como tolerantes o indiferentes ante lo que en esos días no tenía nombre, pero hoy sí lo tiene. Para el especialista en política internacional Juan Gabriel Tokatlian, se trata de neogolpismo. El propio hecho de la reacción veloz ante el golpe en Honduras actuó el viernes último como una justificación de los actos de Brasil y la Argentina. Si habían sido duros con una interrupción del orden constitucional en un país centroamericano, ¿cómo se quedarían quietos ante la destitución irregular de Lugo cuando Paraguay es limítrofe de la Argentina y Brasil?
En tercer lugar, Sudamérica tiene una cierta homogeneidad de mecanismos institucionales, incluso con todas las diferencias de país a país.
En cuarto lugar, en este momento de crisis mundial los gobiernos sudamericanos ponen por encima de todo la convivencia entre ellos como base para entenderse frente a la guerra cambiaria, el proteccionismo y la caída de Europa. Pese a que la Comisión Económica para América latina corrigió a la baja sus análisis sobre perspectivas de crecimiento, no hay recesión a la vista. Brasil, la Argentina, Colombia y Venezuela, las cuatro economías más importantes, siguen creciendo, y también los países menores. Los gobiernos están preocupados por mantener una solidez sensata frente al fenómeno de un peligro difícil de medir como lo que el colombiano Juan Manuel Santos describe usando las palabras “huracán internacional”: todos saben que hará daño, pero nadie puede determinar exactamente cuándo, dónde ni cuánto. Y hay que ponerse a resguardo.

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“Puede haber diversas salidas”

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Jorge Lara Castro (foto), ex canciller de Fernando Lugo, confirmó la presencia de éste en la cumbre del Mercosur a realizarse en Mendoza y se habló de los objetivos del “gabinete de la resistencia”. En diálogo con Pedro Brieger y Mercedes López San Miguel en el programa Juguemos en el mundo, por radio AM 750, Lara Castro explicó la labor que junto a sus pares empezó a realizar desde ayer. “La idea de este gabinete va a ser una evaluación del proceso político, tratar de reorganizar la conducción política y seguir trabajando con los diversos movimientos sociales que ya existían y que ahora se están manifestando a favor de la defensa del proceso de cambio. A toda esa gente tendríamos que darle una respuesta, por eso es de vital importancia mantener una estructura orgánica y reorganizarnos en función de nuevos objetivos.” También el ex ministro Lara Castro explicó por qué el viernes pasado Lugo aceptó la decisión del Congreso en lugar de resistir su presidencia. “No aceptó, terminó acatando la resolución del Senado porque había mucha gente en la plaza (de Las Armas) bajo condiciones de inseguridad. Fue para evitar la muerte de gente inocente.” También esbozó algunos motivos por los que se llevó a cabo esta destitución. “Este golpe no es contra Lugo, es un golpe que pretende evitar que el proceso de integración regional se vaya consolidando. Se produce después de 23 intentos de juicio político. En Paraguay hay una estructura muy fuerte de relaciones oligárquicas.” Por último, Lara Castro se congratuló de la solidaridad de la región como sostén de la resistencia pacífica. “Hay focos de resistencia y un gran apoyo de la comunidad internacional, fundamentalmente del Mercosur y de la Unasur, entonces habrá que ver las condiciones posibles en donde se pueda negociar de una manera diferente, pero eso dependerá de nuevas condiciones de negociación. Pueden haber diversas salidas, una puede ser la restitución, otra puede ser una salida electoral.”

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lunes, 25 de junio de 2012

Moyano y sus amiguitos



Por Eduardo Aliverti

Las líneas que siguen portan el antipático gusto, personal, de enfrentarse a definir o caracterizar una protesta, una sacudida gremial, una queja que involucra derechos laborales, como extorsión. Si en lugar de análisis (con pretensiones de) estructural se aspira a apuntes acerca de política de palacio, o apoyados en prejuicios de anclaje histórico, podría decirse –como se dice– que las tribus peronistas siempre resuelven sus cuitas así, apelando al tira y afloje porque, al fin y al cabo, el peronismo es el ejercicio del poder propiamente dicho. No una abstracción, del tipo de la que ayer iban a disputar los radicales en una interna bonaerense que no le importa virtualmente a nadie porque, como si no bastara que el radicalismo está en vías firmes de extinción –si es que todavía existe– no se entiende qué discuten. También podría apuntarse que Moyano conserva muñeca para descolocar a sus adversarios gremiales. “Gordos” e “independientes”, para usar la terminología que designa cómo juega el sindicalismo corporativo, quedaron culo al norte frente a la osadía del pastor evangélico. Y sería hora de volver a preguntarse si tenía sentido macro ponerse a Moyano en contra, en vez de haberlo arreglado con unos cargos parlamentarios. Y el interrogante semeja reforzado por los vientos de frente que le pegan a la economía desde el exterior, más los errores locales. Y si acaso esto no indicaría que se largó la sucesión 2013/2015, como también se afirma, sólo entre los peronistas, porque los demás no cotizan. No es que todo eso carezca de validez, sino que se sumerge en un escenario de, en cierto sentido, alcances políticos bastante pobres. Lo central (uno reprime hablar directamente de lo objetivo, pero no le faltan ganas) es que un referente sectorial del sindicalismo, que no es cualquiera porque comanda el transporte de insumos vitales, anda enojado. Pero no lúcido. Primero bloqueó el traslado de caudales y les dio pasto a las fieras para que sembraran inquietud sobre el llenado de los cajeros automáticos. Después, hizo taponar la provisión de combustible. Hasta ahí, se trataba de que su gremio no aceptaba partir diferencias de arreglo paritario. Exigía 30. Los empresarios de los que no es muy ajeno que digamos le ofrecían menos del 20. Era de manual de salita rosa que terminarían partiendo en 25, como todo el mundo (en verdad, según las últimas cuentas y por cómo se lo distribuye, es el 19,3). No: transformó la negociación o el negocio personal en una causa de implicancia general. Y cuando el manual se corrobora, sale a decir que no basta; que van por todo con paro y movilización a Plaza de Mayo, por una serie de peticiones que uno de sus hijos resume en “ir por ellos”, por el Gobierno, por la cabeza de Cristina. Que alguien explique cómo se hace para no definir a tamaña apretada como un chantaje político. Pero, además, que argumente en dónde puede encontrarse que esa coacción representa un reagrupamiento efectivo de los núcleos opositores.
Ahí vamos. Frente a la cascada de sensaciones y rumores despertados por esta movida de Moyano y sus nuevos amiguitos, el periodista desea señalar que no cree ni advierte la existencia de una suerte de conspiración extendida. Es decir, de una operación política de grandes dimensiones que, por lo tanto, iría más allá de lo parido por el resentimiento del líder camionero. Sí hay, desde ya, el usufructo que hacen de ello los grupos enfrentados al Gobierno de forma explícita y hasta salvaje. Pero que Moyano sea el nuevo candidato de Clarín, desde cuyo canal de cable insignia lanzó el paro y movilización del miércoles próximo, significa que lo es en cuanto a su capacidad contributiva para producir malhumor social. En acción política concreta, destinada a fusionar franjas opositoras con volumen de fuerza alternativa, Moyano no tiene condiciones para articular absolutamente nada. Más aún, en la clase media genera un rechazo profundo, sea por su componente gorila como en función de lo que, a secas, forjan las actitudes patoteriles, descomedidas. Si se acuerda con esa mirada, es presumible que la jugada moyanista genere un efecto capaz de beneficiar a Cristina. Pongámoslo en un lenguaje que la “asepsia” profesional de sociólogos y encuestólogos (y periodistas) intenta evitar: negro, pendenciero, sindicalista-empresario y rencoroso porque le quitaron espacio, contra mujer viuda y sola que viene haciendo lo que puede, y bastante bien, y tanto que sacó el 54 por ciento de los votos, para repartir la torta de un modo más equitativo. Quizá lo explicaría mejor Jaime Duran Barba, publicista de Macri, quien acaba de sumarse a la lista de procesados amarillos por la manipulación de encuestas telefónico-electorales. Pero más o menos es así, con el agregado nada menor de que Moyano tampoco aporta voluntades mayores entre la masa de trabajadores a cuyo nombre dice activar. La convocatoria de su lucha de clases –porque ahora resulta que se convirtió en Bakunin– ignora a alrededor de un 35 por ciento de laburantes negreados o fuera del sistema “formalizado”, así como al hecho de que los comprendidos en su reclamo revolucionario por el aumento del mínimo no imponible deja afuera a los que menos ganan. En estos días, circularon numerosos aportes que precisan ese dato indesmentible e ignorado por los medios opositores. Por si hiciera falta aclararlo, ninguna de estas consideraciones implica que la demanda del camionero –no solamente– carezca de razonabilidad en un país donde la inflación carcome el ingreso de una parte, ancha, de los asalariados. Pero guay con la distancia entre eso y la justificación de que llame a parar el país el tipo que, hasta hace menos de un año, definía a éste como el mejor gobierno gozado por los trabajadores desde los tiempos de Perón.
Apoyado por la Sociedad Rural y sus socios buzzistas de la Federación Agraria; por Macri; por la Iglesia; por la CGT Azul y Blanca de Luis Madre Teresa Barrionuevo; por la CTA opositora de Pablo Micheli, que no junta a casi nadie, pero en sus delirios de grandeza pretende sentarse a negociar con el agitador anarquista ruso; por Cecilia Pando; por las sectas de la izquierda chino-trosca y por la señal comunitaria TN, Moyano se lanza a lo que su corporación mediática preferida ya define como un “cambio dramático” del tablero político. Cuánto de significativo tendría que el titular cegetista se encargara de rechazar una buena parte de tan egregios respaldos. Hasta ahora sólo lo hizo su hijo Facundo, vía Twitter. Pero es su padre quien, en la plácida entrevista televisiva que usó para arengar a las masas, se encargó de puntualizar que el responsable de “todo” es él. Sólo restaría apreciar si el señoragordismo que dejó de cacerolear en Callao y Santa Fe, más adyacencias semánticas, se anima a sumarse a la revolución encarnada en un gremialista peruca de pura cepa. Rudy y Daniel Paz escenificaron ayer esa instancia mágica, retratando a una pituca alterada que comparte con su acompañante cacerolera el horror de no haber vivido nunca en un gobierno como éste: las obliga a marchar con Moyano.
Entonces sí que echamos los fideos. Para gusto del firmante puede volcárselos al agua hace rato, pero nunca faltan quienes necesitan demostraciones extremas para decidir en cuál lado pararse.
P/D: sería periodísticamente lícito, ya que uno se dedica al estudio de las cosas nacionales, prescindir en una columna como ésta de lo que ocurre en Paraguay. Pero el cronista no lo siente legítimo o sincero. Los sucesos paraguayos, sobre todo como enseñanza invariable de que el enemigo puede tomarse descansos, pero nunca dormirse, son graves. Es secundario discutir sobre el peso muy menor que tiene Paraguay en el concierto de naciones aunque, destituido Lugo, muchos estarán planteándose cómo no se dieron cuenta de que el proceso que intentó encabezar, así fuere a los tumbos, disponía de un estimable valor simbólico en la etapa que vive Sudamérica. Asimismo, parecería cierto que su incapacidad de liderazgo, para constituir poderío de base social activa, le pasó la factura. Como sea, sin perjuicio de lo anterior, es formidable la reacción instantánea que volvieron a mostrar los presidentes más emblemáticos de la región. Chávez, Cristina, Correa, Dilma, Evo, dijeron al unísono que desconocen al nuevo gobierno paraguayo. Hablaron sin ambages de golpe de Estado, retiran embajadores y la mandataria brasileña sugirió expulsar a Paraguay de Unasur y Mercosur. Esto, si cabe una cuestionable figura retórica, es renovadamente inédito cuando se anota que venimos de creer en la imposibilidad de algo así, de una reacción así, neoliberalismo triunfante y mediante hace unos pocos años. Aunque el golpe parezca consolidado, entre otras cosas porque Lugo no presentó batalla: salud por eso.

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sábado, 23 de junio de 2012

IGLESIA Y GOLPE EN PARAGUAY


Luego de reunirse con el nuncio apostólico, Franco recibió el respaldo de la Iglesia

El nuevo presidente de Paraguay, Federico Franco, quien asumió ayer tras una polémica destitución del mandatario Fernando Lugo, recibió esta mañana el respaldo de la Iglesia Católica con la visita en el Palacio de Gobierno con el nuncio apostólico, Eliseo Ariotti.
“Es un don de dios pero también de los hombres y de 
los paraguayos el reconstruir. Voy a leer mi mensaje en 
la misa, estamos honrrando a las autoridades de este 
país, como conviene al cuerpo diplomático, que ha sido 
invitado para una visita de cortesía”, manifestó Ariotti al 
ingresar a Gobierno según la agencia IP Paraguay.
La rápida visita del representante de la Iglesia Católica, que implica un reconocimiento a Franco en medio de los rechazos que su acceso a la presidencia ha generado en los países de la región, es consistente con la actitud asumida el jueves por el episcopado paraguayo, que pidió al entonces presidente Lugo, a quien ya se le había aprobado el juicio político, que renunciara a su cargo para “descomprimir la tensión tan grande que se vive en el país”.
El presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya, Claudio Giménez, fue quien hizo aquel pedido a Lugo, un ex obispo, “dado el bien nacional y para preservar la paz y evitar más violencia y muerte”.
TELAM


Apetitos insaciables



Por Santiago O’Donnell

El Congreso de Paraguay cree que echó al presidente Lugo en un juicio que duró menos de dos días. Mucho más no se puede decir. Una payasada. Ningún juicio a un presidente puede durar un día y medio desde el momento en que se anuncia. El Congreso de Paraguay cree que puede echar como un perro al presidente de la nación. En este caso, a un cura de pueblo que llegó a la más alta magistratura del país. ¿Y por qué? Los señores dicen que lo echan por incompetente. Porque no pudo frenar la matanza en la finca que supuestamente pertenece a un caudillo colorado, en la franja sojera que limita con Brasil. Dicen que se quedó sin respaldo político. Y dicen que el motivo para hacerlo tan rápido es que Lugo habría convocado a “grupos violentos” que habrían rodeado el Congreso.
Bueno. Lugo no pudo frenar una situación explosiva que se viene gestando desde mucho antes de que él llegara a la presidencia. Tiene su origen en los repartos de tierras tramposos que se hicieron durante la dictadura de Stroessner y los gobiernos colorados que la continuaron. El gran pecado de Lugo es tener diálogo con los sectores sociales desplazados. Ni siquiera se lo puede acusar de ser un representante de ellos, ya que es muy poco lo que su gobierno ha obtenido en materia de mejoras para el sector, y la reforma agraria sigue en promesa. Pero dialoga, contiene, le busca la vuelta. Los cables de la agencia de seguridad de Stratfor que Wikileaks filtró hace unos meses muestran lo delicado de la situación, y cómo el gobierno de Lugo viene trabajando con sus contrapartes brasileños, en silencio, en busca de una solución. Los cables que este diario publicó en exclusiva afirman que para los espías de Stratfor, una especie de CIA en la sombra, y sus contactos militares brasileños, Lugo era el único político paraguayo capaz de controlar la situación y hasta especulaban con una intervención militar brasileña si la situación se salía de cauce. Entonces acusar a Lugo así a la ligera por la muerte de los once campesinos y seis policías esta semana es una ridiculez.
En cuanto a la falta de apoyo político, Lugo tiene a un vicepresidente, el Yoyo Franco, que ambiciona su cargo desde el primer día, y que encabeza un partido político que viene esperando desde hace 60 años gobernar al país. Nunca lo habían apoyado demasiado, ahora directamente lo traicionaron. Lugo no será un gran político. No supo transformar sus votos en una formación política con fuerza legislativa. Activó políticamente a sectores hasta entonces marginados, más acostumbrados a la acción directa que a los mítines políticos, pero esas fuerzas no supieron o no pudieron ganar representatividad electoral. La jugada para desplazarlo es casi infantil. No bien ocurrió la matanza, los Colorados se le vinieron encima con todo tipo de reclamos y amenazas. Frustrado, dolido, cansado, Lugo cometió un error fatal. Les tiró por la cabeza el Ministerio del Interior que tanto reclamaban a sus adversarios Colorados y les dijo listo, arréglense, a ver si con sus políticas corruptas de mano dura consiguen arreglar las cosas. Pero se olvidó de avisar o convencer a sus entonces socios, los liberales. Entonces llegó el chantaje Liberal: o echás al ministro Colorado, con lo cual quedás como una marioneta nuestra, o nos vamos del gobierno. ¿Ah, que no renuncia tu ministro Colorado en 24 horas? Entonces nos vamos del gobierno y encima te hacemos juicio político. Y los Colorados, que terminaban de colocar a su ministro, se dan vuelta y lo dejan a Lugo solo para enfrentar el pelotón de fusilamiento. Había sido cura. Había sido obispo. Se metió en política e hizo un montón de cosas buenas. Llegó a la presidencia con lo justo. Un tipo como él, tan bendecido, seguramente podría construir una fuerza propia prácticamente de la nada. Pero no. El milagro no sucedió.
Con respecto a los tiempos del Congreso, Lugo no convocó a “grupos violentos”. En todo caso, su partido convocó a sus seguidores, como no podía ser de otra manera. El problema no es la convocatoria, sino la falta de legitimidad del Congreso, la institución más desprestigiada del país. Cómo estará de mal que hace un par de semanas ese mismo congreso intentó destituir a la Corte Suprema pero no pudo. Que una institución para nada confiable quiera cargarse a un presidente y encima no respete el derecho a la defensa y al debido proceso, eso es lo que provoca violencia. En todo caso el Congreso paraguayo debería depurarse y ganarse la confianza del pueblo antes de avanzar sobre los otros poderes del Estado.
Pero acá lo que está en juego es algo mucho más mezquino y patético. Los liberales se mueren por gobernar, el vice se muere por gobernar. Ocho meses para ver si pueden ordeñar el Estado a su favor lo suficiente como para frenar la vuelta cantada de los Colorados en las próximas elecciones presidenciales. Después, lo que pasa con los carperos, con los títulos de tierra, con la demorada e imprescindible reforma agraria, lo que pasa con la violencia, con Lugo, con Paraguay, no parece molestar demasiado a estos señores de traje y corbata, gestos payasescos y apetitos insaciables.
¿Y qué hizo Lugo? Se sometió mansamente al juicio político. Se llamó ex presidente aún antes de que asumiera Franco y “pacificó” a sus seguidores. Sus colegas de la Unasur se quedaron con las ganas de ayudar al ex obispo y ahora ex presidente, aunque ni locos piensan reconocer así nomás a su reemplazante. El Yoyo Franco no será invitado a las cumbres, pero el daño ya está hecho.

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Los ricos y sus riquezas



Por Alfredo Zaiat

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Investigaciones académicas, organismos internacionales, opiniones en medios de comunicación y discursos políticos se ocupan de la pobreza. Proponen planes, realizan diagnósticos, financian programas asistenciales y prometen combatir la desigualdad. Los estudios sobre los pobres abundan. No desbordan, en cambio, centros estadísticos, cátedras universitarias ni congresos mundiales dedicados a explorar a los ricos y sus riquezas. Están protegidos de estudios molestos que puedan exponer las inequidades sociales y las políticas que hacen posible su existencia y desarrollo. La mención tradicional que los involucra está en referencia a los pobres, por índices de distribución del ingreso. Pero son escasos los datos específicos sobre los ricos en el mundo, evolución, características e ingresos. Existen publicaciones dedicadas a la frivolidad que muestra la ostentación de millonarios o a relatar historias edulcoradas de cómo construyeron sus fortunas. La lista Forbes es superficial y no brinda elementos sustanciales sobre acumulación de riquezas. Una aproximación sobre la cantidad de personas millonarias y magnitud de riqueza concentrada en pocas manos la brindan con más información dos documentos. Uno preparado por Merrill Lynch y Capgemini, y el otro por Wealth-X, firma que ofrece a las grandes compañías el perfil de los ultra ricos.
Existe una idea naturalizada en el espacio público que dice que en las grandes crisis todos pierden. Algunos más, otros menos, pero que todos contabilizan una reducción de patrimonio. Trabajadores y jubilados porque padecen el recorte de sus ingresos o pierden el empleo; y empresarios y banqueros porque disminuyen ventas y ganancias, bajan las acciones y bonos, o porque quiebran y tienen que ser rescatados por el Estado. Esto que parece tan lógico en el discurso y teoría no se verifica en los hechos. Desde que estalló la crisis en 2008 aumentó la cantidad de desocupados y pobres en Estados Unidos y Europa, y también subió la cantidad de ricos. La descripción sobre que el capital financiero es el dominante en esta etapa del desarrollo del capitalismo global, y que líderes políticos de las potencias están subordinados a proteger esos intereses, se expresa con nitidez en los resultados de los últimos informes dedicados a los ricos realizados por esas firmas.
El “World Ultra Wealth Report 2011” define como Ultra High Net Worth Individuals (Uhnwi) a personas con activos superiores a 30 millones de dólares, sin contabilizar sus casas y bienes de colección (obras de arte, entre otros) y de consumo durable (autos, aviones, yates). El informe contabiliza el efectivo y los activos de fácil realización. Por lo tanto, esos ricos tienen una riqueza superior a esos 30 millones de dólares de inmediata disponibilidad. La investigación tiene como objetivo ofrecer un estudio de mercado para profesionales de las finanzas dedicadas a la gestión de patrimonios privados (lo mismo que hace el diputado Alfonso Prat Gay con la riqueza y posterior herencia de Amalita Lacroze de Fortabat), para las principales marcas de lujo o para ONG que “trabajan con la comunidad de ricos o quieren entrar en ese mercado”, explica David Leppan, titular de Wealth-X, en la presentación de la página web de la compañía.
Según el último reporte, con datos compilados a partir de más de 1100 fuentes en 109 países, en 2011 había en todo el mundo 185.795 Uhnwi con una riqueza global de 25 billones de dólares. De ese total, 57.860 estaban en Estados Unidos y 54.325 en Europa. Esos 25 billones de dólares duplican el PIB de la Unión Europea de 27 países, y también son dos veces el Producto de Estados Unidos. Esa inmensa fortuna equivale entonces a casi la mitad del PIB mundial, y está concentrada en apenas 185.795 personas, el 0,002 por ciento de la población mundial.
Brasil lidera la tabla en América latina, con 4725 ultra ricos, seguido por México, con 2900, cerrando el podio Argentina, con 1050.
En España, modelo económico elogiado por conservadores durante las últimas dos décadas, hoy el borde de la quiebra, contabiliza 1875 ultra ricos. En el ranking europeo se ubica en el sexto puesto, detrás de Alemania, Reino Unido, Suiza, Francia e Italia. La existencia de esa elite española millonaria convive con el desempleo más elevado de Europa, cercano al 25 por ciento en promedio, que sube al 50 por ciento en los jóvenes, con el retroceso del salario real y la pérdida de derechos laborales.
En 2009, según el otro informe elaborado por Merrill Lynch y Capgemini, los Uhnwi eran un grupo formado por 93.100 personas con una riqueza conjunta de 13,8 billones de dólares. En dos años se han multiplicado por dos tanto los ultra ricos como sus riquezas acumuladas. Merrill Lynch era uno de los bancos de inversión líderes de Wall Street, absorbido por el Bank of America para evitar otra quiebra como Lehman Brothers. Capgemini, compañía no tan conocida como Merrill Lynch, tiene más de 90.000 empleados en todo el mundo y presta servicios de consultoría, servicios tecnológicos y outsourcing. Merrill Lynch y Capgemini trabajan para los ricos. Saben de lo que informan.
En esa investigación se evalúan, además de los ultra ricos, las personas con grandes patrimonios que parten de un activo líquido (efectivo) de un millón de dólares. Según Merrill Lynch y Capgemini, en esa categoría hubo 8,8 millones de personas con patrimonios elevados en el mundo en 2005, una cifra que subió a 9,5 millones en 2006 y a 10,1 millones en 2007. En 2008, con el inicio de la crisis económica, la cifra se redujo a apenas debajo de los niveles de 2005, con 8,6 millones. Para 2009, aumentó a 10 millones, casi lo mismo que en 2007, año previo a la crisis.
En este período de turbulencia económica global, la riqueza conjunta de esas personas fue de 33,4 billones de dólares en 2005, 37,2 billones en 2006, 40,7 billones en 2007, cayendo a 32,8 billones de dólares en 2008. En 2009, subió a 39,0 billones de dólares. El último reporte indica que en 2010 había 10,9 millones de ricos que en conjunto reunieron una riqueza de 42,7 billones de dólares. Ese monto es 9,7 por ciento más alto que el registrado el año anterior, superando el nivel precrisis de 2007, que de por sí ya había sido el más alto hasta entonces.
Esta sucesión de cifras ofrece una conclusión impactante. Transcurrido un lapso de cinco años de la peor crisis económica global desde la depresión del ’30 del siglo pasado, sin un horizonte cercano de su fin, aumentó la cantidad de ricos y el monto acumulado de sus riquezas.
¿Cómo se llega a ese resultado cuando no hay día en que no haya noticias sobre el drama social y profundidad de la crisis económica global?
Daniel Raventós, profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, brinda una pista en uno de sus artículos mencionando una declaración de Neil M. Barofsky, quien fuera inspector general del programa de rescate por 700 mil millones de dólares del sistema financiero de Estados Unidos, conocido como Troubled Asset Relief Programm (TARP), hasta febrero de 2011. Este funcionario escribió en The New York Times que hoy “los grandes bancos son un 20 por ciento más grandes que antes de la crisis y controlan una parte de nuestra economía mayor que nunca. Asumen de forma razonable que el gobierno los rescatará de nuevo si fuera necesario”.
El auxilio a la banca ha venido acompañado de recortes en el gasto social, en eliminación de derechos laborales para abaratar los despidos y en poda de salarios. Esa protección a banqueros se complementa con la política de no tocar privilegios de los ricos, no subir impuestos a los grandes patrimonios y sí al consumo, y cuidando de no afectar el funcionamiento de los paraísos fiscales, refugios donde ricos y ultra ricos resguardan sus riquezas.
La brecha entre los ricos y los pobres de los países desarrollados reunidos en la OCDE es de ese modo la más grande de los últimos 30 años, según el reciente informe de esa organización “Divided we stand: why inequality keeps rising?”. En una de sus conclusiones destaca que el coeficiente de Gini, una medida de la desigualdad de ingresos que oscila entre 0 (distribución equitativa) a 1 (máxima desigualdad), se situó en un promedio de 0,29 en los países de la OCDE a mediados de 1980. En 2010 se había incrementado casi 10 por ciento, al ubicarse en 0,316.
Si muchos quieren saber el motivo del estallido de la crisis y por qué los líderes de las potencias no pueden orientar sus economías para superar la debacle que está afectando al resto del mundo, el aumento de la desigualdad en esos países y esas cifras de ricos y ultra ricos es el comienzo de la respuesta.

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miércoles, 20 de junio de 2012

El face to face que revolucionó la Cumbre


Cameron se acercó, habló sobre el referéndum y se alejó cuando Cristina le exigió respetar resoluciones de la ONU

Antes de la sesión plenaria, Cameron se acercó a Cristina para defender el referéndum en Malvinas y suscitó un duro cruce verbal en el que la Presidenta volvió a reclamar el respeto a la convocatoria al diálogo. “Muestra la debilidad británica”, según la delegación argentina.

Por David Cufré
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Cameron y Cristina. La resolución de la ONU convocando al diálogo, que el inglés no quiso aceptar.
Desde Los Cabos
–La Argentina tiene que respetar el referéndum de los isleños.
–Yo le quiero entregar este sobre que contiene las cuarenta resoluciones de las Naciones Unidas que ordenan a Gran Bretaña y a la Argentina sentarse a negociar.
–Lo importante es el referéndum.
–No, lo importante es que Gran Bretaña y la Argentina cumplan con las resoluciones de las Naciones Unidas.
–Yo no quiero hablar de soberanía.
–Yo tampoco voy a hablarle a usted de soberanía. Lo que quiero es hablar de respetar las decisiones de las Naciones Unidas. Si participamos de las Naciones Unidas, respetemos las resoluciones.
El áspero diálogo entre Cristina Fernández de Kirchner y el primer ministro británico, David Cameron, ocurrió ayer a las 9.30 de la mañana. Fue antes del inicio de las deliberaciones de los presidentes del G-20. La jefa de Estado argentino estaba sentada en su banca revisando papeles cuando se le acercó el mandatario inglés. Primero utilizó un tono amable. Le dijo que quería agradecerle el apoyo argentino a la creación de un banco europeo que actúe como prestamista de última instancia, a fin de disipar los temores sobre el euro. Hizo referencia a lo que CFK había planteado la noche anterior en la primera sesión plenaria. Sorprendida, la Presidenta le respondió en el mismo tono que había visto las principales portadas de la prensa internacional y no reflejaban optimismo sobre el resultado de la cumbre. Entonces Cameron la interrumpió y le dijo que quería conocer su posición sobre el referéndum que convocan los isleños para decidir sobre su soberanía, y que él cree en la autodeterminación de los pueblos. Lo que siguió es lo que se cuenta al principio, según la versión que entregó el canciller Héctor Timerman, que tiene algunas diferencias con la que presentó el gobierno británico. El intercambio terminó de manera abrupta, con Cameron ofuscado, sin aceptar el sobre que le extendía Fernández de Kirchner y volviendo a su asiento.
El momento quedó retratado por un fotógrado de la presidencia argentina. Fue el primer y único diálogo entre ambos, que vienen cruzando declaraciones públicas desde hace meses, pero nunca cara a cara. El inglés se mostró desconcertado cuando CFK tomó el sobre con las cuarenta resoluciones de la ONU sobre la cuestión Malvinas. Su tono de voz cambió y pasó a estar tenso. Así lo dijeron a este diario fuentes oficiales. El gobierno inglés, por el contrario, sostuvo en una declaración que la que quedó dubitativa cuando Cameron le reclamó que respete el referéndum de los isleños fue la Presidenta argentina.
“El primer ministro habló con Cristina Kirchner al margen y antes de que comenzara la primera sesión de trabajo. Discutieron brevemente de cuestiones como los bancos centrales y la actividad monetaria. Y entonces el premier dijo: ‘No estoy proponiendo una discusión total ahora sobre las Falklands, pero espero que haya tomado nota de que los isleños van a realizar un referéndum y usted debería respetar sus puntos de vista. Nosotros deberíamos creer en la autodeterminación y actuar como demócratas acá en el G-20’. Kirchner respondió yéndose por las ramas sobre los títulos de España, la ONU y Malvinas. Su intérprete no pudo seguirla. Los argentinos parecían tener un funcionario con una cámara en la mano, pero no había periodistas en la sala”, resumió el comunicado de Downing Street, omitiendo lo sustancial: que Cristina Kirchner quiso entregarle un sobre con las disposiciones de la ONU y Cameron lo rechazó.
Después, por la tarde, el primer ministro ofreció una conferencia de prensa. Justificó su planteo a CFK y atacó al gobierno argentino por su política “proteccionista” en materia comercial. Pese a que había más de un centenar de periodistas de todo el mundo queriendo hacer preguntas, Cameron seleccionó sólo a medios británicos. “Creo que hice lo correcto al pedirle a la Presidenta argentina que respete el referéndum. Es importantísimo y queremos que todo el mundo sepa que hay un referéndum para conocer la opinión de los isleños. Hay que proclamarlo, así el mundo deja un poco de lado la propaganda argentina”, agregó. Finalmente, dijo que “en esta cumbre del G-20 ha quedado claro que las medidas proteccionistas que ejercen países como la Argentina no son aceptables”.
Por la mañana, no había pasado una hora del incidente cuando el canciller Timerman se presentó ante los periodistas con el famoso sobre en la mano e hizo un minucioso relato de lo ocurrido. De ahí en más se armó un revuelo. Periodistas ingleses, españoles y de otros países se interesaron por la cuestión y empezaron a buscar testimonios. Una hora más tarde, el canciller regresaba para dar una conferencia ante la prensa internacional. Fue en español, pese a los insistentes pedidos de periodistas británicos para que hablara en inglés.
–¿Este episodio tiene alguna sustancia o es un intento de Buenos Aires para captar votos, y también de Londres? –preguntó uno de ellos.
–No fue la Presidenta argentina la que se acercó a Cameron, porque ésta es una reunión para hablar sobre la crisis europea. El que se acercó para hablar de un tema que no es de la agenda del G-20 fue el primer ministro. El momento para hablar de Malvinas fue la semana pasada, cuando las Naciones Unidas convocaron al Reino Unido y a la Argentina a dialogar en el comité de descolonización, y una vez más Gran Bretaña se negó a un pedido de la ONU –respondió el canciller..
–Hace treinta años hubo una guerra, la Argentina invadió las Falklans y hubo un triunfador. ¿Cuál es la posición argentina al respecto? –lanzó otro.
–Usted dice que hace treinta años hubo una guerra. Hace 180 años hubo una invasión británica en suelo argentino. El Reino Unido invadió cuatro veces la República Argentina, porque los que son colonialistas y famosos en el mundo por ser colonialistas son el Reino Unido, no la Argentina. La Argentina siempre estuvo en contra del colonialismo y luchó contra el colonialismo, y vencimos.
Cameron anteayer había vuelto a asegurar que la Argentina es colonialista por no aceptar el referéndum de los kelpers, y había anticipado que se lo diría a Cristina Kirchner. “Cameron demuestra un total desconocimiento sobre lo que es el colonialismo. Tantos años de ejercer como potencia colonial se han olvidado que ellos son los responsables de que exista colonialismo”, devolvió ayer Timerman.
El hecho de que Cameron se haya acercado a CFK para hablar del tema Malvinas fue interpretado por el gobierno argentino como una señal de debilidad de su par inglés. Eso significa que Gran Bretaña ya no puede seguir con la estrategia de ignorar la cuestión, como hizo durante largo tiempo. “La presión internacional que estamos logrando es tan fuerte que tienen que salir a decir algo. Ya no pueden hacerse los desentendidos”, evaluaron ante Página/12 fuentes oficiales. “China, Rusia, todos los miembros del Comité de Descolonización respaldan la posición argentina. Estados Unidos se abstiene. Eso es un golpe fuerte para ellos, es como si nosotros tuviéramos que aceptar que Brasil se abstiene”, agregaron.
La Presidenta aprovechó ayer sus audiencias bilaterales con el presidente chino, Hu Jintao, y ruso, Vladimir Putin, para agradecerles su permanente apoyo por el tema Malvinas (ver aparte). “¿Qué clase de miembro de las Naciones Unidas es Gran Bretaña que exige a otros países que respeten las resoluciones de la ONU y ellos se niegan a hacerlo desde 1965?”, se preguntó Timerman cuando habló para la prensa internacional. Tal vez sin quererlo, Cameron terminó generando una plataforma que sirvió al gobierno argentino para amplificar su reclamo y sus argumentos en la pelea por la recuperación de las islas.

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martes, 19 de junio de 2012

Cristina y Cameron mantuvieron un cruce por Malvinas




Enviados especiales
Cristina Fernández de Kirchner y el primer ministro británico mantuvieron un cruce durante la segunda sesión plenaria de la cumbre del G-20.
El canciller Héctor Timerman y el secretario de Comunicación Pública Alfredo Scoccimarro señalaron a la prensa que cuando Cristina se encontraba trabajando en unos documentos Cameron se acercó a ella de manera sorpresiva.
El breve diálogo se produjo alrededor de las 9.30 hora local (12.30 en Argentina) cuando el primer ministro británico se acerco a Cristina para "agradecerle su posición en favor de la creación de un Banco Central europeo unificado que funcione como un prestamista de última instancia a los efectos de disipar los temores sobre el euro", señaló Scoccimarro al relatar el encuentro.
Cristina le respondió que había visto que "las portadas de los principales medios internacionales no reflejaban el optimismo por los resultados de la Cumbre de líderes del G-20", cuando de repente fue interrumpida por Cameron quien le "exigió respetar el referéndum de los isleños", detalló Scoccimarro.
"La Presidenta que tenía entre sus papeles un sobre con todas las resoluciones de Naciones Unidas sobre Malvinas, le dijo que se las quería entregar" en mano a Cameron y que "lo que realmente se debía respetar eran las cuarenta resoluciones de las Naciones Unidas y del Comité de Descolonización".
El primer ministro británico le contestó que "no iba a hablar sobre soberanía", a lo que la jefa del Estado le respondió que "sólo quería dialogar tal cual lo ordenan las Naciones Unidas" y que le quería entregar el sobre en mano.
Cameron se negó a recibir el sobre y se retiró del lugar en el que se encontraba Cristina.
"Nos damos cuenta que el aumento de apoyo que ha habido en el mundo a la posición argentina está haciendo mella en el gobierno británico. Por primera vez en muchas décadas se ven obligados a responder públicamente", dijo Timerman al analizar lo sucedido.
El canciller dijo que "es la primera vez que se produce este diálogo" y que "el análisis que hacemos es que el lugar para hablar sobre esta cuestión era el Comité de Descolonización de la ONU donde estuvo presente la Presidenta y no estuvo presente el primer ministro británico".
Timerman agregó que "en el multilateralismo, cuando uno lo respeta en serio, se habla de lo que se tiene que hablar y el encuentro del G-20 es para hablar sobre la crisis que azota a Europa".
Señaló que Cristina tenía el sobre con los documentos sobre Malvinas entre sus papeles de trabajo de la Cumbre y que aprovechó la situación para intentar entregárselos al premier británico.
"Los estados tenemos la obligación de dialogar, pero el primer ministro británico se negó a recibir los documentos", subrayó el canciller.

TELAM

lunes, 18 de junio de 2012

EN INGLATERRA PIDEN POR EL DIÁLOGO



La activista Joan Smith criticó en unacolumnaa su gobierno 
por “la ausencia de debate” sobre la soberanía de Malvinas 
y pidió abrir las negociaciones.





Sus opiniones aparecieron en una columna  titulada “¿Por qué no hay un debate en el Reino Unido por las Malvinas?”, publicada este fin de semana en el diario The Independent, un matutino de tirada nacional.

Allí, Smith remarcó que Argentina ya no es una dictadura y que “Cristina Kirchner es una presidenta popular que ganó dos elecciones”.

El artículo se hizo eco de las declaraciones de la mandataria en la Organización de Naciones Unidas (ONU) cuando se preguntó “¿Alguien en el mundo moderno puede negar la posibilidad de dialogar  y decir que son líderes del mundo civilizado y defensores de los derechos humanos?”.

“Las palabras de Kirchner son razonables comparadas con las de (el primer ministro británico, David) Cameron unas horas antes, cuando de plano descartó cualquier negociación”, agregó.

Smith, escritora de novelas policiales y de artículos sobre el feminismo, sostuvo que la guerra de 1982 tuvo tan poco sentido “como la idea que las islas son británicas”.

En ese marco dijo que “tendría más sentido abrir las negociaciones con Argentina y garantizarle a los isleños los medios de establecerle en el Reino Unido si no son felices con el resultado”.

También criticó “el doble estándar” del gobierno británico al aferrase al derecho de auto-determinación.

Recordó el caso de los chagosianos, un pueblo originario de la isla de Diego García que fue expulsado por el Reino Unido hace 50 años para alquilarle el lugar a Estados Unidos.

Hasta el día de hoy funciona allí una base militar, clave por su lugar en el Océano Indico, y también hasta el presente los chagosianos luchan para que se cumplan las resoluciones de la Justicia que les dio la razón sobre su derecho de vivir en sus tierras.

La activista concluyó que “en un momento de dificultades económicas, cuando muchos están luchando, ¿no deberíamos estar hablando sobre el costo de la defensa de estas islas lejanas - y las alternativas?”.

DIARIO REGISTRADO


domingo, 17 de junio de 2012

Colonialismo ayer y hoy


A PROPOSITO DE MALVINAS


Por José Pablo Feinmann
Pocos ignoran ya que el capitalismo nace de manos del asalto colonial. Habría así una globalización (término usado en los últimos años pero vigente desde la expedición colombina) que tiene su expresión fáctica en 1492. La filosofía cartesiana le añade el componente subjetivo a esta empresa de la modernidad capitalista y occidental. Desde un principio es Inglaterra la nación que domina la conquista de los territorios periféricos, marginales o subalternos. Incluso los piratas tienen una relevante importancia. La llamada Rubia Albión sabe utilizarlos con sagacidad. La leyenda de piratas ahorcados por las autoridades inglesas es sólo eso: una leyenda. Sir Francis Drake, Henry Morgan –centralmente– despojaban a los galeones españoles y llevaban el oro a Inglaterra. Ese oro se convertía en la materia prima del capital comercial y luego industrial británico. Así, en el siglo XIX, Inglaterra se proclama “el taller del mundo” y decide extraer materias primas baratas de los territorios periféricos. En muchos de ellos elige no instalarse: los dominará por medio de la economía. Esto sucede con la Argentina. Por jacobinos que fueran Moreno y Castelli habían desentrañado exquisitamente el rumbo de la historia (que, en ese momento, era transparente) en que les convenía incluirse: el de la modernidad occidental capitalista. Al que el llamado “descubrimiento de América”, la subjetividad cartesiana y luego la voluntad de poder nietzscheana le entregan su orden fáctico y filosófico.
Podríamos decir que el Imperio Británico es el creador de la mayoría de los países que se forman en el siglo XIX. En América latina: salir del monopolio español. Mariátegui, nada menos, tenía todo esto muy claro: “Enfocada sobre el plano de la historia mundial, la independencia sudamericana se presenta decidida por las necesidades del desarrollo de la civilización occidental o, mejor dicho, capitalista”. Esto lo ven –desde distintas concepciones del mundo– tanto Heidegger como Marx. Los dos realizan una crítica a la modernidad capitalista. Heidegger se centra en la técnica que arrasará el planeta. Y Marx en la potencia revolucionaria de la burguesía que acabará con el feudalismo y engendrará al proletariado redentor. El amor al campesinado que tramaba la filosofía de Heidegger lo abría más a la búsqueda de un sentido lateral al del imperialismo. Marx veía en el imperialismo un proceso necesario para modernizar los territorios atrasados y prepararlos para la revolución. Desde este punto de vista –por increíble que parezca– Heidegger habría podido dialogar más abiertamente con Felipe Varela que Marx. Claro que cuando le dijera que la salida era la abominación de la técnica y el estado de abierto, el pathos de la escucha a la llamada del ser, Varela habría ordenado su fusilación inmediata. Los dos grandes críticos de la modernidad capitalista no tenían respuestas para los habitantes de las colonias: debían desaparecer. Marx, para que surgieran las modernas relaciones capitalistas de producción y se superaran las Formen que había analizado en los Gründrise (formaciones económicas precapitalistas).
Para Europa que, en 1833, Inglaterra (¡nada menos que Inglaterra, la gran potencia colonialista!) se apoderara de las islas Malvinas era un símbolo del progreso. Además, en esa fecha, Rosas no estaba en el gobierno, sino Balcarce, tibio lomo negro que poco podría hacer y nada hizo. Rosas recién asumiría su segundo gobierno en 1835, luego de la Revolución de los Restauradores que condujo su mujer Encarnación Ezcurra, que habría de morir joven. De todos modos, nada hizo. Su gesta anticolonialista deberá esperar hasta la batalla de la Vuelta de Obligado que Marx habría condenado (de haberse enterado de ella) porque era un freno a la expansión de la modernidad capitalista, en cuyo vientre se gestaba, para destruirla, el proletariado industrial, algo que jamás ocurrió. La burguesía de la modernidad capitalista siguió en el poder, triunfó sobre los intentos socialistas del siglo XX y se apresta a su máxima expresión histórica: destrozar el planeta o por un conflicto nuclear o por una descomposición de las leyes de la naturaleza, provocada por la voracidad de eso que Adorno y Horkheimer –siguiendo a Heidegger– llamarán “razón instrumental”.
Pero la perfecta lucidez sobre la importancia y el funcionamiento de la empresa colonial estuvo en manos de Inglaterra. Adam Smith califica al descubrimiento de América como uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la humanidad. Esta cita es de 1776 (La riqueza de las naciones) y ha reaparecido en un cercano libro de Noam Chomsky que acaso la actualice para muchos. O logre que algunos norteamericanos la conozcan. Nosotros la usamos desde 1969 y está en nuestro libro Filosofía y nación. El título del libro de Chomsky es cristalino; demasiado debiera decirse: La conquista continúa: 500 años de genocidio imperialista. Junto a la de Smith olvida colocar las frases del Manifiesto: “Del mismo modo que ha subordinado el campo a la ciudad (la burguesía) ha subordinado los países bárbaros o semibárbaros a los países civilizados, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente al Occidente”. Sin embargo, para Smith, todo terminaba felizmente ahí. No para Marx: de ahí surgiría el proletariado revolucionario que acabaría con el orden mundial burgués, tan brutal como necesario. Los dos –del modo que fuere– apoyaban el colonialismo occidental. Smith aconsejaba no permanecer en las colonias. Deberían ser gobernadas por medio del mercantilismo. Con los negocios les iría mejor que con las armas, que ya habían hecho lo suyo. Si las colonias querían ser “libres”, que lo fueran. Si querían tener bandera, que la tuvieran. Un pequeño ejército, también. Soberanía, orgullo nacional, por qué no. Pero que comerciarán solamente con ellos. Nacen así las semicolonias o los pactos neocoloniales. No el poscolonialismo. Las condiciones coloniales permanecen pero de otro modo. Digámoslo así: el pacto neocolonial es la etapa superior del colonialismo.
Richard Cobden (en febrero de 1850, en el Journal of Economists) dirá: “El sistema colonial siempre ha sido funesto para el pueblo inglés (...) ¡Lo que yo condeno es el sistema! (...) Debemos reconocer el derecho de nuestras colonias a gobernarse por sí mismas (...) Nosotros hemos adoptado el principio de la libertad de comercio; y, al actuar así, hemos declarado que tendremos a todo el mundo por consumidor (...) Finalizo suplicándoles que pidan para nuestras colonias los beneficios de la emancipación política y que, desde ahora, nos neguemos a subvencionar sus gastos de gobierno. ¡Que nombren a sus gobernadores, sus inspectores, sus aduaneros, sus obispos y sus diáconos, y que paguen hasta las rentas de sus cementerios”. Pero que comercien con nosotros. Nuestro imperialismo económico se desarrollará mejor, más libremente y con menos gastos e incertidumbres. Lo mismo William Gladstone en 1870: separarse amistosamente de las colonias pero conservando el lazo esencial de dominación: “Esta separación nos ofrece la posibilidad de una prolongación indefinida de las relaciones basadas en el libreconsentimiento” (26 de abril de 1870).
Hay algo formidable en todo esto: la certeza del colonialismo británico sobre las clases dominantes en las colonias. Jamás serían una competencia para sus productos industriales. Jamás serían realmente burgueses. Se dedicarían a civilizar sus países por medio del exterminio de la barbarie subalterna y a gozar del fácil y próspero comercio con el Imperio. De la “abundancia fácil” de su suelo (frase de Milcíades Peña) vivirían bajo el imperativo del goce. Eternos importadores de manufacturas del “Taller del Mundo” y exportadores de sus productos primarios. Así fue. Así fueron las burguesías neocoloniales, creadas por el Imperio.
En cuanto al exterminio de la “barbarie” fueron aún más crueles que el general Thomas Bugeaud en Argelia. O, al menos, tanto como él. Que decía a sus pares franceses (la nación de las luces, de la razón) en la Chambre de Députés en enero de 1840: “Según yo pienso, sólo queda la dominación absoluta, la sumisión del país; creo que cada día serán más empujados a ello por los acontecimientos”. Aquí se exterminó a la “barbarie” por medio de un feroz proceso de colonialismo interno. (El primero en aplicar este concepto a la realidad de nuestro país fue el genial Alberdi de los Póstumos V.) La “organización nacional” fue continuada (con plena conciencia) por el Proceso de Reorganización Nacional de 1976. David Viñas llama al genocidio de los pueblos originarios en el sur del país “etapa superior de la conquista española”. ¿Quién estuvo al frente de esa campaña? Lo sabemos: el general Roca. Pero, ¿quién dio las armas? ¿Quién posibilitó la frase de Estanislao S. Zeballos que a continuación citamos? Esta: “El Remington les ha enseñado (a los ‘salvajes’) que un batallón de la República puede pasear la pampa entera, dejando el campo sembrado de cadáveres” (Viñas, Indios, ejército y frontera, p. 49). La posibilitó el Imperio. ¿O en el Buenos Aires de la “generación del ’80” alguien fabricaba fusiles Remington? ¿Por qué entonces esa persistencia de Inglaterra por permanecer en Malvinas? Porque hoy colonialismo e imperialismo se complementan. Los norteamericanos invaden los territorios árabes y se quedan ahí. Los ingleses no quieren dominar Malvinas por medio del librecambio. No, algo hay en esas islas que les interesa retener en sus manos. Petróleo o un privilegiado panóptico para vigilar el Atlántico Sur o, por qué no, algún ajado orgullo de viejo gran imperio que ya no lo es. La batalla diplomática, por consiguiente, será larga y dura. Pero es la única, ya que por el modo en que se desarrollan los acontecimientos, los peligrosos “bárbaros” son ellos. Y ellos lo han enseñado desde hace más de dos siglos: la “barbarie” es irracional, salvaje y, en suma, sanguinaria. Aunque la preceda un pequeño príncipe de una monarquía de opereta, como todas las que aún restan en pleno siglo XXI.

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sábado, 16 de junio de 2012

Clase media



Por Sandra Russo
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En el Alto Palermo Shopping todo transcurre como de costumbre, con gente deambulando por sus distintos niveles, en su microclima confortable. De pronto, una mujer cualquiera, que baja por una de las escaleras del entrepiso, cargando en las manos muchas bolsas de compras, comienza a cantar con toda su voz de soprano, vibrante, “La Traviata”. La gente se detiene, se da vuelta, busca con los ojos la fuente de esa voz que llena, descontextualizada, todo el espacio. Se ven los ojos de sorpresa, los comentarios entre desconocidos, las sonrisas de ese deleite inesperado. A la mujer se le ha unido un tenor, que es el guardia de seguridad privada apostado en esa escalera. La gente en el shopping rinde toda su atención a eso que no fue a consumir. No ese día, no ahí.
Así empieza y cierra el documental Clase media, de Juan C. Domínguez, producido por la Unsam (Universidad de San Martín), que se puede ver con debate posterior los jueves de junio en el Centro Cultural de la Cooperación. Con valiosos apuntes que van hilvanando Jorge Halperín, Maristella Svampa, Juan José Sebreli y Ricardo Forster, el documental apoya su punto de vista en el libro Historia de la clase media argentina, del historiador Ezequiel Adamovsky, quien también en la película va cosiendo los ciclos que se suceden desde las grandes oleadas inmigratorias del siglo XX.
Antes de ese brusco cambio demográfico y cultural que fue la llegada masiva de inmigrantes pobres de los países pobres de Europa, no existía la clase media ni la idea de clase media tal como la concebimos. En su libro, Adamovsky bucea en documentos, obras literarias y fuentes periodísticas del siglo XIX y de las primeras décadas del XX, y si bien la expresión clase media cada tanto aparece, obedece más a una importación de palabras francesas que a una expresión que reflejara a un sector social en la Argentina. Aquí había “gente decente” y “bajo pueblo”: elites por un lado, y criollos, gauchos e indios por el otro. Los inmigrantes trajeron con ellos algo vertebral en la clase media: la aspiración. Eran pobres que habían dejado tanto atrás –sus raíces, sus lenguas, sus familias–, que a cambio aspiraban no sólo a ascender socialmente, sino a generar eso otro que sigue hasta hoy marcado a fuego en la clase media: querían una identidad propia, que los ubicara sólidamente en el camino zigzagueante del ascenso social. Querían afincarse y tener un hijo doctor.
Históricamente, la clase media aparece mucho después del tajo de civilización o barbarie. En el telón de fondo social que implicaba esa concepción binaria, había una pequeña clase dominante y todo lo que se le opusiera representaba retroceso. Fueron los hijos de los inmigrantes, ya identificados con la preponderancia racial europea sobre la población preexistente o mestiza, los que varias décadas después constituyeron el amplio segmento cuya identidad fue tan fuerte y cristalizada que llegó a resumir “lo argentino”.
En esos años fundantes, primero se produjo un movimiento de rechazo de las elites a los recién llegados, muchos de ellos comunistas o anarquistas. Indica Adamovsky que la barbarie pasó de ser asignada al gaucho para trasladarse a los inmigrantes activistas. Poco después, sin embargo, con la escuela pública ya como herramienta emparejadora de una identidad nacional, la nueva generación nacida en la Argentina es reubicada en el escalafón social, y es la destinataria de un nuevo rol: será el amplio dique contenedor entre las elites y lo que siguió siendo “el bajo pueblo”. Nace el orgullo de la clase media. Nace su afán de superación. Nace su autopercepción de centro, pero nace concebida por las elites. El país, ya acomodado en su perfil agroexportador, necesitó y fomentó una nueva división del trabajo que favoreciera el surgimiento de un sector de trabajadores que se sintieran y que vivieran de un modo distinto que otros trabajadores. La identidad de la clase media es en buena parte el resultado de ese movimiento que reagrupó a los nuevos profesionales, a los empleados en relación de dependencia, de servicios, de cuello blanco, en base a aquel viejo punto de partida que ha sido poco visibilizado tan crudamente: la jerarquía de los colores de piel. La clase media emergió blanca.
Pero a pesar de que fue una construcción política y culturalmente lenta, a pesar de que en sus cimientos está esa generación de maltratados que fueron aquellos españoles, italianos, polacos, ucranianos, la clase media tal como la conocemos emergió recién en la década del ’40, cuando el peronismo trajo a la primera línea de juego al sujeto trabajador orgulloso de su trabajo manual, al que no venía a disputar solamente sus derechos laborales, sino su propia cultura, sus propios valores y su propia representación política. La clase media, entonces, emergió defensivamente, y en ese movimiento de autodefensa, fue el escudo de otra clase.
En el recorrido que hace la película, se puede ver no obstante cómo de esos mismos sectores medios nacieron sus anticuerpos. En la historia de la clase media no se ve solamente el recelo que los descendientes de inmigrantes sintieron hacia los cabecitas negras a los que Evita había exorcizado de sus complejos de inferioridad llamándolos “mis grasitas”. Con el foco más cerca, se ve cómo la clase media ha pujado consigo misma desde mediados de los ’60. De ella han salido impulsos y valores contrapuestos, sucesiones de acción y reacción. De esto nos hablan las familias partidas por la polarización peronismo-antiperonismo.
Esta microfísica del poder ofrece una herramienta para entender otras escenas que todos tenemos en la retina. Hasta los enfrentamientos de pobres contra pobres tienen en su motor ese recelo del que ha conseguido algo con esfuerzo, hacia aquel que lo recibe presuntamente “sin ganárselo”. Es un recelo que no se pregunta nunca por la injusticia ni por la inequidad en las oportunidades, es un recelo que necesariamente incluye como legítima la existencia de la pobreza. El trauma del destierro de una generación fue tapado con las conquistas sociales y culturales de la siguiente. Un sentimiento tapó otro sentimiento. Eso da resentimiento.
En la película de Domínguez aparecen Mafalda y Susanita, que lleva un cochecito de bebé mientras pasean en los ’60 y pasan al lado de un mendigo. Susanita dice: “Me parte el alma ver gente pobre”. Mafalda le contesta: “Yo no tengo nada contra los pobres. Al contrario. Habría que darles trabajo y protección”. “¿Para qué tanto? –le dice Susanita–. Bastaría con esconderlos.”
Entre que Quino pensó ese diálogo de la clase media consigo misma –Mafalda y Susanita expresan claramente ese corte– vinieron los ’70, vino la militancia, volvió el peronismo, hubo violencia, llegó el golpe, hubo terrorismo de Estado, hubo resistencia, hubo masacre, volvió la democracia, cayeron gobiernos, hubo una década de neoliberalismo, y ciclo tras ciclo la historia fue demostrando que los pobres no eran el enemigo de la clase media, que su suerte siempre estuvo echada junto con los de abajo.
En el documental, los clientes del Alto Palermo, sorprendidos por “La Traviata” en pleno shopping, caen en éxtasis cuando de entre ellos mismos, camuflados como otros compradores o paseantes, los miembros del coro se acoplan a la soprano y al tenor, y la música envuelve a todos. Son consumidores de jeans o remeras inesperadamente convertidos en consumidores de alta cultura. Hay un disfrute que se advierte en muchos ojos, que cuando se apague el eco de Verdi continuarán mirando las vidrieras.

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Hoy se cumple un nuevo aniversario del bombardeo a Plaza de Mayo



Galasso. Foto del sitio adriancorbella.blogspot.com
En diálogo con el ciclo radial La Palangana, el historiador Norberto Galasso expresó: “nunca una sublevación de fuerzas del Ejército y la Marina provocaron tantos muertos como el 16 de junio de 1955″.
Galasso recordó la masacre: “fue un odio profundo de clases, de sectores desplazados por la irrupción del peronismo a partir del año 45 que reaccionan, dejando una mancha de sangre tremenda en la historia argentina”.
El bombardeo se produjo el 16 de junio de 1955 sobre Plaza de Mayo, en la ciudad de Buenos Aires, con el objeto de asesinar al entonces presidente Juan Domingo Perón.
Fue “una acción cruenta, desmedida, donde muere mucha gente que incluso no tenía que ver, nada, que era gente que iba a su trabajo, iba al ministerio, personal de limpieza de la Casa de Gobierno, personal de administración, gente que estaba cerca de la residencia presidencial que alcanzó, en efecto, las esquirlas”, acotó el historiador.

Escuchá a Norberto Galasso en La Palangana


http://www.8300.com.ar/

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Otra nota para recordar aquel día:



"16 de junio de 1955: cuando Buenos Aires fue 


bombardeada por sus propias fuerzas armadas"




Por Felipe Pigna (de la pagina oficial en facebook)

El clima político se había enrarecido en la Argentina desde que se agudizó el conflicto entre la Iglesia católica y el gobierno peronista. De aliada incondicional allá por los inicios del régimen de 1943 que catapultaría a Perón al poder, la corporación eclesiástica se había vuelto decididamente opositora. Se sentía molesta por la utilización política que el gobierno hacía de la caridad -un tema históricamente monopolizado por la Iglesia- la proliferación de imagines de Evita y Perón rodeando a los crucifijos en las dependencias oficiales y la creación de una agrupación política secundaria, la Unión de Estudiantes Secundarios, la UES, una fuerte competencia para la Acción Católica.
Perón por aquellos días de junio de 1955 solía recordar que el gobierno peronista en 1947 había hecho ratificar en el Parlamento el decreto Ley que transformaba en obligatoria la enseñanza religiosa declarada optativa y extracurricular por la Ley 1420 sancionada por iniciativa de Sarmiento durante el gobierno de Roca.
El general ahora se lamentaba de haber impulsado un generoso subsidio del 75% de los sueldos de los docentes de escuelas privadas de las cuales el 90% eran propiedad de la Iglesia católica.
Mientras se enteraba por los diarios de las diatribas de los obispos contra su gobierno y las calumnias contra su persona, el presidente les recordaba a sus colaboradores los abusos a que dio lugar aquel subsidio. Pero lo que más había irritado a Perón era la creación de un Partido Demócrata Cristiano con el aval de la Iglesia. El líder consideraba que su partido era democrático y cristiano y que en la Argentina no era necesario otro partido para frenar el avance del comunismo, principal objetivo de la democracia cristiana impulsada por el Vaticano y el Departamento de Estado de los Estados Unidos.
El enfrentamiento fue creciendo en un trasfondo de crisis económica. Dos agudas sequías (1951-52), el boicot norteamericano contra la Argentina que se perpetuaba desde 1942 cuando el radical alvearista Ortíz se declaró neutral frente a la Segunda Guerra Mundial, complicaron el panorama económico que pese a los esfuerzos industrialistas, seguía dependiendo de las divisas aportadas casi exclusivamente en el comercio exterior de granos y carnes.
La vieja alianza ideológica entre los militares y la curia, fomentada por el propio Perón, tornaba más peligroso el protagonismo de la Iglesia que contaba con una expresión política partidaria propia y excelentes contactos con oficiales superiores de las tres armas que parecían dispuestos a salir en defensa de Cristo Rey.
Todavía sonaban los ecos de la ruidosa procesión del 11 de junio, dos días después de Corpus Christi, que se había transformado en una manifestación política que culminó en el Congreso donde los católicos, enfurecidos por la sanción de la Ley de la Ley de “hijos naturales” y la ley de divorcio, arriaron la bandera argentina e izaron la insignia papal. En esas circunstancias se produjo el confuso episodio de la quema de una bandera argentina, que como en otras circunstancias de nuestra historia dio lugar a encendidas discusiones sobre lo accesorio y eludió el debate ideológico. Toda la semana del 11 al 16 de junio se fue en el debate sobre quién había quemado la bandera, símbolo sagrado e inmaculado para católicos y peronistas, tan católicos como los otros.
Lo cierto es que la sociedad argentina fue sometida a campañas oficiales y extraoficiales de contra información y no a un debate, largamente postergado sobre el rol de la Iglesia en nuestra sociedad.
Leyes imprescindibles para un país que se preciaba de moderno, como la de hijos naturales y el divorcio, aparecen sancionadas como provocaciones del gobierno peronista más que como avances de la civilización.
A eso de las nueve de la mañana del 16 de junio Perón recibió al general Lucero con un marcado gesto de preocupación. Perón sabía que estaba programado un desfile aéreo en desagravio a la bandera, pero Lucero sabía que ese desfile podía ser aprovechado para bombardear la Casa de Gobierno y a su principal ocupante y convenció al presidente para trasladarse a su despacho en el ministerio de Guerra cruzando la Avenida Paseo Colón.
Desde su nueva ubicación, a las 10 y media en punto, Perón pudo escuchar el sonido inconfundible de los aviones Abro Lincoln y Catalinas de la aviación naval comandados por el vicealmirante Toranzo Calderón y el ruido inesperado, nuevo en Buenos Aires que se estrenaba como la primera capital de Sudamérica en ser bombardeada por sus propias fuerzas armadas.
Los aviones, que habían partido de Punta Indio, llevaban pintadas en sus colas una ve corta y una cruz. El viva Cristo reemplazaba al viva Perón. Curioso slogan de alguien que sale a matar que recordaba a aquel fanático católico falangista, Millán de Astray, que llegó a pronunciar la metafísica frase: “Viva la muerte”.
En la plaza, además de los apurados transeúntes había algunas familias que se disponían a presenciar el desfile aéreo. Nunca imaginaron que la parada militar tuviera un carácter tan realista. 
Las primeras bombas cayeron a unos pocos metros de la pirámide y el resto impactó sobre la Casa Rosada. Una de ellas destrozó a un colectivo repleto de escolares. Al enterarse de los hechos la CGT convocó a la Plaza a defender a Perón. Para las 18.15 eran cientos los descamisados que se reunieron a defender su gobierno en la histórica plaza cuando una nueva oleada de aviones espantó a las desconcertadas palomas y arrojó su mortífera carga de nueve toneladas y media de explosivos sobre la multitud. En la Plaza de mayo y sus alrededores quedaron los cuerpos de 355 civiles muertos y los hospitales colapsaron por los más de 600 heridos. Se había perpetrado el peor ataque terrorista de la historia argentina. Sus autores eran “respetables” militares y civiles que se frotaban las manos imaginándose el triunfo de un golpe militar que iba a volver a la “negrada” a los “cabecitas” a los lugares de los que nunca debieron haber salido. Pocos meses después ya con la “Revolución Libertadora” triunfante uno de los golpistas, el contralmirante Arturo Rial le recordó a un miembro del sindicato de trabajadores municipales: “Sepan ustedes que la revolución libertadora se hizo para que en este país el hijo del barrendero muera barrendero.” 
Los autores de este brutal ataque nunca contaron con la capacidad de lucha y resistencia del pueblo argentino que, consciente de sus derechos adquiridos, no estaba dispuesto a perder lo que le había costado tanta sangre, sudor y lágrimas conseguir. Entre los autores intelectuales de aquel horror había varios civiles unidos no precisamente por el amor sino por el espanto que estaban dispuestos a provocar. Algunos de ellos eran el líder empresarial Raúl Lamuraglia, el socialdemócrata Américo Ghioldi, el radical unionista Miguel Ángel Zavala Ortiz, el conservador Oscar Vichi y los nacionalistas católicos Mario Amadeo y Luis María de Pablo Pardo
La versión de los asesinos barre con toda capacidad de asombro. Esto decía un volante de la “marina de guerra en operaciones” titulado increíblemente: “Responsabilidad de Perón y la C.G.T en la matanza de Plaza de Mayo”. El texto es el siguiente: “Comparando los acontecimientos con las declaraciones DEL PROPIO PERÓN, es fácil determinar quiénes son los culpables de la matanza de civiles, durante los bombardeos de la Marina de Guerra.
La Marina de Guerra se sublevó, enviando al Gobierno un ultimátum de rendición. Al rechazar ese ultimátum y apelar al Ejército, el Gobierno se colocaba en actitud beligerante. Desde ese momento dos fuerzas militares lucharían. Perón sabía que la Marina no salía a “desfilar”, sino a combatir a muerte.
¿Por qué motivo, entonces, Perón permitió que la C.G.T., con criminal inconsciencia, convocaran al Pueblo a Plaza de Mayo…?
¿Cómo es posible que un jefe de Estado, sabiendo que su Sede sería bombardeada, no tratara inmediatamente de evacuar la población civil…?
¿Cómo es posible que los dirigentes de la C.G.T. hayan sido tan criminales como para llevar a la gente al matadero, sabiendo que con palos no se puede hacer frente a aviones ni a ametralladoras…?
Perón mismo lo ha dicho: Nosotros tuvimos conocimiento de la rebelión y de sus planes unas horas antes…¡Y conociendo la rebelión y los planes de bombardeo, Perón hace que la C.G.T. convoque a su querido “pueblo” a Plaza de Mayo para ser quemado! Una sola cosa explica esta infamia: Perón creyó que a la vista del Pueblo, la Marina de Guerra desistiría de sus propósitos. Es decir, que una vez más, Perón utilizó a los trabajadores como escudo de sus designios…”
Si hasta aquí el lector se quedó sin palabras, prepárese para lo que viene: “Si los radicales o “los clericales” hubieran invadido la casa de Gobierno, Perón hubiera tenido derecho a convocar a la C.G.T. : Hubieran sido dos fuerzas civiles combatiendo en igualdad de condiciones. Pero, desarrollándose la lucha entre FUERZAS MILITARES, convocar al pueblo indefenso al teatro de las operaciones ¡¡Es criminal, infame, cobarde y ruin!! Y la C.G.T. que se prestó para esa carnicería, es conjuntamente con Perón, responsable de esa canallada ante la clase trabajadora. No lo olvidará jamás el Pueblo…” 
Tras concretar su masacre, los pilotos que habían demostrado su total desprecio por la vida humana ametrallando a columnas enteras de trabajadores, volaron hacia el Montevideo donde recordaron repentinamente que existían los derechos humanos, particularmente el de asilo. 
Perón habló esa noche por la cadena nacional de radio y televisión. En los pocos televisores que había en la Argentina se pudo ver a un Perón desencajado, dolido que decía: “…lo más indignante es que hayan tirado a mansalva contra el pueblo (…) Es indudable que pasarán los tiempos, pero la Historia no perdonará jamás semejante sacrilegio. (…) Nosotros, como pueblo civilizado, no podemos tomar medidas que sean aconsejadas por la pasión, sino por la reflexión (…) Para no ser criminales como ellos, les pido que estén tranquilos; que cada uno vaya a su casa (…) les pido que refrenen su propia ira; que se muerdan, como me muerdo yo, en estos momentos, que no cometan ningún desmán. No nos perdonaríamos nosotros que a la infamia de nuestros enemigos le agregáramos nuestra propia infamia (…) Los que tiraron contra el pueblo no son ni han sido jamás soldados argentinos, porque los soldados argentinos no son traidores ni cobardes, y los que tiraron contra el pueblo son traidores y cobardes. La ley caerá inflexiblemente sobre ellos. Yo no he de dar un paso para atemperar su culpa ni para atemperar la pena que les ha de corresponder. (…) El pueblo no es el encargado de hacer justicia: debe confiar en mi palabra de soldado (…) Sepamos cumplir como pueblo civilizado y dejar que la ley castigue…”. 
Esa misma noche grupos de peronistas, que veían detrás de la intentona el apoyo eclesiástico, quemaron las principales iglesias de Buenos Aires y la propia Curia metropolitana. Santo Domingo, San Francisco, San Nicolás de Bari, San Miguel Arcángel, la Piedad, la Merced, San Ignacio y la Curia
Un hombre de la Libertadora reconoce que: “Con todo lo arbitrario que fue el dictador, tengo y he tenido siempre para mí que el incendio de los templos históricos de Buenos Aires no fue una obra que deba considerarse típica de su idiosincrasia. El incendio de los templos, absurdo, ilógico e inexplicable en el medio argentino, aun dentro de la aberración de la dictadura, es, en cambio, un hecho común como medio de acción de los rojos españoles, incendiarios de profesión.”