Lo que Macri me dejó
Por María Pia Lando
03.08.2011
Me parece interesante analizar lo que considero la victoria del discurso hegemónico. Un discurso que se construye tomando conceptos universales, vaciándolos de contenido y reduciéndolos a una simple expresión desde el sentido común. Este mecanismo le resulta útil en dos sentidos: oculta sus verdaderas intenciones ideológicas, al mismo tiempo que consigue la legitimación de gran parte del colectivo porteño superando la heterogeneidad de los grupos que lo conforman.
“No se como agradecer tanta confianza, vamos a trabajar estos cuatro años con los que nos votaron y con los que no….” Fueron las primeras frases de su discurso. Me preguntaba si es posible ser un dirigente político y trabajar solo con quienes le adjudicaron el triunfo…. por inclusión o exclusión siempre se trabaja con todos.
A lo largo de toda su campaña los valores discursivos con los que cautivó el voto del electorado porteño fueron “libertad de expresión”, “tolerancia”, “respeto por el pensamiento diferente”, “pacifismo”, “humildad”. Estoy casi convencida que muchos de los porteños que votaron al Pro, lo hicieron desde el sentido común y desde allí cómo no entender el triunfo, quien podría no adherir a semejantes postulados. El identificarse en estas expresiones es bienintencionado, el problema radica en la intención maquiavélica que subyace detrás de ellas.
Mauricio Macri señalaba también "Esta es la victoria de una forma de hacer política, estos votos son de las personas que quieren una política de servicio". Si se quiere el guiño mas claro y transparente de todo su discurso para con sus aliados del poder. La política entendida como “política de servicio” solo puede concebirse desde una lógica neoliberal, nadie que no se precie de tal puede hablar en esos términos.
La educación pública, la libertad, la diversidad y la pobreza son valores universales construidos históricamente, que le otorgan sentido a la lucha por un mundo más equitativo, justo y solidario. En el discurso macrista, en el contexto de sus cuatro años de gestión y “política de servicio “, estos valores no pueden ser más que condenados a una mera enunciación discursiva carente de todo contenido social.
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