ES INTERESANTE COMPARAR EL "RELATO DE ZIMMERMANN " sobre el buscador de oro que mataba hombres originarios en Tierra del Fuego hace poco mas de cien años,
Y ESTA NOTICIA DEL DÌA sobre el gatillo fácil en Buenos Aires. ¡¡ Que poco valor le damos a una vida!!
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Un policía mató a un joven deportista al intentar balear a un ladrón
En nombre de la inseguridad
Un policía de la Bonaerense disparó varias veces contra dos delincuentes que intentaban robar la moto en que viajaban su hermana y su hija. Una de las balas mató a Lautaro Bugatto, jugador de Banfield. Los asaltantes estaban desarmados.
Lautaro Bugatto, de 20 años, murió en la puerta de su casa por una bala policial que le atravesó un pulmón.
Un joven futbolista del club Banfield fue asesinado ayer de un balazo cuando se encontraba en la puerta de su casa, en la localidad de Burzaco. Por el hecho, quedó detenido e imputado de “homicidio simple” un policía de la Bonaerense 2 que, según los testigos, intentó evitar a los tiros que dos ladrones le robaran el ciclomotor que utilizaban su hija y su hermana. Se trata del lateral izquierdo Lautaro Bugatto (20), padre de una beba de 2 años y jugador del Taladro, que estaba a préstamo en Tristán Suárez, equipo que disputa el torneo de la Primera B Metropolitana. A las 3 de la mañana de ayer, el joven salió a la puerta de la casa en el cruce de la avenida Monteverde y Pedro Goyena, de Burzaco, partido de Almirante Brown, en la zona sur del conurbano. Estaba junto a un hermano y dos amigos con los que iba a salir a bailar en su Peugeot 206 gris.
El policía, David Benítez (32), iba con su esposa en su auto, vestido de civil, cuando observó a dos delincuentes que querían robar la moto marca Zanella en la que adelante de su auto se movilizaban su hija menor de edad y su hermana, aseguraron fuentes judiciales.
Benítez les disparó varias veces con su arma reglamentaria. Aunque algunos familiares del policía dijeron que los ladrones estaban armados, al menos tres testigos señalaron que Benítez se paró en medio de la calle a apretar el gatillo sin que recibiera antes ni después ataque alguno por parte de los asaltantes. “En ningún momento los delincuentes estaban armados. El único que sacó el arma es este señor que entre comillas se dice policía. En la moto iba su propia hija y podría haberle impactado alguna bala a ella. O sea, fue un acto fuera de toda lógica”, aseguró a la prensa Miriam, una tía de Bugatto.
Uno de esos tiros impactó en el cuerpo del futbolista, que estaba a unos 30 metros de distancia. “Estaba por subir al auto (cuando) siente que algo le pega en la espalda y se quiere meter a la casa diciéndole a la mamá que le pegaron un tiro”, indicó Adrián Romero, su representante. Hasta que le levantaron la camisa, los amigos del joven pensaron que les “estaba haciendo una broma”, agregó el manager. Luego vieron que “tenía la perforación de bala en las costillas a la altura del pulmón”.
Romero contó que sus amigos lo cargaron en el auto y lo llevaron hasta la Clínica Burzaco donde la víctima falleció a raíz de la herida de bala. “Me dijeron que cuando llegó a la clínica todavía respiraba pero perdió mucha sangre porque aparentemente (el balazo) le perforó el pulmón”. El año pasado, agregó el representante, Bugatto había sufrido el fallecimiento de su padre, por lo que se había convertido en “el sostén de la familia”.
Fuentes judiciales revelaron que en el lugar del hecho fueron secuestradas siete vainas servidas de 9 milímetros, del mismo calibre que el arma reglamentaria de Benítez que también fue secuestrada para ser sometida a peritajes balísticos. Además, en la escena del crimen los peritos no advirtieron signos de que se haya disparado una segunda arma ni observaron impactos de bala en el auto del policía que abonarían la hipótesis de que los delincuentes tiraron contra Benítez.
Los mismos voceros explicaron que ante la existencia de elementos que por el momento no acreditarían la versión del enfrentamiento armado, el policía quedó detenido imputado de “homicidio simple” a disposición del fiscal Juan José Vaello, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 6 del Departamento Judicial Lomas de Zamora.
Los investigadores aguardan ahora el resultado de la autopsia al cuerpo de Bugatto. Por otro lado, los investigadores creen que un adolescente de 17 años que ingresó pocos minutos después a la Clínica Burzaco con un balazo en un glúteo es uno de los dos supuestos delincuentes que quisieron robar el ciclomotor de los familiares de Benítez.
La familia del futbolista se mostró consternada. Su tía, Miriam, recordó que “Lautaro era el más chico de los hermanos” y “un encanto de persona, un dulce total”. “Desde chico él trató de formarse en el deporte. Ayudaba con los ingresos a la familia porque hace un año falleció el padre. Su vida era el deporte, era un chico absolutamente sano. Lamentablemente, uno no lo puede creer, es muy doloroso.”
En tanto, el presidente de Banfield, Carlos Portell, envió sus condolencias a la familia del Bugatto. “No tengo palabras. Tenía un futuro inmenso. Era el próximo lateral izquierdo titular de Banfield”, aseguró el dirigente. “Hacía seis años que estaba en el club y, como adelante tenía a Nicolás Tagliafico, lo cedimos a préstamo un año. Pero en junio debía volver” para ser titular, explicó.
Bugatto había salido campeón en 2009 y 2010 en la Reserva y Cuarta División del Taladro y lo habían citado para la Selección Sub 20. “Da bronca que su carrera, y su vida, quede trunca por un hecho así”, lamentó el presidente del club tras conocer la noticia.
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Relato de Zimmermann
Iulius Popper: hombres, no animales
El fotógrafo asesino
lulius Popper en una de las crueles fotos que conforman su álbum y que se pueden ver en Internet.
En la entrada al pequeño poblado apodado “El Páramo”, que el rumano Iulius Popper levantó en 1886 en Tierra del Fuego como base para sus exploraciones auríferas, había un cartel: “Lasciate ogni speranza voi che’entrate”. Es que, de aquel paraje extremo, se salía rico o muerto. El límite entre ambos destinos lo trazaban los indios y la suerte. Pero para inclinar la balanza a su favor Popper tenía un arma novedosa que usaba sin piedad: el winchester a repetición.
Hacía tiempo que Iulius dormía mal, soñando una y otra vez con un joven selk’nam que había matado allí cerca. Lo había encontrado de repente, agazapado en una mata negra de la tundra. El ona había intentado escapar, pero Popper le había hecho explotar en pedazos la cuarta vértebra cervical con su rifle. Era un joven de como veinte años, lampiño y con ojos grandes y negros. Aunque lo primero que le llamó la atención a Popper cuando se acercó al muchacho y lo dio vuelta fue su sexo, que como todo ona llevaba atado a su pierna. Recién entonces el rumano se dio cuenta de que el joven no había muerto, por lo que se apartó rápidamente y recargó el arma. Pero el joven estaba paralizado. Sólo sus ojos se movían eléctricamente ante la inminencia de la muerte, y su boca, que profería una canto gutural. El resto de su humanidad, que había quedado tendida en la tierra con los brazos abiertos, le pareció de golpe, a Iulius, como una escultura inerte y admirable.
Popper se sentó a su lado. La parálisis de su víctima le daría la oportunidad de observar su agonía. Pero, de repente, algo le llamó la atención. Acercó entonces su rostro casi hasta tocar la cara del ona y clavó sus ojos en las pupilas del indio. En ese gesto para escrutarlo, sintió que las cejas del salvaje tocaban las suyas y que su boca rozaba sus propios labios. Luego lo invadió el olor rancio de la grasa de ballena que cubría la piel del aborigen. Casi sin quererlo, la curiosidad se instaló en su mano y auscultó con sus dedos el pecho pegoteado del indio. Después, su palma se perdió en la tensión de sus biceps y de sus muslos. Y hasta en el sexo del selk’nam, que rozó apenas con la yema de sus dedos, por el respeto súbito que le infundió la inminencia de su muerte. Pero ese contacto produjo una revolución en los ojos del aborigen, que ante su propia vista cambiaron de color. Fue entonces cuando Iulius descubrió lo que nunca había querido ver: en las innumerables cacerías que habían sacado callos a sus dedos de tanto gatillar el winchester no había matado bestias: había matado hombres.
Preso del pánico por el descubrimiento, Popper descerrajó dos tiros más que atravesaron al joven. Después volvió a El Páramo y ordenó a algunos soldados que cargaran la enorme cámara de placas con la que volvió al sitio donde había matado al ona. Una vez allí recogió el arco y las flechas del aborigen y colocó esos elementos cerca de sus manos ya inertes. Luego miró por el visor, dispuso a tres soldados cerca del muerto, en posición de tiro, y dejó espacio en el medio de la fotografía para él mismo. Recién entonces introdujo una placa en el aparato e instruyó al recluta más joven para que sostuviera la pera de goma del cable disparador de la máquina y estuviera listo para apretarla cuado él se lo ordenara. Luego entró en cuadro, se apoyó en el rifle, adoptó una posición triunfal y dio el vía.
Pocos meses después, Popper dio una conferencia el Instituto Geográfico Militar de Buenos Aires sobre sus exploraciones en el último confín de la tierra, en donde exhibió esa y otras fotografías que causaron gran impacto en la audiencia. La serie de imágenes forma parte de un álbum, una de cuyas copias se conserva en el Museo del Fin del Mundo de Ushuaia. El rumano murió asesinado por un joven, seis años después, dentro de su cuarto de hotel de Buenos Aires. Los motivos de esa muerte nunca fueron aclarados. Algunas crónicas de la época hablan del olor rancio, como a grasa de ballena, que emanaba el cuerpo del rumano cuando fue encontrado.
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