domingo, 26 de agosto de 2012

Perón, el “Niño Mauricio” y los nostálgicos del ’43


Alberto Lettieri. Historiador


El 31 de agosto de 1955, en el último discurso pronunciado en Plaza de Mayo antes de su derrocamiento, el general Perón sostenía que el peronismo representaba un movimiento nacional cuyos “objetivos son bien claros” y “nadie, honestamente, podrá afirmar con fundamento que tenemos intenciones o designios inconfesables”. Los atributos del enemigo, a su juicio, eran la hipocresía y la conspiración: “Ellos –sentenciaba– buscarán diversos pretextos. Habrá razones de libertad, de justicia, de religión o de cualquiera otra cosa, que ellos pondrán como escudo para alcanzar los objetivos que persiguen. Pero una sola cosa es lo que ellos buscan: retroceder la situación a 1943”.
El diagnóstico de Perón resultó acertado; no así las acciones implementadas para evitarlo. Veinte días después, la Revolución Fusiladora puso fin a la democracia de masas e impulsó ese proyecto absurdo de retorno al pasado que tanta sangre, sufrimiento y destrucción costó a nuestra sociedad en los siguientes 30 años.
La prohibición de mencionar a Perón y a Evita, de lucir distintivos o cantar la marcha partidaria provocó el efecto inverso al buscado: el peronismo se agigantó ante la proscripción, e incluso los hijos de esas clases marcadas a fuego por el odio social denunciaron la hipocresía de sus mayores, ese doble discurso que combinaba ideales republicanos y democráticos con prácticas de violencia y censura, y convirtieron a Perón en símbolo y paradigma revolucionario en los años ’60 y principios de los ’70.
Los intelectuales de la Fusiladora, Gino Germani en la Escuela de Sociología y José Luis Romero como rector interventor de la UBA y pluma histórica al servicio del proyecto reaccionario, se esforzaron por caracterizar al peronismo como un modelo de fascismo latinoamericano. La censura, el control institucional y el inmovilismo burocrático permitieron insertar esta tesis infundada en los contenidos educativos, prácticamente hasta nuestro presente. Paradoja de la Historia, los que definían al peronismo como totalitarismo y se presentaban como defensores de la libertad se amparaban en las bayonetas de las tiranías para imponer un pensamiento único, que exigía la proscripción del partido popular y recurría al crimen y la tortura como mecanismos privilegiados para garantizar el orden social. Las clases medias y altas desviaron su mirada con complicidad: todo era válido para lograr el objetivo denunciado por Perón: “Retroceder la situación a 1943”.
A diferencia de lo que el saber popular ha consagrado –un saber a menudo delineado por la manipulación mediática y educativa de las clases dominantes–, la Historia no es primordialmente una ciencia que se ocupa de hechos pasados, sino una dimensión de nuestro presente, constituido por procesos que le preceden. De diversos modos ese pasado vive en el presente, y muchas veces adquiere una llamativa actualidad.
En los últimos días, un tema ha alcanzado llamativa resonancia mediática y judicial. El PRO, haciéndose eco de una noticia publicada por los medios manchados con la sangre de los crímenes de la dictadura cívico-militar –La Nación y Clarín– denunció un supuesto “adoctrinamiento” llevado a cabo por jóvenes de la Cámpora en establecimientos educativos porteños. Esteban Bullrich, ministro de Educación de la CABA, habilitó una línea gratuita 0800 para que los “padres se involucren y nos digan” si en las escuelas de sus hijos se desarrollan esas actividades de discusión política.
El discurso de Romero y Germani revivió en las palabras del ministro del PRO, quien aseguró que este “tipo de episodios, no se ven desde el fascismo”. A continuación, la ONG Ciudadanos Libres por la Calidad Institucional, allegada al diputado Garrido (UCR), exigió el procesamiento del funcionario nacional responsable de la actividad por “abuso de autoridad”, y la legisladora Victoria Morales Gorleri (PRO), titular de la Comisión de Educación porteña, del riñón del arzobispado porteño, afirmó que “la intromisión de ideas políticas partidarias” está reñida con la Constitución Nacional y de la CABA, la legislación educativa y el estatuto docente. La procedencia de los denunciantes, su autodesignación como defensores de la libertad y la constitución, y su definición del peronismo como fascismo reactualiza el arco ideológico a institucional que propició la Revolución Fusiladora. La falacia de sus argumentos, en tanto, sólo pudo sostenerse merced a la complicidad de los medios oligopólicos y de las clases medias y acomodadas que comparten su odio social y su objetivo de “retroceder la situación a 1943”.
No debe sorprender, entonces, que la aclaración oficial de que la actividad objetada era un taller diseñado por la Dirección de Fortalecimiento de la Democracia, denominado “El héroe colectivo”, haya sido ignorada por los socios mayoritarios de Papel Prensa y de la gestión del PRO, del mismo modo que otras jugosas novedades que tomaron estado público, como por ejemplo los videos subidos a You Tube por Jorge Macri, primo de Mauricio e intendente de Vicente López, que permiten ver a una treintena de jóvenes de la Escuela Nº 4 de esa localidad luciendo camisetas amarillas del PRO en el marco de una actividad que contó con su presencia. Y esto no es todo:Tiempo Argentino actualizó su denuncia del 27/11/2011 sobre los cursos de adoctrinamiento liberal que la fundación estadounidense Junior Achievement viene realizando en nuestro país desde hace 20 años, y que ahora cuentan con el visto bueno y hasta la participación de funcionarios de primera línea del macrismo. Más aún: el propio Jefe de Gobierno porteño solicitó públicamente que la ONG –que tiene el apoyo de Ford, La Nación, Celulosa Argentina, Fiat, Cargill, Microsoft, Citibank, Zurich y HSBC– “incremente su presencia” en la Ciudad.
¿Otra paradoja de la Argentina? Un taller para el fortalecimiento de los valores democráticos es denunciado públicamente, mientras que la labor de adoctrinamiento de una ONG liberal y norteamericana merece el auspicio y el elogio del Niño Mauricio… ¿No constituyen acciones efectivas de adoctrinamiento la enseñanza que se imparte en todas las escuelas confesionales de la república, o la distribución de camisetas del PRO en las escuelas de Vicente López? Yendo aún más lejos, nuestro sistema educativo permite reconocer aún la huella del modelo de adoctrinamiento en los valores de un modelo liberal, autoritario y excluyente diseñado por Mitre y Sarmiento.
Bastó con que se instalara un taller para el fortalecimiento de la democracia en la CABA para que llovieran las acusaciones de fascismo sobre el Gobierno Nacional, formuladas por aquellos sectores que siguen considerando que la libertad es un valor que sólo debe pertenecer a las clases propietarias y educadas. Son los mismos que haciendo sonar sus cacerolas de teflón se autoasignan el rol de custodios naturales de un particular modelo de democracia que desprecia las elecciones, la voluntad de las mayorías y el debate franco y público. En el siglo XIX se autodefinían como “gente decente”; hoy siguen considerándose del mismo modo.
Mientras tanto, este mediopelo argentino renueva su respaldo a un Jefe de Gobierno procesado por “escuchas telefónicas ilegales”, con causas judiciales por “maltrato de indigentes”, “presuntas coimas y asociación ilícita”, “violación de los deberes de funcionario público y falsedad ideológica de instrumento público”, denuncias por irregularidades en el manejo del erario público, “campaña sucia” contra candidatos opositores, destrucción de la salud y la educación públicas, del sistema de transporte urbano, etc. Sin embargo, todo esto le será perdonado en tanto habilite líneas 0800 para alejar los talleres sobre la democracia de sus escuelas o denunciar a los estudiantes que participen de las tomas de establecimientos en reclamo de indispensables mejoras edilicias u oposición al cierre salvaje de cursos. En síntesis, mientras su gestión siga manteniendo bien en alto el objetivo de “retroceder la situación a 1943”.
Seis décadas después, el discurso de Perón que aparece como punto de partida de esta nota mantiene su vigorosa actualidad: “El dilema –decía– es bien claro: o luchamos y vencemos para consolidar las conquistas alcanzadas o la oligarquía las va a destrozar al final. Para que ello no suceda estaremos todos nosotros para oponer a la infamia, a la insidia y a la traición de sus voluntades nuestros pechos y nuestras voluntades”. He allí la tarea de la hora.

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