miércoles, 2 de enero de 2013

Críticas a Francisco Polti Santillán por la expulsión de Roberto Murall



“Está de acuerdo con Videla”


Eduardo de la Serna, del Secretariado de Curas en la Opción por los Pobres, cuestionó al obispo de Santiago del Estero. El prelado es del Opus Dei y echó a Murall por rechazar el documento episcopal que prometía revisar la actuación de la Iglesia durante la dictadura.


Por Washington Uranga
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Polti Santillán es del Opus Dei y su ordenación fue realizada por el cardenal Quarracino.


Nuevas derivaciones ha tenido el episodio de la expulsión del sacerdote Roberto Murall de la diócesis de Santiago del Estero, decidida por el obispo Francisco Polti Santillán, del Opus Dei, en represalia porque el cura firmó, junto a otros 200 sacerdotes de todo el país, una carta en la que rechazaron el documento de los obispos católicos argentinos del pasado 9 de noviembre (Página/12, 10 de noviembre) en el que nuevamente el Episcopado prometía revisar la actuación de la institución eclesiástica durante el tiempo de la dictadura, pero sin asumir ninguna iniciativa concreta en ese sentido. Eduardo de la Serna, del Secretariado de Curas en la Opción por los Pobres, al que también pertenece el sacerdote expulsado, aseguró que Polti echó a Murall “porque está de acuerdo con el gobierno genocida del asesino Videla” y porque “aplaude el accionar de (Victorio) Bonamín, (Adolfo) Tortolo y (Antonio) Plaza y demás cómplices de aquellos tiempos”, haciendo referencia a tres de los obispos a quienes se considera más ligados a la dictadura militar.
Sostiene De la Serna en una carta dirigida al obispo Polti que “hacernos creer que Roberto terminó ‘su contrato’ nos hace recordarle que lo terminó ¡14 veces! (porque se le renovaba año a año) y cada año, los obispos anteriores a Ud. (o mejor dicho, los obispos, antes que se posesionara Ud. como señor feudal) y que ‘curiosamente’ (es una ironía, por si no se da cuenta) usted lo da unilateralmente por finalizado después que Roberto y otros 199 curas firmáramos un texto que a usted le molestó”.
Y agrega el cura: “Y dígalo: le molestó porque usted está de acuerdo con la dictadura militar. Dígalo: usted quiere deshacer todo lo que los obispos (Gerardo) Sueldo y (Juan Carlos) Maccarone iniciaron en la diócesis”. En otro párrafo de su carta de respuesta al obispo Polti, el cura de la Serna le dice que “si tuviera usted dignidad renunciaría ya mismo a la diócesis de la que se manifiesta claramente incapaz de conducir y apacentar”.
Formalmente, Polti le comunicó el 28 de diciembre a Murall que el último día del año que finalizó “vencía su contrato temporal de servicio en esta diócesis”, en la que el cura cumplía tareas desde hace 14 años encuadrado dentro de una perspectiva de opción por los pobres. El propio Murall, en diálogo radial con Víctor Hugo Morales, aseguró que “me echaron de la diócesis” y sostuvo también que acatará la decisión eclesiástica y que ha recibido innumerables muestras de apoyo de sus feligreses y de varios obispos, incluido el obispo de San Isidro, Oscar Ojea (su superior natural), quienes están dispuestos a recibirlo en sus respectivas diócesis.
De hecho, Polti, que pertenece al Opus Dei, hizo uso de un recurso legal dentro del derecho eclesiástico. Los sacerdotes pertenecen formalmente (“incardinados” en la jerga eclesiástica) a una diócesis. Murall, nacido en San Isidro, es formalmente cura de esa diócesis, pero en el marco de su Opción por los Pobres hace 14 años que está “prestado” (de ahí la figura del “contrato de servicios”) en la diócesis de Santiago del Estero, donde cumplió funciones en distintas parroquias y desde hace dos años en Pozo Hondo, todos lugares de suma pobreza.
Murall se desempeñó primero bajo la autoridad del obispo Gerardo Sueldo (fallecido en 1998 en un accidente automovilístico) y luego de Juan Carlos Maccarone, que renunció a su cargo en agosto del 2005. Polti, que estuvo antes en Santo Tomé y cuya ordenación episcopal fue realizada por el fallecido cardenal Antonio Quarracino en 1994, está al frente de la diócesis de Santiago del Estero desde el 17 de mayo del 2006. Desde entonces el nombramiento de Polti fue leído como un nuevo avance del Opus Dei dentro del Episcopado argentino y como una decisión del Vaticano de dar un giro en la orientación de una diócesis que tuvo perspectivas progresistas tanto con Sueldo como con Maccarone.
El sacerdote Roberto Murall se considera él mismo inscripto en una línea evangélica de opción por los pobres, que quiere dar continuidad en la Argentina a los testimonios brindados por los mártires Enrique Angelelli y Carlos Mujica, entre otros.
Después de conocida la expulsión de Murall de la diócesis de Santiago del Estero, el Secretariado del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres emitió un comunicado en el que dicen “expresamos nuestra profunda y fraterna solidaridad con Roberto (Murall), de quien nos consta el cariño y dedicación a los pobres en el monte santiagueño. El vive la Iglesia que queremos construir y en la que nos sentimos felices de compartir la fe de igual a igual”. Y agregan que “la sanción a Roberto es también una sanción a tantos curas, religiosos/as y laicos que pensamos y creemos que el accionar episcopal en tiempos de la dictadura genocida distó no sólo de ser cristiana, sino también humana”.
Dice de la Serna en su carta a Polti que “algunos entienden la Iglesia como un cuartel: autoridad vertical, obediencia debida, silencio de la propia opinión. Pero eso no es la Iglesia. (...) El obispo Polti parece no entender que la Iglesia es otra cosa distinta a la que él parece pensar. La Iglesia no es un cuadro fascista (o franquista, para que se entienda mejor). Es una comunidad que da cabida a la diferencia porque está constituida a la manera de la Trinidad, que es diferencia. Su autoritarismo –le dice al obispo– nos afecta a todos nosotros y afecta a la Iglesia misma”, porque “la Iglesia –insiste– es comunión, y por tanto, diversidad en la unidad”.

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