domingo, 31 de julio de 2011

Redrado en Estados Unidos

Por Claudio Scaletta
 
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En el ajetreado verano de 2010, la Presidenta echó al por entonces presidente del Banco Central, Hernán M. Pérez Redrado. Entre las contradicciones iniciales de la administración de Néstor Kirchner se contaba el haber nombrado, en el temprano 2004, al Golden Boy de Domingo Cavallo al frente de la autoridad monetaria. El lobbista del sector financiero supo ajustarse al cambio de época por algunos años pero, aparentemente, nadie deja de ser lo que siempre fue. A partir de la embestida del bloque agromediático tras la 125, que la actual administración respondió con un vuelco progresista y, en particular, luego del sacudón de las elecciones de 2009, Redrado creyó entrever un nuevo cambio de época e intentó enjugarse de lo que, advertía, sería un inconveniente pasado kirchnerista. Necesitaba adelantarse a futuros reproches de los sectores más rancios del establishment y decidió convertirse en el adalid de una presunta defensa del patrimonio público: las reservas del Banco Central. La historia es conocida, pero el enredo generado por Redrado seguramente sumará a la colección de relatos insólitos de la historia económica local aunque, por suerte, uno de esos cuyo desenlace ruinoso no pudo ser.
Escudado en la presunta intangibilidad formal de las reservas, el lobbista pretendía impedir el uso de las divisas públicas para el pago de la deuda pública. Desde la perspectiva de la política económica, seguir este camino suponía, inevitablemente, tres opciones o un mix de ellas: 1) un innecesario default parcial de la deuda; 2) restringir el gasto público en un momento en que era necesario superar los efectos recesivos de la crisis internacional o 3) recurrir a nuevo endeudamiento.
Quienes privilegian las intenciones personales a los hechos económicos sugieren, con alguna evidencia, que esta última era la verdadera intención del ex Golden Boy, pero el hecho ya es anecdótico. La realidad es que cualquiera de las tres opciones habría sido desastrosa para la economía: nada menos que aplicar un innecesario ajuste recesivo en un momento de baja del ciclo, la pérdida de grados de libertad de la política económica y volver a subordinarse a la lógica de los poderes financieros. Quizá por las tres razones, la siempre constructiva oposición a pleno repitió hasta el hartazgo el sonsonete de la “apropiación de las reservas” y apoyó hasta donde pudo al funcionario despedido, que hasta incluyó la mise en scène de atrincherarse en las oficinas del Central, todo ello con el empujoncito cautelar de la “Justicia” exprés.
Finalmente, el vaticinio apocalíptico del vaciamiento de las reservas jamás se produjo, sino todo lo contrario: tras el pago de deuda, las reservas internacionales son hoy más altas que entonces.
Desde el presente la síntesis es sucinta: el bloqueo a la política económica intentado por el lobbista bancario y la banda que todavía lideraba, en los diarios, la ex estrella mediática Julio Cobos carecía absolutamente de razones económicas. Las razones eran estrictamente políticas: si no hacer negocios, poner palos en la rueda, lo que entre el gorilismo enfebrecido se imaginaba como estocada final.
Desde la rigurosa actualidad toda esta saga resulta asombrosamente similar al presente estadounidense.
A primera vista es extraño escuchar que Estados Unidos puede entrar en default. Se supone que un país cae en cesación de pagos cuando ya no es capaz de refinanciar sus pasivos. De ninguna manera es el caso. Para empezar, Estados Unidos tiene una posibilidad que no tiene ningún país del mundo, la de emitir dólares para pagar sus deudas. Adicionalmente, los Bonos del Tesoro son un refugio de valor para inversores de todo el planeta y no dejaron de colocarse a tasas bajísimas, incluso negativas (menos de 1,5 por ciento nominal anual a 5 años), aun entre los pronósticos más sombríos durante la crisis de 2008-2009. El margen de Estados Unidos para seguir colocando deuda es, sin exagerar, inconmensurable. Sin embargo, “el gran país del Norte” también tiene sus Redrados y sus Cobos. Y también existen allí algunas cláusulas formales para justificar una lucha política a todo o nada.
El dato formal es que el Tesoro enfrenta un techo o límite en la relación deuda/PIB determinado por el Congreso. La última relación establecida de 14,3 millones de millones de dólares, alrededor del 100 por ciento del PIB, ya fue superada y, en algún día entre el 2 y el 10 de agosto, el Tesoro debería emitir nueva deuda para refinanciar pagos. Pero sucede que el Congreso es actualmente controlado por la oposición republicana, deseosa de golpear al desangelado gobierno demócrata a cualquier costo, aun al más insólito. Allí también se propone a la administración de Barack Obama la alternativa del ajuste en un momento de declinación del ciclo económico, con acompañamiento del FMI y amenazas de baja de notas de las incalificables calificadoras de riesgo, finalmente; un poco de la propia medicina que en el pasado supieron imponer al resto del mundo.
No se trata de mirarse el ombligo, pero después de las recientes historias sobre los PIIGs europeos, invitados a verse en el espejo argentino, la oposición estadounidense también debería verse en el espejo de sus pares del sur. A partir del affaire de las reservas del Central primero y del intento posterior de desfinanciar a la Anses vía el 82 por ciento móvil, la oposición argentina perdió rápidamente credibilidad entre los sectores informados de la población, que dejaron de verla como alternativa de gobierno. Quizá los republicanos estadounidenses podrían aprender de los repúblicos argentinos que la pelea a todo o nada, cuando llega al extremo de prescindir de los intereses de la Nación, puede tener costos concretos en términos electorales

Página 12

sábado, 30 de julio de 2011

Grandes Obras

ESTA  BUENO VER EL VIDEO CON LAS OBRAS QUE PROYECTA FILMUS PARA NUESTRA CIUDAD

viernes, 29 de julio de 2011

BRECHA SOCIAL
























La gestión de Macri duplicó la brecha social entre sur y el norte de la Ciudad

Roberto Navarro
 
El mapa de la desigualdad porteña

Pese a que tiene un presupuesto similar al de Ámsterdam, el Ejecutivo del PRO utilizó mal los recursos y ahondó las diferencias entre las zonas más pobres y las más ricas. Hace cuatro años, el jefe de gobieno prometió gobernar para los necesitados.
  La mortalidad infantil en el norte de la Ciudad de Buenos Aires es del 2,3 por mil, similar a la Holanda; la del sur de la ciudad es del 9,9 por mil, a la par de las provincias más pobres del país.
Antes de llegar Macri al gobierno porteño, en el norte la mortalidad infantil era del 5,3 por mil: en cuatro años cayó un 60%. La del sur era del 9,8 por mil, inferior a la actual.
La diferencia en la mortalidad de los más chicos entre norte y sur es de 4 a 1; en 2006 era de 2 a 1. Si en la zona sur hubiese caído la mortalidad de los niños como en el norte se hubiera evitado la muerte de 400 chicos sólo en 2010. Con datos del gobierno de la Ciudad,  de la Nación y de La Fundación para el Análisis de Políticas Públicas, Tiempo Argentino armó el mapa de la desigualdad en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
En los últimos ocho años mejoró fuertemente la distribución de ingresos en el país. El Coeficiente Gini mide ese ítem con cifras que van de 0 a 1. Cuando el coeficiente se acerca a 0, mejora la igualdad; cuando se aproxima a 1, la sociedad es más desigual. En 2003, el Gini nacional era de 5,5; en la actualidad es del 3,9, similar al coeficiente de distribución de la Unión Europea. Durante la gestión de Mauricio Macri en la CABA el coeficiente siguió el camino inverso: pasó de 4,8 a fines de 2006 a 5,5 en diciembre de 2010: la administración Macrista incrementó la brecha entre los que más tienen y los menos favorecidos.  
En uno de sus últimos discursos como presidente, el ex mandatario de Brasil, alabado constantemente por la derecha local, aseguró: “gobernar es gobernar para los pobres”. Macri no lo hace. La ampliación de la brecha en las condiciones de vida entre los ciudadanos del norte y del sur de la ciudad porteña estuvo directamente relacionada con las políticas públicas macristas.
La fuerte caída en la participación en el presupuesto de los fondos destinados a desarrollo social, salud, educación y trabajo fue la razón del crecimiento de la desigualdad (ver recuadro).
  En el informe “Mapas de la pobreza y los programas en el territorio”, de la Unidad de Información, Monitoreo y Evaluación del Ministerio de Desarrollo Social del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se señala que la incidencia de la pobreza en hogares no supera el 1,3% en las comunas 2, 12, 13 y 14 del norte de la ciudad, que abarcan los barrios de Recoleta, Coghlan, Saavedra, Villa Pueyrredón, Villa Urquiza, Belgrano, Colegiales, Núñez y Palermo.  Mientras que en la comuna 8 –Villa Lugano, Villa Riachuelo y Villa Soldati–, que junto con la Comuna 4 conforman el sur de la ciudad, la misma tasa asciende al 17,1%.
El desempleo en la zona norte de la ciudad era del 6,3% en 2006 y bajó al 5,2% en 2010; una caída del 19%. En el sur, en cambio, el desempleo pasó del 9,6% antes de la llegada de Macri al gobierno de la CABA, al 9,3% en diciembre último: sólo bajó un 0,3%. Así, luego de cuatro años de gestión macrista, el desempleo del sur casi duplica al del norte de la ciudad. Por su parte, la subocupación bajó en el mismo período en la zona norte del 9,2% al 7%, mientras que en el sur subió del 11,2% al 11,4%.
Uno de los logros en materia laboral más importantes conseguidos por el gobierno nacional fue la fuerte caída del desempleo juvenil.
En ocho años se crearon 840 mil puestos en la franja etaria que va de los 18 a los 29 años. La desocupación entre los jóvenes disminuyó un 48% en ocho años. La tasa de desempleo juvenil bajó del 35,9% en 2003 al 18,9% en 2010, un registro muy inferior al de la marca de la Unión Europea y la más baja de América Latina.
En la CABA, por el contrario, sólo se redujo el desempleo juvenil un 18%. Pero, además, la baja fue desigual: en la zona norte la desocupación entre los jóvenes bajó del 16,6% en 2006 al 13% el año pasado, una caída del 22%. En el sur en 2006 el desempleo juvenil era del 20,1% y en 2010, del 19,1, una baja de apenas el 5%.
La década de 1990 estuvo signada por la idea de la focalización de las políticas sociales.
Con un Estado ausente, la riqueza se fue concentrando y la cantidad de pobres y marginados creció. Las políticas sociales, entonces, se concentraban en los distintos grupos que fueron quedando afuera del sistema, en el marco de una economía que, vía derrame, se ocuparía del resto. Con la llegada del kirchnerismo, que nunca creyó en el supuesto derrame, comenzaron a implementarse políticas de carácter universal. Macri sigue creyendo que los ricos de la zona norte de la ciudad derramarán lo que ganen sobre el resto de la ciudad. Pero ese fenómeno no se verifica.
El trabajo no registrado, un problema histórico del país, genera enormes desigualdades.
El trabajador en negro no tiene una obra social que le asegure atención médica para él y su familia, ni aportes jubilatorios ni los beneficios que le otorga el sindicato, como turismo y otros ítems. En el país, el empleo no registrado cayó del 52% en 2003 al 34% en la actualidad. En el norte de la Ciudad de Buenos Aires, el trabajo no registrado cayó del 31,3% en 2006 al 26,4% en diciembre último. En el sur subió en el mismo período del 35,1% al 35,2%.
La falta de políticas activas por parte de la Ciudad para incentivar llegada de nuevas empresas a la zona sur de la ciudad derivó en que la mayoría de los empleos de la zona sean de baja calidad, lo que resulta en un bajo nivel de ingresos. En el norte residen las oficinas de las grandes empresas nacionales y extranjeras, las casas centrales de los bancos y otras grandes compañías.
Así, la diferencia en las remuneraciones entre ambas zonas se amplió en los últimos años.
En 2006 el ingreso promedio por habitante en las comunas del norte era de 1696 pesos. En cuatro años aumentó un 105%: es de $ 3471. En el mismo período el ingreso promedio en el sur subió de $ 1144 a $ 1688, una suba del 48%.
Así la brecha de ingresos entre norte y sur se duplicó durante la gestión macrista.


TIEMPO ARGENTINO

jueves, 28 de julio de 2011

Lo vimos

REFLEXION RESPETUOSA Y EXTRAMUROS PARA COMPARTIR CON LOS QUE VOTARON A MACRI


Por Mempo Giardinelli
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Lo digo como hombre de provincia, de lo que ustedes llaman “interior”: me consta que a muchos ciudadanos/as que no votamos en la Ciudad de Buenos Aires nos preocupa enormemente la perspectiva de que nuestra vieja Capital Federal vaya a seguir gobernada, cuatro años más, por una persona a la que desde el comienzo de su gestión vimos achicar presupuestos y reparticiones de educación y de cultura, y que llegó a designar a un troglodita en el Ministerio de Educación y tardó once días en darse cuenta.
A muchos argentinos que no estaremos allí el próximo domingo 31 nos alarma un jefe de Gobierno al que vimos designar a ex policías de pésima trayectoria al frente de la naciente Policía Metropolitana; que ordenó la compra de pistolas-picanas y que está procesado por haber ordenado escuchas telefónicas ilegales.
La verdad es que sin agraviar uno puede sostener que es muy peligroso que ese hombre haga de la mentira política un estilo tan fuerte. Es un político que dice no serlo, pero que cuando fue diputado nacional vimos que fue un campeón de mediocridad porque casi no apareció por el Congreso, aunque seguramente cobró todos sus sueldos.
Lo vimos esta misma semana previa al ballottage decisivo, aplaudiendo las exageraciones del nunca sutil señor Biolcati en la Rural. Y después en Santa Fe, junto al señor Del Sel, lo vimos engañar a la ciudadanía al sostener, con la complicidad del terrorismo periodístico, que “no son políticos”. Pretenden ser representantes de una “nueva política”, pero tienen detrás, aunque los ocultan vergonzantemente, a los señores Duhalde, Venegas, Barrionuevo, Amadeo, Puerta o Toma, que de nuevos, precisamente, no tienen nada.
De igual forma, cuando el señor Durán Barba, talentoso publicista y acaso padre del triunfo PRO en la primera vuelta porteña, aparece coludido en una causa penal por enlodar al adversario mediante recursos ilegales, vimos que este hombre niega que eso sea “campaña sucia”, pide infantilmente “basta de agresiones” y le reclama a Daniel Filmus que haga “alguna autocrítica”, materia que él mismo desconoce por completo.
Vimos también que es duro para perseguir a miles de trapitos que se ganan la vida cuidando coches, pero es muy blando para combatir con los que lucran con la prostitución. Persigue con más saña a los pobres que a los explotadores de mano de obra esclava, de los que hay tantos en su ciudad.
Vimos que pintó bicisendas y acertó con el Metrobús, que es una idea de transporte público imperante en muchas capitales latinoamericanas, pero no cumplió su promesa de construir diez kilómetros de subte por año. Al contrario, la ampliación de la red de subtes porteña es una realización del gobierno nacional.
Vimos cómo aumentó un 300 por ciento el impuesto de alumbrado, barrido y limpieza, pero mantiene a la ciudad insólitamente mugrienta, contrariando la Ley de Basura Cero.
Vimos que otorgó reiterados beneficios al Grupo Clarín y otros monopolios, como una licitación por 275 millones de dólares por computadoras que valen menos de la mitad.
Vimos que permitió y defendió la participación de represores y aliados de la dictadura en el Gobierno de la Ciudad.
Vimos que vetó decenas de leyes votadas por la Legislatura, la mayoría sobre políticas sociales. Asimismo cerró centros culturales en todos los barrios y desalentó la participación de los vecinos. Vimos que cerró cursos gratuitos de capacitación laboral en el Centro Cultural Ricardo Rojas.
Vimos el desmanejo del Teatro Colón, con cuyos músicos está en permanente conflicto, además de que avanzan la reconversión del coliseo en una especie de ópera-shopping y la tercerización de su producción operística.
Vimos cómo vació los hospitales públicos, hoy carentes de insumos básicos como el gas. Y vimos cómo también las escuelas públicas carecen de gas y sus problemas edilicios incluyen riesgo de derrumbes. Y vimos y escuchamos denuncias sobre la compra de netbooks con altísimos sobreprecios.
Y también vimos y vemos que no controla la construcción en la ciudad, lo que implica una pérdida de patrimonio histórico y arquitectónico, que es de la nación entera.
Vimos cómo permite el accionar de matones que golpean y maltratan a las personas en situación de calle, al mismo tiempo que vetó leyes que promovían beneficios para construir comedores y alojamientos temporarios.
Vimos cómo cerró el Servicio de Zooterapia para niños y adolescentes discapacitados, donde se usaban animales, en particular perros, para la rehabilitación.
Y vimos, asombrados, cómo decidió también reducir el presupuesto del Hospital Garrahan, con el argumento de que no todos los niños que se atienden en el hospital son porteños. ¿A ustedes realmente les parece que los argentinos de fuera de Buenos Aires no merecemos el Garrahan?
Y vimos al Hospital Borda sin gas y en peligro de cierre, como el Moyano, donde se rumorea que hay ofertas inmobiliarias inconfesadas.
Vimos cómo se subejecutan presupuestos en salud, educación y vivienda, mientras crece el endeudamiento.
Y vimos también que es un dirigente que huye de los debates, acaso porque no podría tener un apuntador a sus espaldas, como vio todo el país por la tele. Ese tipo que desde atrás le dictaba al oído lo que tenía que decir... ¿a ustedes no les produjo algo así como vergüenza ajena cuando lo vieron?
A mí me cuesta entender cómo se puede votar a un político así, devenido mezcla de Susana-Mirtha-Tinelli de la política. Un hombre vacío de ideas, de discurso, que frivoliza todo y así descoloca lo mejor de la ciudadanía porteña, históricamente de vanguardia, innovadora y culta.
Yo digo que es un hombre que no merece a esa ciudad, porque siempre tiene excusas, echa culpas a los demás, no se hace cargo de nada y hace la plancha como una especie de inimputable autodeclarado y autoimpune. Dios no lo quiera, pero, ¿ustedes se imaginan una tragedia como la de Cromañón con este hombre en el gobierno?
Apenas soy un hombre de provincia sin intención de ofender a nadie, que respetuosamente le propone que este domingo 31, antes de votar, reflexione sobre esto que usted también ha visto. Porque todos lo vimos. Lo vemos.

Página12.

martes, 26 de julio de 2011

 
 Éste video realizado por Federico Lupi, Atilio Veronelli y Betty Raiter, que siendo ficción, lamentablemente está tan cerca de la realidad. 
Gracias a tantos/as actores y actrices, musicos/as, artistas que están militando día a día por el proyecto de FILMUS - TOMADA, y por que en esta ciudad, con Macri lejos, vuelva a florecer la cultura.

www.youtube.com
La entrevista más polémica y menos conocida de las elecciones de la Ciudad... Pasen y vean.

lunes, 25 de julio de 2011

Otra vez con la crispación


Por Eduardo Aliverti
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¿A qué tanto problema con el grado de irritación política que estaría viviéndose?
La ciudad facha. Los presuntos exabruptos de funcionarios, dirigentes y algún famoso. El escándalo por las (auto) críticas en una asamblea de Carta Abierta. Casi otro tanto frente al paso discursivo de la Presidenta por las cercanías de Rosario. Los hijos adoptivos de Ernestina. Las provocaciones. Los cruces en el acto de la AMIA. El debate sobre la pobreza del proselitismo kirchnerista porteño. Puede seguir, y hasta dejando de lado las patéticas bravatas de Biolcati y los ya graciosos anatemas de Carrió. Es una lista intensa, atractiva. Pero hay que medirle mejor los alcances porque, de lo contrario, puede dar idea de haberse ingresado en un campo minado, inédito y de consecuencias imprevisibles. En primer lugar, es una temperatura tan declarativa como típica de las etapas electorales: una obviedad que parecería no serlo, a estar por la sorpresa y críticas manifestadas. Lo caldeado del clima se da mucho más en los medios y en el juego de los protagonistas que a través del interés popular. Expresado con una ampulosidad que parece válida para hallar puntos de equilibrio, ¿anda medio mundo sin poder dormir por lo que escribió Fito Páez? ¿Las masas se precipitan angustiadas sobre YouTube para determinar la verdad de lo ocurrido en la Biblioteca Nacional? ¿Las alternativas del caso Noble Herrera representan un giro completo de la percepción social y el paisaje electoral? ¿Las denuncias de estratagemas apestosas son acaso insólitas, siendo que se está en campaña? Quizá sólo habría realmente una novedad respecto de esto último, si avanza la confirmación de cómo se las gastó el macrismo, desde una “encuesta” telefónica, para escaldar a Daniel Filmus. Primero, porque no se recuerda algo igual de repugnante que de falaz. Y después, porque cuesta creer que el amigo Durán Barba haya sido tan torpe. ¿O es al revés? ¿O es que la sensación de impunidad absoluta del gobierno porteño, entre otras cosas gracias a su malla de protección mediática, llegó al punto de permitirse descuidar lo burdo y judiciable de semejante maniobra? ¿O es que, aun así, confiaron en que a “la gente” le importaría tres pitos la denuncia, porque esa gente que los vota no tiene en cuenta aspectos morales?
Por lo demás y así como no es cuestión de negar lo impactante de ciertos disparadores, tampoco debe rechazarse su consideración. Nadie dice que los temas mencionados carezcan de interés. Sí, que debería enfocárselos de otra manera. Atendamos lo contradictorio de algunos análisis. Carta Abierta se prestó a un duro debate o marcaje internos, que quedan al margen del “recorte” hecho por la prensa ultraopositora. En efecto, lo dicho fue segmentado. Pero que se dijo lo que se dijo es irrebatible. Se punteó buena parte de lo que todo el arco político y politizado, empezando por el propio kirchnerismo, ya decía en plena campaña de la primera vuelta: que faltó garra, que falló la militancia o los objetivos en que debía concentrarse, que no hubo conducción unificada, que los medios y programas afines se pasaron de excitabilidad pro K. ¿Cuál es el drama? Visto desde los valiosos bríos intelectuales que se aglutinan en Carta Abierta, y aunque pueda discutirse si era el mejor momento para dejar los trapos al sol, ¿qué sentido tiene repudiar el tratamiento dado a la reunión por el adversario mediático, en vez de reivindicar que son un lugar que no renuncia al pensamiento crítico y que justamente es eso lo que los diferencia del discurso único de la vorágine contrera? Y visto desde ésta, ¿no era que el kirchnerismo es incapaz de señalarse errores, de enmendar tácticas y estrategias, de no someterse a dictados verticales? ¿Cuando lo hace solamente es el reflejo de que está en medio de un problema serio, y no de la capacidad de revisarse?
La Presidenta pasó por Santa Fe y apuntó a que la provincia, con su impresionante potencial productivo, crece menos que el resto. ¿Es correcto o no? ¿La única respuesta que se merece es decir que eso “no les hace bien a los santafesinos” o dejar que las cifras sigan de largo para ensimismarse con el significado de otra de las fantasmales apariciones del Menem blanco? Una víctima del atentado en la AMIA, desde el micrófono de la jornada aniversario, les pone nombre y apellido a quienes sindica como cómplices o co-responsables de la ausencia de justicia. ¿No es ésa la lógica requerida para intentar que “impunidad” no sea un concepto vacío? ¿La afectación a la memoria de muertos y vivos transita por si Sergio Burstein opera para el Gobierno, en reemplazo de refutar sus acusaciones? Notable: quienes retrucan espantados la alocución del familiar, adjudicándole tinte político, ensalzan la reacción indignada del rabino Bergman y reproducen el método que impugnan. Si el que objeta es acusable de favoritismo oficial, es un asqueroso que se extravió en una manifestación llamada al recogimiento. Pero si quien protesta es un diputado macrista electo que no se preocupó por desmentir su convocatoria a “enterrar” la causa AMIA; que participa de una fuerza con un detenido por encubrir el atentado, no es una acción política. No, es simplemente un asceta encrespado. Por favor, tengan algún gramo de seriedad. El mismo que debiera valer para no animarse a exigir que las Abuelas pidan perdón. ¿Once años embarrando la cancha y ahora deben disculparse los demandantes del procedimiento obvio, esquivado hasta concluir en un sospechoso cambio de timón de la noche a la mañana?
Lo antedicho testifica que son susceptibles de buena polémica los desafíos de la agenda mediática. Y al fin y al cabo, es de lo que debe preciarse un régimen democrático. Calentura, apasionamiento, desbordes, bajezas; incluso operaciones de prensa, para que después rezume. Veámoslo por la contraria. ¿Por cuál alternativa a eso construyen simbolismo los militantes de la anticrispación? Por la de callarse. Y no levantar olas que hieran su comodidad de clase, pecuniaria o mental. Y que no haya siquiera una décima de embate contra los poderes corporativos. Militan por la figuración de propender a una porfía que en verdad los jode. Con Menem estaban mejor. Con los milicos estaban mejor. Esta cosa desprolija pero provocativa que nació en 2003, o tal vez antes pero desarrollada desde entonces, los incomoda severamente. No la entienden, no la esperaban, no se la bancan. Y, lo peor, no aciertan a encontrarle la vuelta ni tienen la dirigencia política que lo haga. Un grupo comunicacional por aquí, una aristocracia agropecuaria por allá, unos espasmos tilingos más allá, una burguesía berreta más acá, casi siempre tuvieron a los gerentes indicados para hacer el laburo sucio de que la impotencia argentina se endilgara a “los políticos”. Hoy no. Están en dificultades. Y entonces saltan esos mandobles nada más que mediáticos, incapaces –por ahora, quede claro– de trasuntar en algo que los represente como otrora.
Bienvenida la crispación, mientras sea como producto de que por fin hay materias importantes en disputa y no como maquillaje.

PÁGINA 12

domingo, 24 de julio de 2011

Y en EE.UU., Mr. Murdoch?


Por Juan Gelman
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El vice emperador del mundo mediático mundial la está pasando mal en Londres, el primer ministro británico no la pasa mejor y le tomó distancia aunque practican el mismo deporte: no asumen la responsabilidad de los hechos. Han convertido el mea culpa en culpa alter, un ejercicio habitual en ciertos círculos y en ciertas personas. Sólo que al aducir que no sabían qué estaba sucediendo bajo sus narices, David Gordon y Rupert Murdoch manifiestan un grado de ignorancia inexplicable dado el calibre de sus ocupaciones. En fin, enigmas de la historia.
Pareciera que tampoco pinta bien el futuro del magnate en EE.UU., provincia de sus dominios a la que prestaba una atención preferente cuando estalló el escándalo en Londres. Un trascendido sobre la intercepción de las conversaciones telefónicas y los correos de voz de sobrevivientes del atentado del 11/9, víctimas y familiares, es otro elemento de la investigación que el FBI lleva a cabo en News American Inc., la megafilial estadounidense de la megaempresa News Corp. Tres senadores demócratas y uno republicano han solicitado que esto se indague a fondo. No deja de ser paradójico en un país cuyo organismo de seguridad nacional (NSA, por sus siglas en inglés) controla diariamente millones de correos electrónicos y chats de medio planeta en una operación de megaespionaje sin antecedente conocido.
El muy inglés Daily Mirror despertó esas preocupaciones: citó a una fuente anónima que mencionó a un ex oficial de policía y hoy detective privado: “Muchos periodistas de EE.UU. buscan sus servicios –declaró– y hace poco me dijo que le pidieron que hackeara los teléfonos privados de las víctimas del 9/11” (www.mirror.co.uk, 11-7-11). Agregó que el encargo provino de News of the World, el diario que Murdoch se vio obligado a cerrar, y que “los periodistas le pidieron que registrara quién y a quién llamaban por celular las víctimas del 11/9 y sus familiares, especialmente los de nacionalidad británica”. Se procuraba un fisgoneo algo más que local.
Los hombres de Murdoch en EE.UU. no son inquilinos de la inactividad. Según expedientes de la Oficina de Registros Públicos del Senado, la News American Inc. contrató a siete cabilderos y a seis compañías del mismo rubro cuyo empeño consiste en suavizar o impedir la sanción de leyes que protegen la privacidad, como el proyecto de la llamada ley de prácticas mejores (www.hou se.gov, 19-7-10) o el de la que impediría las escuchas telefónicas de organismos oficiales (//speier.house.gov, 2011).
El propio Murdoch donó el año pasado un millón de dólares a la Cámara de Comercio estadounidense (www.iwatchnews.org, 18-7-11). En octubre, la Cámara lanzó con gran despliegue propagandístico un programa de seis puntos destinado a reformar la ley de prácticas corruptas en el extranjero (FCPA, por sus siglas en inglés), promulgada en 1977, que califica de ilegal el hecho de que una persona o una empresa basada en EE.UU. pague a funcionarios de un país extranjero para conseguir o conservar un negocio. Que soborne, en suma. “Esta coincidencia despierta ciertamente preguntas acerca de quién financia la campaña de la Cámara. Si no es la News Corporation, ¿quién sería?”, declaró Joshua Dorner, dirigente del Centre for American Progress (www.guardian.co.uk, 14-7-11). Buena pregunta.
Crece el coro de voces que exigen un prolijo escrutinio de las actividades de la New Corporation en EE.UU. en el marco de la FCPA. Eliot Spitzer, ex gobernador de Nueva York, conminó a iniciarlo inmediatamente por violación de la ley antisoborno (www.slate.com, 12-7-11). La FCPA pune con prisión y multa a individuos y empresas, pero hay un detallito: “Una y otra vez hemos presenciado cómo la News Corporation usa su enorme poder y su influencia para cambiar las leyes que no le convienen”, señala Ilyse Hogue, líder del grupo Media Matters, organismo sin fines de lucro que analiza la desinformación en los medios estadounidenses (//mediamatters,org). De manera que las demandas de investigar a la empresa no evitan escepticismos.
Los demócratas, Obama incluido, que critican a News Corp por su apoyo irrestricto a los republicanos, que la empresa afirma diaria y activamente en los medios, alzan poco la cabeza: Fox News, la cadena de noticias más vista en EE.UU., y el Wall Street Journal, el periódico de mayor circulación en el país, pertenecen finalmente a Murdoch. Y a nadie escapa el ascendiente que su aliado David H. Koch tiene sobre el Congreso, muchos de cuyos miembros ocupan sus bancas gracias a los generosos donativos del multimillonario, a veces directos, a veces por intermedio de Americans for Prosperity, el grupo de élite que fundara en el 2004 y que apoya al Tea Party. Es posible que Murdoch salga en EE.UU. mejor librado que en Gran Bretaña de todo aquello por lo que pide perdón con argumentaciones lastimosas.

Página12

sábado, 23 de julio de 2011

viernes, 22 de julio de 2011

El "desastre" del Teatro Colón y 

el estado de las antigüedades

 

 Por Mempo Giardinelli 

Especial para lanacion.com



 
Por Mempo GiardinelliEspecial para lanacion.com
 
Con el título "Antigüedades" y valiéndose de un estilo supuestamente objetivo, aunque cargado de ofensivas adjetivaciones ("desmesurado", "vociferante", "derrochador de jarabe doctrinario", "empacho dogmático", "vocabulario desvencijado y exento de significado") uno de los intelectuales que milita en el antikirchnerismo más riguroso, Pepe Eliaschev, se refirió el domingo pasado en el diario Perfil a la expresión "desastre del Teatro Colón".
La cual, cabe recordarlo, fue utilizada por este columnista en el contexto de caracterizar al gobierno porteño y al Sr. Macri por su "desapego al trabajo, el desprecio por la educación y la salud públicas, el retroceso cultural (desastre del Teatro Colón incluido) y el puro afán de hacer negocios con los amigos".
A Eliaschev, quien sorpresivamente adhiere a Pro, pareciera que solamente lo desveló la expresión "desastre" del Colón, que para él "pertenece al ámbito de lo insondable" y lo motiva a una invitación a que "lo recorramos juntos ahora mismo, y me demuestres in situ en qué consiste ese "desastre"".
Desde luego, no hace falta realizar recorrido alguno, en primer lugar porque no es una cuestión personal y no es seguro que nuestros respectivos caracteres soportarían la caminata, pero sobre todo porque no tengo por qué viajar mil kilómetros para que -en sus palabras- "le demuestre in situ". Sólo cabe sonreír ante tamaña autoestima.
Mejor y más sencillo es ir al fondo de la cuestión y describir el estado del desastre del Teatro Colón bajo la administración -es un decir- del actual jefe de gobierno porteño.
La hermosa sala de lectura de la Biblioteca del Teatro Colón, por ejemplo, hoy es una habitación vacía. Sólo queda la placa en la puerta, pero no hay libros allí. Y hay otro espacio que está cerrado, custodiado por la seguridad privada y que se rumorea que será la futura "sala de reuniones de Directorio".
El fastuoso proyecto de Biblioteca y Centro de Documentación proyectado por el Plan Maestro en el segundo subsuelo tampoco existe y ni siquiera fue incluido en el presupuesto de este año. Y tampoco funciona el Instituto Superior de Arte, hoy desperdigado en varios edificios en la ciudad.
El Salón Dorado y la sala muestran las patéticas diferencias de calidad en los reemplazos de suntuosos terciopelos y sedas por telas sintéticas. El lustre a goma laca manual se mutó por lustre poliuretánico; las bases de los percheros de bronce fueron cambiadas por discos de madera; el histórico telón de liras y flores de arte y ensueño fue reemplazado por otro que debe haber costado muchísimo más que una restauración del original.
Y ni se diga de otras linduras que espantan a viejos habitués del Colón: pasillos pintados de amarillo "pro" aunque el estuco original era de colores terrosos; los jarrones del Salón Blanco que ya no están; los agujeros para el aire acondicionado y los que hay en las paredes del Paraíso; el cambio de estructura de las butacas de Galería; la confitería en donde antes había camarines del Ballet; la desaparición del microcine y sala de conferencias.

Se sabe que no todo lo que brilla es oro. Pero pocas veces tan apropiado el aforismo como para aplicarlo al Colón de Macri
En cuanto al Taller de Escenografías, que fue orgullo de generaciones de artistas bajo la protección del inolvidable Saulo Benavente, ahora es una sala de ensayos y grabación. Y el Taller de Escultura, fundado por el maestro Antonio Pujía, tampoco está dentro del edificio. Lo que se dice oficialmente es que los talleres de producción van a tener un lugar "mucho más moderno, un espacio multipropósito", pero eso es más que dudoso porque, en el mejor de los casos, en menos de la mitad de superficie que tenían ahora van a funcionar todos los talleres juntos (escenografía, maquinaria escénica, escultura, arquitectura teatral, utilería). Apiñamiento que, para muchos veteranos amantes del Colón, no es más que un paso previo a su desaparición total para tercerizar la producción.
Mientras tanto, esos talleres sí funcionan, pero fuera del Teatro y en condiciones penosas. En el barrio de Chacarita, en un galpón inadecuado. En el Centro de Exposiciones de Retiro, entre escenografías y elementos escénicos de producciones pasadas en estado de abandono y a la intemperie. Y en Parque Patricios, en los Talleres Lavardén, expuestos a la lluvia y el sol hay muchos containers con tesoros del Colón, los libros de la Biblioteca entre ellos, que reciente y aparentemente fueron trasladados al depósito de una empresa privada de documentación empresaria en Florencio Varela para su inventario.


Ni hablar de las condiciones de trabajo y los conflictos laborales permanentes, que entre otras cosas y en plena dispersión obligan a que los operarios y artesanos trabajen sin poder ver ni consultar con los demás, lo que en materia operística es por lo menos extraño.
Y hay más para pintar el desastre: un cuadro de Beethoven que fue robado; el piso inadecuado del escenario y la sala de ensayo de Ballet (hay infinidad de fotos en Internet); el misterioso destino de las salas contiguas a los foyeres laterales de Toscanini y Tucumán; la negativa a publicar los resultados de las mediciones de acústica; la inexistente restauración en las zonas no públicas del edificio histórico.
Y los aumentos de precios diferenciados: 733% para el Paraíso de pie para la Filarmónica y hasta un 264% en la Galería y Delantera de Paraíso del Abono Nocturno y el Abono Vespertino. Pero si todas las entradas de los abonos Nocturno y Vespertino; y las localidades altas del Gran Abono registran aumentos, la maravilla Macrista se expresa en que las plateas y palcos del Gran Abono, registran descuentos de hasta un 30%.
La solicitud de una auditoría completa de las obras y el funcionamiento del Teatro fue acompañada por varios legisladores de diferentes partidos: Gabriela Alegre (FPV), Marcelo Parrilli, Fabio Basteiro, Julio Raffo (Proyecto Sur), Fernando Sánchez, Sergio Abrevaya, Rocío Sánchez (CC), entre otros.
Se sabe que no todo lo que brilla es oro. Pero pocas veces tan apropiado el aforismo como para aplicarlo al Colón de Macri.
Los lectores tomarán nota de que en este artículo sólo hay información y ningún adjetivo descalificador hacia el colega, al que mejor eximo de los muchos que tengo.

jueves, 21 de julio de 2011

Fito Páez

Por Eduardo Bustelo Graffigna *
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El 26 de diciembre de 1993, Fito Páez dio un concierto en el Estadio de Vélez Sarsfield ante 60.000 jóvenes a beneficio de Unicef Argentina.
En ese concierto cobraron todos: cobró el Club por el alquiler del Estadio, cobraron los músicos, cobró la seguridad, cobró Sadaic y por supuesto cobró el empresario. El único que donó su participación para los niños y niñas pobres de Argentina fue Fito Páez.
Pocos días después del evento, Fito fue a las Oficinas de Unicef y, en persona, me entregó un cheque de 400.000 pesos. Aclaremos: eran las épocas de convertibilidad, o sea: hablamos de 400.000 dólares. En términos de donaciones a Unicef: ¡un número!
En esa ocasión, le manifesté a Fito la gratitud de la Organización y la tremenda significación de su altruismo en beneficio de la niñez argentina. Le expliqué, asimismo, que de acuerdo con las reglas de Unicef, se le enviaría cada seis meses un documento con información acerca de la utilización de los recursos: la inversión en los programas con una evaluación sobre el avance de las acciones y los comprobantes del gasto. Recuerdo la respuesta de Fito: “Señor Director, yo me he beneficiado mucho este año con el apoyo del pueblo argentino a mi obra musical y quiero devolver aunque sea en parte, a los niños y niñas argentinos, todo lo que he recibido”. Y añadió: “No necesito que me mande ningún informe. Ud. es Unicef”.
En mi historia en Unicef trabajando en varios países, he conocido el apoyo de los más variados artistas a los trabajos de la organización. Hoy es una moda el social marketing. En la mayoría de los casos, siempre se exige publicidad y público reconocimiento ante la menor donación. En el caso de Fito Páez, se trató de un acto infrecuente de altruismo y compromiso con la infancia. Sin esperar nada a cambio. Un muchacho simple, alegre y comprometido con su pueblo. Su entrega fue un acto verdaderamente conmovedor.
Ante los ataques que injustamente recibe, querría mandarle a Fito mi apoyo, mi afecto y reconocimiento. Desearía al mismo tiempo que interrogáramos a sus “escandilazados” cuestionadores si alguno de ellos puede al menos exhibir un acto equivalente, aunque sea mínimo, de altruismo y generosidad con los niños y niñas argentinos.
* Ex director de Unicef Argentina.

Página 12

miércoles, 20 de julio de 2011

La BBC comparó el caso Murdoch con las escuchas de Macri


La BBC hizo un paralelo entre el escándalo por las escuchas ilegales provenientes del periódico sensacionalista británico News of the World con el escándalo del Watergate y, en América Latina, con el espionaje protagonizado por el gobierno de Mauricio Macri



No es de extrañar que en medios de comunicación de otros países la causa por las escuchas ilegales que protagonizó el gobierno de Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires tenga una repercusión mayor que en Argentina donde hay un blindaje informativo. Esta teoría puede ser rápidamente confirmada con solo leer la página web de la BBC. Es que el portal de noticias comparó el escándalo protagonizado por Rupert Murdoch con otros similares que ocurrieron a lo largo del mundo, uno de ellos, claro, en Argentina.

Así comienza el artículo, "el escándalo de las escuchas ilegales que en estos momentos sacude al Reino Unido podría tener graves repercusiones en éste y otros países, pero no ha sido el único". Luego nombra el que fue el mayor escándalo periodístico vinculado al espionaje: Watergate. Y así lo describe: "Basta recordar que un escándalo de escuchas ilegales provocó la renuncia de un presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, en 1974".

Pero luego, llamativamente, también nombra otros casos. "En América Latina también se desataron por lo menos dos escándalos recientemente -en Argentina y Colombia- vinculados a presuntas escuchas ilegales". El que ocurrió en nuestro país no es otro que la red de espionaje interna que se desarrollo dentro del gobierno porteño bajo el mando de Mauricio Macri, en el cual se vigiló a opositores y otros personajes de la sociedad civil.

Cabe remarcar que por ello el candidato a la reelección por el PRO, Mauricio Macri, está procesado al igual que el detective Ciro James (autor de las pinchaduras telefónicas) y el ex titular de la policía Metropolitana, Jorge "Fino" Palacios, quien en la última declaración judicial confirmó además que accedió ilegalmente a una red de archivos que incluían datos personales de distintos políticos.

La comparación es lógica. En Gran Bretaña el reciente escándalo que ocupa las principales planas de los diarios del mundo, incluso en Argentina (que parece haberse olvidado de los delitos cometidos bajo el gobierno porteño) tiene que ver con el descubrimiento de que el matutino News of The World (NoW) intervenían teléfonos y sobornaban a miembros de Scotland Yard buscando información para sustentar sus primicias. ¿Coincidencias no?

DIARIO REGISTRADO

Los dos juicios de Galileo

Por Leonardo Moledo
 
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El Vaticano anunció una magna exposición de documentos históricos, cuya pieza estrella serán algunos de los documentos relacionados con el proceso a Galileo que en 1633 llevó adelante la Inquisición, o Santo Oficio, que mucho más tarde cambió su nombre por el apenas más decoroso de Congregación para la doctrina de la Fe, que hasta su coronación presidió nada menos que Don Ratzinger. El proceso fue fuente de inspiración de obras de teatro y fuente también de ríos de tinta: durante el papado de Wojtyla (apropiadamente llamado Juan Pablo II), finalmente se reivindicó a Galileo, solamente doscientos y pico de años después, y ahora hasta se publican los documentos de ese grandioso papelón que pasó la Iglesia (y que no terminó en tragedia debido a la razonable actitud de Galileo al retractarse y salvar su cuerpo de la tortura y su vida de la hoguera).
El proceso tuvo dos tiempos, en realidad: el primero en 1616, en el que ofició de Gran Inquisidor el cardenal Bellarmino, y un segundo tiempo en 1633, en el que Galileo fue condenado a prisión de por vida, pronto conmutada por prisión domiciliaria en la Villa de Arcetri, donde estuvo sometido a vigilancia permanente. No demasiado estricta, por otra parte, ya que pudo escribir uno de sus grandes libros y filtrarlo, así como recibir visitas y mantener correspondencia con múltiples científicos europeos.
El primer asalto de 1616 no terminó en nada concreto; Bellarmino no era ningún imbécil y todo terminó en una vaga (según Galileo) y firme (según los inquisidores de 1633) advertencia y prohibición de enseñar el sistema copernicano, salvo como “un recurso matemático”, y sin visa alguna de verosimilitud. El proceso de 1633 ya fue otra cosa: la Iglesia se había pronunciado abiertamente contra la astronomía heliocéntrica y era herejía ya no sólo enseñarla sino creer en ella, y se le exigió a Galileo no sólo arrepentirse de haber creído en ella, sino hacerlo “sinceramente”, para lo cual se le mostraron los aparatos de tortura, y se le explicó para qué servía cada uno de ellos: una siniestra farsa que sólo por un pelo no terminó de la manera más horrible (como había sido el caso de Giordano Bruno) gracias a la lucidez de Galileo. Desde ya, fue una de las tantas y siniestras muestras de intolerancia de la Iglesia Católica, que rechazó y prohibió el sistema que sólo medio siglo más tarde se consagraría de manera irrefutable con la obra de Newton. En verdad, en 1616, la Iglesia estaba fundamentalmente preocupada por controlar cómo se enseñaba la realidad; en 1633, ante los fracasos de la Contrarreforma, ya estaba preocupada por controlar cómo era la realidad.
Pero hay algo más sobre el juicio a Galileo: por un lado está el papelón de condenar la teoría copernicana, una teoría ya adornada por las tres leyes de Kepler y que estaba siendo aceptada en Inglaterra y Holanda, por poner un par de ejemplos, y que en poco tiempo más se vería coronada de manera definitiva por Newton; Galileo tenía razón frente a lo retrógrado de la postura papal. Sí. Pero... ¿y si Galileo hubiera estado equivocado, qué? ¿En ese caso la intolerancia hubiera tenido su costado razonable o disculpable?
Al fin y al cabo, la idea de libertad de pensamiento es relativamente nueva: se remonta no mucho más allá de la Revolución Francesa. ¿Es legítimo condenar un acto de intolerancia del siglo XVII con los parámetros actuales? ¿No es una falacia juzgar hechos pasados con valores presentes? ¿Puede uno horrorizarse ex post de la represión en una época que ni soñaba con la libertad de pensamiento como un derecho? ¿O de la recurrencia a la tortura, cuando ésta era parte legal de los procesos judiciales y faltaba bastante para que se publicara el alegato Dei delitti e delle pene, de Beccaria, que cambió el pensamiento jurídico para siempre?
Yo creo que decididamente sí: es difícil tomar aquellos horrores como simplemente epocales; al fin y al cabo, si se utilizaban eran precisamente porque se los consideraban horrores, inseparables del castigo. Además, no eran para nada universales: Holanda, en gran medida Inglaterra, y hasta la República de Venecia (por no hablar de Toscana, donde Galileo era ampliamente aceptado) tenían hacia el pensamiento actitudes muy distintas (no así hacia la tortura en los procesos judiciales, aunque, vale la pena recordar, el mismo derecho romano prohibía la tortura –a los ciudadanos, claro está; los demás podían ser torturados libremente–). Por otra parte, no está de más recordar que el pensamiento intolerante es bastante más actual de lo que uno desearía.
Así pues, hay dos juicios a Galileo: uno es el científico, en el que la Iglesia hizo más o menos lo mismo que lo que haría (sí que con mucho menos poder) con Darwin apenas dos siglos y monedas más tarde. El otro es la represión a la disidencia y la discordancia: el primero no hace sino volver más nítido y más repudiable y repugnante el segundo. Del primero, el Vaticano se retractó. Del segundo, no.

Página12

martes, 19 de julio de 2011


Macri, el kirchnerismo y la ideología

Por Amílcar Salas Oroño *
Reflexiones sobre el resultado de las elecciones en la Ciudad > Las motivaciones detrás de los votos
I. Una elección es, también, un registro específico de cómo determinadas ideas políticas atraviesan las diferentes capas y segmentos de una sociedad. De cómo ciertos puntos de vista y discursos partidarios decantan hacia abajo, y a la inversa. La representación política tiene eso, momentos ascendentes y descendentes: el “intercambio” de significados entre representantes y representados. Pero es importante tener en cuenta que esta secuencia de sentidos no ocurre en el vacío: hay un mapa existencial de la estructura económica que prefigura los marcos de las disputas. Los resultados de la última elección en la ciudad de Buenos Aires deben también ser revisados en esta clave.
II. El crecimiento económico de los últimos años ha modificado sustantivamente la fisonomía de la ciudad de Buenos Aires. Está claro que no en el plano de lo público, aquello que es potestad del Gobierno de la Ciudad: allí el desmejoramiento ha sido verificable como consecuencia, principalmente, de las distribuciones presupuestarias realizadas por la gestión del propio Macri en áreas sensibles de la convivencia común. El cambio más evidente se ha dado en una dimensión íntima, privada, particular. El ciclo económico nacional ha recompuesto, desde los diferentes resortes complementarios de la dinámica económica, la posibilidad de una (nueva) autopercepción individual: la de que el progreso personal no es una quimera estacionada en el pasado histórico. Es en ese sentido que estos años de kirchnerismo se nos presentan como una superación al encierro de expectativas sociales característico del neoliberalismo: los proyectos de realización individual y las expectativas de “movilidad social” han encontrado este tiempo histórico para relanzarse, para volver a pensarse como parte de la propia existencia (incluso combinándose con otros reconocimientos, por ejemplo, el matrimonio igualitario). Se trata de un fenómeno federal, lo que no quiere decir que sea homogéneo ni universal, ni que este reparador optimismo social se presente de manera similar en todas las provincias ni para todos. Son cambios que también se verifican en otros países latinoamericanos, producto de una combinación heterodoxa de, por un lado, un rol más activo del Estado en la regulación económica y, por el otro, la ampliación del mercado y del consumo; extensión paralela y continua de Estado y mercado al mismo tiempo, generando un nuevo ciclo de las expectativas personales.
III. Este cambio subjetivo –recostado sobre cambios objetivos– presenta en la ciudad de Buenos Aires características particulares. Automóviles, gastronomía, equipamientos domésticos, inclusión en general. El consumo situó en estos años la idiosincrasia de la Ciudad en otra dimensión, bien lejos de la recesión económica de hace una década y con otra imagen; aquellos agregados colectivos originales o el clima político de diciembre del 2001 se transformaron: ahora hay faltantes de... ¡blackberry! Lo que se dio en la ciudad de Buenos Aires, con el consumo como vector de la integración, fue una (re)socialización desde el mercado, a diferencia de otras regiones y provincias del país donde el Estado tuvo un protagonismo más quirúrgico y determinante, estructurador de las identidades poscrisis. Es precisamente esta situación la que está detrás de la última elección: a fin de cuentas, el PRO es básicamente eso, una ideología del mercado, del consumo; su compaginación con el contexto fue virtuosa. Su discurso gira en círculo sobre unos pocos elementos: la imagen del confort, la negación de la condición social del ciudadano y una estética del entretenimiento. No hay ética de la solidaridad, no hay tradiciones políticas, no hay patrimonio histórico a compartir, entre tantas otras cosas. Pero es precisamente por ser una ideología del mercado que el PRO ha realizado una excelente elección en general; en ese sentido, se trata de una fuerza política contemporánea a la época en la que se sitúa. El PRO elabora su discurso tomando como punto de partida ese mismo imaginario renovado del progreso personal a partir del consumo, sin retocarlo: se asienta sobre una percepción real, la metaboliza y ofrece un destino electoral compatible con la misma.
IV. Dado el contexto, el kirchnerismo no hizo una mala elección. El problema es que se enfrentó a una fuerza política con una determinada ideología para la Ciudad, con una determinada ideología para esta etapa histórica de la Ciudad. Por circunstancias múltiples y entrecruzadas, que van desde el vértigo de la agenda política del gobierno nacional hasta el contradictorio y sinuoso legado del progresismo de raíz antimenemista, el kirchnerismo nunca logró componer una ideología propia para la Ciudad, es decir, no identificó aquel punto de vista transformador –propio de su identidad como proyecto político– en la clave de la dialéctica social porteña. Esto hubiera supuesto, en primer lugar, estructurar un vínculo representativo desde hace varios años, con un mando de acción organizado y, en segundo lugar, registrar, analizar y elaborar esta época de la Ciudad. Un trabajo de mediano plazo que no se resuelve simplemente con “escupir al gorila”; tampoco lo resuelven únicamente el “periodismo militante” y el twitteo maratónico. Componer una ideología alternativa a la mera expresión del mercado, un programa que agregue la dimensión de la politicidad, del Estado, precisamente aquello que es la originalidad del kirchnerismo y de los otros gobiernos latinoamericanos. Que coloque a la (re)socialización desde el mercado en otro nivel, con otra mezcla cultural y diseños institucionales, y que la desplace de su funcionalidad afín a los sectores dominantes. Una combinación política contemporánea e híbrida en ideas y actores, que no implica obligatoriamente insistir en lo que se ha venido denominando progresismo.
V. Ni el “asco” ni la desafección política suprimen la tarea para el kirchnerismo de realizar una fotosíntesis ideológica en la ciudad de Buenos Aires. Su representación política lo espera. Una ideología que enmarque y potencie a la voluntad política, esa misma que, aún bajo estas circunstancias, llegó a un tercio del electorado. Siempre hay espacio para reorganizar estratégicamente las ideas; como nos apuntalan nuestras mejores tradiciones: la única lucha que se pierde es la que se abandona.
* Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IealcUBA).
 
Página12.

El silencio de los inocentes


Por Lucas Fernández *
Reflexiones sobre el resultado de las elecciones en la Ciudad ; Las motivaciones detrás de los votos
Hay algo de indescifrable y perturbador en la ciudad de Buenos Aires. Se trata de la explicación de la voluntad popular expresada en las elecciones del último 10 de julio. Vale la aclaración de que estamos orgullosos de nuestra democracia y que el voto sea individual, secreto y obligatorio. No obstante, analizamos el resultado y no encontramos una respuesta unívoca, irrefutable, que nos deje satisfechos. Sobre todo porque Mauricio Macri obtuvo el 47 por ciento de los votos.
Existe entre nosotros un desconcierto, porque durante años criticamos y luchamos contra las políticas de Macri, porque expresaron y construyeron un modelo de ciudad antagónico al nuestro. Y así fue como desde diversas iniciativas intentamos revertir esta situación, otorgándole al conflicto la máxima dimensión posible. No se trató de un debate de señores con pensamientos distintos. Fue mucho más. Hicimos charlas, encuentros, marchas, actos. Pensamos consignas, campañas, escribimos textos, diseñamos afiches. Todo eso nos mantuvo en activo movimiento en los últimos años. Como fuerza política nosotros disputamos poder. Y creemos que la política es centralmente eso. Entendimos que había dos modelos en pugna, en representación de intereses diversos. En nosotros maduró la idea de que los porteños nos habían escuchado, como colectivo multisectorial, que logró la remoción del Fino Palacios y Abel Posse, que defendió la salud y la educación pública, que reivindicó la lucha de los estudiantes por las becas y en la toma de los colegios, que repudió la UCEP y las escuchas ilegales, que se indignó por la falta de mantenimiento en las escuelas y en los hospitales. Todo eso y más, esperábamos que resuene en las urnas, pero no fue así. Tan sólo fue un suave murmullo, acompañado de voces de compañeros que se multiplicaron en los últimos años.
El resultado fue contundente e inesperado para muchos, incluso para Mauricio Macri. Sin embargo, no hubo festejos populares, ni bocinazos, ni ¿cacerolas?, ni encuentros en el Obelisco. En la calle siguió todo igual, los mismos gestos adustos, a pesar de que casi uno de cada dos lo votaron. Podríamos decir que existió una inefable “espiral de silencio” en esta ciudad. Que acalló nuestros gritos, nuestras discusiones enervadas, que ocultó nuestras banderas y que esquivó nuestros argumentos. Y que convenció de punta a punta de la ciudad, que la mejor opción era el PRO. Este comportamiento pudo estar motivado por el conformismo, la posible validación de la gestión o la reticencia al cambio. Nadie pudo anticiparse, porque nadie se jactó de viva voz del color amarillo ni de los globos de colores. Quizás allí radicó su eficacia para diseminarse en todos los barrios, traspasar los muros de los edificios, impregnar los subtes y los colectivos y alfombrar todas las veredas con la idea de que “juntos venimos bien”, pero por lo bajo, con una sutileza casi clandestina.
Y ahora escuchamos opiniones diversas que intentan dar cuenta del fenómeno, y se va cocinando un caldo espeso. Todo va a parar a la olla: los encuestadores, los jefes de campaña, los medios, los punteros, los militantes, las organizaciones, los partidos políticos, los periodistas, los afiches, etc. Esa mezcla da un sabor amargo, sobre todo porque está condimentada con la desazón de la derrota.
Pero para la militancia no hay nada peor que cargar contra su pueblo. Es ahí cuando pierde su razón de ser. Si intentamos justificarnos y convencernos de que la sociedad porteña es fascista, gorila, medio pelo, marketinera, o la categoría totalizadora que se nos ocurra, estamos perdidos. Porque les estamos dando la espalda a más de un millón de ciudadanos, que por alguna razón decidieron no votarnos. Si hay algo que nos gusta de Buenos Aires es su diversidad, de pensamientos, de costumbres, de religiones, de formaciones, de sentidos de pertenencia. Incluso entre los que votaron a Mauricio Macri. Nos indigna la desigualdad y la diferencia entre los barrios del sur y del norte. Entre los que pueden y los que no pueden disfrutar del lugar donde viven. Nos duele la pobreza y nos subleva la ausencia del Estado porteño. Porque creemos que todos tenemos derecho a la ciudad y a ser felices en ella. Por eso militamos la campaña de Daniel Filmus. Y vamos a seguir defendiendo esos valores en la segunda oportunidad del 31 de julio y después también. Será ese día cuando los porteños elijan entre dos propuestas, que expresan proyectos políticos y modelos de ciudad bien distintos. Y otra vez van a ir a votar y a elegir un candidato. Y lo van a hacer de a miles, de a millones. Entonces nos van decir definitivamente qué gobierno quieren, aunque no sea el que nosotros queramos. Y si no se da, seguiremos militando por este proyecto, seguramente con nuevas estrategias. Para interpelar a los porteños, para sumar voluntades. Al fin podremos interpretar sus ansias y canalizar su amor. Porque, como dice el tema de Miguel Cantilo, sin embargo queremos a este pueblo, tan distanciado entre sí, tan solo. Porque no somos más que algunos de ellos, sin la gomina, sin la oficina, con ganas de renovar.
* Colectivo Militante.

Página12.

lunes, 18 de julio de 2011

Ojo con el Tano

 

 

Por Eduardo Aliverti
A riesgo de equivocarse: el que suscribe tiene la impresión de que la semana después arrojó, al menos por lo leído y escuchado en los medios, una mayoría de razonamientos más propios de las calenturas que del repaso y reposo esperables cuando transcurren los días siguientes al hecho. Se entiende que ante determinadas circunstancias lo primero que uno hace es agarrarse la cabeza. Pero después hay que soltarla.
Hubo apuntes muy interesantes, aunque –de nuevo, sólo una impresión– tuvieron el carácter de sueltos. De inarticulados. De haber tomado el todo por la parte. Haya sido así o no, asumamos otro riesgo sin ninguna pretenciosidad. Tratemos de ensamblar, de entender contradicciones, de hurgar mejor en ciertos datos y antecedentes. Puede salir mal, pero debe intentárselo porque de lo contrario continuará rigiendo una lógica de blanco o negro que no suele compadecerse con la complejidad de la política. Para empezar desde algún punto cualquiera: decir que ésta es una ciudad facha porque poco menos o algo más de la mitad de sus sufragantes optó por la derecha, según se tome para no ir muy lejos el domingo pasado o la segunda vuelta de 2007, es un disparate. Esta es la misma ciudad que derrotó a Domingo Cavallo, y ése sí que es un tipo que instaba desde la derecha explícita. No era Macri, que se agota en suelta de globos, pinturas de amarillo y fraseología de escuela primaria, sin cuadros políticos más que el ingenio provisto por su asesor publicitario ecuatoriano. Esta es la misma ciudad que entrega una oferta cultural, en el más amplio sentido del término, de escaso parangón mundial. Esta es la misma ciudad epicentro de innúmeras movilizaciones y protestas sectoriales de todo tipo, no precisamente de derecha. Es la ciudad de la Carpa Blanca docente, la ciudad que tiene periodismo sin discurso único, la ciudad del debate. Es todo eso tanto como la sede gorila histórica, el centro financiero del garcaje, la pornografía de las desigualdades sociales. Y aun así, tiene más a su favor progre que la Madrid del PP, que las urbes francesas de los votos auténticamente fascistas por Le Pen, que la Milán del separatismo aliado a Berlusconi, que la Santiago pinochetista, que la Montevideo votadora de amnistías a los milicos. Buenos Aires es, incluso, la ciudad que habilita un artículo como el de Fito Páez, cuyo pecado no es lo que dijo sino haberse permitido afirmar en público lo mismo que piensa el núcleo duro de quienes detestan a Macri y a lo que Macri representa. Y es la misma Buenos Aires en la que Cristina significa un arco que va desde ganar cómoda hasta una excelente elección. ¿Qué dirán cuando eso suceda? ¿Que de ciudad facha se convirtió de la noche a la mañana en la quintaesencia izquierdista?
Hay un aspecto de lo sucedido el domingo que llama poderosamente la atención. Con 20 puntos de diferencia, que se lo mire por donde se lo mire es una victoria numéricamente aplastante, insospechada y con pinta total de irremontable, no hubo festejos públicos, de ninguna naturaleza. Sólo los globos y pasos de baile en el bunker PRO. No se escuchó ni un bocinazo. Nada de nada. ¿Cómo es posible que semejante detalle fuera pasado de largo? ¿Cómo puede ser que no se haya reparado con énfasis en el modo formidable con que eso expresa el segmento descafeinado de la victoria macrista? Compárese esa indiferencia con los cacerolazos de la tilinguería cuando el conflicto con “el campo”, con los despotriques contra la yegua montonera, con el quilombo que armaron, con los actos que desplegaron. ¿Dónde estuvo esta vez el entusiasmo facho? ¿Por qué no salieron a la calle con 47 a 27? ¿Será que la sencillez de lo ocurrido es menos binaria que adjudicar la distancia en las cifras a una horda de pensamiento garca? ¿Será que solamente se trata de que las cosas son percibidas como en un buen rumbo y que no tiene sentido cambiar en ningún lado? En lo que va del año ya van ocho elecciones y, salvo en Catamarca, con sus bemoles, ganaron los oficialismos. ¿No será que el nacional está preso de su propio éxito y que justo por eso acaba de tocarle una derrota dolorosa pero comprensible? Lo de “dolorosa” es irrefutable en lo anímico, aunque también puede discutirse, si es bajo la estrictez de cierto raciocinio político, porque después de todo, un Macri ganador conlleva que hay algo para contrastar discurso y acciones: gobernar contra una oposición activa es agotador, pero gobernar sin oposición aburguesa.
Se habló también de las características aguachentas del candidato Filmus, y en voz baja hay kirchneristas que son todavía más ácidos al respecto. Sin embargo, juicios de igual procedencia citan la inteligencia del macrismo al plantear una campaña de paz y amor, sin ataques, carente de toda altisonancia. Si esto último fue así; si en efecto resultó decisivo acertarle al tono decontracté para sacar semejante diferencia, vaya entonces con lo que habría ocurrido con gente mucho más agresiva que Filmus, como Boudou o el propio Tomada. En todo caso, lo que correspondería cuestionar es la estrategia de la Presidenta. Cristina jugó casi hasta último momento con el nombre del elegido, achicándole los tiempos y endosándole una imagen de acatamiento sin chistar, tanto en el manejo de las candidaturas ejecutivas como en la conformación de las listas. Y la pobreza de la campaña K dio idea de que no estaban especialmente ansiosos por ganar, al margen de las bondades o deficiencias de Filmus. En todo momento se lo vio más solo que acompañado. Debería replantearse si acaso no consiguió un muy buen guarismo, porque fue a pesar de la campaña que tuvo.
A la hora de (no) sorprenderse por los números, igualmente hay que pensar en cuál fue el destino del voto radical tradicional. ¿Desaparecieron los radicales, en lo que supo ser su bastión? ¿Son nada más que el 2 por ciento obtenido por una candidata impresentable? ¿O siguen siendo muchos y fueron a parar a Macri, como debe ser? Tampoco se examinó la elección de Solanas, más allá de repetir que quedó encorsetado por la polarización. Perdió la mitad de sus votos de hace apenas dos años. Hoy, así y todo, estaríamos hablando de otra cosa si no le hubiese sido funcional a la derecha, aun cuando sólo se computara la parte progre de sus seguidores. En cualquier hipótesis, si ésa no gusta, ¿los votos de Solanas, que al fin y al cabo fueron la tercera fuerza, también son adjudicables a la ciudad facha? Es cierto: Pino hace todo lo posible por parecer un jugador de Macri y ahora redobla esfuerzos convocando a la libertad de acción de sus votantes. Pero lo que él hace no es necesariamente lo mismo que lo que expresa su espacio.
Finalmente, en cuanto a indagaciones numéricas puntuales, cabe reiterar como muy dudosa la semblanza exitista que trazaron los grandes medios opositores. Esa cuenta de que Macri en Capital, más el probable triunfo de socialistas y radicales en Santa Fe, más favoritos cordobeses que no son del gusto K, redibuja el panorama. ¿Cómo sería? ¿Con cuál candidato aglutinador? ¿Con qué cálculo en la provincia de Buenos Aires, e incluso en esos grandes centros urbanos donde la Presidenta comanda con amplitud la intención de voto? Cuando se puntean algunas exploraciones de lo sucedido el domingo en Capital, parecería que empezó a cambiar todo el país. No se debe arriesgar un pronóstico concluyente a favor de Cristina, sencillamente porque no se gana hasta que se gana, pero tampoco confundir datos con expresiones de deseos.
Sí pueden anotarse algunas enseñanzas. La inconveniencia de decidir siempre en soledad. La ausencia de un trabajo más intenso y efectivo en el cuerpo a cuerpo, en la militancia. El exceso de confianza en la publicidad oficial. Aspectos todos, entre otros, que hasta aquí no parecen afectar la proyección presidencial. Pero que ponen luz amarilla sobre una manera de construir política demasiado entregada a lo emocional, a la mera suma de votos, a las encuestas favorables. Al Cristina todo lo puede. La oposición tiene lo suyo, claro, y caramba si lo tiene. ¿O ahora resulta que también se perdió de vista que el Macri ganador es un bajado de la contienda nacional, al que acompañan otros bajados varios?
Un poco más de serenidad. Lo que devuelva el espejo analítico de la política no puede ser la imagen del tano Pasman.

Página12

En riesgo

 

Por María Pia López *
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Una derecha no ideológica. De eso se trata. Aunque suene paradojal. La nombramos derecha –y será hora de que desmenucemos esa condición–, pero lo es por el modo en que se presenta como una abstención de toda ideología. Las derechas anteriores, las antiguas, enlazaban liberalismo económico y autoritarismo político. Fueron nacionalistas en los ‘20, jerárquicas en los ‘30, militaristas en las décadas siguientes, cruentas asesinas en los ‘70, neoliberales en la democracia. Las nuevas derechas miran con distancia esa secuencia de la que no se sienten descendientes. Y algo tienen de razón: son hijas más de la época que de un linaje. La preocupación por la tradición pertenece hoy más a las izquierdas, siempre atentas a las rencillas de familia, a las bastardías y a las legitimidades. Esta derecha, la nueva, se quiere sin filiación: como si atrás suyo sólo viera el balbuceo ineficaz de uno y otro signo. Se pretende sin genealogía, porque su fuerza no la otorgan los blasones del pasado sino las galas de la industria del espectáculo.
Si no pronuncia palabra ideológica –y siempre que lo hace parece estar cometiendo un traspié– es porque la ideología transcurre –su fuerza de derecha– entre globos de colores y una estética que se toma sus recursos de los shows de baile televisivos, los cumpleaños de 15, las fiestas empresariales. Esto es, todo lo que suele identificarse como ritualización de la alegría. Quizás en otros momentos las derechas tomaban a su cargo los ademanes de la práctica religiosa, ahora son los de la fiesta. Una fiesta insistente. Y ojo: que ni siquiera se presenta como exclusiva. Somos nosotros los que la calificaríamos como tal. Pero no sus organizadores, que la disponen como cada uno haría el festejo por los 15 de la nena: con distintas categorías de invitados. O con un VIP.
Porque esa derecha corresponde a la época es que tendemos a pensarla con imágenes que surgen de las estéticas televisivas: y frente a la contundencia de la fiesta tinellista le oponemos la crítica que sagazmente Capusotto ejerció con su Micky Vainilla. Recordemos: el cantante pop que se tentaba –sin entender bien por qué– en enunciados racistas y en discriminaciones varias. Crítica que vendría a decir, aunque sepamos que los chistes no se explican, que lo que hay atrás de la no-ideología es una ideología que no osa decir su nombre.
Pero a veces lo dice. Y es votado aún diciéndolo. La primera vuelta electoral en la Ciudad de Buenos Aires la ganó esta nueva derecha. Con sus pretensiones de asepsia discursiva, su torpeza enunciativa, su fiesta mediática, sus globos de colores. Constituye un tipo de populismo que interpela el modo no político de ser votante y a la vez el modo explícitamente político de pensar la ciudad. Porque lo extraño es que Macri suma, aparentemente, dos tipos de votantes: el que quiere acentuar un voto antikirchnerista en la Ciudad y el que vota por la continuidad de una gestión gubernamental que se realiza en un contexto de mejoría económica que depende de las políticas nacionales.
Dos motivos para el voto: el hedonista, sustentado en mayor consumo y mejoría general del nivel de vida (el que en octubre podrá ratificar al gobierno nacional); y el opositor, que considera que la Ciudad debe estar en otras manos que el Estado nacional y que el candidato más votado expresa una alternativa al kirchnerismo. Hay, seguramente, otros motivos, pero éstos –y no la valoración de la gestión efectiva– son los que inscriben la elección en una dimensión que no es local. La semipresencia de la Presidenta en la campaña fue, quizás, la peor opción: porque no fue tanta como para afirmar que en la Ciudad las políticas nacionales las expresaba el candidato del FpV y no el que iba por la renovación de su mandato; pero sí fue suficiente como para nacionalizar la elección y fortalecer la idea de una opción opositora. No fue el único problema de una campaña que por momentos parecía un canto a la libertad: cada votante quedaba obligado a inventar las razones para elegir la fórmula que entró segunda al ballottage.
¿Pero se trata, sólo, de una campaña que no logró encontrar los modos de interpelación adecuados? ¿O estamos ante un problema que excede los estudios de marketing y las estrategias publicitarias? Creo más bien esto, y que la campaña vino a revelar ciertos rasgos difíciles de aprehender.
La derecha –démosle el nombre que se merece– hace política territorial y publicitaria, bajo el argumento de que no es política. Trabaja en los barrios, hace obra, distribuye recursos, y contrata estrategas publicitarios, para que todo eso transcurra con las formas de una inocente fiesta familiar. Es decir, hace política colocándola bajo el signo de la despolitización: obviando el plano del conflicto y de la contradicción, acentuando y habilitando las aristas reaccionarias del sentido común y poniendo para su provecho la destrucción de las conciencias libres que día a día emprende la industria del espectáculo. Y todo eso en nombre del fin de las ideologías y de un discurso de la feliz reconciliación que le provee un “nietzscheismo” de divulgación. Por eso, si en un punto algunos de sus votantes pueden reconocerse también como votantes del gobierno nacional es en el de la asunción de un contexto de mejorías económicas –como se ha dicho, cuando votan con el bolsillo–.
Es decir, el macrismo expresa un modo de la subjetividad, se afinca allí, y no sólo es deudor de las argucias de un Durán Barba. Pero, si esto lo sabemos (y no sólo lo sabemos, también creemos que es necesario combatirlo), entonces de lo que se trata es de combatir la despolitización con más política, más prácticas en los barrios, más vínculos sostenidos entre grupos culturales y artísticos, más militancias. Más políticas desplegadas durante los cuatro años –y no ante la inminencia de las elecciones–, más acuerdos sustentados con fuerzas democráticas porque si esta derecha vence ni los muertos estarán a salvo. Aunque no se atreva, todavía, a mostrar todas sus cartas.
Estas líneas pueden sonar extemporáneas. Que debían ser escritas hace tres años o dentro de un mes, para pensar lo que vendrá. Pero no hoy, a días de una elección fundamental. Pero es que ante esa elección lo único que podemos hacer es interpelar la conciencia de nuestros conciudadanos ante el peligro y decirles, desde lo más profundo del saber de los errores que compartimos, que nuestra ciudad y el futuro común están en riesgo.
* Ensayista, docente de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

Página 12

sábado, 16 de julio de 2011

El caballero Macri

Por Sandra Russo
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Aunque esté actuando, aunque sólo forme parte de una estrategia electoral, qué genial sería extraerle algunos gestos a la foto de Mauricio Macri de hoy, para incluirlos en la película de lo que resta de este año. La amabilidad, la cortesía, la voluntad de cooperación. O quizá ni siquiera tanto. Con el respeto institucional, o qué digo, al menos con el respeto por el electorado –un sentimiento republicano que descubren él y los grandes medios recién ahora, cuando hablan del electorado “normal”, el propio–, alcanzaría.
Los contundentes casi veinte puntos de ventaja, que si no se pueden revertir, como machacan incansablemente técnicos y políticos, lo dejarán instalado cuatro años más en el gobierno de Buenos Aires, han hecho de Macri una seda. Se lo ve mucho más compuesto y expositor de su ánimo no confrontativo en relación con “esta señora de acá enfrente”. Teniendo en cuenta que un porcentaje importante de los porteños votó o votará a CFK, que Macri actúe a partir de ahora con un espíritu de colaboración y no de choque constante sería un alivio para muchos y mejoraría la calidad de vida en la ciudad, donde lo que se ha polarizado es la base, la calle, el clima general.
Un día después de que Macri le twitteara a la Presidenta su congratulación por el nieto en camino, una prueba más en pocas horas de su voluntad conciliadora y caballeresca, fue la inauguración de Tecnópolis en Villa Martelli. De esa muestra fueron privados los porteños el año pasado porque el jefe de Gobierno no quiso cortar un fin de semana la avenida Figueroa Alcorta. Ese fin de semana él se casaba, y además ahí se afirmó como el señor del territorio. La cosa pasó en los grandes medios sin pena ni gloria, como tantas otras que se taparon o directamente se pergeñaron entre el gobierno porteño y el Grupo Clarín, ya convertido en el exclusivo proveedor de wifi y las netbooks más caras del mercado en las escuelas públicas porteñas.
Las urnas le han dado la razón al asesor Durán Barba, quizás el verdadero dueño de la victoria del PRO. La lluvia no fue sólo de globos, fue de votos, y parece confirmar su teoría de que al “elector medio” le preocupa más si deja embarazada a su novia que si la Argentina paga su deuda externa.
Es verdad que hay que hacer cierto camino mental para advertir que de cómo le vaya a uno con sus noviazgos, con sus embarazos, con su potencia y su frustración personal, depende en buena parte del país en el que vive y de su política. “Lo personal es político”, gritaban las esclarecidas feministas del siglo pasado, ya avivadas de que nuestra intimidad más honda y nuestras vivencias individuales, sentimentales o familiares están atravesadas por discursos de poder. Pero a los candidatos asesorados les va mejor cuando la gente no anda pensando tanto.
Ya que Macri quería hablar de sexo en la campaña, podría uno hasta preguntarse qué fue de la potencia sexual de los desocupados de los ’90, o qué estará pasando ahora con la energía sexual de los ciudadanos griegos, que nos recuerdan a nosotros mismos en la pesadilla del corralito. Vaya si se puede hablar del neoliberalismo y su ataque a la felicidad de las grandes mayorías. Pero estos razonamientos son demasiado rebuscados, diría Durán Barba, con los resultados de la primera vuelta ya en la mano: la mayoría de los porteños no se hacen estas preguntas ni son alentados a hacérselas, porque a nadie en los grandes medios se le ocurriría alentarlos para que lo hicieran. Esas preguntas nunca formarán parte de sus agendas.
No obstante, si el tono conciliador de Macri fuera algo más que una pose, todos lo disfrutaríamos y hasta podríamos cambiar nuestra imagen de él. Si ese nuevo Macri ganador estuviera de verdad dispuesto a gobernar para los que lo votaron y los que no, como se presume que hace un buen gobernante, por qué no abrirse a una nueva etapa en la que la ciudad y la nación pudieran llevar adelante sus proyectos y acuerdos, como sucede con todas las jurisdicciones del país. Podríamos reenfocarlo y creer, por ejemplo, que aquella prohibición para que Tecnópolis fuera instalada dos días en el centro porteño fue un error que no se repetiría. Después de todo, Macri privó a propios y a ajenos de un disfrute popular que hubiese podido compartir hasta en un palco, y lo que exhibe la megamuestra es el progreso argentino en materia tecnológica y científica, algo que excede cualquier interés partidario. ¿Por qué no asociarse en eso? Lastima el sentido común que el jefe de Gobierno de una ciudad no esté interesado en que los ciudadanos accedan a los avances que hay en su propio país, a las posibilidades y las concreciones que tienen lugar en el país al que pertenece esa ciudad.
Uno sin embargo no puede ver en el gesto más que máscara. Legisladores de Mauricio Macri recibieron directivas para frenar en el Concejo Deliberante de Vicente López la habilitación de Tecnópolis, y obligaron al intendente radical Enrique “Japonés” García a permitirlo por decreto. Es decir: intentaron hasta último momento boicotear la exposición.
Donde empiezan los hechos terminan las palabras. Incluso las palabras sin contenido, las palabras sin raíz y sobre todo, las palabras de burda circunstancia.

Página12

jueves, 14 de julio de 2011

Elogio del vocablo "asco" mientras 

 

disparan contra Fito

 

 

 

Por Mempo Giardinelli
 

Para lanacion.com



 
 

Le han dado con un caño a Fito Páez, como se dice vulgarmente. Y parece que van a seguir toda la semana, como si hubiesen encontrado un buen filón para explotar.
Se entiende por qué: hasta la semana pasada la oposición en pleno parecía resignada a que las elecciones de octubre estaban perdidas y no había manera de vencer a la Presidenta. Ahora, el sorprendente resultado de la primera vuelta de las elecciones porteñas les abrió una esperanza. Si nos unimos -leen- seremos invencibles.
Y otra vez subrayan que el 70% de los electores votó contra el gobierno nacional. Matemática absurda e insostenible, pero que autorizaría a decir que entonces el 98% votó contra el radicalismo, el 96% contra Carrió y un más modesto pero mayoritario 53% votó contra Pro.
Disparate más o menos, explotan la desafortunada expresión de Páez -un músico apasionado; no un político- porque parece que cualquier ruta los deja bien para seguir exagerando todo, exacerbando los ánimos y así mantener crispado el escenario político nacional.
El dolido exabrupto de Fito Páez les funcionó, digamos, como un sincericidio. Les vino como anillo al dedo porque resulta fácil hacer de un cantante popular una hoguera mediática. Les llevó menos de dos días condenarlo e incinerarlo porque escribió la palabra "asco", que es definida por el Diccionario de la Real Academia Española como "impresión desagradable causada por algo que repugna".
Claro que en este caso esa impresión resultó claramente inapropiada porque lo repugnante vendría a ser, para quien lo dijo, la masiva adherencia a una gestión que él juzga -y quien firma esto también lo juzga así- ineficiente, insensible, inexperta, sospechada de corrupción y muy peligrosa como propuesta de manejo de la cosa pública.
En el intento de hacer un elogio del asco, y a la luz de las postulaciones del DRAE , resulta que los abordajes semánticos conducen todos a lo mismo: a un resentimiento inclaudicable cuando el asco deviene ejercicio cotidiano, que no es el caso de Fito Páez. Pero sí lo es de quienes hacen del asco una especie de repugnancia militante, como la que les produce el solo nombre de la Presidenta, o, como ya es moda, la inocente letra K devenida símbolo del demonio.
Ha de ser por eso que hay algunos sectores que se manifiestan estos días tan exageradamente escandalizados por lo que escribió Páez alrededor de la palabra "asco", pero no se escandalizan ante otros textos tendenciosos como los que inundan los medios estos días.
Dicho con más claridad: los que se asquean ante el asco de Fito Páez, no se escandalizan ni ahí frente a groseras contradicciones como la de Ricardo Alfonsín, que había dicho que Macri era su límite y ahora anda buscando su abrazo y dice que de ser porteño lo votaría, con lo que deja pagando a su candidata Giudici. Ni mucho menos la de Elisa Carrió, que la misma noche del domingo desautorizó a su propia candidata María Eugenia Estensoro, al celebrar los votos de Macri.
Si el comentario de Fito, con el que no acuerdo, fue provocador e injusto, entonces el coro de condenación mediática también lo es.
De todos modos, y asco más o menos, la cuestión no está cerrada y eso es lo apasionante de la política argentina.
Porque bien podría pensarse -dicho sea solamente como hipótesis en libertad- que el pasado domingo mucha gente votó de manera testimonial, o ideológica, para "castigar" al gobierno nacional o como simple manifestación del típico oposicionismo porteño ante unos comicios locales que acaso consideró muy nacionalizados. Entonces, siguiendo esa teoría,podría suceder que muchos de esos votantes adviertan ahora que más allá de lo testimonial alguien tendrá que gestionar su ciudad. Y si es así verán más claro, de un lado, el desapego al trabajo, el desprecio por la educación y la salud públicas, el retroceso cultural (desastre del Teatro Colón incluido) y el puro afán de hacer negocios con los amigos. Mientras del otro lado habrá un gestor competente, con años de experiencia en el buen manejo de la educación pública argentina, a la que puso en el camino de la recuperación, y además persona decente e intachable.
Es una hipótesis. Sólo eso. Una proposición incomprobable hoy, pero no imposible. Todos los porteños, y muchos que no lo somos, nos llevamos una sorpresa el domingo pasado. Quién puede garantizar que no habrá otra el 31 de Julio. Repugne a quien repugne.
Está claro que un modesto elogio, en el sentido que define el mismo DRAE como "alabanza que se hace de las cualidades y méritos de una persona o cosa", no alcanza en este caso para elaborar una teoría del asco. Pero acaso sirve para reflexionar acerca de la arbitrariedad de los condenadores mediáticos -algunos, periodistas muy renombrados- cuyas papilas olfativas parecen tan chiquitas como enormes los intereses de quienes les pagan por ese tipo de servicios