jueves, 31 de mayo de 2012

“Página es una contraseña de identidad”


Texto completo del discurso de Cristina Fernández de Kirchner en el acto por el 25° aniversario de Página/12 *


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Muy buenas tardes a todos y a todas; Jorge (Prim), Hugo (Soriani), Ernesto (Tiffenberg, los tres miembros de la dirección del diario), trabajadores de Página/12, miembros de las organizaciones de derechos humanos, escritores, cantantes, artistas, todo el colectivo cultural de la Argentina. Veinticinco años. Vos sabés, Jorge, que cuando abrí Página/12 y saltó la revista, esa publicación divina que hicieron por los 25 años, y comencé a leer el primer artículo, firmado por ustedes tres, Que la inocencia les valga, si mal no recuerdo, que habían publicado una tapa que decía: “Se derogaron las leyes de obediencia debida y punto final” y “El Fondo Monetario Internacional condonaba la deuda”, y se reían ustedes (se refiere a una tapa con noticias falsas para el Día de los Inocentes de 1988), vi que decían ustedes, bueno, el Fondo Monetario Internacional no condonó la deuda, pero nos libramos de él pagándola y hoy han sido anuladas y declaradas inconstitucionales por nuestra Corte Suprema, por el Parlamento y por una iniciativa de toda la sociedad las leyes de la impunidad. Y después seguí mirando, todas muy buenas notas, y me detuve, obviamente, en la fotografía de Néstor y mía, que era una nota que la firmaba Fernando Cibeira, que decía El primer comienzo. Esa foto es exactamente de 1989 y fue la constitución del Frente para la Victoria santacruceño y ahí estamos hablando, él está hablando con el cigarrillo en la mano, desde un boliche. Porque era un boliche eso, no era un estadio, no estábamos en ningún lugar así cultural, era un boliche al que íbamos todos los días, después de militar y de reunirnos y estábamos ahí. Como daba a la calle, en plena Avenida Roca, hoy Presidente Néstor Kirchner... qué gusto, Osvaldo (Bayer), ¿no es cierto?, mucho mejor, ¿no? (Aplausos.)
De acá te veo, Osvaldo, y bueno, había sido nuestro bautismo de fuego, yo había encabezado la lista de diputados provinciales, habíamos vencido a las listas oficiales, éramos opositores, pese a que Néstor era intendente y ahí se recuerda que también ustedes estaban construyendo Página/12, en mayo de 1987. Nosotros estábamos construyendo la campaña política para la intendencia de Río Gallegos, que ganaríamos por apenas 111 votos. Ese hombre ha sido condenado, es una rabia que me da, la rabia que tengo, pero bueno, ¿viste que no necesitás votos para entrar en la historia? Necesitás hacer cosas importantes. (Aplausos.)
Pero la verdad es que ese día, casi ni salimos a festejar cuando nos enteramos de que habíamos ganado la Intendencia, porque había mucha paridad en los cómputos. Cuando el candidato radical, el contador Roberto López, que hoy es el titular de Lotería Nacional, se acercó al estudio jurídico, donde teníamos nosotros nuestra base de datos, que no nos daban y donde unos decían que ganamos, que perdimos. Y llegó a felicitarnos y a decirnos que de acuerdo con los cómputos de la Unión Cívica Radical venían a reconocernos los 111 votos. Y ahí comenzó también una historia. Yo tenía 34 años, claro, sí. Fue la continuidad de la historia, en realidad, con algunos lapsus obligados, obligatorios, impuestos por la dictadura que asoló. Y también leyendo un artículo –mirá vos todas las cosas que pasaron en ese momento, cómo se van vinculando las unas con las otras– de Victoria Ginzberg, que habla precisamente en su nota de los desaparecidos y de la lucha de los organismos de derechos humanos, dice que precisamente en esa semana ya tenía media sanción, en Diputados, la ley de obediencia debida y faltaba la media sanción del Senado. Ahí también se estaba fundando Página/12. Mira cómo se entremezclan las historias, todo lo que hemos logrado.
El saludo entre Cristina Kirchner y Estela de Carlotto.

La contraseña

Y yo digo que –recién describiendo qué representa Página/12– lo definiría como una contraseña. Vos veías a alguien con Página/12 y más o menos sabías de qué se trataba. Hay otros diarios... bueno, el que ves leyendo La Nación sabés de qué se trata. Pero hay algunos otros que por ahí te despistan un poco, viste. (Aplausos.) Mañana editorial de La Nación, a todo color... Pero lo cierto es que para decirte algo, en el departamento, cuando Máximo estaba estudiando en Buenos Aires, y vivíamos allí en Juncal, en pleno corazón de Recoleta, entre Uruguay y Paraná, octavo piso era el nuestro, eran nueve o diez pisos, el diariero te dejaba los diarios en cada piso, y entonces vos veías todo La Nación, La Nación, La Nación... y llegabas al octavo y ahí estaba Página/12 y también comprábamos Clarín, debo decir la verdad, la verdad hay que decirla. Pero los otros ni Clarín, era todo La Nación. Por eso lo digo, era una contraseña de identidad, que no significa, ojo, pensar como vos decías exactamente igual, eran discusiones, debates. Al contrario, la contraseña de la gente que nos gusta debatir, que nos gusta argumentar, es como un ADN que llevamos adentro. Pero no son discusiones banales, no son discusiones que tengan que ver con lo que uno a diario por allí está escuchando, son discusiones y verdaderas batallas culturales. Y está muy bien identificar a Página/12 con el colectivo de los derechos humanos. Porque si hubo un espacio, que fue más que un diario, si hubo un lugar en el que fueron inflexibles e inclaudicables en la denuncia de la impunidad, fue precisamente en este colectivo de Página/12, que tiene por ese solo hecho, más allá de todos los otros en que fue protagonista, un lugar en la historia del periodismo y un lugar en la historia de los argentinos. Porque en definitiva expresan lo que es el momento de la sociedad, que se pueden expresar a través de un diario, de una agrupación política, de una agrupación cultural.
Yo la verdad que me siento muy honrada de poder estar hoy aquí, en este ámbito. Ustedes se sienten honrados porque la presidenta está presente y yo me siento honrada de poder estar con un espacio, y con un público, siendo Presidenta de la Nación, de poder hablar y que no te chiflen, siendo este espacio que es tan crítico de todo. (Aplausos.) Yo leía que ustedes esperaban estar en estos primeros 25 años y poder estar en los próximos 50 años. Ojalá que estén ustedes tres todavía en el diario. Yo no voy a estar en la Presidencia, de eso tengan la plena seguridad. Pero ¿saben qué me gustaría? Que cuando Página/12 cumpla 50 años también un presidente pueda venir a hablar acá, porque quiere decir que se han consolidado la transformación y el cambio que durante generaciones demandaron miles y millones de argentinos. (Aplausos.)
Yo creo realmente que es la coherencia, el defender lo nacional, el volver a no sentirse avergonzado de decir “nación”, “patria”, porque en algún momento hasta decir nación, patria o popular podía identificarte en una suerte de medio nacionalista con zeta. Hemos recuperado la Nación, hemos recuperado lo popular para la democracia y esto tiene un valor muy grande. Y yo lo digo desde mi propio movimiento político, en el que siempre milité y en el que no todos fueron rosas y no todas fueron experiencias que por allí podamos decir que fueron todas buenas o perfectas, pero es un movimiento político, no es un movimiento de ángeles ni de santos. Lo que sí puedo decir es que hemos también protagonizado grandes gestas populares y yo me siento muy orgullosa de formar parte de este colectivo, de este proyecto nacional, popular y democrático, que es un proyecto de reparación de valores, de reparación de derechos, que nos ha costado muchas cosas, en términos personales, que nos ha costado agravios, descalificaciones, cosas que tienen que ver con el odio. Porque no tienen que ver con la política ni con las diferencias ideológicas, que son naturales y que es bueno que haya en todas las sociedades.
Cuando vos los ves vociferar y abrir esa boca como gritando, con odio... Yo ni siquiera vi así a las Madres y a las Abuelas, cuando estaban buscando a sus hijos. Yo me acuerdo de esa imagen que recorre el mundo todavía y que está en todos los documentales, cuando les preguntaban los periodistas y ellas decían: “Señor, solamente queremos saber que nos digan dónde están nuestros hijos”. Y no era ese gesto de odio, no me quiero referir a quiénes, pero todos sabemos de qué estoy hablando. Y no era odio, porque en realidad lo que las movía era el amor, por eso no tenían odio y por eso sus expresiones eran de pregunta, eran inquisitivas, eran de interpelación, pero no eran movilizadas por el odio, eran movilizadas por el amor, el amor a sus hijos, qué amor más grande que el amor de una madre por un hijo, qué sacrificio más grande el de una madre por un hijo. Y estas Madres y estas Abuelas que han sido paridas por sus nietos y por sus hijos en esta Argentina, que también ha sido parida por esos 30 mil desaparecidos.
Yo recuerdo siempre la primera intervención de Néstor, en Naciones Unidas, cuando dijo: “Somos hijos y nietos de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo”. (Aplausos.) Y así realmente nos sentimos.
León Gieco con la Presidenta, atrás Hugo Soriani, de Página/12.

Veinticinco años de un país

Una Argentina que explotó, en el año 2001. Ahí cuentan una anécdota también, en esa nota sobre Néstor, que había convocado a un compañero, que no estaba con nosotros, que era peronista, pero que estaba en otro sector del movimiento, y le había dicho: “Vení, Gordo, que en cuatro años ganamos la Gobernación, después de cuatro años de Intendencia, y en veinte llegamos a la Presidencia”. Llegó antes, pero la verdad que más que mérito propio fue mérito de la historia; el mérito, en todo caso, fue haber tenido el valor. Yo muchas veces, inclusive, dudaba. Yo tampoco creía que podíamos llegar, lo digo sinceramente. Empecé a sentir eso, que podíamos, cuando –se acuerdan lo que pasó, en esa semana anterior, que parecía que avanzaba otro candidato también, del que no voy a decir el nombre, pero todos se deben acordar quién era, que también podía ser identificado con el neoliberalismo y entonces iba a haber una puja entre dos candidatos que pensaban lo mismo–. Me acuerdo de que me llamó una gran periodista, que no voy a mencionar, porque hoy ocupa un lugar en el gobierno nacional, y me dijo: “Te llamo porque –ella me conocía como senadora, prácticamente no lo conocía a Néstor– voy a votar a tu marido. ¿Y querés que te diga por qué voy a votar a tu marido? Porque si tengo que elegir entre esos dos que dicen que van a quedar, yo me pego un tiro o me voy del país”. No me voy a olvidar nunca de esa llamada, no me voy a olvidar nunca. (Aplausos.) Para mí fue como un clic de que algo estaba pasando. Y no era tanto el conocimiento de Néstor, era como decía Borges, no nos une el amor, sino el espanto. Pero en realidad creo que, bueno, finalmente pasó lo que pasó. Alguien también recordaba en esa revista estupenda, estupenda además la idea de esas páginas con distintos colores y con letras disímiles, muy creativo realmente, muy lindo, y hablaba de ese discurso, el famoso discurso que dio en el hotel, cuando nos enteramos de que no iba a haber segunda vuelta y que le habían recomendado también que echara a quien había escrito el discurso. Y era yo quien lo había escrito, y parecía el discurso de uno que había ganado con el ochenta por ciento de los votos. Y en realidad llegábamos con apenas el 22 por ciento, era la realidad, pero él era así. Y yo, en el fondo, también soy así. Cuanto más me pinchan o piensan que... es cuando más saco fuerzas, no sé de dónde, y seguimos adelante. (Aplausos.)
La verdad que eso sí que nos viene de nuestra juventud, porque allí aprendimos una cosa: solamente te pueden vencer cuando has decidido no seguir luchando; ése es el único momento cuando uno se siente vencido. (Aplausos.) Y eso fue lo que aprendimos cuando fuimos muy jóvenes y lo aprendimos no de los aciertos, sino de los errores, que son los mejores aprendizajes: de las equivocaciones y de los desaciertos es cuando más docencia se hace y cuando más doctrina se adquiere.
Por eso 25 años de Página/12 son 25 años de un país que reclamaba cosas, que hoy estamos haciendo también colectivamente. Porque si algo también tenía Néstor –y creo que tengo yo también y todos los que conformamos el equipo, y todos los militantes– es la idea de lo colectivo. Esa es otra cosa que también... porque también hablábamos de nosotros, nunca hablábamos de yo, de yo, de yo.... y nunca entendieron muchos. Y tal vez por ahí algunos acá tampoco entendieron por qué no nos habíamos ido del peronismo. Esto fue una pregunta que siempre recorría cuando yo era senadora, cuando era una firme opositora: “¿Por qué?”. Y entonces surgieron algunas fuerzas políticas que realmente uno las escuchaba en la Cámara de Diputados o de Senadores y se identificaba con ellos, y tenía ganas de estar sentado al lado de ellos. Y yo la verdad que nunca sentí la tentación o las ganas de irme del lugar en el que estaba. Soy de las que creen que hay que pelear en el lugar donde uno ha tenido las ideas, porque si no tendríamos 28 millones de partidos políticos y esto debilita, fundamentalmente, la democracia. Y dimos la pelea adentro siempre, además porque habíamos ganado una provincia y era como haber llegado después de haber peleado durante tanto tiempo y decidir dejar la casa e irse a vivir a la plaza. Ese era nuestro análisis absolutamente pragmático, si se quiere. Pero lo cierto es que luego de haber sido opositores, desde el año 1983, hasta el año 1991 –fuimos opositores internos en la provincia–- Néstor gana, también con 30 por ciento contra 27 por ciento, otra vez sopa, la primera gobernación, la segunda no, en la segunda arrasó y sacó 64 o 65 por ciento en el año ’95.
Pero la verdad que fue una construcción, en realidad fue una construcción a medias, fue una construcción entre nosotros, entre lo que pasaba entre la sociedad, como es la interacción entre la militancia y la sociedad. Ninguna militancia construye aislada de lo que pasa en la sociedad, ni ninguna sociedad puede construir si no tiene –y no voy a pronunciar la palabra maldita, “vanguardia”, por Dios, ni se me ocurriría además hacerlo–, si además no tiene los dirigentes. Y ésta era siempre mi discusión con muchos. Algunos se creían dirigentes porque estaban sentados en una banca de senador, de diputado, de gobernador, de intendente o de presidente, pero para mí el dirigente –como su nombre lo indica– es el que orienta y marca el rumbo hacía dónde ir, aun cuando la mayoría de las voces dice que hay que ir por ahí para otro lado; ésta es la virtud del dirigente, y ésta es la posibilidad cuando se encuentra una sociedad cansada, hastiada, como aquella sociedad del 2001, con dirigentes que pueden marcar un rumbo y que lo marcan no desde la genialidad, sino simplemente desde la interpretación histórica de lo que han sido los 202 años de historia, o menos, en ese momento. Porque una de las claves es cómo nos robaron la historia y fundamentalmente cómo nuestros jóvenes... Hoy yo estoy muy contenta porque los principales best sellers en materia literaria son precisamente libros históricos, libros que abordan temas históricos. Y esto revela un interés entre los argentinos por conocernos a nosotros mismos. Porque todos tenemos –de un modo u otro– la percepción de que las cosas que nos han dicho no eran tan como parecían, no eran tan ciertas y que por lo tanto tenemos que indagar para construir nuestro propio conocimiento.
Después del discurso, Jorge Prim, Hugo Soriani y Ernesto Tiffenberg, de Página/12; al costado, el canciller.

La batalla cultural

Por eso muchas gracias, primero por haber sostenido, durante estos 25 años contra viento y marea Página/12. Es un mérito que todos tenemos que agradecer porque era un espacio donde uno podía leer lo que pasaba, ¿se entiende? No te titulaban: “Por la crisis social murieron Kosteki y Santillán”. Decían que había existido represión, había pasado tal cosa y había pasado tal otra. Tenemos que agradecer creo que todos los argentinos, aun los que no leen Página/12, aun a los que no les gusta Página/12, aun los que piensa que son zurdos los de Página/12. Sí, hay gente que todavía habla con esa terminología. Zurdo en este mundo, no sé quién es. Caen los gobiernos de izquierda, sube uno de derecha, después vuelve a caer el de derecha y sube uno de izquierda más...
El mundo hoy es una ebullición, hoy es un inmenso caldero. No sé qué comida saldrá, si la sopa saldrá buena o mala, pero está en ebullición y se está cocinando algo. No tengan la menor duda de que estamos ante un cambio de época sin precedentes o con los precedentes que hemos conocido en la historia. Saber interpretar, decodificar y, fundamentalmente, seguir representando los grandes intereses, que muchas veces son los intereses de las absolutas mayorías y muchas veces también, como yo lo dije en otras oportunidades, hasta los intereses de los que no están de acuerdo con uno por prejuicios culturales.
Porque en realidad, nos han podido muchas veces derrotar política y económicamente porque antes nos vencieron culturalmente. Por eso, lo de la batalla cultural no es una forma elegante, literaria, intelectual de abordar el verdadero problema de la Argentina. Hay una verdadera batalla cultural.
Bueno, nosotros vamos a seguir dándola en todos los campos. Página/12 creo que también. Algunas veces estaremos de acuerdo con algunas cosas, a veces me peleo por ahí con Jorge porque no pienso tal cosa, pienso tal otra.
Pero ésta es la riqueza del campo popular, nacional y democrático, que no obtura la discusión y que quiere ganar con argumentaciones y, fundamentalmente, con resultados. Porque además sabemos que las ideas se convierten en política cuando las podemos llevar a cabo y las vemos plasmadas. Si no, son apenas ideologías; ideología tenemos todos, pero lo importante es poder llevar esas ideas a la práctica con resultados concretos y que esos resultados puedan ser disfrutados, incorporados, incluidos, empoderados por el conjunto de la sociedad.
Así que, en eso estamos, en eso seguiremos porque es una lucha que no la empezamos nosotros, somos apenas meros instrumentos en esta etapa histórica que nos toca vivir, que nos ha tocado vivir y donde ha tocado dar las batallas.
Yo quiero decirles que el otro día cuando salía –lo conté en el aniversario de la Patria, en Bariloche– el 24 a la noche, muy tarde, de la Casa Rosada y llegué al helipuerto, allí parecía que el edificio de YPF se me venía encima literalmente. Vestido de celeste y blanco por primera vez, sentí como que, bueno, habíamos hecho un aporte muy grande. (Aplausos.)
Y este 4 de junio se volverá a conformar el órgano societario de la empresa más grande del país, de nuestra empresa hidrocarburífera, con la conformación del Estado nacional y los Estados provinciales federales con el 51 por ciento y que, curiosamente, es también el aniversario del fallecimiento del general Mosconi, el 4 de junio de 1940 murió Mosconi, y nació el 21 febrero. (Por cuatro días no nació el 25, igual que Néstor, era pisciano igual que él.)
Pero realmente siento que hemos dado pasos muy importantes. Yo no voy a enumerar la gestión de gobierno, cualquiera de ustedes podría darme clases acerca de lo que hemos hecho y de lo que todavía nos falta hacer. Así que no me voy a tomar el trabajo de hacerlo, pero lo que es importante, así como lo reafirmó recién Jorge, respecto de este colectivo de Página/12, reafirmar muy humildemente en mi condición más que de Presidenta de los todos los argentinos, como dice la locutora con tanta pasión y que a mí me gusta tanto, como militante, porque eso voy a ser toda la vida. (Aplausos.)
Cuando decía Jorge que todos los que habían conformado Página/12 habían sido todos militantes y de distintas experiencias además, políticas, ideológicas, creo que esto es lo más importante: la gente que es capaz de comprometerse con lo que pasa con su país y deja sus cosas personales de lado para ocuparse de las cosas de lo colectivo, del conjunto. Eso es un militante.
Tal vez, a algunos que ya no están, se les fue la mano en el compromiso, porque era un compromiso a todo o nada, un compromiso muy fuerte. Pero también hemos aprendido que todo o nada tampoco sirve, porque con todo o nada, siempre ganan los que nos dejan sin nada. (Aplausos.)
Entonces, hemos aprendido muy duramente, con muchas lágrimas, con mucho sufrimiento, con mucho dolor. Entrar aquí mismo a este lugar, este maravilloso espacio que creo que lo inauguré el 24 de marzo del 2009, este Centro Haroldo Conti, pero para entrar por acá, tuve que pasar por el Casino de Oficiales de la ESMA, por la puerta de atrás entramos, porque venía de Olivos, estuve en dos oportunidades allí.
Eso también te lleva a pensar ese espacio generacional que hay vacío, por eso él hablaba de “generación diezmada” en su discurso inaugural y lo más maravilloso que está pasando ahora es que esos espacios que estuvieron vacíos durante tanto tiempo, que fueron ocupados por el pragmatismo o el posibilismo y entonces era el no poder hacer nada, hoy están ocupados por miles y miles de jóvenes que se han incorporado a la política de una manera distinta de la que lo hicimos nosotros.
Nosotros lo hacíamos por la vuelta de Perón y luchando contra las dictaduras; estos pibes que se incorporan hoy, se incorporan después de nueve años de gobierno para apoyar a ese gobierno, seguir profundizando el cambio y lo hacen con alegría y llevando en la mano la bandera argentina. (Aplausos.)
Creo que ése es el mayor aporte, por lo menos así lo siento, y si ustedes me perdonan, en términos personales, porque tengo dos hijos: uno de 35 años, que está con gripe y le mando un beso, está en la cama en Río Gallegos, con 11 grados bajo cero, y tengo una hija de 21, y yo, entonces, quiero que vivan un país absolutamente diferente del que nos tocó vivir a nosotros. Y esto no solamente depende de un gobierno, sino de todos los argentinos, de todos los argentinos en un mundo difícil, convulsionado y complejo.

El periodismo

Yo quiero agradecerles a los trabajadores de Página/12, de aquí lo veo a Rep también, que me persigue con Artepolis, me amenaza, casi me extorsiona desde la contratapa como quiere hacer Artepolis y todo lo demás; lo veo a Osvaldo (Bayer), con sus columnas en las contratapas, también siempre incansable; Horacio Verbitsky ¿Dónde está Horacio? Va a llegar... ; José Pablo Feinmann, ¿dónde estás? También por ahí.
La verdad que no quiero olvidarme de nadie, no quiero olvidarme de Mario Wainfeld; no quiero olvidarme de Martín Granovsky, de Cibeira, de Victoria Ginzberg, de Raúl Kollmann, Luis Bruschtein, también ahí está, excelente el artículo sobre medios de comunicación, brutal, de la revista, ¿viste que lo leí? No me vengo sin los deberes pero ni loca, porque me matan encima, mañana me matan. Pero además, no lo hago como un deber, la verdad es que ayudan, porque te interpelan muchas veces y al interpelarte te ayudan a ver y a descubrir cosas que vos por ahí no viste en la vorágine de gobernar, el ser Presidenta... Ustedes no saben lo que es ser Presidenta de este país, yo no quiero contarles; no sé, para algunos era más fácil, andaban más divertidos, pero para nosotros la verdad que nunca fue ni fácil ni divertido, sí fue comprometido, que es otra cosa. Pero la vorágine...
Vos sabés las veces que yo por ahí descubro algo porque lo leo y entonces... a ver qué pasa, llamo, y no solamente por ahí con el diario Página/12, con otras cosas también. Porque hay otros que ya ni los registro porque ya sé que... Pero la gran mayoría, inclusive diarios que le hablan al mundo y al mercado únicamente, también los leo porque es interesante ver todas las visiones e interpelarse uno mismo acerca de lo que está haciendo todos los días.
Lo difícil es conformar un país como Argentina, lo maravilloso es poder hacerlo por el voto popular y obtener los resultados que hemos obtenido en estos nueve años y además hacerlo en un mundo tan complejo.
Por eso, yo quiero agradecerles a cada uno de los que todos los días escriben, a los que imprimen, a las secretarías de redacción, Bruschtein hablaba de que ya las secretarías de redacción no son lo que eran ... ¿Eras vos, Luis, no? ¿Era ése el artículo? Era que ya no hay humo, que ya no hay café, ya no hay griterío porque están las computadoras. Y también alerta, en definitiva, es una llamada. Yo lo vi como un llamado de alerta también aquel periodismo artesanal, y contra los peligros de un “googleado” permanente.
Yo no “googleo”, yo leo y agarro los libros y voy a la historia y la verdad que es un ejercicio impresionante porque además, con esto también de “googlear” nunca sabés qué intereses hay atrás. El libro sí, te permite saber quién lo escribió, qué es lo que hizo, de dónde viene y entonces poder formular tu propio juicio acerca de lo que te dicen. Cuando vos estás en Google no sabés al que escribió qué intereses lo movilizaron, si es cierto, si es mentira. Es cierto, es todo un peligro, es todo un desafío para el periodismo. Yo no voy a hablar de periodismo de investigación, voy a hablar de periodismo, que es, en definitiva, el tener información teórica para poder interpretar a través del pensamiento abstracto la realidad. Y que no te la cuente nadie y darle esa versión, esa interpretación al conjunto de la sociedad.
Eso es lo que hacen ustedes todos los días y eso lo que hace tan valorables a todos los periodistas y en especial también este aniversario a Página/12.
Me parece que estoy muy larguera, pero bueno, la verdad es que me gusta mucho estar en estos espacios donde veo tantas caras amigas, que han sufrido tanto, tantos jóvenes también que tienen la dicha de vivir en un país distinto y quiero terminar diciéndole gracias a las Madres y a las Abuelas.
¿Por qué gracias? Primero, porque, tal cual lo dije en mi discurso como senadora cuando me tocó votar la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final, porque había habido una interpretación de algún otro senador, y yo la verdad que lo que agradecí fue que durante todos esos años jamás pidieron pena de muerte, jamás pidieron cosas extrañas. Y la verdad que tenían... Yo dije que yo no sé si hubiera sido capaz, si me hubieran arrebatado un hijo, de hacer lo que hicieron ustedes.
Yo si pienso en Máximo, pienso en Florencia, que me los hubieran sacado y no hubiera sabido dónde están, saber que los torturaron y que los mataron y que los desaparecieron, la verdad que no sé si me saldría ser tan buena, la verdad lo digo y lo dije ese día sentada en la banca.
Y verlas a todas ustedes, siempre con sus pañuelos y pidiendo justicia, pidiendo verdad y pidiendo memoria, sin odios, y hoy concurriendo a los juicios de los genocidas, sin odios, sin revanchismos, simplemente para que se haga justicia por el terrible horror del terrorismo de Estado que sufrió nuestro país, me hace valorarlas muchísimo más.
Porque ustedes no gritaron, no se hicieron las histéricas, no salían vociferando como salieron otros gritando, insultando; nunca les escuché un insulto, nunca les escuché un agravio dirigido a nadie, simplemente pidiendo justicia.
Yo creo que son un modelo, lo dije en aquella oportunidad y lo vuelvo a reiterar hoy y me parece muy bien que ese modelo sea el núcleo central de estos 25 años de Página/12.
Hoy además de aquellos derechos humanos, hemos incorporado los otros, los personalísimos, ampliando identidades, aceptando identidades diferentes, aceptando la diferencia que, en definitiva es eso ser democrático.
A mí la palabra “tolerancia” no me gusta; tolerancia me suena a medio como “te aguanto porque no tengo más remedio, viste”. No, aceptar, aceptar que hay diferentes, aceptar que piensan diferentes y que eso no los convierte en enemigos, sino que los convierte en algo rico que también nos enriquece a nosotros.
Yo creo que ésta es la clave y es un poco la clave de este éxito y de esta contraseña que, sin lugar a dudas, va a seguir siendo siempre Página/12.
Muy felices Bodas de Plata y por las próximas Bodas de Oro.
Muchísimas gracias. (Aplausos.)

miércoles, 30 de mayo de 2012

Abuelas lanza una campaña para buscar hijos de desaparecidos en Italia





La iniciativa fue presentada por la presidenta de la entidad, Estela de Carlotto, y es impulsada por los consulados argentinos de Roma y Milán. Tiene como objetivo encontrar en ese país eventuales jóvenes que aún desconocen su verdadera identidad.


La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, su compañera, Buscarita Roa, y el diputado nacional Horacio Pietragala, uno de los 105 nietos recuperados, fueron recibidas por el pleno de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de Italia, donde lanzaron  una nueva campaña para buscar hijos de desaparecidos, robados durante la dictadura argentina, que puedan estar viviendo en Italia sin conocer su verdadera identidad.
La búsqueda de aquellos niños en Argentina, hoy adultos, se ampliará mediante un esfuerzo conjunto con Italia por la recuperación de 400 hijos de desaparecidos que restan encontrar. 
Para ello, frases como "¿sos un joven nacido en la Argentina y tenés dudas sobre tu identidad? ¿Pensás que podrías no ser hijo biológico de tus padres? ¿Que podés hacer si sentís dudas?", podrán leerse en uno de los "tótems" que a partir de la semana que viene serán colocados en la entrada de los consulados argentinos de Roma y Milán.  
Durante el encuentro en la Cámara, la delegación argentina agradeció el apoyo del pueblo italiano y de sus representantes a la causa por la defensa de los Derechos Humanos en la Argentina. Allí, Carlotto señaló “la importancia de lo acordado entre ambas Cancillerías sobre la apertura de los archivos de las representaciones diplomáticas y consulares italianas en la Argentina, durante los años de la dictadura cívico-militar”.
"La historia no está cerrada: aunque encontramos a 105 nietos, nos faltan 400. Y no sabemos si algunos de esos 400 -entre los cuales podría estar mi nieto, Guido-, podrían estar en Italia", explicó ayer Estela de Carlotto.
El propósito de la campaña es buscar a “aquellos nietos robados a sus padres durante el terrorismo de Estado que pudieran encontrarse viviendo en Italia y que aún no conocen su verdadera identidad”, destacaron las Abuelas. La campaña cuenta con el aval de la Embajada Argentina en Roma y de varias organizaciones no gubernamentales como 24marzo Onlus, Libera Internazionale y Amnesty International, de la Red por la Identidad en Italia.
La delegación subrayó que se espera difundir en “radios, televisión, volantes en instituciones educativas y municipales, en los Consulados argentinos en Roma y Milán” anuncios e información destinada a “jóvenes argentinos que tengan dudas sobre su identidad” y acercar “los instrumentos institucionales adecuados para encontrar la respuesta” a sus interrogantes.
En tanto, el testimonio de Pietragalla conmovió a los participantes en la conferencia de prensa. "Yo le debo todo a las Abuelas y no es sólo una frase armada, desde el primer momento que recuperé mi identidad, me sumé a ellas. Gracias a ellas conocí la historia de mis verdaderos padres, Liliana Corti y Horacio Pietragalla, de 26 y 27 años respectivamente, dos militantes que luchaban por un país más justo e igualitario", contó.
"Recuperando mi identidad pude abrazar a mi familia y enamorarme de la política, como lo estaban mis padres", agregó, al destacar cómo, recuperando su identidad, también descubrió que tiene a 8 bisabuelos italianos, algo que desató aplausos.
Se cree que entre los miles de argentinos que vinieron a Italia después del default de 2001, o entre los muchísimos jóvenes argentinos que actualmente están estudiando o trabajando en la península, puede haber hijos de desaparecidos, según Carlotto.
"Hemos tenido denuncias y por ahora son todas posibilidades, no sólo acá en Italia, sino también en Francia y España. Pero por el respeto a la privacidad de las personas, nosotros somos muy reservados y prudentes", señaló Carlotto.
 INFONEWS

martes, 29 de mayo de 2012

El diablo entró sin golpear



Por Washington Uranga
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En 1982 el teólogo brasileño Leonardo Boff, uno de los iniciadores de la teología latinoamericana de la liberación, publicó un libro titulado Iglesia, carisma y poder. Ensayos de eclesiología militante para denunciar la corrupción de la institución eclesiástica católica y lo que él consideraba una traición al legado espiritual del cristianismo. Ese libro le trajo aparejado a Boff serias disputas con el Vaticano y, en particular, con el entonces prefecto (ministro) de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI. A pesar de que Boff, sacerdote franciscano desde 1959, doctor en teología y filosofía por la Universidad de Munich (Alemania), siempre planteó que hacía sus críticas “desde el interior de la Iglesia” y buscando la superación de los problemas, el Vaticano nunca le perdonó haber puesto en evidencia, en base a argumentos teológicos y eclesiológicos, la corrupción de la propia Iglesia. Ratzinger hizo de la persecución a Boff una cuestión personal. En 1985 recayó sobre el brasileño una sanción que le imponía “silencio” y le impedía enseñar en ningún ámbito controlado por la Iglesia Católica. Pocos años después Leonardo Boff decidió abandonar su condición de sacerdote católico, pero siguió la prédica religiosa y ecologista acorde con su formación franciscana.
La mención a Boff viene a cuento de lo que está sucediendo en estos días en Roma con revelaciones que ponen de manifiesto luchas intestinas de poder en el Vaticano y, sobre todo, dejan al descubierto la crisis de corrupción que afecta a toda la estructura eclesiástica católica. Desmoronamiento que no se reduce al jaqueado poder central del catolicismo, sino que se extiende a lo largo y a lo ancho del mundo donde cada día surgen nuevas evidencias de casos de corrupción como los ocurridos con los Legionarios de Cristo, los casos de pedofilia, los escándalos sexuales, las estafas y las complicidades en violaciones a los derechos humanos, como acaba de ratificarse en nuestro país. Lo que acontece ahora en el Vaticano es lo mismo que ya denunció Boff hace treinta años y por lo que fue silenciado, acusado de traidor y finalmente obligado a salir de la Iglesia Católica.
La olla se sigue destapando en el Vaticano... y huele a podrido. Y por cierto que Paolo Gabriele, el mayordomo infiel del Papa que se encuentra detenido en una prisión eclesiástica, no parece ser el principal responsable de la situación, aunque finalmente pueda acabar convirtiéndose en el chivo expiatorio. Aunque el vocero Federico Lombardi se obstine en afirmar que “no se sospecha de ningún cardenal, ni italiano ni extranjero”, sería muy ingenuo pensar que el mayordomo Gabriele no es apenas un eslabón menor de una cadena de conspiraciones que, como mínimo, intenta disputar el poder mirando a la sucesión de Ratzinger, enfermo, cansado y con 85 años.
Pero no se trata solamente de una lucha de poder en el interior de la institución católica, sino de las conexiones entre la Iglesia Católica y el poder político y económico en el mundo. Varias son las investigaciones periodísticas que han puesto esto en evidencia. Entre las últimas, el libro publicado hace poco más de una semana por el periodista italiano Gianluigi Nuzzi. El propio Benedicto XVI lo terminó admitiendo cuando decidió destituir hace apenas unos días al presidente del IOR (banco vaticano), Ettore Gotti Tedeschi, sospechado de manejos fraudulentos y de operaciones poco transparentes en relación con el lavado de dinero. Ratzinger procedió antes que el IOR fuera denunciado directamente por las autoridades financieras europeas.
Con la misma lógica, Benedicto XVI actuó nombrando una comisión integrada por el cardenal Julian Herranz (Opus Dei), el cardenal eslovaco Jozef Tomko, ex prefecto (ministro) de la Congregación para la Propagación de la Fe, y por el arzobispo de Palermo, Salvatore De Giorgi, para investigar las “filtraciones”. El portavoz Lombardi aseguró que esa comisión tiene plenos poderes, que reporta directamente al Papa y que puede interrogar a quien decida. Sin embargo, poco se podrá conocer de lo que allí se obtenga. Porque todo seguirá en la misma lógica del secretismo que encubre la corrupción institucional, como ha sucedido hasta el momento con tantos casos de pedofilia o con las acusaciones de corrupción económico-financiera hechas por el arzobispo Carlo María Viganó, cuyos contenidos sólo se conocieron a través de otra filtración después de que el denunciante fue separado de su cargo y “promovido” a nuncio (embajador) en Estados Unidos. ¿Y quién podría dar explicaciones acerca de las revelaciones del ultraconservador cardenal colombiano Darío Castrillón señalando –en una carta privada y personal al Papa– que el cardenal italiano Paolo Romero en su viaje a China se había extendido explicando las disputas entre Ratzinger y su segundo, el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado?
Mientras tanto, Benedicto XVI decidió reincorporar con todos los honores a los lefebvristas de la Sociedad San Pío X y está convencido de que la salvación de la Iglesia Católica pasa por la restauración y el cerrar filas hacia adentro, antes que acceder a los cambios propuestos hace ya medio siglo por el Concilio Vaticano II.
La olla se sigue destapando y el mal olor invade los pasillos institucionales de la Iglesia Católica Romana, su jerarquía y sus estructuras de poder por más que sus autoridades hagan grandes esfuerzos por disimularlo y se empeñen en negarlo. Claro está que, como lo ha señalado más de un estudioso de los temas eclesiales, esta institucionalidad eclesiástica en decadencia poco tiene que ver con la fe en Cristo y con la experiencia religiosa de tantos millones de fieles alrededor del mundo. Lo que está en crisis, lo que cruje y se derrumba es una estructura corrupta aliada con el poder económico y político que ejerce hoy la “titularidad” del mundo occidental. Seguramente porque el diablo entró sin golpear... lo invitaron a pasar.

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domingo, 27 de mayo de 2012

Donde mueren las palabras


LA IGLESIA RECONOCE LA AUTENTICIDAD DEL DOCUMENTO SOBRE EL ASESINATO DE LOS DETENIDOS-DESAPARECIDOS


El Episcopado confirmó ante la Justicia que desde 1978 sabía que la dictadura militar asesinaba a las personas detenidas-desaparecidas, cosa que nunca hizo pública. La tardía admisión se produjo con el reconocimiento de la autenticidad del documento publicado aquí el domingo 6 de mayo sobre el diálogo secreto con el dictador Jorge Videla del 10 de abril de ese año. Pese a ello tanto el Episcopado como el Vaticano y la gran prensa guardan silencio.

Por Horacio Verbitsky
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La Iglesia Católica confirmó por primera vez ante la Justicia que por lo menos desde 1978 sabía que la dictadura militar asesinaba a las personas detenidas-desaparecidas, cosa que nunca hizo pública, y que sus máximas autoridades discutieron con el jefe supremo de la dictadura cómo manejar la información sobre esos crímenes. La tardía admisión se produjo con el reconocimiento de la autenticidad del documento publicado aquí el domingo 6 de mayo sobre el diálogo secreto con el dictador Jorge Videla del 10 de abril de 1978, luego de un almuerzo del que participaron los tres miembros de la Comisión Ejecutiva que conducía a la institución. Pese a ello tanto el Episcopado como el Vaticano y la gran prensa siguen guardando un escandaloso silencio.

La cuestión de las listas

La judicialización del documento eclesiástico se produjo en la causa abierta para determinar lo sucedido con los restos de Roberto Santucho, a pedido de su familia, representada por el abogado Pablo Llonto. Santucho fue abatido por una partida del Ejército el 19 de julio de 1976 y su cuerpo exhibido a la prensa en Campo de Mayo, pero luego desapareció sin explicaciones. A raíz de la confesión de Videla a un periodista español y otro argentino sobre el asesinato de los detenidos-desaparecidos, la jueza federal de San Martín, Martina Forns, a cargo de esa causa, citó a declarar al ex dictador. Videla dijo que él había decidido ocultar el destino de los restos de Santucho para evitar homenajes pero que quien sabía qué habían hecho con ellos era el entonces jefe de Campo de Mayo, general Santiago Riveros. Ante el cuidadoso interrogatorio preparado por Forns, Videla respondió sus preguntas durante más de tres horas. Sin eufemismos dijo que los detenidos-desaparecidos eran “condenados” y “ejecutados” y que ese método se había adoptado por comodidad porque creían que “no provocaba el impacto de un fusilamiento público”, que “la sociedad no lo iba a tolerar”. Agregó que “era difícil pensar que tantas personas podían ser juzgadas y la Justicia estaba asustada por la persecución que habían sufrido los jueces” del Camarón, el tribunal especial que actuó entre 1971 y 1973 durante la penúltima dictadura. Cuando Forns lo interrogó sobre las listas de personas detenidas-desaparecidas, Videla contestó que eran incompletas y que no se publicaron, porque contenían errores e inexactitudes y no hubo acuerdo entre las tres Fuerzas Armadas que compartían el gobierno. Agregó que la información sobre el destino de cada persona es “una obligación moral” pero que no es fácil cumplir con ella “por la forma tabicada en que se procedía y en algunos casos no hay rastros de eso y no puede publicarse a medias”.

Un diálogo entre amigos

Pero durante el almuerzo con el cardenal Raúl Primatesta, arzobispo de Córdoba, el arzobispo de Santa Fe, Vicente Zazpe, y el de Buenos Aires, cardenal Juan Aramburu, quienes eran presidente y vicepresidentes del Episcopado, Videla dio otra explicación mucho más sincera acerca de la publicación de las listas y sobre lo sucedido a las personas detenidas-desaparecidas. Ello consta en una minuta para el Vaticano, que los tres eclesiásticos redactaron luego de ese almuerzo y que fue reproducida en esta página hace tres domingos, en la nota “Preguntas sin respuesta”. En un clima que Aramburu describió como cordial, Videla dijo que no era fácil admitir que los desaparecidos estaban muertos, porque eso daría lugar a preguntas sobre dónde estaban y quién los había matado. Primatesta hizo referencia a las últimas desapariciones producidas durante la Pascua de 1978, “en un procedimiento muy similar al utilizado cuando secuestraron a las dos religiosas francesas”. Videla respondió que “sería lo más obvio decir que éstos ya están muertos, se trataría de pasar una línea divisoria y éstos han desaparecido y no están. Pero aunque eso parezca lo más claro sin embargo da pie a una serie de preguntas sobre dónde están sepultados: ¿en una fosa común? En ese caso, ¿quién los puso en esa fosa? Una serie de preguntas que la autoridad del gobierno no puede responder sinceramente por las consecuencias sobre personas”, es decir los secuestradores y asesinos. Primatesta insistió en la necesidad de encontrar alguna solución, porque preveía que el método de la desaparición de personas produciría a la larga “malos efectos”, dada “la amargura que deja en muchas familias”. Se refería en forma implícita a la carta que esa misma mañana le había enviado el presidente fundador del CELS, Emilio Mignone, padre de la detenida-desaparecida Mónica Candelaria Mignone, y una de las más altas personalidades laicas del catolicismo argentino. Mignone había sido ministro de Educación en la provincia de Buenos Aires en la década de 1940 y viceministro de Educación nacional en la de 1960. El fundador del CELS le escribió a Primatesta que el sistema del secuestro, el robo, la tortura y el asesinato, “agravado con la negativa a entregar los cadáveres a los deudos, su eliminación por medio de la cremación o arrojándolos al mar o a los ríos o su sepultura anónima en fosas comunes” se realizaba en nombre de “la salvación de la ‘civilización cristiana’, la salvaguardia de la Iglesia Católica”. Agregó que la desesperación y el odio iban ganando muchos corazones. Al día siguiente del almuerzo, Zazpe le informó a Mignone que la Comisión Ejecutiva le había transmitido a Videla “todo lo que dice su carta”. Dijo que habían sido “tremendamente sinceros y no recurrimos a un lenguaje aproximativo” pero le advirtió, como si se tratara de una accesoria cuestión técnica, que había una “divergencia con su carta” acerca de la publicidad o reserva de esta entrevista. “En esta ocasión volvió a recurrirse a la reserva”, que dura hasta hoy. Primatesta informó luego a la Asamblea Plenaria que los obispos le plantearon a Videla los casos señalados en su carta por Mignone, de presos que en apariencia recuperaban su libertad pero en realidad eran asesinados; que se interesaron por sacerdotes desaparecidos, como Pablo Gazzarri, Carlos Bustos y Mauricio Silva, y por otros detenidos de los que pidieron la libertad y/o el envío al exterior. Pero el desarrollo completo del diálogo sólo consta en la síntesis para el Vaticano. Cuando Primatesta advirtió sobre las amargas consecuencias del método de la desaparición forzada, Videla asintió. También él lo advertía, pero no encontraba la solución, dijo. Zazpe preguntó: “¿Qué le contestamos a la gente, porque en el fondo hay una verdad?”. Según el entonces arzobispo de Santa Fe, Videla “lo admitió”. Aramburu explicó que “el problema es qué contestar para que la gente no siga arguyendo”. Según Aramburu, cuando Videla repitió que “no encontraba solución, una respuesta satisfactoria, le sugerí que, por lo menos, dijeran que no estaban en condiciones de informar, que dijeran que estaban desaparecidos, fuera de los nombres que han dado a publicidad”. Primatesta explicó que “la Iglesia quiere comprender, cooperar, que es consciente del estado caótico en que estaba el país” y que medía cada palabra porque conocía muy bien “el daño que se le puede hacer al gobierno con referencia al bien común si no se guarda la debida altura”.
Luego de la publicación, la jueza Forns solicitó la entrega del documento a la Conferencia Episcopal. Sin dilación, recibió una copia. De este modo, la máxima conducción católica de la Argentina corroboró en forma oficial y en un expediente judicial que tanto la Iglesia argentina como la Santa Sede, para la que se confeccionó esa minuta, estaban al tanto del asesinato de las personas cuya desaparición era denunciada por sus familiares y por los organismos defensores de los derechos humanos.

Copia Fiel

El facsímil que se publica a la izquierda es el que obtuve en forma subrepticia en la sede de la calle Suipacha que el propio Videla donó a la Conferencia Episcopal antes de dejar el poder, en 1981. Arriba a la derecha se observa el número con que está archivado, lo cual da una idea de la magnitud de ese archivo cuya misma existencia la Iglesia negó, en una nota que en el año 2000 me dirigió su presidente, cardenal Estanislao Karlic. El de la derecha es el que la actual conducción episcopal, presidida por el Arzobispo de Santa Fe, José Arancedo, remitió a la jueza Forns. Arriba a la izquierda se lee “Es Copia Fiel” y abajo a la derecha consta el sello de la Conferencia Episcopal Argentina. En ambos ejemplares de ese documento secreto se observa que la afirmación de Videla sobre la protección a quienes cumplieron sus órdenes criminales está completada a mano por Primatesta. Pese a la enorme trascendencia de este demorado reconocimiento, ninguna autoridad eclesiástica hizo la menor referencia pública al tema, aunque la Comisión Ejecutiva se reunió el 16 de mayo y emitió un documento, cuestionando la ley de muerte digna sancionada por el Congreso. Como si la enormidad del hecho les cortara el habla, tampoco los diarios Clarín, La Nación y Perfil se dieron por enterados de la publicación de ese documento fundamental para establecer el grado al que llegó la complicidad de la Iglesia Católica con la dictadura militar y su política criminal. Treinta y cuatro años después, el encubrimiento continúa. Cuando el periodista español Ricardo Angoso lo entrevistó en la prisión que el Servicio Penitenciario Federal tiene en Campo de Mayo, Videla dijo que “mi relación con la Iglesia Católica fue excelente, muy cordial, sincera y abierta”, porque “fue prudente”, no creó problemas ni siguió la “tendencia izquierdista y tercermundista” de otros Episcopados. Condenaba “algunos excesos”, pero “sin romper relaciones”. Con Primatesta, hasta “llegamos a ser amigos”. Se nota.



Dos copias del mismo documento. A la izquierda, la que obtuve en el archivo del Episcopado, cuya existencia misma la Iglesia negaba. El número 10.949 que lleva, agregado a mano por el ex secretario del Episcopado Carlos Galán cuando ordenó el archivo, da una idea de la magnitud de ese repositorio. A la derecha, la versión oficial que este mes la Iglesia envió a la Justicia, a solicitud de la jueza Martina Forns. Le han borrado el número y le han agregado “Es copia fiel” y el sello de la Conferencia Episcopal.

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viernes, 25 de mayo de 2012

Jacobinos



Por Aníbal Fernández *
“Quiero más una libertad peligrosa
que una servidumbre tranquila.”
Mariano Moreno

Había de todo... de todos. Monárquicos tan monárquicos que no podían aceptar depender de un rey prisionero. Jóvenes nativos que no aguantaban ni un minuto más para encender la mecha de una revolución que, según ellos, se extendería a todo el continente (y muy errados no estaban). Mesurados que querían que “las brevas maduren” para hincarles el diente. Españoles que se sentían libertarios; americanos que pretendían perpetuar el régimen colonial...
Estaban todos: el coronel (era vendedor de ollas) Cornelio Saavedra, héroe de las Invasiones Inglesas, analizando si ése era “su” momento mientras su contrafigura, el teniente coronel Domingo French, aprestaba las armas y, junto a él, el “peligroso” Antonio Beruti. Mariano Moreno, jovencísimo y pasional, intentando jugar el papel del Robespierre americano, y el licenciado Manuel Belgrano, tan rubio como equilibrado, empujado hacia la revolución por su primo, Juan José Castelli, durísimo en las negociaciones. Juan José Paso, siempre mesurado, y Juan Larrea, haciendo equilibrio entre sus convicciones y sus negocios. Monteagudo al frente de los “chisperos”, “esa chusma armada”, según la definición de los chapetones... Y, para completar el cuadro, el virrey Cisneros, sordo como una tapia, vetando cualquier alternativa, rechazando cada propuesta y negándose a toda demanda.
Pasaba de todo. Cabildeos, reuniones, intrigas. Convocatoria de vecinos. Vigilia de armas cargadas. Y Beruti rompiendo la puerta de una mercería para hacerse de una pieza de cinta que pudiera ser usada para identificar a los partidarios. Porque no cualquiera iba a poder expresarse en aquella Plaza. No iban a permitir disensos ni provocaciones.
Tal como ya le había dicho Castelli a Cisneros, a los gritos (para que lo escuchara): “La cosa no tiene remedio”. Por eso había que evitar escaramuzas y choques. Las voces altisonantes de los que no entendían debían quedar afuera del coro. Algunos –la mayoría–, por decisión propia; otros, simplemente, porque los “chisperos” los habían frenado... por no tener “escarapelas”.
Hombres de mayo, con sus pasiones y sin paraguas (que no habría paraguas por estas tierras hasta muchos años más tarde). Las chaquetillas militares y las condecoraciones mezclándose con las levitas y las galeras; las inquinas y la lucha por el poder. La moderación chocando con la Revolución. Con los cruzados de la Revolución. Con los jacobinos. Con los que, finalmente, triunfan en aquella Primera Junta de Mayo, instalando un grito libertario que se extendería a toda América pero, también, un sordo rencor que, acaso, haya alcanzado hasta estos días como una condenación... como un sino.
Jacobinos. Alguna vez, durante el gobierno de Néstor, se dijo de nosotros, de los que lo acompañábamos en aquel momento y en la actualidad, que éramos jacobinos1. No me ofendió entonces y, pensándolo bien, me honra en este momento.
Porque si ser jacobino es ser “amante de la república”, tener “apego a la ley, a la Constitución, a la unidad nacional”, buscar el poder “para garantizar la defensa de esa unidad”; poner en práctica “los principios enumerados en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y sintetizados en el lema Libertad-Igualdad” y ampliar el papel del ciudadano, instándolo “a participar activamente en la vida política”; si ser un jacobino significa todo esto –como lo describe la página “El Espíritu de Mayo”2–, entonces, esa alusión que, seguramente, intentó ser una injuria o un agravio por parte de un crápula, se vuelve un blasón.
Y aunque, tal como lo explica Fernando Prieto, “el club jacobino nunca fue un grupo uniforme”3 (nosotros tampoco lo hemos sido... tal como les pasó a los hombres de Mayo, hemos sufrido algunas traiciones...), lo importante es que tenemos, como ellos, “la capacidad para sintonizar con las preocupaciones del pueblo” y la decisión de tomarnos “en serio la promoción de la felicidad común”4. Y trabajamos todos los días para que así sea.
“Igualdad, libertad y solidaridad” fueron las ideas que movieron a los que en mayo de 1810 hicieron la Patria y siguen siendo hoy esas mismas ideas las que nos mueven.
1 Grondona, Mariano: “El Kirchnerismo ha entrado en su fase jacobina”. Diario La Nación http://www.lanacion.com.ar/765800-el-kirchne rismo-ha-entrado-en-su-fase-jacobina
3 Prieto, Fernando: La Revolución Francesa. Ed. ITSMO. Colección La Historia en sus Textos http://www.akal.com/libros/La-Revolucion-francesa/9788470902024
4 Ib.
* Senador de la Nación. Miembro del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego.

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Discurso de Kirchner

HACE NUEVE AÑOS EN SU DISCURSO DE ASUNCIÓN COMO PRESIDENTE, NÉSTOR KIRCHNER, TRAZÓ LAS LINEAS DE SU PROYECTO DE GOBIERNO.


Hoy cobran importancia  estas palabras frente a la Asamblea Legislativa del 25 de mayo de 2003, cuando trazó las principales líneas de lo que sería su acción de gobierno al señalar que iba a promover "el crecimiento económico, la generación de nuevos puestos de trabajo y la mejor y más justa distribución del ingreso".


Es recomendable volver a leerlo y se puede hacer accediendo a éste enlace





www.presidencia.gov.ar/discursos-2007/24414

miércoles, 23 de mayo de 2012

Vení que te presento a la Presidenta...


SALESIANOS ARGENTINOS EN ANGOLA


“Vení que te presento a Cristina”, le dijo el gobernador Sergio Urribarri a un sorprendido y emocionado Andrés Randisi, misionero entrerriano que vive desde hace más de 25 años en Angola una vida dedicada a la educación de los chicos pobres. Urribarri de algún modo quería compensarlo. Habían entrado en contacto por correo electrónico en los días previos a la misión comercial a ese país que se realizó en marzo y Randisi, nacido en Paraná, había preparado con la banda de música de la escuela en la que trabaja, situada en un barrio de lata y cartón llamado Mota, en Luanda, una sorpresa para el gobernador de su provincia: los chicos iban a interpretar el Himno Nacional argentino, luego el angoleño y también, siempre en portuñol, algunas estrofas de Aurora, mientras se izaban las banderas de ambos países, entrelazadas. “Son cosas que ayudan a la formación humana, mucho más que la relación comercial o diplomática. Es lo que pienso como educador”, le había dicho Randisi a Urribarri. El gobernador por supuesto que había coincidido y se entusiasmó con la visita, pero la ajustada agenda diseñada por Cancillería y la Secretaría de Comercio Interior le impidió apartarse de la comitiva y no pudo llegar a la escuelita.
 Urribarri le había contado la historia a Cristina en algún momento del viaje, pero se sorprendió tanto como Randisi cuando, muy natural, la jefa de Estado saludó afectuosamente al sacerdote en medio de la Feria Internacional de Luanda y le dijo contenta: “¿Vos sos el del coro de chicos?, ya voy para allá a cantar el himno”. No fue simple para Cristina llegar hasta los chicos. Tuvo que afirmar el paso y desafiar el amontonamiento en el inmenso predio en el que los 400 empresarios argentinos que fueron parte de la misión comercial a Angola habían montado en horas previas 150 stands. En medio de carteras, zapatos, maquinarias, vacas, heladeras, cocinas, autos, planchas y galletitas y de un intenso aroma a asado criollo proveniente de los restaurantes en los que se promocionaba la carne argentina, la Presidenta se abrió camino hacia el coro, mientras sonreía y pronunciaba palabras de aliento a los empresarios que pujaban para que ella se acercara a sus stands. Siguieron a Cristina y a Urribarri la ministra de Industria, Débora Giorgi, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y demás funcionarios y secretarios trajeados que, a esa hora, producto del pegajoso calor angoleño, envidiaban las vestimentas claras y livianas de los lugareños. Una vez que tuvieron enfrente a la Presidenta y al gobernador de los que tanto les había hablado Randisi, los chicos tomaron los instrumentos y comenzaron a interpretar el himno nacional argentino. Cristina, como siempre, lo cantó con la mano en el corazón. Otros prefirieron los dedos en V al momento del estribillo. Se emocionaron todos con las ganas de ese coro ansioso de varones con cabello muy corto, chicas con trenzas, todos con ropa blanca en contraste con las pieles brillantes y oscuras. SERGIO. “No fue fácil llegar hasta la feria. Ni la Embajada, ni Cancillería, ni los funcionarios argentinos que contactamos veían con buenos ojos la intromisión de los chicos. El programa protocolar ya estaba armado, nos dijeron. Fue un muchacho angoleño, maestro de nuestra escuela, el que nos consiguió un lugarcito a través del director de la feria. Una vez allí, a lo demás ya lo sabíamos hacer. Habíamos practicado mucho”, explicó Randisi después del encuentro. También le mandó un mensaje al gobernador: “En mi cabeza rondaba la idea de encontrarte. Les dije a mis compañeros que iba a tratar de saludarte y que estaba seguro de que nos íbamos a entender enseguida. Te envío unas gracias muy grandes por tu buena disposición para que la Presidenta cantara nuestro himno junto a los chicos angoleños”, le dijo. También le transmitió buenos deseos para Patronato, el club de sus amores, y lamentó que al momento del encuentro el mate hubiera estado lavado. “Gracias Sergio. Gracias te dicen todos los misioneros y voluntarios argentinos en Angola”, se despidió. Sembradores de dignidad
Andrés Randisi, misionero salesiano nacido en Paraná, llegó a Angola en 1988. Junto a su hermano, Nuncio Randisi, y a otros salesianos de distintos países desde entonces enfocan su trabajo en la educación. Son impulsores de un gigantesco complejo educativo que se yergue, imponente, en uno de los barrios más pobres y violentos de Luanda, al que concurren 6.000 alumnos, secundarios y universitarios, con carreras y diplomados a distancia por Internet, a través de convenios con la Universidad Católica de Brasilia. El modelo se replicó en el país y existen actualmente otros 10 centros profesionales distribuidos por todo el territorio, otras tantas escuelas y la aplicación del sistema de alfabetización Don Bosco, que llega a miles de angoleños adultos. En una entrevista que Randisi concedió a EL DIARIO a mediados de febrero, el misionero emitió un mensaje para los argentinos y los entrerrianos: “Sean bienvenidos los empresarios entrerrianos y argentinos que vienen a Angola. Si vienen, por favor, siembren esperanzas. No vengan sólo a hacer dinero. Vengan como educadores, como sembradores de dignidad. Muestren que son argentinos y entrerrianos. Esperamos saludarlos no en el hotel cinco estrellas, ni en despachos gubernamentales, sino entre mate y mate y en el polvo y el calor de las casotas del pueblo”.
Una carta para Cristina
El encuentro con Randisi posibilitó que fuera entregada a la Presidenta una carta firmada por los misioneros argentinos en Angola. “La admiramos por la conducción que hace de nuestro país en las actuales coyunturas, que no son fáciles”, le expresaron en el escrito, en el que valoraron especialmente “el tener que buscar reglas de juego para que todos los argentinos puedan vivir con dignidad, el enfrentar a sucesivos grupos de poder cuando se trata de que contribuyan con sus recursos al bien común de la patria, el tener que repensar continuas estrategias para evolucionar como Nación y el tener que recular con humildad cuando no todo sale cuando como uno lo planeó”. Los misioneros transmitieron el deseo de que se establezca “una sinergia de todas las fuerzas que pueden contribuir para un mundo mejor y para el crecimiento y desarrollo de Angola y Argentina, donde confluyen la iniciativa estatal, los canales del mundo empresarial y las acciones de los que pueden trabajar y cooperar en el terreno con las poblaciones, haciendo que las políticas se concreten hasta el nivel de la gente”. “Todo el trabajo de su equipo de gobierno y la tecnología que los empresarios desean vender pueden complementarse con nuestro trabajo educativo y la capacidad de crear redes entre instituciones locales de ambos países que se relacionen y sean instrumentos de comunicación de riquezas no cuantificables y de valor agregado social que pueden unir nuestros pueblos”, ofrecieron los misioneros, antes de señalar una serie de propuestas, entre las que se destacan la promoción del voluntariado internacional y el intercambio entre ciudades, escuelas e instituciones hermanas, el fomento a la reciprocidad en la vertiente de recursos humanos, pasantías y prácticas de alumnos y técnicos y el asesoramiento a empresarios que quieran canalizar iniciativas de responsabilidad social para que apoyen centros educativos de diversos niveles.




DON BOSCO,ARGENTINA SUR, NOTICIAS

martes, 22 de mayo de 2012

Pensar como colonizados



Por Guillermo Levy y Andrés Ruggeri *

Todos conocemos a Mandela, su lucha contra la segregación racial, su prisión y su papel en la democratización de la Sudáfrica del apartheid. Menos conocido es que un capítulo fundamental del fin del régimen racista se jugó en Angola. La liberación de Nelson Mandela de la cárcel fue una consecuencia directa de la derrota del ejército del apartheid en los campos de batalla de Angola, del sacrificio de decenas de miles de angoleños y la acción decisiva de un país latinoamericano, Cuba.
En los convulsionados últimos años de la Guerra Fría, el drama que se vivió en el sur de Africa pasó por un episodio más del conflicto internacional entre los dos grandes bloques políticoeconómicos existentes hasta ese entonces. Pero, en realidad, la guerra que se libró en suelo angoleño fue el último acto de la descolonización del sur africano. La Sudáfrica blanca y racista necesitaba de un cinturón de Estados títere y de la ocupación directa de Namibia (el territorio entre Angola y Sudáfrica, ocupado por este país) para tender un “cordón sanitario” contra la rebelión de los pueblos africanos. El fin del colonialismo portugués, con la “revolución de los claveles”, en 1974, precipitó las cosas, y la amenaza del triunfo del Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA) desencadenó la intervención de las fuerzas armadas del apartheid y del sangriento dictador Mobutu, del Zaire, apoyados bajo cuerda por Estados Unidos, intentando evitar una Angola libre. Fue un Vietnam al revés, cuando una fuerza de más allá del océano, cubana, ayudó al MPLA a salvar su independencia y rechazar a los poderosos sudafricanos hasta las fronteras de Namibia. Fue una dura lucha que duró más de una década, hasta que las tropas racistas fueron vencidas en Cuito Cuanavale, en 1988. La derrota obligó a los dirigentes del apartheid a buscar la salida negociada. Liberar a Mandela fue la prenda de paz previa a los acuerdos que sellaron la independencia de Namibia, el fin de la guerra de liberación de Angola y la caída del régimen segregacionista de Sudáfrica. También significó la paz en Mozambique, la otra ex colonia portuguesa hostilizada por los sudafricanos blancos que armaban a la guerrilla de ultraderecha de la Renamo.
¿A qué viene todo esto, si ahora se trata de hacer acuerdos comerciales con Angola y las luchas de liberación parecen cosa del siglo pasado? A que Angola no es cualquier país de Africa. Angola es un territorio estratégico y por eso allí se jugó la página decisiva de la lucha por la liberación de los pueblos africanos. Angola, una vez acabada la larga guerra en la que su economía fue destruida también por la guerrilla de la Unita apoyada por la CIA y que siguió destruyendo el país hasta varios años después en disputa por la dominación de los diamantes, comenzó el lento y trabajoso camino de reconstruir su infraestructura y empezar a transformarse en una potencia africana. Pero escuchando y leyendo a muchos medios y opinadores, seguramente llevados por su oposición cerrada a toda acción de este gobierno, pero también por su ignorancia y sus prejuicios, pareciera que Angola es un país salvaje y primitivo poblado por etnias de la edad de piedra y elefantes y que sólo produce bananas. Hay elefantes, hay bananas y una enorme diversidad étnica y cultural, pero también hay una importante cuenca petrolera y una creciente pujanza económica.
Africa es, más que pobre, como es el destino de todas las naciones sojuzgadas durante siglos por el colonialismo europeo, empobrecida. Y Africa es una gran cantidad de países, pueblos, regiones, con historia, luchas y esfuerzos por vivir mejor, no una masa indiferenciada de negros con huesos en la cabeza a modo de moño, como parecieran pensar muchos medios que van de la crítica al sarcasmo para hablar del viaje del gobierno argentino. Africa es un continente sufrido, no se le escapa a nadie, pero con un potencial enorme, económico, político y cultural. ¿Por qué no apostar a su desarrollo, a incrementar el intercambio y el comercio, a crecer juntos, en vez de seguir mirando exclusivamente a la decadente y cada vez más en crisis Europa, o a los agresivos Estados Unidos? ¿Por qué seguir reproduciendo el esquema colonial de desprecio, prejuicios y racismo? ¿Sólo por pegarle al Gobierno? ¿O, además, por seguir pensando en términos coloniales?
Escuchamos estos días la vuelta al discurso descalificador de la política de Derechos Humanos a partir del viaje comercial a un país con un gobierno que supuestamente los viola. ¿Argentina sólo puede comerciar con los países que muestren certificaciones de calidad en materia de Derechos Humanos otorgadas por los medios dominantes? Muchos de los países con los que comerciamos están mucho peor en esta materia, pero al estar lejos de los estigmas racistas, clasistas y colonialistas de una parte de nuestro país no entran en el pabellón del infierno.
En la ciudad de La Haya funciona la Corte Penal Internacional, un intento de tribunal mundial de Justicia penal para perseguir delitos de lesa humanidad y genocidio. Un enorme predio con millones de euros de presupuesto que prácticamente sólo tiene encausados e investigados a grupos y gobiernos africanos y que no tiene causa ni investigación abierta contra los conquistadores de Irak y Afganistán o los bombardeadores de Libia. A los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU que controlan este tribunal los guía la misma hipocresía y matriz colonialista que a muchos de nuestros formadores de sentido común. Horrorizados por la falta de dólares y entre horrorizados e hilarantes por la expedición a la salvaje Africa.
La misma estirpe de pensamiento que desprecia a las clases populares de nuestro propio país, que prefiere el sometimiento a los “civilizados” a la alianza liberadora con los dominados, que le molesta tan poco el rey de España matando elefantes y los ingleses en Malvinas como el atropello a nuestra soberanía y el despilfarro de nuestros recursos, es la que opera atrás de la descalificación de los angoleños.
* Levy es sociólogo y docente (UBA-Untref); Ruggeri es antropólogo social y docente (UBA).
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lunes, 21 de mayo de 2012

Hacia una sintonía fina de la inflación




Por Mónica Peralta Ramos *
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La importancia de la inflación en la Argentina trasciende su índole endémica y su impacto negativo sobre el bolsillo de los argentinos. En efecto, en los últimos treinta años, ésta ha jugado un rol decisivo en la vida política argentina. Juntamente con la corrida cambiaria, la inflación ha reemplazado a los golpes militares como mecanismo de desestabilización de gobiernos elegidos democráticamente. De ahí que la inflación actual no debe ser ignorada, ni minimizada, ni tampoco aceptada como un mal menor. Hoy en día, una de las críticas centrales de la oposición a las políticas económicas del gobierno es que estas políticas son inflacionarias. Mucho se ha dicho y escrito sobre la inflación argentina, sus causas y su supuesto remedio. En su gran mayoría, los análisis que se publican o escuchan tienden a enfocar al proceso inflacionario en forma segmentada. Constituyen, así, un conjunto de verdades a medias, de distorsiones de la realidad, y de desconocimiento de los hechos que contribuyen al ocultamiento de sus causas más profundas. Pero, ¿cuáles son esas causas?
Desde nuestra perspectiva, la inflación expresa una relación de fuerzas. Entendemos a la sociedad como una estructura de relaciones de poder (de control y de exclusión de lo que es objeto de control) que cristaliza en relaciones de fuerza entre diversos actores sociales enfrentados a partir de intereses sectoriales de índole económico, político y cultural. En las sociedades modernas, estas relaciones de fuerza giran en torno de un eje central constituido por las relaciones de poder económico, relaciones que se dan en el ámbito de la producción, apropiación y distribución del excedente económico. No se puede comprender el proceso inflacionario y por lo tanto no se puede luchar efectivamente contra él si no se hace visible la estructura de poder que lo origina. Esto significa arrojar luz sobre el conflicto social que constituye el principal obstáculo para lograr un crecimiento económico que beneficie al conjunto de la sociedad. Actualmente, los enfoques sobre la inflación son múltiples y diversos, pero todos comparten algo en común: el desconocimiento de la estructura de poder que le da origen. El conflicto principal se vuelve entonces invisible y las relaciones de poder que lo originan se perpetúan al infinito. Veamos esto un poco más concretamente.
Casi a diario escuchamos o leemos análisis que alertan sobre el aumento de la inflación a partir de una constatación del crecimiento de los índices de precios (sean éstos índices del Indec o de consultoras privadas). Si bien ha habido una aceleración de precios notable en los últimos años, ésta se ha dado juntamente con un aumento del consumo. Esto tiende a indicar que hubo un mejoramiento del poder adquisitivo de muchos estratos de la población. Los aumentos salariales otorgados han permitido a la población “aguantar” la suba de precios y, en muchos casos, consumir más. De ahí que estos análisis constituyen una verdad a medias y no describen ni explican correctamente lo que está ocurriendo. Otros análisis sostienen que la inflación es consecuencia de la emisión monetaria. Proponen entonces la contracción monetaria y el ajuste del gasto fiscal, de los salarios y del consumo para contener la inflación. Estos enfoques ignoran los fracasos de esta política cuando la misma fue aplicada en el pasado en nuestro país. Además desconocen, tal como lo ha señalado el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, su fracaso actual para contener la crisis en Estados Unidos y en Europa. Más aún, ignoran que, de 2008 en adelante, tanto los Estados Unidos como la Comunidad Económica Europea han experimentado episodios de fuerte expansión monetaria sin que ésta repercutiera sobre los precios internos.
Otros enfoques consideran que la causa principal de la inflación argentina ha sido el aumento internacional de los precios de los commodities y más específicamente de los precios de los alimentos. Esto constituye otra verdad a medias. Si bien es cierto que la suba de los precios internacionales de los productos agropecuarios incide sobre los precios de los alimentos, los gobiernos pueden adoptar, y de hecho adoptan, distintos mecanismos para impedir que esto afecte los precios locales y repercuta negativamente sobre el poder adquisitivo de los asalariados. Hay también aquellos que consideran la inflación como un resultado de la “puja distributiva”. Es decir, de la capacidad para trasladar el aumento de los costos a los precios. La inflación sería pues consecuencia del poder que distintos sectores sociales tienen para imponer una transferencia de ingresos a su favor o para resistir una transferencia de ingresos que los perjudica. Este análisis reconoce explícita o implícitamente que el fenómeno inflacionario es el resultado de una relación de fuerza. Sin embargo, constituye una verdad a medias pues de ella se infiere que tanto los trabajadores como los empresarios tienen la misma capacidad de determinar los precios. Lo que no se explicita es que cuanto mayor es el control de un mercado, mayor es la capacidad de fijación de precios en forma anticipada. Así, las empresas que controlan de un modo monopólico u oligopólico los mercados de bienes e insumos de importancia estratégica para el conjunto de la economía, pueden fijar precios y condiciones de pago en forma anticipada y de manera independiente a la alteración real de su estructura de costos local, incrementando precios incluso en productos cuyo componente importado es nulo o muy reducido. Esta política de precios se rige por una lógica de acumulación que muchas veces tiene poco que ver con lo que pasa en el mercado interno y depende, en cambio, de la lógica de acumulación del complejo empresario a nivel global y/o transnacional.
De manera que, si bien es cierto que muchos de los fenómenos considerados en los análisis de la inflación que leemos o escuchamos a diario pueden incidir en el proceso inflacionario, la raíz estructural de la inflación argentina reside en última instancia en el control monopólico u oligopólico que grandes empresas nacionales y extranjeras ejercen sobre determinados segmentos de las cadenas de valor de insumos y productos de importancia estratégica. Este poder les permite “tener la sartén por el mango” y determinar precios y condiciones de pago en forma anticipada, y respondiendo a “expectativas” que se derivan de la lógica de maximizar las ganancias de complejos empresarios que son crecientemente globales y transnacionales. A esto se suma el poder de las grandes empresas que controlan el acopio y la comercialización. Estas no sólo pueden determinar precios sino que también pueden transferir a los consumidores los aumentos de precios verificados aguas arriba en las cadenas de valor. El poder de estos grupos empresarios altamente concentrados es mucho mayor que la capacidad que otros sectores sociales tienen de resistir transferencias de ingresos que los desfavorecen. Más allá del relativo poder de negociación salarial existente en ciertas ramas de la industria, el crecimiento económico en condiciones de dependencia tecnológica ha engendrado un desempleo superior a los requerimientos de empleo de la acumulación del capital en el país. Esto ha creado bolsones de pobreza crónica, desempleo estructural y subempleo, que imponen a nivel social severos límites a la capacidad que los asalariados tienen de resistir transferencias de ingresos contrarias a sus intereses. Se produce así una espiral inflacionaria cuyo impulso proviene en primera instancia del control monopólico u oligopólico de los mercados en condiciones de dependencia tecnológica. El desabastecimiento ha sido históricamente el principal mecanismo destinado a producir rápidamente aumentos de precios y por esta vía transferencias de ingresos del resto de la sociedad hacia los sectores más concentrados. Esto afecta seriamente el mercado interno y torna más regresiva la distribución del ingreso. Por más que los salarios se ajusten periódicamente por el incremento de precios, la historia demuestra que en esa carrera los asalariados siempre pierden.
Frente a esta situación, ¿cuál es la salida? Pensamos que es necesario crear nuevos mecanismos que permitan controlar efectivamente los precios y corregir “el abuso de la posición dominante” en los mercados. El Estado debe usar efectivamente el arsenal legal que tiene para ello y debe adaptarlo a los tiempos que vivimos, generando nuevas leyes en defensa de la competencia y del consumidor. Pero tanto o más importante que la reforma institucional y legal que el Estado pueda emprender es necesario que éste cree canales institucionales que permitan una participación organizada de la ciudadanía en el control de la inflación en todas las instancias de la vida social desde la producción de bienes hasta su comercialización. Esto significa superar la estrategia oficial de proveer un número de teléfono para que los ciudadanos informen violaciones de precios acordados por la Secretaría de Comercio Interior (caso de la yerba mate). Significa, en cambio, confiar en la movilización organizada de las energías colectivas y crear un entramado de espacios de control ciudadano de precios, donde las organizaciones y asociaciones que representan a los consumidores, trabajadores, sindicatos, movimientos sociales, pequeñas, medianas e incluso grandes empresas, proveedores, comerciantes, cámaras empresarias, asociaciones de productores, y miembros de otras formas de organización social, puedan participar en el control de precios y aportar información sobre precios y costos a las instancias de los gobiernos municipal, provincial y nacional que corresponda. Estos espacios de participación ciudadana deberían constituirse en todos los ámbitos de la vida social desde los niveles más básicos, como los barrios y empresas, hasta los niveles más complejos, constituidos por los distintos segmentos de las cadenas de valor de los productos primarios e industriales.
Se trata, pues, de movilizar a la ciudadanía para que en forma ordenada participe en la lucha contra un flagelo que castiga a la enorme mayoría de la población. Estos espacios de participación deben de ser independientes del Estado, pero al mismo tiempo deben de estar enlazados con las instancias gubernamentales en los distintos niveles de gestión. Esto permitirá que estas últimas conozcan en detalle los múltiples cuellos de botella en la circulación de bienes y servicios, y puedan aplicar efectivamente las medidas que correspondan para corregir la situación. Permitirá además algo de importancia crucial: transparencia de la gestión oficial y un mayor control ciudadano sobre la misma. Más aún, estos espacios –donde participarán actores sociales que muchas veces tienen intereses diferentes y contradictorios– podrán engendrar las condiciones para negociar y conciliar las diferencias en pos de un interés común: terminar con la inflación. Esto significa crear condiciones para superar las luchas sectoriales por intereses muchas veces divergentes, articulando esas luchas en una épica que las supera porque pone al desnudo la estructura de poder que constituye hoy día el principal obstáculo para el crecimiento económico con inclusión social. Esto significa, entonces, hacer sintonía fina en la lucha contra la inflación.


* Socióloga.

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Peronismo y algo más



Por Roberto Follari *

Cristina Fernández no sólo es hija de una madre que fue siempre peronista; por su parte militó desde su juventud en las organizaciones estudiantiles del peronismo platense. Ello le valió un mes de cárcel en Río Gallegos poco antes de la dictadura, cuando Néstor, ella y una pareja amiga fueron apresados, separados entre sí y confinados a comisarías locales.
El peronismo de la Presidenta no sólo es historia, sino también ejercicio y acto; no en vano ella reestatizó los fondos de las AFJP y ahora expropia acciones de YPF, devolviendo al pueblo argentino algunas liturgias que le fueron caras en la década de 1945 a 1955.
Por cierto que el kirchnerismo ha impuesto un matiz propio a su clara raíz peronista: derechos humanos, la no represión de la protesta social, derechos de reconocimiento como los atendidos en la ley de matrimonio igualitario. Son otras épocas, han pasado muchas cosas en el país, se vivió la dictadura más atroz de nuestra historia. Pero la matriz peronista es indeleble en la línea política del kirchnerismo; ¿o acaso alguien puede creer que este fenómeno político pudo haber surgido de otra tradición política argentina? Eso es totalmente impensable.
Es cierto: el peronismo de Néstor Kirchner y de Cristina ha incluido nuevos actores y aliados, sobre todo provenientes de los movimientos sociales y de partidarios de la izquierda. Y ha dejado un pequeño núcleo peronista residual a su derecha, el cual –al estar pegado al duhaldismo cuando no al macrismo– tiene enormes dificultades para encontrar algún margen de legitimidad social que se asocie a la historia de lucha que caracteriza al movimiento.
A diferencia de esos sectores, el kirchnerismo es claramente peronista; sobre todo por su capacidad de decisión, y por haberse enfrentado al establishment de esta época, produciendo exactamente el tipo de odios y rechazos que para los sectores liberales y conservadores produjera Perón en su momento. Es que de eso se trató históricamente el peronismo: una identidad del pueblo, de los de abajo, de los trabajadores y de quienes se identifican con ellos.
Por supuesto que el kirchnerismo es peronismo “y algo más”. Sin dudas que reúne y convoca genuinamente a sectores sociales que provienen de otras matrices políticas, lo cual es tan coherente como lo fue para Perón el conjuntar dirigentes que provenían desde el conservadurismo católico hasta el socialismo.
Ahora bien, hay quienes pretenden despojar al kirchnerismo de su impronta peronista, para ver qué del peronismo pudieran rescatar para sí. Un caso paradigmático es el de De Narváez, un empresario sin historia de militancia alguna, pero que bien supo asociarse a los propietarios agrarios en el año 2008 para obtener un efímero triunfo para diputado en provincia de Buenos Aires en 2009. Dos años después, es un triunfo que a nadie ya importaba. De Narváez no tiene convocatoria peronista, y sus votos del 2009 fueron fruto exclusivo de la avalancha mediática destituyente que surgió a partir del conflicto del Gobierno con la patronal rural.
Ahora, De Narváez dice que espera a Scioli para que éste deje el kirchnerismo. Lo hace imaginando que hay un peronismo activo y convocante fuera del que conduce Cristina. Pero si bien hay jóvenes seguidores de la Presidenta, ésta también ha otorgado beneficios sensibles a los trabajadores y a los pobres territorializados en villas y barriadas. Cristina ha mostrado –y lo hace intermediada por diversas organizaciones sociales– que tiene llegada en los sectores sociales populares de la Argentina profunda.
Se quedará esperando De Narváez, seguramente. Porque Scioli, que nunca se ha mostrado apresurado, sabe que sacar los pies del plato podría salirle caro. Es alguien que ha funcionado bien dentro del dispositivo general del kirchnerismo, pero que no tiene posibilidad de conducir a éste en su conjunto, pues no representa el centro ideológico del dispositivo general, como proponía Perón. Pero si tiene algún destino como dirigente peronista, él sabe que lo tiene dentro del kirchnerismo: salir de allí es ir a habitar el desierto. Y por más que la derecha argentina –bastante desilusionada por la impotencia de Macri– le haga toda clase de cantos de sirena, Scioli sabe que su posibilidad histórica tendrá que jugarla dentro del kirchnerismo, o intentando alguna modalidad de identificación simbólica con él.
Es que allí está el peronismo que importa, el ampliamente mayoritario. Y sería absurdo dejar de ser parte del mismo para desgajarse hacia las minorías en momentos en que, además, el timón del Estado nacional –espacio desde donde el peronismo hizo su primera y principal construcción histórica– está en manos de Cristina Fernández de Kirchner.
* Doctor en Filosofía, profesor de la Universidad Nacional de Cuyo.

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