martes, 30 de julio de 2013

FRANCISCO EN BRASIL




Entrevista con el filósofo y teólogo Rubén Dri. “Los enemigos contra los que sale “la Iglesia a la calle” son los gobiernos que define como neopopulistas y las Iglesias Pentecostales”.
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Por Juan Ciucci
APU: ¿Qué análisis hace sobre la visita del Papa a Brasil?

Rubén Dri: Creo que para el Papa esta visita a Brasil fue un éxito, logró lo que estaba buscando, reposicionarse como el líder carismático de la iglesia. Un verdadero conductor como él lo expresa diciendo “el Obispo debe conducir”. Y como es el Obispo de Roma es el que debe conducir a la iglesia. En este sentido, necesita una legitimación popular y creo que eso lo ha logrado.

Él llamó a los católicos a hacer lío, es decir, a ganar la calle. Cuando él hace este llamado ¿qué es lo que tiene en mente? ¿Por qué la Iglesia tiene que ganar la calle? ¿Contra quiénes tiene que ganar la calle?

Hay dos enemigos fundamentales, uno ya está en el Documento de Aparecida (ver documento) que él siempre recomienda y que le ha obsequiado a los líderes políticos y a los obispos, está claro cuál es el enemigo fundamental.

El enemigo fundamental ahí se los denomina “los neopopulismos”,  que en Latinoamérica generan a su vez poderes autoritarios. Naturalmente se refiere al chavismo, se refiere al socialismo comunitario de Evo Morales, se refiere a la revolución ciudadana de Rafael Correa en Ecuador, al kirchnerismo aquí en Argentina. Que tienen una política popular que realmente está dirigida precisamente para solucionar el problema central que siempre invoca Bergoglio y que es el problema de los pobres.

Ahí, Bergoglio ataca a estos neopopulismos con una política, la Doctrina Social de la Iglesia que es la que va a solucionar el problema de la pobreza. El problema de la pobreza se ha de solucionar sin cambiar el sistema capitalista pero con una doctrina de la que se encarga la Iglesia. Los gobiernos tienen que estar con esa política, que es la de la asistencia. Esta es la política de la iglesia para solucionar el tema de la pobreza.

Hay otro enemigo, que son las Iglesias Pentecostales que le han venido robando los fieles a la Iglesia Católica. Y el Papa a este enemigo lo pelea en el mismo terreno en el que se posiciona éste y que es la calle y los grandes show mediáticos. Ahí se ha posicionado Bergoglio como Francisco con un gran show peleándole a estas iglesias pentecostales. Creo que toda esta movida que ha hecho Francisco tiene a estos dos enemigos fundamentales enfrente.

APU: En ese marco, todo este fin de semana se habló de un Papa tribunero, todo el tiempo apelando a eso, a incentivar la participación y a generar gestos para la tribuna.

RD: Exactamente y lo que quiere aquí es una movilización católica muy fuerte que pelee el espacio político, negando que hace política. Pero que pelee el espacio político a los movimientos populares y por otra parte a las iglesias pentecostales.

APU: ¿Cómo analiza la relación con la Presidenta de la Nación? Que en algún momento pareció que iba a ser más tensa y sin embargo el gesto del Papa es de recibirla muy bien.

RD: Hay dos grandes políticos, por una parte Cristina y por otra parte Bergoglio. Son políticos y realmente todos los encuentros que han tenido, son encuentros que hay que leerlos en clave política; es decir, los dos tienen claro que no deben ir al enfrentamiento. En este sentido, no tenemos que equivocarnos, cuando me piden un análisis, yo no soy un actor político que simplemente estoy viendo cuál debe ser la movida de uno frente al otro. Pero ellos sí tienen que moverse políticamente para decir qué es lo que más le conviene, y evidentemente el enfrentamiento en este momento no les conviene a ninguno de los dos.

APU: Algo que me llamó la atención fue cierto espíritu que invadió este encuentro, que tienen que ver con la idiosincrasia de Brasil, una iglesia un poco más cercana a lo que uno tiene aquí por la imagen de los evangelistas, más abierta, con música, más participativa.

RD:
 Sí, en ese sentido, Bergoglio se adaptó completamente a eso. Hay ciertos gestos, ciertos símbolos que uno los tiene que tomar con un poco de humor pero que uno ve lo ridículo que es. Un obispo con todas sus vestimentas haciendo movimientos de músicas modernas o electrónicas. De cualquier manera, es desacartonar completamente a la Iglesia.

APU: Eso también pareciera ser una de las posibilidades de esta iglesia de recuperar y enfrentar esto que antes comentaba de los pentecostales.


RD: Claro, por eso ahí la pelea transcurre en el mismo terreno. De fondo no hay nada, me refiero a que es la misma iglesia de Juan Pablo II, es la misma iglesia de Benedicto XVI, sólo que tiene otro ropaje, tal vez con algunos avances pero es esa misma iglesia. No hablemos del pretendido sacerdocio de las mujeres, descartado completamente porque no entra en ese proyecto de Iglesia. Ese proyecto de iglesia no ha cambiado y ese me parece el gran límite que tiene toda esta movida.

APU: En ese marco, no sé si pudo leer una carta que se anunció este fin de semana, del Vaticano a Cecilia Pando.

RD:
 Sí, la he leído.

APU: ¿Cómo analiza este hecho que no está firmada por Francisco sino que viene del Vaticano?


RD:
 Eso me permite hablar de otra cosa, Bergoglio todavía “no se ha dado cuenta” que aquí hubo 30 mil desaparecidos, que aquí hay una lucha por los derechos humanos, no se ha dado cuenta que se está haciendo el juicio a los genocidas. No se ha dado cuenta que los presos políticos de que habla en la carta, son genocidas. Pasa por sobre esta realidad traumática de nuestra historia y quiere construir ese mundo nuevo dejando que toda esta podredumbre que está debajo, a eso no se le ponga remedio. Me parece grave esa carta.

APU: Esta participación popular, esta voluntad de ser un conductor en la Iglesia pareciera que le va a dar más peso político a la Iglesia en nuestro país ¿Cómo analiza este presente y futuro que se viene con una Iglesia en la calle?

RD:
 Por suerte nosotros hemos avanzado en la ampliación de derechos, por ejemplo, en el matrimonio igualitario y la fertilización asistida. Todas estas ampliaciones de derecho van a costar muchísimo más ahora porque naturalmente la Iglesia va a tener mucha más presencia y más peso, esto es evidente. Ese avance hacia un Estado Laico, un Estado para todos, naturalmente la lucha va a ser ahora mucho más dura.

APU: Dentro de lo que es el gobierno, de lo que es el movimiento peronista, hay una mirada positiva hacia Bergoglio, una especie de esperanza en este mensaje evangelizador. Hay una gran parte del Pueblo argentino que está esperanza en lo que es este mensaje de este Papa. ¿Cómo ve esto? 

RD: Una gran parte del Pueblo está muy contento, no hay que enojarse por eso. Acá hay dos proyectos políticos reales, hay un proyecto político real que es el que expresa el kirchnerismo peronista liderado por Cristina; y otro proyecto que es el de Bergoglio, que es el proyecto de la Iglesia. Estos dos proyectos no confrontan directamente, sino que lo hacen políticamente. O sea, aquí se trata de ver cómo se soluciona el problema de la desigualdad social, cómo se soluciona el llamado “problema de la pobreza” cuando en realidad es el problema de los empobrecidos del sistema.

Si es con un proyecto transformador que debe encarnarlo el movimiento popular, el proyecto político; o si se hace a través del proyecto de la Iglesia. Esos dos proyectos tienen grandes espacios de confluencia. ¿Qué es lo que hay que hacer para apalear las necesidades urgentes que hay? Ahí no se puede esperar a la creación de poder popular como debe ser un movimiento popular, sino que hay que ir directamente a la asistencia; y ahí van a confluir los dos proyectos. Entonces hay grandes espacios de confluencia.

Ahora bien, se trata de que en esta lucha política, la lucha siga siendo política y por lo tanto que el proyecto popular sin ir a la confrontación. Vaya profundizando las medidas de manera que el Pueblo, o sea lo popular,  vaya teniendo cada vez más poder que es la única manera de solucionar verdaderamente estos problemas.
MIRADAS AL SUR

lunes, 29 de julio de 2013

Monseñor Arancedo dijo que colaborará en la búsqueda de nietos apropiados


Un compromiso de parte de monseñor Arancedo


Las Abuelas de Plaza de Mayo Estela de Carlotto, Rosa Roisinblit y Buscarita Roa fueron recibidas por el arzobispo de Santa Fe y titular de la Conferencia Episcopal Argentina, con quien avanzaron en relación a acciones para ayudar a la búsqueda de los nietos apropiados durante la dictadura. "Aseguró que la Iglesia ya está trabajando en el tema", informaron desde el organismo de derechos humanos.

Según informaron las Abuelas, se conversó sobre un plan de seguimiento a los pedidos realizados por la institución en la audiencia con el Papa Francisco, el 24 de abril en la plaza San Pedro, en la que la máxima autoridad de la iglesia católica profesó: "Cuenten conmigo".
"Como ya lo habían hecho con su Santidad, las Abuelas entregaron a Monseñor Arancedo un listado de posibles acciones para que la promesa 'se convierta en acción'", dijeron en un comunicado. En este sentido se solicitó que faciliten copias de los libros donde obran las fe de bautismo de los niños bautizados entre los años 1976 y 1983 en las capillas de la zona de San Miguel y Bella Vista, donde se presume podrían haber sido entregados algunos de los nietos buscados.
También se sugirió que Arancedo solicite al Movimiento Familiar Cristiano toda la información que obre en su poder sobre los niños entregados en adopción durante la última dictadura, teniendo en cuenta que dos nietas restituidas fueron entregadas a través de esta institución de laicos, con estrecha vinculación a la Iglesia. "Arancedo se mostró permeable y dispuesto a colaborar con los pedidos de las Abuelas y aseguró que la Iglesia ya está trabajando en el tema", destacaron.
El Arzobispo entregó a las tres integrantes de la institución una copia del documento de la 104° Asamblea Plenaria de los Obispos de la República Argentina, en la que los Prelados de Argentina unidos promueven "un estudio más completo de esos acontecimientos, en fin de buscar verdad". En este sentido, el documento hace un pedido explícito a sus parroquianos: "Exhortamos a quienes tengan datos sobre el paradero de niños robados, o conozcan lugares de sepultura clandestina, que se reconozcan moralmente obligados a acudir a las autoridades pertinentes".
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Carta abierta a Daniel Filmus . Por Susana Natividad Rinaldi






Estimado Daniel:
 Después de tantas cartas abiertas, aprovechadas para hablar de todo lo que no se hace, lo que se hace mal, qué lindo es poder escribir una para hablar, no sólo de lo que viene, sino de este proyecto que hace tanto tiempo nos tiene unidos.

Qué gran noticia tenerte una vez más peleando por esta Ciudad, porque sé que esto significa tener a un hombre preocupado e informado tanto por todo lo que falta en nuestra querida Buenos Aires, como por la ausencia de reconocimiento de todo lo que se ha hecho desde el gobierno nacional y que tanto intentan ocultar algunos.

Los porteños que creemos en una ciudad para todos y todas y –sobre todo– los que nos sentimos profundamente orgullosos de ser argentinos, no tenemos ninguna duda de lo que está en juego. Nada más ni nada menos que dos modelos de Estado y de democracia. Por un lado, un modelo donde el Estado sólo se hace presente para reprimir, espiar a los opositores; una democracia para vetar leyes y para evitar que el pueblo de la Ciudad tenga el protagonismo y el papel que debería tener desde cada comuna. Por otro lado, un modelo de país con inclusión, con un Estado presente para las grandes mayorías, con más derechos y más libertades.

Esta diferencia de modelo que proponemos será rebatida por diferencias de formas: de política, de proyectos de país, tratarán de no hablar, ya lo sabemos. Vos conocés mejor que nadie, por ejemplo, las maniobras programadas por Duran Barba para atacar a tu familia, mientras hablan de buenos modales, como apropiándoselos para un sector exclusivo de la sociedad porteña.

Nuestro desafío es demostrar que lo que se decide en agosto y en octubre es si queremos un Congreso que ayude a tomar las decisiones que hacen falta para seguir creciendo a pesar de la crisis mundial, o si queremos uno que ponga palos en la rueda para generar el desgobierno.

Por todo ello, ratifico mi compromiso de trabajar junto a vos, Daniel, y junto a compañeros de la talla de Juan, Liliana, Carlos y toda la lista, en el marco de una campaña decisiva para el futuro de nuestra Ciudad y nuestro país.

martes, 23 de julio de 2013

Ernesto Laclau presentó su revista junto a Filmus, Heller y Forster


Apuntes del modelo emancipatorio

El filósofo presentó los dos últimos números de Debates y Combates ante una sala colmada. Los tres candidatos elogiaron la propuesta.

Por Ailín Bullentini
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La sala Raúl González Tuñón del Centro Cultural de la Cooperación, colmada de público, fue el escenario que el filósofo Ernesto Laclau eligió para presentar oficialmente las últimas dos ediciones de Debates y Combates, un proyecto que fundó el año pasado bajo el formato de revista, pero que, en realidad, es una especie de foro de discusión escrito en el que se reflexiona e intenta “reflejar las tendencias del pensamiento contemporáneo y las prácticas latinoamericanas que provocan y sostienen los movimientos políticos emancipatorios de Latinoamérica”, según definió ayer al final de la tarde. Tres de los principales candidatos del Frente para la Victoria para las elecciones legislativas de octubre por la ciudad de Buenos Aires, el senador Daniel Filmus, el diputado Carlos Heller y el también filósofo Ricardo Forster, lo acompañaron en la presentación, junto a algunos de los colaboradores de la publicación.
Frente a un público variado del que formaron parte el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, y el director del CCC y diputado nacional por el kirchnerista Frente Nuevo Encuentro Juan Carlos Junio, Laclau destacó a Paula Biglieri –quien no formó parte de la presentación– en la codirección del proyecto y mencionó que la quinta edición de la revista, que más que revista cada uno de sus números parece un libro en sí mismo, está en camino y se dedicará a analizar las elecciones legislativas nacionales. Pero, además, detalló los componentes de su proyecto para, a partir de allí, definir su intención política: la de funcionar como reflejo de los procesos de gobierno que suceden en Latinoamérica. “El logro de los movimientos emancipatorios latinoamericanos es el de haber conseguido un equilibro entre la autonomía y la hegemonía”, concluyó luego de remarcar que en cada uno de sus números Debates y Combates ofrece una primera parte de desarrollos teóricos y una segunda dedicada a “un país o problema determinado”.
Así, la esfera de la teoría y la esfera de la práctica permiten fundamentar, edición a edición, cómo Ecuador, Brasil, Bolivia, Venezuela o México, por nombrar tan sólo algunos, logran equilibrar “políticas que aglutinen en torno de un eje cultural a los diferentes colectivos en los que se fueron diversificando las sociedades para evitar que se atomicen sin caer en el autoritarismo”.
Filmus, que apuesta a renovar su banca en el Senado nacional, fue el último de un panel numeroso –junto a Laclau y los tres candidatos se ubicaron la secretaria de redacción de Debates y Combates, Gloria Perelló; la socióloga Gisella Catanzaro, redactora del proyecto, y Guillermo Torremare, quien coordinó la charla–, habló del ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva en el marco de su última visita a Argentina, para el lanzamiento de la Universidad de los Trabajadores, al comenzar su exposición. “Está viajando por todos los países para exigirles a los intelectuales producción teórica que dé sustento a la transformación política que se está viviendo en Latinoamérica. En la práctica estamos mucho más adelantados que en la teoría, decía Lula, y tiene razón”, inauguró el senador.
Por tal razón, celebró la circulación de la publicación impulsada por Laclau, distribuida por el Fondo de Cultura Económica y que cuenta con el apoyo de la Fundación de Abuelas por la Paz y la Universidad de San Martín. “Es fundamental un elemento como Debates y Combates porque si no hay debate no hay transformación y si no hay creación no hay debate”, sostuvo.
Debates y Combates también fue festejada por los otros dos candidatos que integraron la mesa de presentación. Heller, quien apuesta a renovar su banca en la Cámara baja –es compañero de bloque de Junio–, definió a la revista como “una de las mil flores que pidió Néstor (Kirchner, el ex presidente) que florezcan porque nace con el esfuerzo de aportar teorías y la aplicación de las mismas al servicio de los combates”. “Nada está definitivamente ganado”, recordó por último el presidente del Banco Credicoop, quien concluyó: “Eso nos tiene que servir a nosotros, para sostener debates y combatir ideas”.
El filósofo y miembro de Carta Abierta, quien pelea por su debut en la arena legislativa fue, por su parte, más general. “Siempre es bueno celebrar la salida de una revista sobre todo en tiempos de indigencia cultural”, disparó. Luego, remarcó que Debates y Combates afronta un “desafío contrahegemónico” al igual que los países de Latinoamérica. “Mientras las políticas neoliberales todavía dominan al mundo, en nuestros países estamos dando un debate y un combate brutal contra eso”, destacó.
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viernes, 5 de julio de 2013

Calles de la memoria, de Carmen Guarini, se exhibe en la Lugones y el Malba


La memoria como proceso en construcción

El documental, que se construye ante los ojos del espectador, toma como tema el de las placas conmemorativas que el colectivo Barrios X Memoria y Justicia instala en las calles de Buenos Aires como recordatorio de que allí pasaron cosas que no conviene olvidar.


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Calles de la memoria surgió en un taller que le tocó dictar a Carmen Guarini en 2011.
La memoria no viene dada: se construye con tiempo, dedicación y esfuerzo. A veces remando contra la indiferencia y el olvido, otras contra la agresión lisa y llana. Lo mismo que una placa. Placas empezaron a aparecer en las veredas de Buenos Aires hace unos años, recordando que aquí o allá nació, vivió, fue secuestrado o asesinado este o aquel militante de los años ’70. Para su nuevo film sobre el tema de la memoria histórica y sobre el legado de las luchas de esa década –después de Jaime de Nevares, último viaje (1995) e H.I.J.O.S., el alma en dos (2002)– Carmen Guarini eligió ese tema: el de las placas conmemorativas que el colectivo Barrios X Memoria y Justicia viene instalando en las calles de Buenos Aires, como modo de recordar al caminante que en esas veredas, la misma ciudad, estos espacios que hoy pisa, pasaron cosas que no conviene olvidar. Guarini construye el film ante los ojos del espectador, del mismo modo en que vecinos, familiares, amigos y ex militantes construyen esas placas. Con máxima coherencia, Calles de la memoria opera una construcción en tres niveles. El primero es concreto: las placas. El segundo, simbólico: la memoria. El tercero, de carácter representativo: la película misma.
“Fue una propuesta vertical –reconocía Guarini ante Página/12, en la entrevista publicada el domingo–. Yo les bajé el tema, porque era un taller acelerado de dos meses y no iba a haber tiempo para que cada uno propusiera algo distinto.” El taller al que la realizadora de Tinta roja se refiere es uno que le tocó dictar en 2011 y que terminó dando por resultado este documental. Al incluir en la película el proceso de su producción (el taller, las clases, los alumnos –todos ellos extranjeros–, la propuesta de la profesora), Guarini inscribe en la película su propia construcción. Hay dudas (una chica chilena admite sin tapujos su escasa identificación con el tema), discusiones (dónde poner la cámara en determinada escena), queda registrado lo que en un documental convencional sería “investigación previa”. Los timbrazos en el portero eléctrico de un edificio frente al cual hay una placa permiten plantear, en una sola escena de un par de minutos, una precisa reproducción a escala de los modos en que la sociedad argentina elabora el tema: una señora pide que le pregunten a otro, otra dice que no sabe qué le parece el tema (sic), por último está el vecino que la tiene más clara. Falta la agresión directa: ya aparecerá.
En Meykinof (2005), Guarini filmaba la hechura de una película ajena (Ronda nocturna, de Edgardo Cozarinsky). En Calles de la memoria, filma el making off de una propia: la propia Calles de la memoria. Como en H.I.J.O.S., el alma en dos, como en toda su obra, la realizadora de Gorri (2010) no filma certezas, sino discusiones, dudas, debates, marchas y contramarchas. Procesos de construcción. Eso ocurre dentro del equipo de rodaje y, desde ya, dentro del grupo que compone Barrios X la Memoria. Durante una conversación telefónica con una señora que avisa que si ponen una placa la va a romper, uno de sus integrantes se muestra lleno de una paciencia envidiable. Una de sus compañeras avisa, en cambio: “Si ella rompe la placa, yo la rompo a ella”. Otra vez el ojo entrenado para ver la metáfora, que permite atisbar, en esa escena, la diferencia entre modos democráticos y justicia por mano propia.
“Es verdad que eso deberíamos haberlo debatido antes”, reconoce otra integrante de BXMJ, cuando surge una discusión, en la vereda, sobre el texto que debe llevar una placa. La placa homenajea a un militante asesinado en octubre de 1973, gobierno de Perón, y los parientes argumentan que no corresponde cargarle el crimen al terrorismo de Estado, como las otras, sino a “fuerzas irregulares del gobierno”. Se acepta el reclamo, se cambia el texto: democracia en funcionamiento. La memoria nunca termina, es un proceso de construcción permanente. El trabajo de BXMJ recién empieza. Consecuente con esta condición inacabada, Calles de la memoria es breve (dura sólo 65 minutos) y construida con fragmentos que no aspiran a una unidad, sino sólo a echar breves instancias de iluminación sobre un proceso mayor. Como las placas.
Por eso Guarini muestra en detalle cada una de sus piezas (los vidrios y su pintado, el cemento coloreado, los moldes de letras) y el entero proceso de armado, hasta el cavado, cementado y colocación en la vereda. “¿Cómo era el texto?”, pregunta alguien por ahí. “¿Dónde están las letras?” “¿Cómo colocamos las cerámicas?” “Está dura la vereda.” En la escena final, su hermano describe cómo era Ariel Adrián Ferrari, dónde lo secuestraron, cómo se lo extraña. “Dónde ponemos la cámara, qué planos dejamos, cómo los montamos”, se habrán preguntado Guarini y sus alumnos-asistentes, y esas preguntas implícitas completan los tres niveles de construcción de Calles de la memoria.
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jueves, 4 de julio de 2013

ANIVERSARIO DE LA MASACRE DE LOS CURAS PALOTINOS EN BUENOS AIRES 04/07/1976


TESTIMONIOS EN EL ANIVERSARIO DE LA MASACRE EN BELGRANO

Una historia de palotinos

Hace 31 años una patota entró en la iglesia de San Patricio y mató a sacerdotes y seminaristas. El crimen marcó a esa comunidad y es ahora sujeto de un documental. El testimonio de Roberto Killmeatte, ex cura y compañero de las víctimas.

Por Laura Vales
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Roberto Killmeatte con los productores de la película 4 de Julio.
¿Quién diría que ese hombre que acaba de entrar, protegido del frío por una campera gris y una bufanda, alguna vez fue sacerdote? Llega con su mujer, Ana, y apenas se acomoda en la silla cuenta que nunca le gustaron las sotanas. Lo dice y se abalanza sobre el plato de facturas en un gesto que rompe cualquier pose. El entrevistado es Roberto Killmeatte, sobreviviente de la masacre de San Patricio, ocurrida el 4 de julio de 1976 cuando un grupo de tareas de la Esma entró en la parroquia de los palotinos, en el barrio de Belgrano, y asesinó a tres sacerdotes y dos seminaristas. El miércoles se cumplieron 31 años de los crímenes.
En la mesa del reportaje también están Pablo Zubizarreta y Juan Pablo Young, directores del documental 4 de Julio, que recrea aquella historia. Cuando ocurrió, ellos eran muy chicos: tenían 3 y 6 años. Todavía no se conocían, aunque los dos vivían cerca, a pocas cuadras de la iglesia de Estomba y Echeverría.
Killmeatte y otros seminaristas habían llegado allí en 1973. “Estudiábamos en Brasil, en la Universidad de Santa María –recuerda Killmeatte–, pero con la vuelta de Perón y el clima que se vivía en la Argentina quisimos terminar de estudiar dentro del país. Aunque inicialmente pensábamos en alquilar una casa en la que instalarnos con uno de los curas, la congregación nos mandó a la iglesia de San Patricio; entonces pedimos que, ya que íbamos a instalarnos ahí, los padres (Alfredo) Kelly y (Alfredo) Leaden vinieran con nosotros, como responsables de la parroquia.”
Killmeatte y sus compañeros eran una camada novedosa dentro de la congregación palotina; un grupo que se sentía identificado con la Teología de la Liberación y la opción por los pobres. Como parte de ese proyecto, habían abierto una misión en Los Juríes, en Santiago del Estero.
Young, que junto a Zubizarreta investigó durante cinco años la historia de los palotinos, define al grupo como parte de una propuesta de cambio que entendía lo político-religioso como dos pedazos inseparables de la misión pastoral. La mayoría de los seminaristas, cuenta, eran además estudiantes universitarios. No es de extrañar que cuando se mudaron a Belgrano trastrocaran las costumbres de la parroquia, hasta entonces de corte tradicional. Se negaron a tener cocinera, dejaron de cobrar los casamientos, los novicios no usaban vestimenta clerical y trabajaban fuera. En el documental hay vecinos que recuerdan las homilías del padre Alfredo Kelly, de tono encendido y contenido, irritante para algunos sectores de la feligresía.
4 de julio
Ya avanzado el ’76, después del golpe, el padre Kelly daría un sermón que reflejó uno de esos picos de tensión, cuando denunció desde el púlpito que se estaban haciendo remates de los bienes robados a los desaparecidos y que feligreses de San Patricio habían participado de ellos. La homilía quedó en la memoria como “el sermón de las cucarachas”, calificativo que Kelly usó para describir a quienes, dijo, ya no podía seguir llamando ovejas de su rebaño. Poco después, Kelly supo que estaba circulando por el barrio una carta en la que un grupo de feligreses pedía su destitución, acusándolo de “comunista”. El sacerdote escribió en su diario personal sobre su preocupación por el tema. Horas antes de los asesinatos, durante la cena, también habló de estos movimientos, preocupado por las consecuencias que podrían implicar. La noche de los crímenes, el 4 de julio de 1976, hubo testigos que vieron a un Peugeot negro estacionado frente a la iglesia, con cuatro hombres en su interior. Entre estos testigos, jóvenes reunidos en una casa vecina, estaba el hijo de un militar, que hizo la denuncia a la comisaría, que mandó a un patrullero. Un policía habló con los del auto y les dijo después a los denunciantes que no se preocuparan. Antes de retirarse, desde el patrullero soltaron que iba a haber un operativo para “reventar a unos zurdos”.
A la mañana siguiente, el organista de la iglesia encontró los cinco cuerpos, acribillados en una habitación. Los asesinados fueron Salvador Barbeito, de 29 años, profesor de filosofía y psicología y rector del Colegio San Marón; Emilio Barletti, de 23 años, también profesor, que estaba por recibirse de abogado. Entre los sacerdotes, el padre Alfredo Leaden, de 57 años, era delegado de la congregación de los palotinos irlandeses; Alfredo Duffau, de 65 años, era director del colegio de San Vicente Paloti y Alfredo Kelly, de 40 años, era párroco de San Patricio.
Al lado de los cadáveres había escrita una leyenda: “Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes”.
Killmeatte estudiaba teología en Colombia cuando ocurrió la masacre. Le mandaron un telegrama con la noticia de las muertes y la orden de no regresar a Buenos Aires. El entonces seminarista volvió a los dos meses.
–¿Por qué?
–Ya no quería estudiar más. Ellos eran la gente con la que había compartido los años más importantes de mi vida, porque desde el ’69 estábamos estudiando juntos, y de golpe estaban todos muertos.
–¿Quería saber qué les había pasado?
(Asiente.) –Pero cuando llegué me encontré con que dentro de la congregación había habido cambios importantes.
–¿En qué sentido?
–Se comienzan a tejer dudas internas, se nos ponía en duda: que Emilio (Barletti, uno de los seminaristas) era zurdo, que si teníamos armas... En el fondo, la congregación había entendido que los asesinatos habían ocurrido por nuestra culpa, la de los estudiantes.
Para Killmeatte comenzaría un vida de paria: lo mandaron a Roma a no hacer nada; consiguió volver a la Argentina pero en muy poco tiempo lo enviaron de nuevo a Irlanda. Aunque ya había terminado de estudiar, demoraban su ordenación sin razones. En 1978, luego de pasar por largos interrogatorios, le permitieron convertirse en sacerdote. Pidió como destino la parroquia de Belgrano, donde lo relegaron a un lugar secundario: ocuparse de la misa de los niños. Zubizarreta tiene una foto de esa época: es uno de los niños que aparecen rodeando al sacerdote en una suelta de globos. “Fue un día en que Roberto hizo volar una piñata con papelitos con mensajes para Dios. Para un chico, ¿qué más simple y más gráfico que eso? Ese tipo de cosas nos hacían participar en la iglesia desde otro lugar. Pero más allá de Roberto, también estaba la sensación de que en esa parroquia había un peso muy fuerte, una carga. Ahí había sucedido algo muy pesado... yo lo percibía, y también percibía el miedo. Eso fue muy importante en mi infancia.” Mientras estuvo a cargo de la misa de los niños, Killmeatte armó un grupo de catequistas y profesionales y destinó lo recaudado en las colectas a un proyecto de autoconstrucción de viviendas para un asentamiento. Quizás ésa haya sido la razón por la que, nuevamente, le dieron la orden de cambiar de destino, esta vez a Los Juríes, la antigua misión de la orden en Santiago del Estero.
Sin castigo
El crimen de los palotinos nunca tuvo justicia. Hubo una causa abierta durante la dictadura que quedó en la nada. En 1983, el juez federal Néstor Blondi reabrió el caso.
–¿Qué se supo de los autores de los asesinatos?
Young: –Las pruebas fueron recopiladas por el periodista Eduardo Kimel en su investigación La masacre de San Patricio. El primer elemento fuerte es que un marino de baja graduación, Miguel Angel Balbi, se presentó en el juzgado de Blondi y manifestó que un compañero de armas, de nombre Claudio Vallejos, le había confesado que él manejó uno de los coches en el operativo, mientras otros compañeros de armas entraban. Dio nombres: Antonio Pernías como quien dirigió todo, el teniente de Fragata Aristegui y el suboficial Cubalo. Otro elemento fue la declaración que hizo Graciela Daleo, sobreviviente de la Esma, que contó que Antonio Pernías se jactaba de haber sido el que había matado a los palotinos.
Pero la investigación no avanzaría. Vallejos, el chofer, no pudo ser ubicado por la Justicia (se fugó a Brasil). Llamado a declarar, Pernías negó cualquier relación con el caso. Mientras el expediente volvía a quedar congelado, Killmeatte organizaba en Los Juríes a los pequeños productores y campesinos. Y otra vez, sus superiores de la congregación le ordenaron abandonar la zona. Ese año Killmeatte se retiró del sacerdocio. Hoy vive en Bariloche. Se casó y tiene dos chicos. Tiene una chacra y armó una cooperativa de pequeños productores que, en cierta forma, es la continuidad de su trabajo anterior.
–¿Le costó irse?
Killmeatte se ríe: –Cuando uno deja el sacerdocio debe hacer un proceso llamado de reducción al estado laical. Yo, cabeza dura, me puse firme en que quería dejar en claro por qué me iba. “¿Y por qué se va usted?” “Me voy por cuestiones sociales”, “No, usted no puede decir eso”... No me querían dar la reducción. “Va a ser más rápido si dice otra cosa”. Diez años tardaron. Y me la dieron en latín.
La masacre de los palotinos fue un punto de inflexión dentro de los sectores de la Iglesia que buscaban un cambio. A partir de entonces, el miedo –y en especial la complicidad de la jerarquía eclesiástica con los crímenes– paralizó cualquier acción que fuera en esa línea. Young y Zubizarreta recuerdan que al mes siguiente mataron a Angelelli; luego a las monjas francesas, a la hija de (Emilio) Mignone, a otros cientos de laicos que trabajaban en las villas. Su documental aborda un punto hasta ahora poco transitado del tema, el de la complicidad de los propios feligreses con la persecución a los religiosos. Pero también refleja el trabajo de quienes sobrevivieron por defender la memoria. Young dice: “Si no hubiera conocido la vida de Roberto, no hubiera terminado de entender lo que pasó en San Patricio”. 4 de Julio contiene las dos historias, cada una iluminando a la otra.
pagina12 publicado el 8 de julio de 2007

miércoles, 3 de julio de 2013

comunicado







martes, 2 de julio de 2013

descripción de diez años de gobierno

El porqué de una década ganada

Por Mónica Peralta Ramos *
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“Pero sus estridentes ladridos /
sólo son señal de que cabalgamos.”

Goethe, 1808
A diez años de gobierno K, la oposición define este período como una década desaprovechada, frustrada,”no positiva” y perdida. Las críticas al período K son múltiples y diversas. Entre otras cosas, se lo acusa de autoritarismo, de avasallamiento de la “Justicia independiente” y de los medios de comunicación, de fomentar los antagonismos, de aumentar la pobreza y el desempleo, de corrupción, de conculcar las libertades individuales. A nuestro entender, estas críticas giran en el vacío impuesto por una visión de la realidad que oculta las causas estructurales de los problemas actuales. En este sentido, mas allá de lo efectivamente logrado o de los errores y limitaciones de las políticas implementadas, lo más importante de la década K ha sido su contribución a arrojar luz sobre las raíces de la estructura de poder actual, una estructura que impide la unidad nacional y canibaliza al país sumiéndolo en el estancamiento económico, la fragmentación social y la ilegitimidad institucional.
Las sociedades no son simples agregados de individuos. Son estructuras de relaciones sociales entre las que se destacan las relaciones de poder. Estas son relaciones de control y de exclusión que se dan en todos los ámbitos de la vida social. Estas relaciones de poder dan lugar a distintos tipos de conflictos. Toda sociedad es, pues, una trama articulada de conflictos sociales, de cuya resolución depende la estabilidad política y el bienestar del conjunto de la población. En las sociedades modernas, las relaciones de poder económico –de control o exclusión del excedente económico– generan el conflicto principal, aquel que determina en última instancia la posibilidad de desarrollo económico con unidad e identidad nacional. Los conflictos son, pues, inherentes a la vida de las naciones. Su forma de resolución determina el predominio de la civilización sobre la barbarie, de la solidaridad sobre el canibalismo social. La historia demuestra que la preeminencia de la coerción en la resolución de los conflictos lleva, tarde o temprano, a la desintegración social. Por el contrario, la conciliación de intereses diversos en búsqueda de un interés común que supere las mezquindades individuales y tenga como norte la solidaridad social, es un paso adelante en la consolidación de una cultura civilizada y hace posible el crecimiento económico con estabilidad política y bienestar para el conjunto de la población.
Desde nuestros orígenes como nación independiente hemos estado inmersos en el continuo fragor de un enfrentamiento, entre los que tienen más y los que tienen menos, por la apropiación del excedente. A partir de 1930 este conflicto se agudizó. La recesión en los países centrales y la crisis del comercio internacional hicieron posible un mayor crecimiento industrial. La posibilidad de industrializar al país trasladando hacia la industria –a través de subsidios de todo tipo– parte del excedente producido por el sector agropecuario estuvo a la orden del día. Desde entonces, las transferencias de ingresos de un sector social a otro sacudieron a la propia elite dominante y convirtieron al Estado en un verdadero botín de guerra. Estos enfrentamientos se dieron en un contexto político caracterizado por la incapacidad de los que tienen más –y son los menos– de conciliar sus intereses con los de otros sectores sociales y de plasmarlos en un proyecto político capaz de aglutinar al conjunto de la sociedad. Esto explica que los sectores económicamente más poderosos sólo pudiesen acceder al control del Estado con el fraude electoral o las proscripciones. La otra cara de esta moneda fue la existencia de un movimiento popular –el peronismo– que pudo ganar elecciones articulando un proyecto político que nucleaba a diversos sectores sociales. Esta situación llevó a los sectores económicamente más poderosos a un constante ejercicio de la presión corporativa a fin de realizar sus intereses específicos. Cuando esto no fue suficiente, se recurrió al golpe militar. Se configuró así una paradoja que explica nuestro estancamiento económico e inestabilidad política: la asincronía entre el poder económico y el poder político. Esto dio origen a la endémica crisis de legitimidad de las instituciones y a la crisis de representación de los partidos políticos. El terrorismo de Estado fue la expresión más acabada del fracaso de la coerción política y abrió una nueva era donde otros mecanismos coercitivos no ligados al uso de las armas irían a dominar la escena política.
En efecto, en los últimos 30 años el poder de veto de los sectores económicamente más poderosos se ejerció creando y recreando espacios y mecanismos económicos que operan en abierta trasgresión de las normas vigentes, eludiendo así el control del Estado sobre las transferencias de ingresos y provocando una sangría de recursos a nivel cambiario, financiero, e impositivo. En este contexto, la inflación y las corridas cambiarias se convirtieron en los principales mecanismos de desestabilización política y provocaron la caída de gobiernos elegidos democráticamente. Ello fue posible porque en los últimos 30 años se produjo un gran avance de la concentración en la economía. Hoy día, unos pocos grupos económicos nacionales y extranjeros controlan los puntos claves de las cadenas de valor en la producción, comercialización, acopio y distribución de bienes. Este control les permite ser formadores de precios, desabastecer y provocar una inflación incontrolable. Les permite además, especular y provocar corridas cambiarias, acumular divisas, dolarizar activos y fugar capitales. Ningún gobierno anterior a la década K ha podido sobrevivir a este embate.
La devaluación de principios del 2002 provocó una enorme transferencia de ingresos desde los sectores populares hacia los que más tienen y permitió mantener bajo control a la inflación durante los primeros años del gobierno de NK. Las enormes ganancias obtenidas y la fuga de capitales fueron, tal vez, el precio de esta paz efímera. Pero a poco de andar comenzaron los problemas en torno de la apropiación del excedente económico y su destino final. El conflicto con el campo por el aumento de las retenciones a las exportaciones agropecuarias marcó el inicio de una nueva etapa caracterizada por una mayor claridad en los objetivos perseguidos por el Gobierno y en la adopción de una serie de medidas destinadas a fortalecer el mercado interno transfiriendo ingresos hacia la industria y hacia los sectores populares. Paralelamente, comenzaron la espiral inflacionaria y las corridas cambiarias. Estos fenómenos habrían de agudizarse a partir de la reelección de CFK. A diferencia de lo ocurrido con otros gobiernos democráticos, CFK ha enfrentado las corridas cambiarias explicitando sus fines y tomando medidas específicas para tratar de impedirlas. Asimismo, este gobierno ha intentado limitar el control monopólico y oligopólico en algunos sectores de la economía y en la producción y difusión de información. Esto ha despertado una fuerte reacción desestabilizadora que se acrecienta en vísperas de las próximas elecciones.
Lo que está en juego hoy día es la visibilidad de las raíces del poder económico y la posibilidad de utilizar los resortes del Estado para imponer cambios en la estructura de poder, cambios que en sí mismos no son una revolución pero constituyen un salto cualitativo en el desarrollo de nuestro país al pretender una mayor inclusión social y una democracia participativa. El conflicto principal es el que opone a aquellos que reivindican el poder de los monopolios y su derecho “inmanente” a reproducir este control sobre toda la vida de una nación (económica, política y cultural) y aquellos que intentan cuestionar este poder impulsando un desarrollo que incluya a toda la sociedad y “empodere” a los ciudadanos. La inflación, las corridas cambiarias y el fogoneo constante de un relato que demoniza a CFK y a todas las políticas implementadas marcan la temperatura de este conflicto. Este relato de los medios más concentrados intenta ocultar los intereses que mueven a la oposición. Intenta además volver invisible la estructura de poder monopólico. Así, la ley de medios que pretende desarticular el poder monopólico en la producción y distribución de información aparece como un atentado a la libertad de expresión; la reforma judicial que pretende terminar con el control corporativo sobre el Poder Judicial y democratizarlo se presenta como el avasallamiento de una “Justicia independiente”, una Justicia a la que estos mismos medios concentrados se han cansado de considerar “Korrupta”; las políticas sociales se presentan como puro clientelismo y así, sucesivamente.
En los últimos tiempos CFK ha dado un paso de fundamental importancia al convocar a la población y especialmente a la juventud a “mirar para cuidar” los precios de los bienes de consumo. Esto ha llevado al relato de oposición a comparar la situación actual con la República de Weimar y el acceso de Hitler al poder. Este disparate muestra la inescrupulosidad con que se manipula a la opinión pública. Muestra, además, que la participación de la población en el control de las políticas aplicadas es la mejor respuesta a los “golpes de mercado”. Esta política de “mirar para cuidar” debería de aplicarse a toda la cadena de valor de los distintos bienes producidos a fin de que los diversos sectores –productores, trabajadores, pequeñas, medianas y grandes empresas, comerciantes, proveedores etc.– que la constituyen puedan participar en el control de la inflación. Esta convocatoria a “mirar para cuidar” toda la cadena de valor volverá más efectivo el control de precios y permitirá sumar a sectores sociales que deben y pueden ser integrados al proyecto de inclusión social y democracia participativa.
Esta es, entonces, una década ganada porque ha permitido empezar a visualizar las causas estructurales de nuestro estancamiento económico e inestabilidad política. Queda, sin embargo, mucho por hacer. Entre otras cosas, es de fundamental importancia revisar la política de subsidios y monitorear sus resultados a fin de impulsar una industrialización que multiplique una inclusión social sustentable. Hoy día la integración compleja de los conglomerados trasnacionales domina al mundo dando lugar a la desintegración de la cadena productiva a nivel mundial y al control de segmentos cruciales de estas cadenas de valor por parte del capital trasnacional. Entre otros fenómenos, esto ha fomentado una nueva división internacional del trabajo que impone serios límites a la capacidad de los Estados de elaborar y aplicar políticas de desarrollo en sus territorios nacionales. Otra consecuencia ha sido una creciente dependencia tecnológica con el consiguiente impacto negativo sobre la balanza comercial y de pagos y sobre la capacidad de generar empleo en los sectores productivos. Esta dependencia tecnológica afecta en nuestro país tanto al campo como a la industria y perpetúa los conflictos históricos entre sectores empresarios, y entre éstos y los que menos tienen. Es pues imperioso hacer sintonía fina sobre el tipo de estructura productiva que hoy tenemos y sobre los subsidios que el Estado vuelca sobre ésta a fin de introducir los cambios que se necesitan para concretar un desarrollo económico que asegure a mediano y largo plazo la inclusión social y la democracia participativa.
* Socióloga, autora de La economía política argentina. Poder y clases sociales.
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qom


Escenas políticas

Por María Pía López *

Un dirigente qom de la comunidad La Primavera se reunió con el papa Francisco. Produjo una fuerte escena política, que no deja de ser problemática. En el plano general de la historia, anunciaba una reconciliación compleja: el Papa que sale de las filas jesuitas recibía a un descendiente de aquellos que habían sido condenados, en el primer momento de la conquista, como seres sin alma a los que se podía esclavizar. El ex cardenal Bergoglio tenía todas las de ganar en esa escena: ya no el representante de una Iglesia que debería murmurar sus arrepentimientos sino el mediador privilegiado en la defensa de los derechos de los oprimidos. Como tenía las de ganar en el encuentro con la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo: en esa foto dejaba de ser miembro de una Iglesia sospechada por su complicidad con la dictadura, para ser el hombre que podía intervenir a favor de la verdad en el presente. Escenas políticas que pueden verse en la secuencia bien interesante de construcción de una imagen del papado, en el que la presencia de Francisco se quiere un corte abrupto o una refundación, y a la vez Francisco se postula como distinto frente a Bergoglio.
Por eso, la escena por ese lado no resulta dudosa, pero sí lo es por el lado de Félix Díaz. Como otras veces, se lo acusó de no ser un auténtico representante de los intereses indígenas y ni siquiera de su comunidad. Algunos de los acusadores recibieron, de otros grupos indígenas, la misma objeción: tampoco representaban auténticamente la etnia de origen. Y así siguiendo. El desplazamiento es problemático: en sociedades cuyas políticas se dirimen en complejísimos escenarios simbólicos y mediatizados, no se puede presentar como argumento de discusión el problema de lo auténtico. Siempre otro dirá que el que enuncia inautenticidad es el verdadero falsario, que embarra todo lo que toca por su propia suciedad. En el movimiento obrero y sus múltiples facciones o fracciones, esta historia es conocida: cada parte procura su legitimidad en el señalamiento de la impostura en la representación de los intereses de los trabajadores que cultivarían los otros.
No parece adecuado que la vara de medida para la intervención del gobierno nacional en la situación de la comunidad La Primavera pueda ser planteada en términos de la autenticidad del liderazgo de Félix Díaz: porque hay un efectivo litigio sobre las tierras, porque la comunidad ha sido víctima de ataques policiales y parapoliciales, porque el reclamo de los desposeídos no se puede relativizar en nombre del consabido “están hechos del mismo barro que los opresores”. Félix Díaz es un productor de escenas políticas, como son los actores relevantes de la coyuntura nacional. Felizmente lo es: porque logra situar en una esfera compleja un reclamo persistente y necesario. Quizás el pedido de autenticidad corresponda a una aspiración soterrada, la de que ellos, los indígenas, mantengan una lealtad sin condiciones a su pasado, para que se pueda reconocer su existencia presente. Que se mantengan sin mácula como recordatorio de un crimen anterior y que omitan el trato con la jerarquía de una Iglesia que fue partícipe necesario. Preferiría un trato más laico: el reconocimiento de su condición de actores políticos, tan barrosos como todos, capaces de sentarse a una mesa de negociación por la realidad presente de sus derechos. Su presencia en nuestras laicas oraciones: la patria es el otro, también el que proviene de culturas y comunidades anteriores a la existencia nacional.
* Socióloga (UBA), directora del Museo del Libro y la Lengua.
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lunes, 1 de julio de 2013

periodismo argentino

Imágenes

Por Eduardo Aliverti
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Está bueno que el periodismo argentino viva una etapa de sinceramiento, gracias a la clarificación de los intereses corporativos e ideológicos a que responde cada quien. El firmante se permitió afirmarlo en unas cuantas oportunidades. Pero hay una abismal diferencia entre eso y que las operaciones de prensa se conviertan en un paisaje cotidiano. Brindar información y opinión desde un posicionamiento político que se deja claro, ya sea porque se lo expresa o por resultar obvio, no es lo mismo que magnificar –o directamente inventar– en nombre de la meta mayor. Es lamentable el subrayado de este aspecto de sentido común, que parte las aguas entre el legítimo blanqueo de para dónde se juega y la ilícita manipulación profesional.
Hace unas semanas, tuvo inmenso y justificado rebote un relato del escritor William Scholl, quien utiliza la figura del ornitorrinco para parodiar lo que el propio autor definió, en declaraciones al sitio INFOnews, como “el increíble nivel de mentira que se está manejando en los medios opositores, y el descaro con que se manipula al público”. De todos modos, Scholl aclaró que “a esta altura queda claro que quienes consumen fábulas como las del ornitorrinco ya no son del todo inocentes, (porque) en muchos casos es lo que quieren escuchar”. La fábula referida es la noticia efectivamente increíble que ingeniaron y articularon algunos de los medios y colegas más rabiosos del enfrentamiento al Gobierno, acerca de una inminente intervención al Grupo Clarín. La secuencia de esa comedia fue desopilante pero, cuando se reveló como la fantasía que era, ya se había expandido que el Gobierno pensaba entrar a las instalaciones de Clarín poco menos que con las Fuerzas Armadas. Y efectivamente, como conjetura Scholl, es de temer que un sinnúmero de marcianos no sólo lo creyó, sino que se impuso convencerse de que el expolio no ocurrió porque los inventores alertaron sobre el invento. Es muy probable que otro tanto, de analogía notablemente similar, haya sucedido –y hasta siga aconteciendo– con la “denuncia” de que el presidente de la Corte Suprema estaría bajo mira de la AFIP. El presunto origen de ese trascendido sería un comentario que Ricardo Lorenzetti le habría hecho a uno o algunos de sus pares, en este show del uso del potencial al que tristemente pareciera que debemos acostumbrarnos. Tanto el organismo recaudador como un despacho de la agencia estatal de noticias, que cita fuentes de aquél, desmintieron que esté en marcha investigación alguna. La Corte, el jueves por la mañana, emitió un comunicado en el que admite haber tratado el tema, a través de un lenguaje ambiguo que oscurece mucho más que lo que aclara. En la Corte no supieron o no quisieron precisar si acaso su titular tuvo indicios concretos de que la AFIP estaba “detrás de él” y, en verdad, voceros calificados dijeron que a Lorenzetti sólo le llegaron rumores. A raíz de los trascendidos periodísticos, Federico Pinedo, jefe del bloque de diputados del PRO, presentó una denuncia en la Justicia Criminal y Correccional contra el director de la AFIP, quedando conformada la causa 6111/13, por “extorsión, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público”. La diputada Patricia Bullrich, de Unión por Todos los que Vivimos de Cambiar de Partido, reclamó la “inmediata renuncia” de Ricardo Echegaray. Y un legislador del GEN solicitó que el funcionario sea convocado de urgencia al Congreso nacional. En síntesis: sale un rumor, de no se sabe dónde, que ni siquiera alcanza el rango de indicio; unos medios lo elevan a versión firme y la oposición lo transforma en denuncia penal. Es de antología. De biógrafo. De una impresentabilidad que resiste cualquier adjetivo.
En simultáneo con esa operación, se hizo la efímera prueba de lanzar otra contra Cristina Caamaño, secretaria del Ministerio de Seguridad a cargo de la cooperación con los Poderes Judiciales, Ministerios Públicos y Legislaturas de la Nación. El martes a la noche, el abogado Miguel Angel Pierri, defensor del único detenido en el caso Angeles Rawson, dijo que Caamaño tuvo comunicación con el juez de la causa para manifestarle su desacuerdo con la imputación al portero. El letrado también afirmó que la funcionaria –según el expediente– estaba al tanto de que la policía le había pegado a Mangeri. El miércoles, en base a esas afirmaciones, se machacó contra el carácter insólito de la intromisión de Caamaño. El intento mediático, obviamente, fue señalar que el Gobierno apretó al juez para que la policía no quedase involucrada en el caso. Pero el jueves se conoció la declaración testimonial de Caamaño, en la que consta todo lo contrario: se comunicó con el juez para solicitarle el refuerzo de la integridad física del detenido e informarle que, ante la acusación de la esposa del portero, el Ministerio de Seguridad se encargaría de investigar si hubo aprietes y torturas policiales. De juez apretado a medios y periodistas que enmudecieron o –peor todavía, si se quiere– mudaron a titular “Idas y vueltas por lo que dijo una funcionaria del Gobierno” (Clarín, pie de página 51 en su edición del jueves). ¿Cuáles “vueltas”, si las idas fueron generadas por los propios medios a partir de las manifestaciones de una de las partes? Más luego, al extinguirse semejante opereta neonata, surgió que el Gobierno oprime al tribunal supremo a través del proyecto de ley que le quita a la Corte, y transfiere al Consejo de la Magistratura el manejo del presupuesto y el personal de la Justicia. ¿Pero cómo? ¿No era que el Consejo ése es el símbolo de la impecabilidad judicial y que el oficialismo quiso avasallarlo? ¿No era –vaya si vale insistir– que la Corte es un brazo ejecutor de Casa Rosada? ¿De qué se quejan ahora? ¿De que lo defendido por ellos mismos, el Consejo ése, es un engendro desconfiable?
Un niño relativamente despierto, para no exagerar, se da cuenta de lo elemental de la movida: la Corte debe fallar más temprano que tarde sobre la ley de medios; viene de sentenciar en contra de la elección popular de los consejeros magistrales y, si encima dictamina a favor de Clarín, sería un escándalo capaz de beneficiar al Gobierno como víctima de las corporaciones. En consecuencia, lo que deben imputar mediáticamente es que la Corte fallará a favor del kirchnerismo porque sus jueces están apretados. Eso es injusto respecto de los supremos. Al revés de lo que tales cortesanos dejaron trascender desde un principio sobre el hecho reciente (el fallo en contra de lo que quería –o decía querer– el Gobierno, sobre ampliar los miembros del Consejo de la Magistratura por voto popular), en torno de la ley de medios siempre estuvo cristalino que en la Corte, en buena proporción, se avalan los argumentos del oficialismo. El apriete de Clarín & Cía. no debería trabajarles conciencia culposa. Pero se verá. Los gobiernos pasan y las corporaciones quedan, por más que el gobierno éste afectó los intereses de algunas muy específicas y que mucha de “la gente”, como gustan definir los emporios de comunicación, esté demasiado avivada.
El ensimismamiento de la prensa opositora con las cuitas del Poder Judicial quizá revele –por ahora y sólo quizás– la inconveniencia de centrarse en propagandear a sus candidatos. Es llamativo que, pasada ya una semana larga desde el cierre de las postulaciones individuales a las primarias, los principales medios de oposición aborden el asunto como irrelevante, secundario, diríase que aburrido. No tienen con qué acentuar con entusiasmo la instalación de Massa, a pesar de que su figura fue una construcción mediática y abierta. El intendente de Tigre se muestra ambivalente; no se le conocen definiciones firmes respecto de nada, y (les) alienta las sospechas de que es un caballo de Troya que, si lo necesita, terminará jugando para los K. Scioli los dejó en orsay por enésima vez y apostó a Cristina porque sabe que carente del amparo de ella no tiene destino, sin que tampoco se le otee voluntad de cimentación nacional o, incluso, porque debe creérsele que considera al modelo como lo menos malo de la oferta existente. Y el resto no cotiza, o hasta da vergüenza ajena. Macri resolvió arriesgar que la política tradicional se acabó; que le bastaría con el 13 y TN; que alcanza con refugiarse en símiles de su cómico santafesino, y que puede prescindir de presentar lista en la provincia de Buenos Aires.
Siendo reiterativos, es lógico que con ese espectáculo de los propios sea mejor dedicarse a la Justicia. O a la coyuntura de la inflación del precio del pan, al igual que en sus momentos la del tomate, que para los sectores populares es tan jodida como la fundada sospecha de que hay atrás una maniobra de grandes jugadores. Cristina podrá no ir por la recontrareelección y es una incógnita insondable cuál es la figura capaz de continuar su liderazgo o conducción; pero si hay algo más transparente que el agua es su rol de actor principalísimo, o único, de la política argentina. Volvió a demostrarlo en el acto del sábado, con una presencia carismática y discursiva arrolladora. Puede prescindirse, incluso, de una evaluación conceptual. O hasta pueden insistir –como sucedió en las redes sociales de los portales opositores, al cabo y aun durante su uso de la palabra– que fue una pantomima demagógica, un ejercicio tribunero, una reiteración exaltada de sus mentiras. Sin embargo, ni el más feroz de sus adversarios podría negar –y lo saben, de sobra– que ninguno de ellos le llega a los talones como imagen de peso.
Esos demás, ya se sabe y se dijo igualmente hasta el cansancio, son comentaristas. Su jefatura opera ora datos y ora inventos. O se dedica a publicar fotos de una adolescente asesinada, en una bolsa de basura, para después dar cátedra de la moral que necesita la Nación.
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