sábado, 30 de octubre de 2010






















 

Carta abierta a quienes celebran la muerte 

 

Publicado el 29 de Octubre de 2010 TIEMPO ARGENTINO



Este extenso velorio argentino sería mucho menos angustiante si los sectores medios y medios altos, los supuestamente más instruidos y los que han tenido mayores posibilidades, demostraran el mismo respeto y tolerancia que exigen a sus líderes.
  Quienes por estas horas festejan la muerte de Kirchner demuestran sus valores y su calidad humana. Se creen iluminados, capaces de vislumbrar el futuro que nunca aciertan, y de olvidar el pasado del que también suelen ser responsables con sus votos, con sus actos, con su amnesia.
Pero hay algo más grave. Quienes por estas horas festejan la muerte de Kirchner, reflejan el rasgo más destructivo que tenemos los argentinos, lo peor de nuestra idiosincrasia: la ineptitud para reconocer nuestras miserias.
Somos fáciles para el elogio: rescatamos nuestra solidaridad, nuestra capacidad de sobrevivir y reponernos a las crisis, nuestra calidez que parece cada vez más vislumbrada por los turistas, pero menos entre los propios argentinos.
Somos incapaces de entender que somos parte del problema.
¿No se escuchan? ¿No se leen?
• Se escandalizan por el odio y la división, pero festejan la muerte de Kirchner.
• Se enfurecen por la pérdida de valores, pero festejan la muerte de Kirchner.
• Se horrorizan por el oportunismo, pero a menos de cuatro horas de la muerte de Kirchner resaltan la debilidad de Cristina, la posible ingobernabilidad y, otra vez, los augurios de un buen derrumbe.
¿Son cínicos, hipócritas o ignorantes?
Este país no tiene arreglo si como sociedad no curamos el defecto más grave: nuestro maniqueísmo histórico, nuestra idiosincrasia miope, torpe y binaria que aún hoy nos impide reconocer lo positivo, sin por ello dejar de señalar lo negativo.
Y este extenso velorio argentino sería mucho menos angustiante si los sectores medios y medios altos, los supuestamente más instruidos y los que han tenido mayores posibilidades, demostraran el mismo respeto y tolerancia que exigen a sus líderes. Si se admitieran como parte del problema y no sólo como su solución: ¿O se olvidan? Ellos también han acompañado mayoritariamente los golpes de Estado del siglo pasado, el silencio durante la dictadura militar, la euforia ante la Guerra de Malvinas y los votos a Alfonsín, a Menem (dos veces), a De la Rúa, a Kirchner y a Cristina Fernández.
Pero claro, la culpa siempre es de los otros y los argentinos no tenemos nada que ver con lo que nos sucede, nada que ver con lo que reclamamos, nada que ver con lo que nos indigna.
En este contexto, llega la muerte y no modifica sólo la visión que tenemos hacia nuestros líderes, sino también hacia nosotros mismos.
Hace dos años fue mucho más sencillo rendir un homenaje a Ricardo Alfonsín: ya era un hombre viejo.
Sí. Porque era un hombre mayor y retirado, recibió el reconocimiento de una sociedad que lo maltrató y lo despreció mientras fue presidente y mientras se mantuvo en la vida política.
¿Fue Alfonsín acaso un hombre de consensos? ¿No se enfrentó con coraje y dureza al campo, a la Iglesia, a los militares, a la prensa y a los sindicatos? En un balance light, se sintetizó su figura en el juicio a las Juntas y en su honestidad, y se omitieron deliberadamente otros conflictos que, de algún modo y con matices, continúan vigentes en estos tiempos.
Aun así, la muerte no indultó al líder radical de sus errores en la gestión. Pero nos permitió, ya lejos del fragor cotidiano, reconocer sus virtudes y sus aciertos. La sociedad que lo homenajeó frente al cajón, no estaba redimiendo solamente la memoria de Alfonsín, sino también las suyas propias. La discusión política será mucho más rica cuando veamos en los aciertos del otro nuestros propios aciertos. Cuando aprendamos a valorar los cimientos y no sólo a celebrar sobre los escombros. Festejar la muerte de Kirchner es, además de un insulto a la democracia (a la tolerancia, al respeto), un acto de cobardía de quienes necesitan la muerte para soñar con imponer sus ideas. Por suerte, ya no vivimos en los ’70, aunque los resabios tardan en curarse. Reconocer la enfermedad es el primer paso. Pero depende de nosotros. <

viernes, 29 de octubre de 2010

NESTOR y lo que viene.

  Por Mempo Giardinelli

Escribo esto en caliente, en la misma mañana de la muerte anunciada de Néstor Kirchner, y ojalá me equivoque. Pero siento dolor y miedo, y necesito expresarlo. Pienso que estos días van a ser feísimos, con un carnaval de hipocresía en el Congreso, ya van a ver. Los muertos políticos van a estar ahí con sus jetas impertérritas. Los resucitados de gobiernos anteriores. Los lameculos profesionales que ahora se dicen "disidentes". Los frívolos y los garcas que a diario dibujan Rudi y Dany.Todos ellos y ellas. Caras de plástico, de hierro fundido, de caca endurecida. Aplaudidos secretamente por los que ya están emitiendo mailes de alegría feroz.  Los veremos en la tele, los veo ya en este mediodía soleado que aquí en el Chaco, al menos, resplandece como para una mejor causa. Nunca fui kirchnerista. Nunca vi a Néstor en persona, jamás estuve en un mismo lugar con él. Ni siquiera lo voté en 2003. Y se lo dije la única vez que me llamó por teléfono para pedirme que aceptara ser embajador argentino en Cuba.Siempre dije y escribí que no me gustaba su estilo medio cachafaz, esa informalidad provocadora que lo caracterizaba. Su manera tan peronista de hacer política juntando agua clara y aceite usado y viscoso. Pero lo fui respetando a medida que, con un poder que no tenía, tomaba velozmente medidas que la Argentina necesitaba y casi todos veníamos pidiendo a gritos. Y que enumero ahora, porque en el futuro inmediato me parece que tendremos que subrayar estos recuentos para marcar diferencias. Fue él, o su gobierno, y ahora el de Cristina: —El que cambió la política pública de Derechos Humanos en la Argentina. Nada menos. Ahora algunos dicen que estar "hartos" del asunto, como otros criticaron siempre que era una política más declarativa que otra cosa. Pero Néstor lo hizo: lo empezó y fue consecuente. Y así se ganó el respeto de millones. —El que cambió la Corte Suprema de Justicia, y no importa si después la Corte no ha sabido cambiar a la justicia argentina.         
- El que abrió los archivos de los servicios secretos y con ello reorientó el juicio por los atentados sufridos por la comunidad judía en los '90. —El que recuperó el control público del Correo, de Aguas, de Aerolíneas.
- El que impulsó y logró la nulidad de las leyes que impedían conocer la verdad y castigar a los culpables del genocidio.
- El que cambió nuestra política exterior terminando con las claudicantes relaciones carnales y otras payasadas.
- El que dispuso una consecuente y progresista política educativa como no tuvimos por décadas, y el que cambió la infame Ley Federal de Educación menemista por la actual, que es democrática e inclusiva.
- El que empezó a cambiar la política hacia los maestros y los jubilados, que por muchos años fueron los dos sectores salarialmente más atrasados del país.
- El que cambió radicalmente la política de Defensa, de manera que ahora este país empieza a tener unas Fuerzas Armadas diferentes, democráticas y sometidas al poder político por primera vez en su historia.
- El que inició una gestión plural en la Cultura, que ahora abarca todo el país y no sólo la Ciudad de Buenos Aires.
- El que comenzó la primera reforma fiscal en décadas, a la que todavía le falta mucho pero hoy permite recaudaciones récord.
- El que renegoció la deuda externa y terminó con la estúpida dictadura del FMI. Y por primera vez maneja el Banco Central con una política nacional y con record de divisas.
- El que liquidó el infame negocio de las AFJP y recuperó para el Estado la previsión social.
- El que con la nueva Ley de Medios empezó a limitar el poder absoluto de la dictadura periodística privada que todavía distorsiona la cabeza de millones de compatriotas.
- El que impulsó la Ley de matrimonio igualitario y mantiene una política antidiscriminatoria como jamás tuvimos.
- El que viene gestionando un crecimiento económico de los más altos del mundo, con recuperación industrial evidente, estabilidad de casi una década y disminución del desempleo.
Y va por más, porque se acerca la nueva legislación de entidades bancarias, que terminará un día de estos con las herencias de Martínez de Hoz y de Cavallo. Néstor lo hizo. Junto a Cristina, que lo sigue haciendo. Con innumerables errores, desde ya. Con metidas de pata, corruptelas y turbiedades varias y algunas muy irritantes, funcionarios impresentables, cierta belicosidad inútil y lo que se quiera reprocharles, todo eso que a muchos como yo nos dificulta declararnos kirchneristas, o nos lo impide. Pero sólo los miserables olvidan que la corrupción en la Argentina es connatural desde que la reinventaron los mil veces malditos dictadores y el riojano ídem.  De manera que sin justificarle ni un centavo mal habido a nadie, en esta hora hay que recordarle a la nación toda que nadie, pero nadie, y ningún presidente desde por lo menos Juan Perón entre el 46 y el 55, produjo tantos y tan profundos cambios positivos en y para la vida nacional. A ver si alguien puede decir lo contrario. De manera que menudos méritos los de este flaco bizco, desfachatado, contradictorio y de caminar ladeado, como el de los pingüinos.

Sí, escribo esto adolorido y con miedo, en esta jodida mañana de sol, y desolado también, como millones de argentinos, un poco por este hombre que Estela de Carlotto acaba de definir como "indispensable" y otro poco por nosotros, por nuestro amado y pobrecito país.

Y redoblo mi ruego de que Cristina se cuide, y la cuidemos. Se nos viene encima un año tremendo, con las jaurías sedientas y capaces de cualquier cosa por recuperar el miserable poder que tuvieron y perdieron gracias a quienes ellos llamaron despreciativamente "Los K" y nosotros, los argentinos de a pie, los ciudadanos y ciudadanas que no comemos masitas envenenadas por la prensa y la tele del sistema mediático privado, probablemente y en adelante los recordaremos como "Néstor y Cristina, los que cambiaron la Argentina".  Descanse en paz, Néstor Kirchner, con todos sus errores, defectos y miserias si las tuvo, pero sobre todo con sus enormes aciertos. Y aguante Cristina. Que no está sola.

Y los demás, nosotros, a apechugar. ¿O acaso hemos hecho otra cosa en nuestras vidas y en este país?

 28 de octubre de 2010 
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jueves, 28 de octubre de 2010

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Aseveraciones lógico-políticas

 Por José Pablo Feinmann

 
1. Néstor Kirchner no era Perón. 1.1. Perón dejó como sucesores a una Presidenta inepta y a un criminal paranoico. 1.2. Néstor Kirchner compartió su vida y deslizó la presidencia en manos de un valioso cuadro político, de una mujer fogueada y hecha en la gran política. De una mujer de excepcional inteligencia. Se me perdonará esto: pero estudié la carrera de Filosofía y ahí recibí mi título. Dediqué mi vida a la filosofía y a la literatura. Sé cuándo alguien sabe pensar. Ningún presidente de la historia argentina pensó con el rigor y la inteligencia de Cristina Fernández.
2. Perón, al regresar, dedicó sus mayores afanes a perseguir y aniquilar a los jóvenes del peronismo, armados o no. Evidentemente el padre Mugica, asesinado por Rodolfo Almirón de la Triple A, organización construida a la vista (aprobatoria) de Perón, no era un hombre armado ni clandestino. (Menos aún lo mataron los Montoneros, como dicen algunos pérfidos que buscan aliviar las culpas de la Triple A. ¡Valiente tarea, qué cercanos se sentirán a ella!) Tampoco lo era Enrique Grynberg, que manejaba un Ateneo en Saavedra. A Kirchner la muerte lo sorprende en pleno diálogo con la juventud. En plena construcción de una de las cosas que hoy más necesita el justicialismo: la construcción de la militancia territorial. 2.1. Cuando murió Perón, el establishment se asustó, y mucho. Porque el tercer Perón era un guerrero del establishment que, para beneficio y alegría de ese sector con el que tan bien negoció, le estaba haciendo la tarea sucia. 2.2. Con Néstor Kirchner, buena parte del establishment y las clases altas y las clases medias altas festejan jubilosos. Hubo censistas que ya hoy llegaron a casas que estaban con las puertas abiertas y festejando. En muchos hogares, hoy, ya hoy, con el cadáver del ex presidente aún tibio, se festejó con champagne. 2.3. Seguramente también en muchas editoriales. Se podrían dar nombres, pero no es el momento y –además– todos los conocen.
3. El vicepresidente de Perón era su esposa, sumisa, a él y al monje umbandista Daniel, asesinos ambos. La sucesora y compañera de vida de Kirchner es Cristina Fernández. Su vicepresidente es un traidor y ayer le añadió a la traición la mentira, que son hermanas de sangre, que van juntas porque traicionar es mentir y gravemente. Tuvo ayer el exasperado caradurismo de decir que había muerto un gran presidente. ¿Por qué le clavaste un cuchillo en la espalda al proyecto de un gran presidente, Cobos? ¿También esa crueldad, esa torpeza, esa traición al país le hiciste? 3.1. Cristina Fernández es de esos seres humanos que se agrandan ante la adversidad. La verán llorar. ¿Cómo no va a llorar al compañero de una vida? Y como una mujer. O como cualquiera. Cualquier ser sensible lloraría en una circunstancia semejante. Yo, ni lo duden. Lágrimas lacerantes. Pero Cristina es notoriamente fuerte. La desdicha le dará poder. La desdicha la hará todavía más dura en la lucha. No festejen tanto, señores. Acaso ni sospechen lo que tendrán que enfrentar de aquí en más. Por otra parte, si Cristina (se decía insistentemente) carecía de carisma, conseguía adhesiones por su inteligencia pero no por su ternura o por su feminidad o lo que sea. (No creo en esto, pero aceptémoslo.) Ahora, el pueblo verá en ella a la mujer que se quedó sin su hombre. A la mujer sola. A la que sola se las tiene que arreglar. A la que hay que seguir, querer y respaldar para que el país conserve su rumbo. “No se nos puede quebrar”, dirán muchos. “Pobre, qué mala suerte. Perder a un marido tan joven. Tan necesario para ella. Un marido al que tanto quería.” Lloverán las flores y las adhesiones emocionales. Pero hay que transformarlas en militancia. 3.2. Hoy, más que nunca, la militancia juvenil tiene un papel esencial. Al que aparezca con alguna teoría que recuerde a la lucha armada y al foco insurreccional de los ’70 échenlo a patadas. Esas posiciones llevaron a la muerte a una generación entera de militantes a lo largo y a lo ancho de América latina. La lucha militante (la única) es de superficie, de cara al sol, como quería morir José Martí y también como quería vivir y vivió (era porque sabía la belleza de vivir de cara al sol que así quería morir). De cara al sol significa: nada de clandestinidad, nada de armas, se triunfa cuando se transforma el número en fuerza, pero no en fuerza armada. En fuerza militante, territorial, cuando se habla con la gente, cuando hay un proyecto para ser comunicado, un proyecto que convenza al militante y le dé fuerzas para convencer a los demás. Lo esencial del proyecto sigue siendo: la unidad de América latina (el Mercosur, no el ALCA). El fortalecimiento del Estado para que defienda a los débiles ante la voracidad de los monopolios. La diseminación de lo mediático. Lo que significa –tanto aquí como en Estados Unidos y en cualquier país que luche por la democracia de la información– muchas voces que hablen, que tomen la palabra, que informen diferenciadamente si es necesario de la uniformización de la palabra de la unicidad monopólica, que informa desde una sola verdad, la propia. O sea, no informa. Difunde sus intereses. El Banco Central para los intereses argentinos. Orgullo y poder y ni un atisbo de sometimiento ante el FMI y cualquier entidad de la prepotente banca extranjera que busque utilizar al país en la timba de sus intereses. Diálogo a fondo con todos los que quieran dialogar. Unidad nacional en medio de la diversidad. Que esa diversidad no se transforme en antagonismo. O, al menos, que exprese el razonable disenso de la democracia. Basta de odios. Basta de libracos difamatorios. Basta de tapas insultantes. Respeto de las Madres y a las Abuelas de la Plaza de Mayo, que nadie más tenga la inmoralidad de siquiera sugerir que una mujer como Estela de Carlotto (que recuperó para la vida verdadera 102 nietos apropiados por el poder desaparecedor) sea tildada desde una revista hipercomercial de hacer lobby para ganarse el Premio Nobel. Esa es una mentira y una falta de respeto. ¿Rescataron ustedes 102 niños? ¿Qué hicieron ustedes además de querer vender revistas a cualquier precio, aun al precio vil de injuriar a las Abuelas de Plaza de Mayo y a Estela de Carlotto? 3.3. Cristina Fernández no queda sola. Tiene a su alrededor cuadros de gran valía. De gran inteligencia. Voy a dar algunos (sólo algunos nombres): Juan Manuel Abal Medina (h), Marcos Zanini (¡vamos, negro!, ¡respalde a la Presidenta con todo lo que usted tiene y sabe: lucidez política amasada a lo largo de años y polenta), Daniel Filmus, brillante intelectual, Aníbal Fernández, el político jauretchiano: nadie desde Jauretche usaba el humor en la política como él lo hace (y no me vengan con los chismes de letrina de lo que fue o lo que no fue: los hombres, en esta Argentina dramática, importan por lo que son y por lo que hoy están dispuestos a hacer). Y muchos más. Y todos los pibes, que cada vez son más. Y que –contrariamente a lo que les ocurría a los jóvenes desde el ’80 hasta el 2000– hoy le encuentran un sentido a su vida en la militancia, en la política.
4. Todo esto y más también tiene usted, Presidenta, para gobernar este país y llevarlo a buen puerto. No es poco. Eso, unido a su talento, a su fortaleza duplicada por la mala mano que Dios (que, de argentino, disculpen, pero: nada) otra vez nos ha dado, le otorgará a los que ya la apoyaban y a los que de aquí en más verán que apoyarla es la única salida para el país y que, por otra parte, usted lo merece, la decisión de estar a su lado, en esta hora amarga pero también en esta impecable coyuntura en que los bravos, los que no bajan los brazos, los que no se dejan vencer por las adversidades que el destino siempre trae, duplicarán sus fuerzas para tratar, al menos, de estar a la altura de las suyas.
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El odio de los que odian

 

Por Luis Bruschtein
 
Despido al hombre que dijo cuando asumió la Presidencia que “todos somos hijos de las Madres de Plaza de Mayo”. Porque soy hijo de una Madre de Plaza de Mayo y me sentí su hermano. Y porque esa frase le hizo ganar el odio de todos los amigos y cómplices de los genocidas, empezando por el director de La Nación José Claudio Escribano. Despido al hombre que obligó al bloque parlamentario de su partido a votar el proyecto de la izquierda para anular las leyes de la impunidad, lo que le ganó el odio del ex presidente Eduardo Duhalde, que trataba de impedirlo presionando a los legisladores sobre los que todavía tenía influencia. Lo que también le ganó el odio de la cúpula de la Iglesia Católica.
Despido al hombre que algunos pícaros acusaron de “robar con los derechos humanos” y es al revés: los derechos humanos están en deuda con Néstor Kirchner. En cambio, los que lo acusaron usaron los derechos humanos para hacerse famosos. Y cuando fueron famosos cambiaron de bando para defender a los monopolios mediáticos y criticar a los defensores de los derechos humanos. Despido al hombre que habló de la vergüenza de la Corte menemista y arremetió democráticamente hasta conseguir la conformación de una Corte independiente –la primera en decenas de años–, que incluso le falló varias veces en su contra.
Despido al hombre que en Mar del Plata le dijo a George Bush “no nos van a patotear”, cuando querían imponer el ALCA a través de los gobiernos que en ese momento eran mayoría en América latina. Se habían ido Tabaré y Lula y sólo quedaban Kirchner y Chávez y entre los dos impidieron la concreción del tratado de libre comercio continental que impulsaba el presidente norteamericano. Y ese “no nos van a patotear” le ganó el odio de los adoradores locales del “american way of life”, que lo acusaron de populista y autoritario. Despido al hombre que con la presencia en la Argentina del presidente norteamericano organizó un acto donde el principal orador fue el presidente Hugo Chávez, el latinoamericano más odiado por Bush y a quien había tratado de voltear con un golpe de Estado.
Despido al hombre que apenas asumió la presidencia reivindicó la entrega desinteresada y la lucha de una generación masacrada, lo que le ganó el odio de la mediocridad ochentista de los dos demonios y de los acomodaticios. Despido al hombre que el mismo día que asumió realizó un gesto de soberanía inédito y permitió que Fidel hablara en un acto masivo en la Facultad de Derecho que fue transmitido por la televisión. Era el momento de mayor aislamiento de la Revolución Cubana, cuando muy pocos gobiernos tenían la valentía de recibir a Fidel en sus países. Despido al hombre que le dio una mano a Cuba, cuando Cuba estaba aislada.
Despido al hombre que vio la importancia de la alianza con Lula y Chávez, que impulsó como pudo el triunfo de Tabaré en Uruguay y después de Mujica, el hombre convencido de la necesidad de la unidad latinoamericana y el que la impulsó como ningún otro político argentino, primero como presidente de la República y después como secretario de la Unasur. El primero en organizar la solidaridad con Ecuador cuando fue el intento de golpe contra Rafael Correa, el que se ofreció como mediador de paz en Colombia, el que impulsó la defensa de Evo Morales contra los intentos separatistas de la derecha boliviana en Santa Cruz de la Sierra.
Despido al insólito presidente que no quiso nunca reprimir la protesta social, que ordenó a las policías hacer la seguridad de las marchas sin llevar armas de fuego. Y lo hizo cuando las protestas piqueteras se repetían en Buenos Aires y sectores de la clase media pedían frenéticamente mano dura. El hombre que convocó a los piqueteros a su gobierno y los designó en funciones estratégicas en la gestión de políticas sociales, internacionales y de derechos humanos. Los piqueteros eran los dirigentes sociales más demonizados por los medios y por ese sector de las capas medias urbanas.
Despido con el alma al hombre que alivió la espalda del país de la carga más pesada de su historia: la deuda externa y el Fondo Monetario Internacional. El que se peleó con su ministro de Economía, Roberto Lavagna, que quería aflojar en la negociación. El hombre que negoció con fiereza en defensa de los intereses de su país y logró la quita más grande en la historia de la deuda externa mundial. Con el que disentí pensando que era mejor declarar la deuda inmoral e ilegítima, pero que el desarrollo de los hechos demostró que el mejor camino era el que había elegido Néstor Kirchner. Despido al hombre gracias al cual no hay más monitoreos del FMI sobre la economía argentina exigiendo ajustes, enfriamientos y flexibilización laboral.
Y despido al hombre que decía con ironía “¿Qué te pasha Clarín? ¿Estás nerviosho?”. El gran polemista, el que entendió que la verdadera paz está en la polémica y en poner las contradicciones sobre la mesa. El que entendió que los falsos consensos entre los poderosos solamente provocan más violencia reprimida que en algún momento explota.
En un país donde cada gobierno había acrecentado la cantidad de pobres, desocupados y excluidos que dejaba el anterior, su gobierno fue el único que hizo disminuir esas cifras, el único que aumentó a los jubilados y decretó el retorno de las paritarias.
Hasta el día anterior, cada una de estas cosas parecía imposible. En mi caso, creí que nunca vería el juicio a los represores o la salida del país de la pesada carga de la deuda y el cepo del FMI. No lo esperaba y en lo personal traté siempre de mantener una mirada profesional y periodística, lejos de la obsecuencia, de la adulación o de la alabanza fácil. Pero ahora lo despido como a un hermano, con todo el dolor del alma.

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miércoles, 27 de octubre de 2010

La profesora de Dilma, Serra y Lula

Por Martín Granovsky
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Maria da Conceiçao Tavares es una mujer única en Brasil. Fue profesora de Economía de los dos candidatos que competirán el domingo. Los dos, Dilma Rousseff (foto) y José Serra, estuvieron juntos en el cumpleaños número 80 de Tavares el 24 de abril último. Ya estaban en carrera. Dilma, haciéndose conocida de la mano de Lula. Serra, tratando de consolidar la ventaja inicial que después perdería, hasta terminar segundo en la primera vuelta del 3 de octubre por 47 a 32 por ciento de los votos.
“Ese día ninguno discutió de política”, dice Maria da Conceiçao al semanario Carta Capital, de Brasil. “Era una fiesta.”
Nacida en Portugal de padre anarquista, vecina de Río de Janeiro, la profesora habla con la cariñosa maldad que sólo dan los años y la cordialidad brasileña. Dice que a Serra lo conoce muy bien, desde 1968. “Era un sujeto civilizado. No sé ahora qué le pasa por la cabeza.” Igual, lo estima más que a Fernando Henrique Cardoso, quien “dice una cosa para agradar a unos y otra cosa para agradar a otros”. A Tavares le asombran del Serra actual “la arrogancia y la agresión”. Porque “él no era así”. Y encima en política “se hizo muy conservador y está frontalmente contra la política exterior de Brasil, que se basa en la autonomía y privilegia las relaciones Sur-Sur”.
En otro elogio al pasado que Serra no le agradecerá, Maria da Conceiçao se sorprende porque, contra su estilo de siempre, el candidato opositor está haciendo “promesas demagógicas”, como aumentar el salario mínimo mientras anuncia un recorte del gasto público. También narra ella que, deslumbrada con el triunfo de la Unidad Popular en Chile, pidió una licencia mientras cursaba su doctorado en París y se fue a trabajar al Ministerio de Economía de Salvador Allende. Con Serra.
Eso sí, los dos, Dilma y Serra, eran “brillantes”. La diferencia es que hoy Serra insulta. Dilma tiene un tono más agresivo y asertivo, pero no insulta. Y recuerda: “Estuvo presa muchos años, tuvo un comportamiento fantástico en la prisión y es una mujer de mucho coraje, de garra, que no se desmorona”.
En febrero último Lula pidió que Dilma fuese la candidata. Lo aprobaron los delegados al Cuarto Congreso del Partido de los Trabajadores. En ese momento la revista teórica del PT, Teoría y Debate, entrevistó a Tavares. Dijo que Lula había crecido más que el PT y que ese crecimiento había sido muy fuerte en lo que llamó “subproletariado”, una capa pobre de la que proviene originalmente el propio Lula antes de que la familia emigrase de Pernambuco a San Pablo a fines de los ’50 y él se convirtiera en obrero metalúrgico. “Lula parece el padre de los pobres”, dijo la profesora, que rescató a la vez las políticas sociales, la distribución del ingreso y el control de la inflación como estrategias en favor de los más humildes. Y se rió de los que sostienen que la popularidad de Lula creció porque también les cayó bien a los ricos. “Eso es una bestialidad”, dijo. “En Brasil los ricos son una minoría escandalosa.”
En el reportaje concedido a Carta Capital, vuelve sobre los mismos temas y los desarrolla. “Lula es una figura política como no hubo otra en el país y casi tampoco en el mundo”, opina. Lo conoce bien. Aunque no fue a la universidad, Lula también resultó ser alumno de Tavares. Después de la primera de sus tres derrotas presidenciales (1989, ante Fernando Collor de Mello), Lula creó el Instituto de Ciudadanía y se rodeó de sociólogos, filósofos y economistas. Allí estaba Maria da Conceiçao, que muy pronto se transformó en su consejera. “Lula es brillante, brillante. Tiene una memoria prodigiosa y un sentido de la oportunidad muy agudo, además de una mente muy lógica. Es impresionante. Lula tiene un corazón popular y una emoción popular, pero su cabeza es totalmente lógica. Es uno de los hombres más inteligentes que conocí, si no el más inteligente.” Un “intelectual orgánico” porque “representa orgánicamente al pueblo brasileño” y es “un genio del pueblo”. Se ríe la profesora cuando recuerda que el PT fue fundado en 1980 por tres vertientes, la sindical del propio Lula, la intelectual y la de los cristianos de base. “Cuando los otros discutían demasiado, mandaba a los curas a la iglesia y a los intelectuales a la academia.”
La periodista Alexandra Lucas Coelho pregunta en Carta Capital si las elecciones del 31 confirmarán la existencia de dos Brasiles, el de arriba y el del pueblo. A Tavares le parece que sí. ¿Y la clase media? “Anda para acá y para allá de acuerdo con la coyuntura.” ¿Y la clase media que ascendió en estos ocho años de Lula? “La que ascendió es la clase media baja”, precisa Maria da Conceiçao. “La media alta, no. Y ésa es la que tiene mucha bronca contra Lula y no va a votar a Dilma.”
La incógnita futura, para Maria da Conceiçao Tavares, es cómo hará el PT para sintonizar con el subproletariado lulista que todavía no es necesariamente de izquierda. Pero esa historia empieza el lunes. Y antes está el voto del domingo.
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Sobre el uso político de los muertos

Por José Pablo Feinmann
 
Hace un par de días, un brillante politólogo norteamericano (que conduce un programa de televisión) discutía con tres demócratas –ningún republicano había aceptado ir al programa– la política del presidente Obama. Se decían cosas duras: “Los (norte)americanos somos un pueblo de idiotas y tenemos lo que merecemos, y tal vez más”. “Este gobierno ha hecho muy poco de lo que se esperaba de él.” “Los republicanos, lo sabemos, son basura o peor que eso: torturadores.” Aquí, Bill Maher, el mítico conductor del programa, les propone una reflexión a sus invitados. Dice que está de acuerdo con todo lo que se ha dicho. Pero que desea rescatar dos frases. Una, sobre Obama: “Ha hecho muy poco de lo que se esperaba de él”. Y otra sobre los republicanos: “Son basura o peor que eso: torturadores”. De esas dos frases –ya que las elecciones están cercanas– quiere sacar una conclusión: “No es lo mismo alguien que te decepciona que un enemigo mortal”.
Hubo siempre en la Argentina una izquierda que desconoció está verdad. La Proclama que el ERP lanza ante la llegada de Cámpora al poder es reveladora: como Cámpora no hará la Reforma Agraria, no expropiará a las empresas monopólicas ni disolverá el poder de las Fuerzas Armadas, Cámpora es tan burgués como Lanusse. Al ERP no le importaban las coyunturas políticas. No había política, no podía haberla. El enemigo era todo aquello que no era el ERP. Todo lo que no era el ERP era el poder burgués. ¿Para qué prestar atención a las coyunturas políticas si todas eran expresión de las negociaciones de la burguesía en su lucha por la mayor tajada de la torta capitalista? Así, el ERP ataca la guarnición militar de Azul pocos días antes de la reunión de los diputados peronistas con Perón, entregándole a Perón todos los motivos para demonizar a los jóvenes al acusarlos de ese hecho y, prácticamente ante las cámaras de televisión, condenarlos a muerte. El 24 de marzo de 1976, con las masas en reflujo, los profesionales y los intelectuales en desbande, aterrorizados todos ante la magnitud asesina de lo que se cernía sobre el país, Roberto Santucho lanza la primera proclama de enfrentamiento al régimen: “¡Argentinos, a las armas!”. Desconocía por completo la realidad del país. A eso lo había llevado el desdén por los matices en la política. Todo era el Poder. Todo era un enorme bloque reaccionario y represivo al que se le daba ese nombre: “el Poder”. O “el Estado burgués”.
Ahora ha sido asesinado el joven Mariano Ferreyra. Lo mataron las patotas de la Unión Ferroviaria. Durante días y días los medios masivos de comunicación (que dan forma a la conciencia de los receptores de sus mensajes) se habían indignado por el corte de las vías del Ferrocarril Roca. Respondían a sus verdaderos intereses patronales. Siempre están del lado de los patrones. Ergo, los obreros no pueden andar por ahí cortando vías, cortando calles o avenidas. Hay que terminar con ese piqueterismo pendenciero que este Gobierno ha tolerado hasta extremos inauditos. Debe imperar la ley. La ley no la imponen los piquetes. No la imponen los militantes huelguistas. La imponen los aparatos burocráticos por medio de los cuales se lleva a cabo la violencia legal del Estado. El Estado monopoliza la violencia. Todo aquel que la ejerce por su cuenta debe ser repudiado, encarcelado. Sobre todo si se trata de esos malditos “zurdos” de siempre.
Aquí, la patota sindical se siente autorizada. Porque ella se sabe parte del Estado, del poder sindical, una herramienta suya que se aplica en circunstancias violentas. “Si los zurdos joden, aquí estamos nosotros”. En 1975, en Villa Constitución, una ejemplar huelga obrera de cariz socialista (que rechazó indignada un operativo miliciano montonero que quiso meterse en esa historia que no le pertenecía y los rajaron a los palos y a las puteadas) fue bestialmente reprimida por la acción conjunta de la Triple A y las huestes de Lorenzo Miguel. Se sentían parte del poder, lo eran. Pero esta patota, la que asesinó a Mariano Ferreyra, no es parte del poder, ni mucho menos del Estado. Ha sido, en principio, enardecida por los medios que hoy se rasgan las vestiduras por la muerte del joven militante del PO. Luego pertenece a un sector de los ferroviarios. De esos sectores que deben ser urgentemente depurados. Pero, ¿alguien cree que esa depuración es fácil? ¿Alguien cree que la van a realizar los que hoy le tiran el cadáver al Gobierno, como Eduardo Duhalde, por ejemplo? Duhalde es la antidepuración del Aparato. Porque es el Aparato. De Narváez es el Aparato. Y los demás son oportunistas.
El joven Mariano Ferreyra, si militaba en el PO lo hacía porque tenía la certeza de que todo es el Poder. Que no hay matices. Que no hay con quién dialogar. Que este Gobierno, que se propuso desde su inicio no reprimir, que fue brutalmente criticado por toda la clase media, por el alguna vez célebre Ingeniero Blumberg y sus velitas, al que se le pidió una y otra vez gatillo fácil, pena de muerte (recuérdese a casi toda la farándula clamando por la pena de muerte), no es lo mismo que el que lo sucederá si es derrotado. Supongamos, compañeros del PO (aunque ustedes no me quieran como compañero, pero no me importa: para mí ustedes tienen ideas e ideales, son jóvenes, pelean contra lo que creen injusto, y están –es mi opinión– equivocados porque no han aprendido a ver los matices, las diferenciaciones fundamentales entre las políticas burguesas que llevan en sí la muerte y las que no, no entienden que hoy, aun si ustedes llegaran al poder, no podrían hacer otra cosa que “capitalismo”, “políticas burguesas” o saldrían brutalmente expulsados en dos días a lo sumo), supongamos, decía, que este Gobierno (al que ustedes engloban bajo el omnicomprensivo concepto de “el Poder” con todo lo demás que existe) fuera derrotado en las próximas elecciones. Permítanme decirles algo: lo que va a venir no va a ser lo mismo. Salvo que Uds. todavía crean –como creía el Che en su Mensaje a la Tricontinental– que hay que hacer la guerra total porque, de este modo, acudiendo a la teoría de la hecatombe, la acción del enemigo “se hará más bestial todavía, pero se notarán los signos del decaimiento que asoma”. No, dudo que crean en eso. Pero sí incurren en la interpretación totalizadora del campo enemigo: todos son lo mismo. Y no es así. Sin duda, hay cosas de este Gobierno que –como a muchos de nosotros que no vamos a permitir que lo “erosionen”, frase de un dirigente rural– no les gustan o los han decepcionado. Recuerden ese consejo de oro: no es lo mismo alguien que te decepciona que un enemigo mortal. Por decirlo claro, lo que sigue a esto es un enemigo mortal. Lo que tenemos es un gobierno que posiblemente nos haya decepcionado y nos decepcione, pero ante el cual se pueden plantear libremente las causas de esas decepciones. El que diga que a Mariano Ferreyra lo mató el Gobierno es un torpe. Es un politólogo de cuarta categoría y un dirigente falaz. Pero está enunciando una de las tantas “verdades” que se han arrojado al ruedo ante la muerte de Mariano. Presenciamos la obscena utilización política del cadáver de un joven de 23 años. No nos sorprendemos. Este cadáver era esperado. Demasiado se jactaba el Gobierno de no haber reprimido. De no tener muertos en su gestión. Se acabó. Ahora lo tiene: es Mariano Ferreyra. Nadie pensará en él. Todos buscarán utilizarlo. Algunos ganarán posiciones en la política nacional. Otros no. Pero el que no ganará nada, el que perdió para siempre es Mariano. Porque él está muerto. Porque lo mató una patota impune a la que habrá que castigar de inmediato. Estas cosas no pueden repetirse. Cuando alguien muere, morimos todos. Cuando alguien muere, todas las vidas están en peligro. Cuando alguien muere es porque se ha devaluado el valor de la vida. La muerte empieza a adueñarse de la escena. Y el resto –desdichadamente– lo conocemos bien.
24 de octubre 2010. PAGINA 12 .

martes, 19 de octubre de 2010

HOMENAJE A ROLY












Hoy 19 de octubre nuestro amigo Roly hubiera cumplido 55 años.

Fueron 18 años trabajando como Secretario de su querida EMEM 4

"NORMA COLOMBATTO" de Lugano.

¡Qué hermoso compartir con toda esa comunidad educativa este sentido

momento de recuerdo y evocación!

Las emociones en los testimonios personales de docentes , amigos,

exalumnos.

La originalidad y belleza de las pinturas de Roly expuestas en cuadros

y tambien en un power point con caricaturas y dibujos de su autoría

La poesia de una exalumna. Las canciones sobre todo "Honrar la vida" de

E. Blazquez.

La participacion de los alumnos con un silencio conmovedor.

La placa recordatoria de sus colegas docentes presentada por la Directora

Beatriz Sist para que brille su recuerdo en la secretaría y luego en el nuevo

edificio que tendrá la escuela.

Es indudable que Roly estaba presente y habrá aceptado este justo

homenaje.

Y se habrá reido con  Norma de las últimas fotos en que se mezclan sus

cuadros con los participantes al acto.

viernes, 15 de octubre de 2010

Una pesadilla: el gabinete del Sr. Cobos

Por Mempo Giardinelli
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De regreso de Frankfurt, en el vuelo, una pesadilla me dejó un horrible sabor de boca. Y si ahora debo compartirla con los lectores es porque ayer mismo la realidad me hizo pensar que podía suceder. Imagínense: ¿Qué sería de este país si por azares del destino el Sr. Julio Cleto Cobos deviniera presidente de la República?
No tiene sentido conjeturar razones para semejante advenimiento, siendo que toda especulación sería ofensiva e inoportuna. Porque tenemos una Presidenta en ejercicio, que conduce esta nación con todos los atributos de la Constitución y la democracia. Y gusten más o gusten menos su estilo y sus decisiones, su figura es incuestionable.
Sin embargo, en mi sueño, y no sé por qué extraña razón (esos enigmas son “naturales” en el mundo onírico), de pronto asumía la primera magistratura el Sr. Cobos, ruidosamente celebrado por no pocos cretinos, resentidos o confundidos, y por muchas almas inocentes pero con poco cerebro, de esas que en la Argentina siempre se quejan a destiempo, no saben de qué se quejan o se encolumnan detrás de oportunos quejosos profesionales.
Tras mucho dudar acerca de la conveniencia de escribir o no este texto de ciencia ficción política, aquí les cuento el escenario que vislumbré a diez mil metros de altura.
El actual vicepresidente asumía el cargo aplaudido por la horda de odiadores que pulula hoy en los medios hegemónicos. Sólo unos pocos desubicados recordábamos, inútilmente, que el hombre llegaba como producto del más grave error político del Sr. Néstor Kirchner, pero eso ya no tenía importancia. Lo que sí la tenía era que en el sueño el Sr. Cobos se rodeaba de los más competentes, lúcidos, éticos y patrióticos políticos de este país.
Su ministro del Interior era el señor Eduardo Duhalde y en Economía hacían cola para ser designados los señores López Murphy, Broda, Redrado e incluso el siempre disponible Sr. Domingo Cavallo. Todos ellos decididos a cancelar rápidamente y por decreto el 82 por ciento móvil. También, y con la misma velocidad, se restablecían las AFJP, se anulaban completa y absolutamente la ley de medios y la de Matrimonio Igualitario, y por supuesto se eliminaban todas las retenciones agropecuarias.
El crecimiento económico autónomo que la Argentina viene teniendo era detenido abruptamente gracias al asesoramiento del FMI, benemérita institución que nuevamente se constituía en monitora de nuestro destino. Concomitantemente se amputaba la inversión educativa, se reducían los salarios en un 13 por ciento y los maestros volvían a cobrar 300 pesos mensuales.
Obviamente se iba al demonio la política de Defensa que ha democratizado a las Fuerzas Armadas, y eso por decisión del nuevo ministro, no recuerdo si el inagotable Sr. Jaunarena o Rosendo Fraga. Lo seguro es que se terminaban las políticas de derechos humanos, y las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo comenzaban a ser vituperadas nuevamente, algunas perseguidas o encarceladas. La ex ESMA era puesta en manos de la señora Cecilia Pando y sus amigos, que preparaban la “restauración a sus mandos naturales”. Y como el Ministerio de Justicia quedaba a cargo de un jurista radical, se disponía la rápida suspensión de todos los juicios por la Verdad, y se amnistiaba a los dictadores Videla, Bussi y Menéndez por razones humanitarias.
La Memoria pasaba a ser una mala palabra, porque todos estaban “hartos” de ella, siguiendo los nuevos postulados del señor Lanata y otros ilustres comunicadores.
El gabinete del Sr. Cobos se completaba con gente inmediatamente aprobada por los diarios La Nación y Clarín, y ocupaban sus puestos la Sra. Beatriz Sarlo en la Secretaría de Cultura de la Nación y Abel Posse en Educación o en Relaciones Exteriores (eso faltaba definirlo porque también eran candidatas a esos puestos las señoras Elisa Carrió y Patricia Bullrich). El voto definidor lo iba a tener el cardenal Bergoglio.
El Ministerio de Agricultura era disputado por los señores Biolcatti, Llambías, Buzzi y el refinado dirigente entrerriano señor De Angelis. En otros puestos Cobos designaba a gente de ética acrisolada como los señores Duhalde, Macri y De Narváez, todos asesorados por el Sr. Luis Barrionuevo. Y el Canal 7 acababa su prédica disolvente con el arribo de Nelson Castro a la dirección, secundado en el directorio por inobjetales demócratas como Mariano Grondona, Mirtha Legrand, Susana Giménez, Eduardo Van der Koy y Joaquín Morales Solá.
Claro que de inmediato en alguna plaza se manifestaban los señores D’Elía, Pérsico y Hebe de Bonafini, pero los piquetes que organizaban eran brutalmente reprimidos, mientras dirigentes sociales como Pino Solanas o Víctor de Gennaro balbuceaban tardías autocríticas. En cuanto a la izquierda y el troskismo, inexorablemente se subdividían en ortodoxos y traidores.
¿Exagero? Ojalá. ¿Que este texto es apocaliptico? Sí, pero tanto como la realidad argentina sabe y puede serlo.
Desperté horrorizado. No soy amigo de la Presidenta, pero si la veo le voy a rogar que viaje menos. Que se cuide más. Que vele por su salud. Y que prevea formas de preservación del rumbo que hoy tiene la Argentina. Porque sin dejar de reconocer las muchas desprolijidades y acciones reprochables de su gobierno –que tanto me fastidia a veces y al que a muchos como yo nos resulta tan difícil defender– hay un rumbo diferente en estos años, una esperanza que esta maldita pesadilla vino a empañar. Porque si acaso la República pasara a ser gobernada por un muerto político como el vicepresidente, de flaca dignidad y viscosa ideología, a mí me corre un frío por la espalda de sólo imaginarlo.

Página12

lunes, 11 de octubre de 2010

Una mirada sabia

 Por Mario Wainfeld

Julio Maier es un destacado jurista, tratadista, ensayista, profesor de la Universidad de Buenos Aires. Fue presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad Autónoma (TSJ) hasta hace poco. En un nutrido intercambio epistolar-informático le explicó al cronista su parecer sobre la sentencia de la Corte Suprema. Concordó en que la solución fue incorrecta, que debió aceptarse el recurso y revocar la cautelar. Pero cuestionó al cronista en tanto propugnaba que el tribunal hubiera debido invocar “gravedad institucional” para avocarse al caso. Generosamente, autorizó al cronista a divulgar a su guisa sus razonamientos.
Es el parecer de una eminencia, un hombre que en su saber ranquea para las finales de la Champions League. Viene bien que eche luz en una polémica en la que intervienen voces que irían al descenso en el Nacional B.
Ahí va.
Yo hubiera abierto el recurso y revocado la “medida cautelar”. O sea, coincido con usted, con su “mejor solución”, aunque discrepo, al menos parcialmente, en los fundamentos. Le diré, para discrepar, que el llamado a la “gravedad institucional” para abrir es un recurso improcedente que nunca me convenció. Lo llamaría una “solución porteña”, que remite sin duda a la pomposamente llamada “egología” como teoría jurídica, para mí un invento político para hacer lo que quiero hacer y justificar sin, en verdad, justificar nada. Como tantos otros “inventos” de nuestra Corte Suprema: “equiparable a sentencia definitiva” –por supuesto, sin serlo–, “per saltum”, entre otros. Implica dejar de lado la ley, que no permite el recurso ante ella, para avocarse al caso sin que su competencia jurídica provenga de la ley, sino, tan sólo, de su autoridad omnímoda, de su gusto personal, a sabiendas de que la ley no le concede competencia para conocer el caso.
¿Cuál será la razón por la cual yo hubiera decidido? Tal como lo anticipé en los amparos del corralito y como se puede leer en mis votos en múltiples sentencias del TSJ los jueces han también inventado al menos dos instituciones que desquician el “orden” jurídico de nuestro país. Por un lado, han desfigurado el “amparo”: antes una excepción excepcionalísima para casos de extrema gravedad, hoy un procedimiento común que permite acudir a él en reemplazo del procedimiento que el Código Procesal indica como adecuado al caso. Se trata hoy del más común de los procedimientos, sustitutivo de cualquier otro indicado por la ley procesal para el caso. Tiene de particular el hecho de que el juez lo inventa, literalmente, pues la ley apenas lo regula. Me ha tocado decidir “amparos” que han durado hasta nueve años, con lo cual resulta evidente el desquicio del que hablaba. Al lado de esa invención total se ubican las medidas de coerción o cautelares “autosatisfactivas”, o sea, aquellas que dan respuesta de inmediato al reclamo del actor sin realización del principio de auditur et altera pars (oír y dejar participar a la otra parte) y sin la necesidad de la certeza como exigencia de la sentencia fundada en la verdad. Así, privan de libertad sin sentencia de condena, para conducir las cosas al Derecho Penal.
En el caso “Clarín” pienso que el juez de primera instancia y la Cámara de Apelaciones, confirmante de su “medida cautelar”, han resuelto sobre el fondo del asunto. Esto es, han dictado sentencia definitiva, llamándola de otra manera para impedir ciertos recursos. Lo que signifique “sentencia definitiva” como condición de procedencia del recurso federal ante la Corte Suprema no es una cuestión semántica, sino, antes bien, una cuestión de definición material. Llegado a este punto me hubiera sido sencillo revocar la denominada “cautelar”. Para mejor fundar: el plazo del artículo 161 de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual puede comenzar a correr sin perjuicio de la suerte del reclamo judicial de Clarín. Las leyes son presumidas constitucionales hasta que una sentencia, en sus fundamentos, no las aplique por inconstitucionales. No existe en nuestro Derecho “declaración” alguna de inconstitucionalidad y los jueces hacen mal al recurrir a esta fórmula. Por lo contrario, el control de constitucionalidad de las leyes supone que el juez explique la razón por la cual la aplica o no la aplica, aspecto que conforma, con otros, los fundamentos de la decisión.
Gracias, maestro.

Página12. 10 de octubre 2010

domingo, 10 de octubre de 2010

AMERICA LATINA Y SUS PROTAGONISTAS

José Martí

Por José Pablo Feinmann
José Martí es un hombre y un intelectual admirables; es un poeta deslumbrante, un escritor de una prosa profunda, rítmica, musical, ya sea al servicio de la militancia, a cuyo servicio la puso constantemente, la utilizó una y otra vez sin cesar a lo largo de su vida, o ya cuando la colocó al servicio de la obra poética que legó a una posteridad que lo recibe con alegría y lo tendrá en uno de sus lugares más destacados para siempre. Porque Martí, además, representa en América quizá la imagen más acabada –junto con otros notables como Domingo Faustino Sarmiento, por supuesto– del intelectual comprometido, el intelectual que tiene una misión política que cumplir a la cual adosa su talento literario. O sea, el que tiene un talento literario siente que debe tenerlo para algo, que la literatura no se agota en sí misma sino que el don que ha recibido el escritor debe trascender al escritor mismo porque éste advierte que forma parte de una época, que está inmerso en una historicidad que lo condiciona profundamente y que cualquier cosa que haga o que no haga va a estar sobredeterminada, por usar este concepto que viene del fondo de los tiempos del viejo estructuralismo. Sobredeterminada por la historia, el entorno, la situación existencial en que cada uno está, y a la que nadie escapa, aunque diga “mi literatura no tiene nada que ver con nada, yo no comprometo mi literatura, mis palabras no se enlodan con la política, mi lenguaje no se enloda con la política, mi lenguaje es mío y me expresa a mí”.
El 26 de julio de 1953, el cuartel Moncada en Santiago de Cuba fue asaltado por unos guerrilleros que respondían a la conducción de uno llamado Fidel Castro. Cuando es llevado a juicio y cuando los jueces quieren saber quién es el ideólogo de este asalto, le preguntan entonces a Fidel Castro quién es el autor intelectual de esa operación que él y sus hombres acaban de cometer. No duda y dice: Es José Martí. Se habrán asombrado mucho los jueces, porque ignoraban que José Martí perteneciera a los hombres que, junto con el comandante Fidel Castro, habían asaltado el cuartel Moncada. Pero ocurre que la palabra de Martí había atravesado los años, que Castro y todos los que en ese momento comenzaban a luchar contra la sangrienta dictadura batistiana eran lectores de José Martí.
Martí habrá de escribir un poema dramático al que titulará Abdala y él dirá que está escrito expresamente para la patria. Abdala, entonces, le explica a su madre: “El amor, madre, a la patria no es el amor ridículo a la tierra ni a la yerba que pisan nuestras plantas. Es el odio invencible a quien la oprime; es el rencor eterno a quien la ataca y tal amor despierta en nuestro pecho el mundo de recuerdos que nos llama a la vida otra vez”. Entonces observemos que no confunde a la patria con la tierra. O sea, dice que el amor a la tierra es un amor ridículo. Es notable esto porque en estos días en nuestro país se identifica tanto a la patria con la tierra que es interesante que José Martí, que tiene algo más de talento que muchos hombres ligados a la tierra en la modalidad de la explotación y la posesión, diga lo contrario. Martí dice “el amor a la patria no es el amor ridículo a la tierra ni a la yerba que pisan nuestras plantas. El amor a la patria es el odio invencible a quien la oprime”. No olvidemos que dice esto en un momento en que el conquistador colonialista somete a su patria. “Es el rencor eterno a quien la ataca.”
Su vida comienza a realizarse en el modo de la errancia hasta que llega a EE.UU. A EE.UU. la llama la “América europea” y descubre muy pronto sus virtudes, pero también descubre cómo reaparecen ahí los vicios que creía haber dejado atrás en Europa y que no son lacras, son defectos, no quiero usar la palabra “lacra” que me parece una palabra muy de Fernández Retamar, que son defectos inherentes al capitalismo desarrollado. Martí vive en los EE.UU. y, bueno, ahí advierte que esa nación va a ser una nación imperialista que va a intentar apropiarse de la América latina, que la libertad de América latina para los EE.UU. será sólo un pretexto para ejercer el imperialismo de esa enorme nación sobre las naciones balcanizadas de América latina.
Martí era, además, un gran orador. Es posiblemente el más grande escritor americano junto con nuestro Sarmiento, si pensamos en el Facundo sarmientino, y escribe en todos los diarios del continente, ningún diario le cierra sus puertas porque se convierte en el batallador más importante por la libertad de Cuba y además se convierte en el gran batallador antiimperialista contra los EE.UU. Martí es el que señala primero que todos lo que va a ser la política norteamericana en América latina.
Emprende la lucha ya directa por la liberación de Cuba. La guerra contra España es una guerra totalmente abierta en 1895 y ahí va Martí con su enorme prestigio, un hombre al que ya llaman presidente pero que, sin embargo, va al primer puesto de la batalla. En esto se parece mucho a lo que vimos de Salvador Allende. Martí debió ser protegido en este sentido, se le debió decir –si no se le dijo será por la certeza de su negación–: “Vea, maestro, usted está para otra cosa, usted está para abrir nuestras cabezas, para volvernos lúcidos, para decir nuestras proclamas, pero no está para agarrar un fusil y actuar como un soldado de Infantería, tenemos otros para eso”, pero no es así. Martí siente tan imperiosamente que debe caer el colonizador español, que el 19 de mayo de 1895, en un lugar llamado Boca de Dos Ríos, lo sorprende una columna española. Martí avanza sobre esa columna y cae herido de muerte. La tropa cubana no puede recuperar su cadáver, los españoles lo llevan a enterrar a Santiago de Cuba, pero Martí quería morir de cara al sol, quería morir como no suelen morir los pensadores, los intelectuales, los filósofos, los pensadores profundos como José Martí, que suelen morir en su escritorio, en su despacho o en su cama, pero que han atacado de un modo muy profundo al enemigo a través del arma poderosa que son las palabras, las ideas, los conceptos, la desmitificación del opresor, del derecho del opresor de oprimir al oprimido. Y ésa era la tarea de Martí. Pero Martí quería morir de cara al sol y así murió.
Charles Dana, el que publicaba los artículos de Karl Marx y Engels, que en ese momento es el director del New York Sun, se entera penosamente de su muerte. Martí es llorado en Europa y también en EE.UU., y acá Fernández Retamar hace una interesante interpretación. Para él, afirma, no corresponde llamar a Europa y a EE.UU. países desarrollados, sino que él preferiría llamarlos países subdesarrollantes. Bueno, son las dos cosas, son países desarrollados porque a la vez son subdesarrollantes. Todo colonizador, el proyecto de todo colonizador, es subdesarrollante, porque el proyecto del colonialismo es lograr su propio desarrollo por medio del saqueo de la colonia. Y el saqueo de la colonia implica el subdesarrollo de la misma. Entonces todo país desarrollado se ha hecho a partir de un subdesarrollamiento del país colonial, del país sometido. En suma, hay países desarrollados porque los países desarrollados realizan una práctica subdesarrollante, que es la práctica colonizadora. Y esta práctica el capitalismo la realiza desde 1492, cuando Colón llegó a América para practicar la práctica subdesarrollante de los países de Europa, de los imperios colonialistas europeos.
Sus mensajes más precursores, los que más han prefigurado el futuro, a parte de la liberación del colonialismo español, son los que señalan las intenciones imperialistas y expansionistas de los EE.UU. Fernández Retamar omite algo porque dice que Martí “comprende, angustiado, que el próximo paso de EE.UU., conquistado el oeste, arrebatada la mitad de México y cicatrizada la Guerra Civil, será arrojarse sobre el resto de América y, en primer lugar, sobre Cuba”. Lo que no dice Fernández Retamar es que Marx y Engels apoyaban esta expansión norteamericana y hasta me atrevo a decir que, en caso de que EE.UU. hubiera invadido Cuba en el siglo XIX, en vida de Marx y Engels, éstos habrían aprobado esa invasión porque era la invasión del progreso, del desarrollo capitalista, la invasión de la burguesía que iba a instaurar un moderno sistema de producción del cual surgiría el proletariado industrial que verdaderamente habría de liberar a la isla de Cuba. La isla de Cuba, finalmente, hizo su revolución sin un proletariado industrial porque no lo tenía, pero la hizo con los campesinos respaldando el coraje de los hombres de Fidel Castro en ese temprano, y hoy lejano, enero de 1959.
Que Martí haya expresado una postura socialista es absurdo pedírselo, porque Martí no estaba para eso, Martí era un nacionalista revolucionario en una etapa muy concreta, en una etapa en que se tornaba necesario liberar a la nación del yugo imperialista. En esta etapa es toda la nación la que se libera. En la etapa socialista es la clase obrera la que, dominando a las clases explotadoras, se libera, eso es el socialismo. Pero lo que Martí hace es un nacionalismo popular revolucionario en el cual es la nación la que se opone a las pretensiones opresoras del colonizador. Esta fue la gran tarea de Martí, quien además incorpora en toda su temática la herencia que ellos, en tanto criollos, en tanto hombres cultos, tienen de los pueblos originarios. No es un hombre que haya olvidado de ningún modo la presencia del indio en la cultura de los países americanos.
En su Diccionario de autores latinoamericanos el escritor argentino César Aira, que sabe mucho de literatura y que es muy exigente, emite este juicio sobre la poesía de José Martí. Dice César Aira: “La poesía de Martí, Ismaelillo, Versos libres, Versos sencillos y las inconclusas Flores del destierro, es una de las más exquisitas y perfectas que se hayan escrito en la lengua española. Sus méritos como precursor del modernismo son secundarios ante su asombroso poder de iluminación. En cuanto a su prosa, abundantísima y casi toda ella circunstancial, es un modelo insuperable de maestría estilística y finura de pensamiento”.
Los textos circunstanciales son textos políticos, son escritos coyunturales destinados a la finalidad de la liberación de la patria ante el opresor colonialista. Voy a leer citas de sus Versos sencillos. que para él eran demasiado sencillos y les daba más valor a sus Versos libres, que son más complejos. Pero los Versos sencillos son de una extrema belleza y hasta serán reconocidos por todos porque son parte de una hermosa canción que es “Guantanamera” y que, bueno, no hay quien no la cante. “Yo soy un hombre sincero de donde crece la palma y antes de morirme quiero echar mis versos del alma. Yo vengo de todas partes y hacia todas partes voy, arte soy entre las artes, en los montes, monte soy. Yo sé los nombres extraños de las yerbas y las flores y de mortales engaños y de sublimes dolores. Yo he visto en la noche oscura llover sobre mi cabeza los rayos de lumbre pura de la divina belleza.”
Tiene otros de una densidad conmovedora: “Gocé una vez de tal suerte que gocé cual nunca cuando la sentencia de mi muerte leyó el alcaide llorando”. En estos Versos sencillos que, como vemos, son profundamente complejos porque penetran muy hondo en la condición humana, hay más adelante dos cuartetas donde habla del concepto de morir de cara al sol: “Yo quiero salir del mundo por la puerta natural, en un carro de hojas verdes a morir me han de llevar. No me pongan en lo oscuro a morir como un traidor. Yo soy bueno, y como bueno, moriré de cara al sol”.

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“Facón Grande” en Frankfurt

Por Osvaldo Bayer
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Desde Frankfurt del Meno, Alemania
Paseo por esta Feria del Libro titulada con orgullo “la feria del libro más grande del mundo”. Un mérito, sin duda.
Pienso. Mientras, recorro estos inmensos salones con libros que sonríen por todos lados y nuestros escritores que desde grandes retratos miran más extrañados que nunca al mundo que los rodea. Y Rep, que los presenta tal cual eran en realidad en sus murales que nos persiguen y nos ponen alas de mariposas.
Libros, libros, libros. Me digo: en el país que alguna vez fue el mayor exportador de armas del mundo, encontramos esto.
Antes, el máuser, la cruz de hierro como símbolos de la virilidad noble. Y aquí libros, con personajes y fantasías que se asoman y nos invitan a abrirlos. El lento camino a la sabiduría, hoja por hoja.
Libreros que hablan alto, bibliotecarios que ordenan letra por letra. Escritores que sonríen en el paraíso, personajes de la fantasía que se asoman por todos los rincones en este aeropuerto de ilusiones.
Ilusiones. De pronto me dan golpecitos en la espalda. Es el editor alemán Dieter Schmidt. Sin pronunciar una sola palabra, pone un libro en mis manos con gesto algo religioso. Miro la tapa: el gaucho Facón Grande. El patagónico.
No puedo creerlo. Facón Grande en la Feria de libro de Frankfurt. La Historia hace justicia. El gaucho fusilado por el Ejército argentino por haber puesto la cara para pedir un poco más de dignidad para los trabajadores patagónicos en aquel tétrico 1921 de Hipólito Yrigoyen.
El editor Dieter Schmidt me entrega la edición alemana de La Patagonia rebelde. La acaricio. Ocho años de exilio me costó publicarla en mi país argentino. Y ahora se publica en el país donde pasé mi exilio. El destino. La paradoja humana. Me alegro sobre todo por Wilckens. Kurt Gustav Wilckens, el anarquista alemán que hizo justicia a tantos peones fusilados. Aquella mañana de enero de 1923, cuando esperó en la calle Fitz Roy, enfrente del 1º de Infantería, en Palermo. Cuando el orgulloso teniente coronel Varela salía de su casa con sus botas bien lustradas. Le salió al paso y lo enfrentó. Frente a frente. Y allí le arrojó el envío del vengador. La explosión de la ira del pueblo, la bomba libertaria. La explosión despertó a Buenos Aires. Los anarquistas en los barrios obreros cantaron ese día “Hijo del Pueblo”, por Wilckens. El alemán no se dio prisa. Le acertó luego seis balazos al uniformado fusilador. Las balas con las cuales había fusilado a cientos de peones rurales patagónicos ahora se daban vuelta y acababan con el fusilador. Nada queda impune.
Wilckens fue asesinado en la cárcel por un mercenario. Recuerdo cuando hace más de tres décadas viajé a la ciudad alemana de Bad Bramstedt, lugar donde había nacido Wilckens y encontré su casa paterna. Me recibió un sobrino suyo, quien me saludó como si me hubiera esperado toda la vida. El siempre había investigado sobre cuál había sido el destino de su tío Kurt Gustav Wilckens y ahora llegaba un desconocido de un país tan lejano como Argentina para darle noticias de él. Le dije que Kurt Gustav había muerto, asesinado en la cárcel, y le relaté su tarea de vengador de 1500 peones patagónicos fusilados por el Ejército argentino. Recuerdo su emoción. Primero creyó que le venía a contar sólo fantasías argentinas, pero luego, al abundar yo en datos, se dio cuenta de que estaba ante la verdad. Me abrió los cajones de un viejo escritorio. Allí había fotos familiares de la niñez y la juventud del vengador, papeles y cartas.
En la Feria del Libro de Frankfurt me paseo por largos corredores entre los miles de libros expuestos. Me prometo a mí mismo ir a llevar un libro de La Patagonia rebelde de esta edición alemana a la biblioteca de la ciudad natal de Wilckens. Tal vez algún sindicato de esa ciudad llame a su salón de asambleas, en el futuro, con el nombre de “Kurt Gustav Wilckens”, el que dio su vida para vengar la muerte de tantos trabajadores.
También pienso en aquellos dos huelguistas, el “alemán” Otto, cuyo apellido nunca pude encontrar, y Pablo Schulz, de origen también alemán. El “alemán” Otto –como era nombrado por sus compañeros– le gritó antes de morir al fusilador capitán Viñas Ibarra: “Así no se mata a un hombre, ni en la guerra europea se fusiló a prisioneros desarmados”, y antes de morir le dijo a otro alemán, Walter Knoll: “Saludos a la vieja patria”.
Pienso en ellos y en que sus vidas han quedado retratadas en idioma alemán, en esta edición. Tal vez por relatos familiares alguien los volverá a descubrir y se atreva a visitar la Patagonia y poner una flor en las tumbas masivas de fusilados, hoy ya señalizadas.
Fueron a morir lejos, injustamente. Por pedir apenas un poco más de dignidad.
Espero que al leer estas líneas algún afiliado al partido radical influya para que por fin esa entidad política pida disculpas por ese crimen masivo de tal magnitud cometido por el gobierno de Hipólito Yrigoyen.
Tuve también la satisfacción de que el film Awka Liwen (“Rebelde amanecer”) sobre el genocidio cometido por Roca contra nuestros pueblos originarios se diera en plena Feria del Libro de Frankfurt. Ver en pantalla los rostros de los hijos de la tierra. Narrar la tragedia de los genocidios cometidos en nuestras pampas por Rauch, Rosas y Roca. El desalojo de esos pueblos de sus tierras ancestrales, y su persistencia de vivir pese a todo con su música casi silenciosa, con los ecos de sus horizontes lejanos, con el trabajo de sus manos y la tristeza nunca olvidada de su pasado. Primero, los españoles con su codicia; luego los argentinos uniformados. Al final del film hubo un aplauso cerrado seguido de un silencio profundo. Emoción. Y un sentimiento de culpa europeo. Por sus antepasados, los “colonizadores”.
Este público tan europeo tomó conciencia. Las preguntas se sucedieron. ¿Cómo pudo ocurrir eso? Sí, la codicia. La Sociedad Rural Argentina financió parte de la expedición de Julio Asesino Roca, perdón, Julio Argentino Roca. Al presidente de la Sociedad Rural Argentina de ese entonces, Martínez de Hoz, les fueron otorgadas 2.500.000 hectáreas de tierras. ¿Cómo? Sí, en letras: dos millones quinientas mil hectáreas, Martínez de Hoz, el bisabuelo, nombre conocido ¿no?
Claro, pero hubo también europeos que hicieron cosas buenas en nuestro suelo. Me gustó mucho que los alemanes hicieran ayer un homenaje al editor Peuser. ¿Se acuerdan de la Guía Peuser? ¿Y de la editorial Peuser? Tal vez la más famosa de las editoriales argentinas del siglo pasado. Peuser fue un alemán que emigró a la Argentina, innovador de la técnica editorial, importando siempre las máquinas impresoras más modernas. Fue un editor de la literatura gauchesca y su edición del Fausto de Estanislao del Campo batió todos los records de ventas. Llegado de Alemania a los 14 años, hijo de un humilde zapatero, llegó a ser uno de los editores más grandes del suelo argentino y además, con su tendencia social, fundó en su empresa la primera caja médica para atender a sus empleados y obreros. Merecido homenaje. Su bisnieta, presente en el acto, derramó lágrimas agradecidas. Un fabricante de libros, no de armas, don Peuser.
 
Sábado, 9 de octubre de 2010. Pagina 12

viernes, 8 de octubre de 2010

EL ROL DE LAS MISIONES TECNICAS DEL FONDO

El truco del artículo IV

Por David Cufré

La última misión técnica del FMI a España fue en el marco del artículo IV del organismo, el mismo que la Argentina rechaza y por el cual ayer presionó el vicejefe John Lipsky. El informe posterior a la evaluación a aquel país no se limitó a una descripción del estado de situación de la economía, como se supone que establece el mismo artículo IV, sino que eso fue sólo la introducción para un despliegue de “recomendaciones” de política económica, con el reclamo de una aplicación “urgente” para evitar que la crisis se siguiera agravando. Las medidas a instrumentar eran las siguientes: flexibilización del mercado de trabajo y reducción de las indemnizaciones por despido, aumento de la edad jubilatoria de 65 a 67 años, un agresivo recorte del gasto público para llevar el déficit fiscal de 13 a 3 puntos del PIB en cuatro años y fortalecimiento de la banca. “Hace falta el esfuerzo de todos para ayudar a combatir los fuertes efectos que la crisis tiene en el país”, exhortó el documento del Fondo. El gobierno español ha avanzando a paso firme en esa línea, lo que provocó un agravamiento de la conflictividad social, pero también un aumento del desempleo, que esta semana marcó un nuevo record de más de cuatro millones de personas.
El artículo IV del estatuto del FMI dispone que los países miembro deben aceptar una vez al año una revisión de su economía por parte de un equipo técnico del organismo. De allí debería surgir un paper con una presentación prolija de las cuentas macroeconómicas de las naciones y una reseña de su desempeño y proyecciones generales. Esa recopilación de información y análisis técnico debería servir a los especialistas del Fondo para tener una visión amplia del desenvolvimiento de la economía internacional y anticiparse a eventuales crisis. Sin embargo, esa fórmula resultó en los hechos en algo distinto. Por empezar, al Fondo se le pasaron la crisis mexicana de 1994, la del sudeste asiático, la rusa, la de Brasil, la del este europeo y la de las hipotecas subprime de Estados Unidos, la más grande desde 1930 y en su propia cara, sin estar ni siquiera cerca de alertar nada de antemano.
Pero las misiones del artículo IV fueron también un camino para imponer lineamientos de política económica, como lo advierten ahora los europeos España, Grecia, Portugal y Rumania, entre otros. Argentina, Brasil y los latinoamericanos en general lo padecieron durante décadas, aunque en este punto hay que advertir que los delegados del Fondo no lograban tanta influencia por sí solos, sino gracias a que actuaban en tándem con los sectores del establishment local, incluidos los mediáticos. Lo usual era que las conclusiones de las visitas por el artículo IV reprodujeran las visiones de economistas, empresarios y políticos conservadores, que utilizaban al FMI como amplificador de sus discursos.
En lo esencial, ese mecanismo no ha variado desde 2006 a la fecha. En aquel año la Argentina le pagó por anticipado toda la deuda al FMI y se libró de sus misiones técnicas. Cámaras patronales y sectores financieros perdieron de ese modo un protector de sus intereses. También resignaron el instrumento que utilizaban para vetar iniciativas del poder político. La simple presentación de un proyecto de ley de distribución de ganancias empresarias entre trabajadores hubiera sido imposible bajo la dinámica de las visitas del Fondo. Mucho menos, medidas como la eliminación de las AFJP, la Asignación Universal por Hijo o la utilización de reservas del Banco Central para la cancelación de deuda.
Argentina no fue el único país que tomó esa vía. Antes lo había hecho Brasil y después lo aplicaron varias naciones de América latina a través de la acumulación de reservas en sus bancos centrales. La posibilidad de disponer de esas divisas surgió a partir de la aplicación de políticas heterodoxas que rompieron con la lógica de enviarles señales a los mercados para esperar su aprobación. Ya no fue necesario depender del financiamiento externo, incluida la figura del FMI como prestamista de última instancia. Los pasos fundamentales que dio la región en ese sentido pueden llegar más lejos, en caso de que se retomen proyectos como el olvidado Banco del Sur.
Cuando Barack Obama asumió la presidencia en Estados Unidos el establishment local se apuró a anunciar que el FMI cambiaría. “El Fondo tiene más plata que nunca y está liderado por un socialista francés que está a la izquierda de Kirchner, porque exige a los gobiernos que bajen impuestos y aumenten el gasto”, llegó a interpretar el 24 de mayo de 2009 el economista Alfonso Prat Gay en una entrevista con Página/12. El ahora diputado de la Coalición Cívica usaba ese argumento para recomendar al Gobierno que volviera a tener relaciones activas con el Fondo, pedido en el que coinciden sectores políticos y empresarios hasta el día de hoy. Esa descripción quedó desmentida con la actuación posterior del organismo frente a la crisis europea. En Grecia impuso una rebaja de salarios y jubilaciones del 15 por ciento, eliminó el pago de aguinaldos, forzó el aumento de la edad de retiro, presionó por un aumento del IVA y consiguió una rebaja sustancial del gasto social. En España se anuló el “cheque bebé”, de 2500 euros ante un nacimiento. Italia, Irlanda, Ucrania, Portugal, Rumania y muchos otros están pasando por lo mismo.
“No tendría ningún problema en que vuelvan las evaluaciones del artículo IV si hacemos las cosas bien. En la Argentina agrandamos giles y, entre ellos, a los burócratas del Fondo. Uno se sienta, les explica las cosas y los puede convencer. Hoy están dispuestos a prestar casi sin exigencias. Ahora, si vamos a ser tan estúpidos de pagarle todo cuando no había que pagarle y después dejar pasar la oportunidad de que nos presten...”, insistía Prat Gay en aquella ocasión.

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jueves, 7 de octubre de 2010

Los peligros de ser adolescente, negro y pobre

Por Adriana Puiggrós *
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La media sanción del Senado al proyecto de ley que crea el Servicio Cívico Voluntario es un verdadero disparate y no coincide con ninguna teoría pedagógica, excepto que “la letra con sangre entra”, agravado porque en este caso no se piensa en la letra y lo de la sangre es altamente inoportuno en nuestro país, que aún recuerda a los jóvenes que recibieron su dosis de reeducación desapareciendo en los campos de la dictadura.
En esta época en que las cuestiones relativas a la comunicación ocupan un lugar destacado en los frentes donde se lucha por el poder, la apropiación de palabras es una modalidad que ha resultado muy efectiva, en especial para una nueva derecha que desborda de cinismo. Las reformas neoliberales fueron hechas en nombre de la desburocratización, la descentralización, la distribución y otras tantas acciones que se colocaron en la serie de la democracia, pues era obligatorio declarar a las propuestas antidictatoriales y antiautoritarias para que se consideraran políticamente correctas. La operación perfecta consiste en la apropiación de un término que tiene connotaciones reivindicativas produciendo su vaciamiento, lo que no es un inocente juego lingüístico, porque los juegos lingüísticos son actos de ejercicio del poder. Así ocurre con la palabra “inclusión”, hoy de moda. Hace dos siglos, Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, sostuvo que el sistema escolar latinoamericano debía construirse a partir de los pobres, los desarrapados, los negros, los indios. Ellos serían el corazón de la educación, su núcleo más significativo, el que le otorgaría sentido. (Si hubiera vivido en la Argentina del siglo XXI seguramente habría agregado a la lista a los chicos de 14 a 18 años sin trabajo ni estudio.) Los agregados, los incluidos en segundo lugar de importancia, serían los otros, los hijos de los ricos. En cambio, los autores del proyecto de Servicio Social Voluntario piensan de manera inversa al educador venezolano. Representan al sector que ha estado siempre en contra de la educación pública y a favor de un sistema meritocrático privado. Sus propuestas no nacieron con el neoliberalismo, sino que acompañaron a todos los gobiernos antidemocráticos y dictatoriales, pero el proyecto educativo neoliberal los alentó y actualizó. Su gesto más genuino es racista. Consideran que primero debe educarse a los mejores, en quienes se invertirán los mayores recursos. Luego se irá construyendo la pirámide hacia abajo pero, dicen, necesariamente los pobres, negros, desarrapados, que llegaron a tal situación producto de la crisis, o, la verdad, porque carecieron de capacidad, qué le vamos a hacer, ahora ya son drogadictos, delincuentes, pero lamentablemente no se puede poner a todos preventivamente presos o en reformatorios o hacer con ellos justicia por mano propia, dado que estamos en democracia y no hay más remedio que incluir a todos, en nombre de la inclusión hay que darles el lugar que merecen, y que merecemos que tengan, lejos de nuestros hijos y de nuestros bienes, por eso los mandamos a los “cuarteles”, para que los eduquen, los hagan personas de bien. En el oscuro fondo del razonamiento que impulsa el proyecto subyace la imagen de campos militares donde se imponga la disciplina de la cual estos chicos supuestamente carecen.
El proyecto denota un profundo desconocimiento de nuestros jóvenes. La Argentina está muy lejos de sufrir bandas juveniles que tienen un alto nivel de organización, como ocurre en México, en El Salvador o en Brasil. Los grupos de nuestros “chicos de la calle”, afortunadamente, de ninguna manera son comparables con aquellas organizaciones. Programas como el “Fines” de los ministerios de Educación y de Desarrollo Social, en los cuales incluirlos es darles una mano para que recuperen el capital simbólico que se les ha expropiado o negado, logran atraer y orientar a los jóvenes, así como los programas deportivos, recreativos y especialmente los de capacitación laboral. Además existe el sistema escolar, que los autores del proyecto de hecho descartan, pues para ellos no es una buena solución abrirles a aquellos chicos un lugar en las aulas a las cuales concurren sus pares de otros niveles sociales. Pero lo peor es que consideren una falta que no trabajen, mostrando su total desconsideración de la legislación nacional e internacional, que prohíbe el trabajo infantil y juvenil. El proyecto es antidemocrático, injusto y espanta al denotar la persistencia de una mentalidad represiva que ha causado profundos dolores al país, así como la condensación del odio social en los chicos pobres, una vez más.
* Diputada FG-FpV, presidenta de la Comisión de Educación.
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miércoles, 6 de octubre de 2010

NORMA COLOMBATTO Y RODOLFO PEREZ

El próximo día 19 en el EEM Nº 4  de V.Lugano se va a realizar un homenaje
a quien fuera secretario de la escuela , amigo y colaborador de Norma
durante tantos años.
Me refiero a Rodolfo Perez .
Me pareció una forma de homenajearlo ingresar a la edición digital de la
revista "El Monitor " del ministerio de educación de la Nación y releer
el artículo de Ana Abramovich.

La foto que encabeza el artículo lo dice todo. Ese apoyo permanente.
Esa mirada crítica . Ese humor a flor de labios.
Ese trato igualitario y promotor de personas.



http://www.me.gov.ar/monitor/nro4/docentes.htm