domingo, 25 de enero de 2015

Por Mempo Giardinelli

Hay sombras pero hay vida después de Nisman


La semana pasada, y mientras estallaba la noticia de la muerte del fiscal Alberto Nisman, esta columna hablaba del golpismo judicial y recomendaba atención a las decisiones del presidente boliviano, Evo Morales, respecto de la Justicia en su país.
Claro que la sola idea de llamar a un referéndum popular para reformar la Constitución y modificar estructuras y tradiciones de la maldita Justicia aquí sonaría lejana, como de Marte. Pero los procesos político-sociales son lentos por naturaleza y no habría que descartar que esta muerte que conmovió a la nación quizás imponga nuevas legislaciones antigolpistas. Lo que podría ser el inesperado sesgo positivo de esta tragedia.
Para un país como el nuestro, que en lo que va de este siglo ha soportado desestabilizaciones políticas, agrarias, financieras y hasta policiales, y que ahora asiste a otro intento golpista, mezcla de judicial y de espionaje, quizás no venga mal que se inicie un proceso de cambios profundos y esenciales. Bien planteados, la ciudadanía probablemente acompañaría.
Lo cierto es que la eliminación (voluntaria, inducida o criminal) de un fiscal federal horas antes de que se conociera su “denuncia” contra la Presidenta y el canciller –y denuncia tan insustancial como resonante– mantuvo en vilo al país durante toda la semana y sirvió, de paso, para que medios basura del mundo cacarearan exigiendo ridículas sanciones internacionales contra el país.
Si el objetivo que buscaron el suicida, los instigadores o los asesinos era causar un daño institucional extremo, la verdad es que lo consiguieron. Amplificados luego por la retórica miserable de un periodismo que da vergüenza, sus perversos réditos se profundizan en la medida en que la muerte del desdichado fiscal sigue oscura y aún se ignora si fue suicidio o asesinato.
En el primer supuesto, el mismo Nisman se encargó de sembrar dudas; en el segundo, fue obra del “servicio” de un profesional. En cualquiera de ambas hipótesis, el episodio produjo tremendos daños al país, amplificados por la extrema irresponsabilidad y malicia de los grandes multimedios. Las mismas que imperan en las llamadas redes sociales y que sólo muestran lo desquiciados que están vastos sectores de las clases medias y lo hipócritas que pueden llegar a ser muchos ricos y poderosos.
Lo cierto es que hora a hora y día tras día va quedando cada vez más claro que el suicidio o asesinato del fiscal Nisman es parte de una interna de los llamados “Servicios de Inteligencia”, que jamás perdieron su rol antidemocrático y que ahora renuevan un grave interrogante: ¿cómo es que en más de 30 años de gobiernos legitimados por el voto popular no se cambió la estructura de esa vil “Secretaría”? La sola existencia de un agente secreto con poder absoluto durante 40 años, seguramente manchado con sangre de crímenes durante la dictadura y ensoberbecido por sentirse por encima de todos los presidentes de la democracia, impone incluso la urgencia de una cirugía mucho mayor que la que inició la Presidenta hace un par de meses. Para empezar la cual sería saludable que se conozca el pedigrí completo de este espécimen de apellido Stiuso, con fotografía pública e inmediato enjuiciamiento en marcha, puesto que por cuatro décadas ha sido funcionario del Estado. Si la desclasificación que dispuso velozmente CFK sirve también para eso, enhorabuena.
En cuanto a la “denuncia” del fiscal, era pura inconsistencia, como afirman los más respetados juristas, por estar basada sólo en suposiciones, comentarios periodísticos, escuchas clandestinas de poca relevancia y muchísima mala leche. Además, por su conducta durante la última década y los nulos avances de la causa AMIA –que más parecía boicoteada por él que avanzando–, resulta difícil, si no imposible, sostener que Nisman era un fiscal ejemplar. Ni mucho menos el inmolado paladín de la justicia que esta semana quisieron inventar algunos diarios y la telebasura nacional.
Está comprobado que mantenía estrechos vínculos con las embajadas de Estados Unidos y de Israel, a las que ayudaba a reforzar la llamada “pista iraní” en oposición a la nunca investigada “pista siria”. Y está claro que sus acciones convenían sobre todo a la política internacional norteamericano-israelí, mientras internamente se liberaba de responsabilidades a todo el multisospechado entorno político y económico de Carlos Menem. Por eso, también, durante todos estos años Nisman fue repudiado por los familiares de las víctimas de la AMIA, que siempre exigieron su apartamiento de la causa.
Y soslayando la llamativa y grave torpeza del elenco de candidatos presidenciales opositores –Massa, Macri y Sanz en primer lugar, aunque casi todos se fueron de boca por igual oportunismo– hay que apuntar que es igualmente llamativo que sea Fabiana Palmaghini la jueza ahora a cargo de la causa. Su conducta doblemente vergonzosa (porque escribió ataques inapropiados a la Presidenta en su FB, algo constitucionalmente condenable, y porque esta semana se apresuró a borrar todo lo que había posteado), no augura eficiencia alguna en el manejo de la causa. Y mucho menos si se recuerda que es la misma jueza que hace una década condujo hacia la nada la causa por otro supuesto suicidio: el de la desdichada Lourdes Di Natale, ex secretaria de Emir Yoma, cuñado de Menem investigado por corrupción.
Finalmente, la eliminación de este pobre hombre expone también la urgencia de cambiar el nombre de la mohosa Secretaría de Inteligencia. Bien haría el Gobierno en disponer otro nombre para ella en homenaje, precisamente, a la inteligencia. Y es que seguir llamando así a esa vieja cloaca argentina es, por lo menos, un pésimo ejemplo semántico para millones de chicos y chicas en edad escolar de este país.
.pagina12.

martes, 20 de enero de 2015

Copiado del blog del autor de Argenleaks (2011) y Politileaks (2014 ) ,Santiago O´Donnell

domingo, 18 de enero de 2015



Detrás de Nisman - Por Santiago O´Donnell












Allá por enero del 2011, cuando Julian Assange, editor del sitio  Wikileaks,  me entregara un pen drive con más de 2500 cables diplomáticos estadounidenses referidos a la Argentina, lo que más me llamó la atención fue la información referida al atentado en contra de la AMIA y al fiscal de la causa, Alberto Nisman.

Los cables reflejan una y otra vez la falta de independencia del fiscal respecto de la embajada de Estados Unidos en la investigación del atentado, tal como documenté en mis libros Argenleaks (2011) y Politileaks (2014).  Dicha conducta incluye el adelantarle a la embajada  medidas judiciales tanto de la fiscalía como del juzgado que entiende la causa AMIA, llevar borradores de resoluciones a la embajada para ser corregidos hasta conseguir la aprobación de la sede diplomática, y disculparse reiteradamente cuando no se dio preaviso de alguna medida judicial del caso a los diplomáticos y agentes de dicha embajada estadounidense.  Los cables reflejan también que importantes referentes de las principales organizaciones de la comunidad judía, de la cancillería argentina y hasta de los propios expertos estadounidenses que le daban letra a Nisman expresaban en privado serias dudas acerca de la marcha del expediente, pero que evitaban que esas dudas se hicieran públicas para no debilitar la causa.

 Más allá de esta información, de claro interés público, me llamó la atención que el periódico español El País y el diario francés Le Monde, que venían publicando artículos sobre Argentina basados en los cables de Wikileaks desde noviembre del 2010, hasta entonces no habían publicado ni una palabra sobre los 196 cables referidos a la AMIA, muchos de ellos clasificados como "secreto" o "clasificado."

También me llamó la atención que menos de una semana después de que Assange me confiara los cables de Argentina, El País publicó por primera y única vez un artículo referido a los cables que hablan del atentado a la mutual judía de 1994. Pero lejos de poner al descubierto la connivencia del fiscal con la embajada, el artículo se dedica a ventilar algo que ya era de público conocimiento: la entonces cercanía de Nisman con el gobierno, que había empezado cuando Néstor Kirchner creó una fiscalía especial para investigar el atentado en el 2005 y nombró a Nisman para liderarla.

 Titulado "EE.UU. sospechaba que la reapertura del caso AMIA respondía al oportunismo del gobierno argentino", el artículo arranca así:"La embajada de Estados Unidos en Buenos Aires sospechó que el oportunismo del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y la ambición del fiscal especial Alberto Nisman determinaron, probablemente, la reactivación hace tres años de las investigaciones sobre el atentado terrorista que, en 1994, destruyó la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina en la capital argentina y causó 85 muertos y 300 heridos."

Esa misma semana redacté el artículo que terminaría siendo un año después, casi palabra por palabra, el capítulo "AMIA" de Argenleaks, con la intención de publicarlo inmediatamente en mi diario, Página/12, del cual sigo siendo jefe de la sección El Mundo, tal como habíamos convenido con Assange y también con Ernesto Tiffenberg, director del diarioSin embargo, Tiffenberg me comunicó que no publicaría mi texto sobre Nisman y la AMIA, así como los referidos al grupo Clarín, terrorismo en la Triple Frontera y otros que dejaban mal parados a funcionarios del gobierno, incluyendo uno sobre el vicepresidente Amado Boudou. Pero mientras los demás textos fueron suprimidos hasta que salieron mis libros, en el caso de Nisman-AMIA Tiffenberg le entregó uno de mis cables (en ese momento tenía la exclusividad para la Argentina, según un convenio que yo mismo había firmado con Assange, con el aval de Página/12)  al periodista Raúl Kollman y me informó que Kollman se encargaría de escribir sobre la AMIA porque era el experto de diario en el tema. Entonces me ofrecí a a trabajar con Kollman, pero Tiffenberg no dio lugar a mi sugerencia.

Poco tiempo después, el 27 de febrero del 2011, bajo la firma de Kollman, Página/12publicó en su tapa del domingo "Una ayudita a los amigos para acusar a Irán" . El artículo descalifica a las fuentes que aparecen en los cables poniendo en duda la investigación de Nisman y dice que los cuestionamientos a la investigación del fiscal provienen de ex funcionarios judiciales procesados por encubrimiento:

"En los últimos días, el diario El País, seguido luego por La Nación y Clarín, interpretaron que el cable del 27 de mayo señalaba que, según la opinión norteamericana, Nisman, en combinación con Néstor y Cristina Kirchner, pretendieron tapar, con el pedido de detención de Menem y los demás, el problema que por entonces estaba en el centro de la escena: el conflicto con las entidades del campo. En el cable del día 22 queda claro quién sostiene esa hipótesis: los propios Menem y Galeano. Ambos dijeron públicamente que la acusación en su contra era una maniobra política. Sin embargo, todo fue confirmado en las dos instancias judiciales superiores, el juez y la Cámara. Los otros dos que abonan esa teoría del desvío de atención fueron Neuburger y González. Los cables traducen esas opiniones y, sobre el final, Wayne más bien expresa sus dudas."

También cita al propio Nisman para desmentir su cercanía con el gobierno, relación que por entonces era archiconocida: "Página/12 consultó a Nisman sobre una frase del 'garganta profunda´ de la Embajada: 'Nisman está totalmente dominado por el jefe de Gabinete Alberto Fernández. Obedece sus ordenes sin discusión y no descarto que todo sea una maniobra política de Alberto Fernández´. El fiscal respondió brevemente a Página/12. “Vi a Alberto Fernández dos veces en mi vida. Ambas en 2005, cuando se estableció la fiscalía especial para el caso AMIA. En ese momento gestioné ante el jefe de Gabinete la compra del sistema Excalibur de entrecruzamiento de llamadas. El presupuesto dependía de él y por ello lo fui a ver. Nunca más lo vi.”

De obsecuencia, de falta de independencia, de recibir órdenes de la embajada, ni una palabra.

Cuando leí el artículo le dije a Tiffenberg que me llamaba la atención que Página /12siguiera la misma línea editorial de los grandes medios argentinos y extranjeros de proteger a Nisman y salvoguardar la investigación, pese a las dudas y presuntas inconductas que surgían de los cables de Wikileaks. Me contestó que no, que La Nación y Clarín apoyaban la línea Galeano-Mullen-Barbaccia-Nisman, mientras que Página/12 sólo apoyaba  lo que hacía Nisman, que era muy distinto a lo de sus antecesores, (por más que Nisman había trabajado con los fiscales procesados e identificado a los mismos presuntos culpables). 

Un mes más tarde, en marzo del 2011, un colaborador de Wikileaks le entregó una copia de los cables de Argentina al periodista de La Nación Hugo Alconada Mon y tres meses más tarde los cables se hicieron públicos. Sin embargo, nada se publicó hasta la salida deArgenleaks sobre la relación entre Nisman y la embajada.

Nobleza obliga, más allá del generoso espacio que me dieron algunos medios radiales para hablar del tema, empezando por Víctor Hugo Morales, el primer medio gráfico que publicó algo referido a mi capítulo de Argenleaks sobre la connivencia entre Nisman y la embajada fue Clarín. Con la firma de Daniel Santoro, el 29 de agosto del 2011, pocos días después de la salida a la venta de Argenleaks, Santoro escribió "Insólito pedido de disculpas de un fiscal a EE.UU.", referido al profuso pedido de disculpas que Nisman le hicera a distntos funcionarios de la embajada por no anticiparles que pediría la captura de Menem y de otros funcionarios políticos y judiciales por presunto encubrimiento del atentado.

(Nobleza obliga también, esta semana vi a mi estimado y respetado colega Santoro en el canal de noticias del Grupo Clarín defender a capa y espada la acusación de Nisman contra la presidenta Cristina Kirchner, el canciller Héctor Timerman y otras personas, dando por cierta una conspiración que me resulta tan inverosimil como oportunista, políticamente motivada y de difícil comprobación, más allá de la opinión que me merezca el actual gobierno.)

Poco tiempo después Nisman me citó en su despacho a través de su publicista para hablar del libro, invitación que acepté de buena gana como suelo hacer cuando alguien sobre quien escribí quiere comentar lo que dije. En esa reunión Nisman me dijo que si bien puede ser cierto que la embajada le decía esto y aquello, él no siempre le hacía caso y que continuaba investigando pistas alternativas mal que le pesara a la embajada y que la prueba está en el expediente y en que la acusación contra los encubridores de la "conexión local" fue elevado a juicio. (Esta semana el juez de la causa, Rodolfo Canicoba Corral, cercano al gobierno, lo contradijo diciendo que muchas veces le pidió a Nisman que ampliara su investigación más allá de los iraníes pero que el fiscal no le hizo caso.) Nisman también me contó que prácticamente toda su información provenía del agente de la Secretaría de Inteligencia Jamie Stiusso, ya que Stiusso tenía la confianza de los servicios secretos estadounidenses e israelíes. Me comentó que Stiusso le pasaba información en bruto y lo que él podía corroborar lo llevaba al expediente.  

Desde entonces la información sobre Nisman  y la embajada desapareció de los medios hasta la firma del convenio con Irán para investigar el atentado en enero del 2013. Era como si existiera una política de Estado que atravesaba gobierno y oposición, medios k y anti k, y los principales representantes de la comunidad judía, de que la causa no se toca y el trabajo de Nisman tampoco.

El convenio con Irán rompió el pacto de silencio y reavivó el interés en mi trabajo con los cables de la AMIA. El 17 de febrero del 2013, a horas de que se discutiera el convenio en el Congreso, publiqué en Página/12 la columna "AMIA.doc." , la que sería la base del capítulo "Nisman" de Politileaks. Más allá de que pensara que el convenio representaba un cambio de política exterior demasiado brusco y arriesgado para el país y la causa AMIA, aún sabiendo que la información sería utilizada por el gobierno para avalar su decisión, me pareció importante compartir con los legisladores lo que decían los cables, a favor y en contra, antes de que tomaran una decisión tan importante.  Salvo la parte donde señalo que los cables muestran que durante su presidencia Nestor Kirchner había rechazado un convenio muy similar al que luego firmaría su esposa, que debí negociar con Tiffenberg palabra por palabra, el resto del texto, que documenta la falta de independencia de Nisman con respecto a la embajada, no mereció ningún reparo. Los tiempos habían cambiado 

Ahora vuelve todo con la denuncia de Nisman y el interés de los medios k en los cables de Wikileaks sobre el fiscal. Pos supuesto que me llamó la atención que esto ocurriera apenas días después del desplazamiento del poderoso y otrora intocable agente  Stiusso. Y sí, claro que puedo estar equivocado, pero la movida de Nisman me huele a carpetazo de los servicios. Aún así, no quiero ser un peón en la batalla política entre el gobierno y la oposición ni avalar conductas de unos u otros que no comparto. Hablé en varias radios pero no quise salir en televisíón por miedo a que mi imagen en determinado canal sea entendida como un apoyo a un lado de la grieta.  Sin tomar partido en cuestiones que me exceden largamente y sin ser un experto en el tema AMIA, entre otras razones porque cuando ocurrió yo vivía en Estados Unidos, quería decir que me duelen las manipulaciones políticas a los familiares de las víctimas que se vienen sucediendo desde que ocurrió el atentado, y la falta de Verdad y Justicia en un tema tan sensible y doloroso para todos los argentinos. 



lunes, 12 de enero de 2015

Grupo de Curas en la Opción por los Pobres

QUEBRAR LA LÓGICA DE LA VIOLENCIA

por Eduardo de la Serna

Las cosas que ocurren en nuestra historia, de ayer o de hoy ocurren en un contexto. Contexto que las permite comprensibles, al menos en parte (‘comprensible’ no quiere decir ‘justificable’, se trata de entender por qué algo ocurre). Ciertamente sabemos que se podría haber actuado de otra manera, y por “a” o por “z” las cosas no hubieran sido iguales, sin que podamos saber con precisión cómo habrían resultado. Es lo que se suele llamar “contrafáctico”.
La atrocidad ocurrida en Francia con el semanario Charli Hebdo me hace pensar, quizás de un modo no muy “políticamente correcto”, pero al menos escribo para pensar, y quizás ayudar a hacerlo.
Repudio visceralmente la actitud de superioridad de muchos sectores del “Primer mundo” frente a los del Tercero. Actitud de desprecio, discriminación en muchos casos, verdaderamente criminal. Los casos que podrían ponerse se cuentan por miles, desde la experimentación de fármacos con “tercermundistas” hasta los deseos de que el ébola acabe con los inmigrantes, la comparación de personas de piel negra con monos (en el fútbol y la política) hasta la prueba de nuevas armas con poblaciones indefensas… Y podríamos seguir. Pero lo cierto es que me resulta repugnante, y en el podio de estos “discriminadores” lamentablemente es frecuente ver franceses. (Me niego a decir ‘Francia’, porque sería discriminatorio también esto, no es lo mismo el Abbé Pierre que Jean Marie Le Pen, por cierto).
Repudio la campaña antimusulmana que se palpa en el mundo entero, especialmente a partir del 11 de septiembre. La actitud de ver en todo turbante un enemigo y un terrorista no ha de ser muy grato para cualquier musulmán. No soy experto en el Islam pero entiendo claramente que es una religión de paz y constructora de la paz. ¿Que hay violentos en su seno? ¡Seguramente! Los cristianos (católicos o protestantes) no podemos arrojar la primera piedra en esto. Y es sano mirar primero la viga en nuestro ojo antes que referirnos a la paja en ojo ajeno. Y me pregunto cómo nacerá una generación que experimenta desde pequeño, desde la escuela, que el mundo entero parece mirarlo como enemigo, como peligroso, como terrorista.
Cuando vi, hace tiempo, las caricaturas críticas al profeta Mahoma en Charli Hebdó reconozco que me molestaron. Me parecieron una falta de respeto. Y me preguntaba cómo reaccionaría yo ante caricaturas semejantes críticas o burlonas sobre Jesús. Y reconozco que me molestarían. Y que me gustaría sentarme con su autor a charlar y preguntarle por qué dice eso; porque son ofensivas, y provocan dolor en mucha, mucha gente. Y – lamentablemente – no todos los dolidos quisieran sentarse a charlar y preguntar. Porque en todo grupo nunca falta algún energúmeno que mata al de la camiseta de futbol contraria, que quema una bandera del país adversario, o que es capaz de entrar a matar a mansalva en una redacción.
Cuando escuché que los – aparentemente - autores del crimen en Charlie Hebdó dijeron que no eran criminales como los que matan mujeres y niños en Irak y Afganistán, debo reconocer que me pareció parcialmente cierto. Y agregaría también muertes con la tierra devastada después de la invasión, las enfermedades y el hambre. Los terroristas musulmanes no tienen el monopolio ni del terrorismo ni de la muerte.
Y esto – y más – me hizo pensar: ¿cómo romper la espiral de la violencia? Porque la respuesta violenta no hace sino llamar a más violencia. No olvido a las víctimas del supermercado kosher. Criminalmente asesinadas (por el terrorista o los rescatistas, no me queda claro). Y leer las declaraciones de Le Pen o de Netanyahu me hace creer que esto no hace sino alimentar nuevas y más crueles acciones, presentes y futuras. Tampoco es con burlas, por más ‘culto’ a la libertad de expresión que reconozcamos, valoremos y proclamemos.
En lo personal, entiendo que la libertad de expresión no es “derecho a ofender”, a lastimar, a agredir. Ya que nada sano nace de ello. Desde una perspectiva individualista se dirá que es el que escribe (o dibuja) quien debe establecer su propio criterio de ‘hasta dónde’, pero no estoy totalmente de acuerdo con eso. Porque quien se cree superior y entiende que un “negro es igual a un mono”, o que un musulmán es igual a un terrorista, difícilmente podrá tener un criterio equilibrado para saber cuándo algo que diga (o dibuje) sea ofensivo. Hay periódicos que tienen una suerte de ‘comité de ética’; a lo mejor las Facultades de Periodismo podrían publicar una especie de “criterios” o elementos mínimos. Pienso, a modo de ejemplo, que así como – en Europa, por ejemplo – se respeta los diferentes partidos e ideologías pero uno no puede presentar un partido “Nazi” (y celebro que no se pueda), no todo se puede en nombre de la libertad.
Hoy todos (o casi todos) nos dolemos con lo ocurrido en Francia, como ayer en las Torres Gemelas, y ayer y hoy en Afganistán e Irak. Y creemos que sólo la paz, la paz verdadera que nace de la justicia y la equidad, de la verdad y del respeto mutuo, del encuentro y la celebración de la diversidad nos permitirá reírnos juntos, no de otros, celebrar juntos, y no las victorias sino los encuentros.
Con todo mi corazón repudio lo ocurrido en Francia, sin ningún atisbo de duda. Pero reafirmo mi convicción de que la paz viene del encuentro, y no de la lógica triunfo-derrota. Y espero que todos, “empezando por casa” pongan cimientos verdaderos y firmes en la búsqueda de la paz.

domingo, 11 de enero de 2015

ALDO FERRER * Ex embajador argentino en Francia.

Terrorismo y desigualdad

Por Aldo Ferrer 


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Más allá del repudio de la barbarie, el reciente ataque terrorista en París obliga a reflexionar sobre el contexto y las causas de estos hechos. Sumariamente, cabe recordar que la ola terrorista tiene su origen y principal escenario en el mundo islámico de Medio Oriente y Asia. La misma expresa el fundamentalismo religioso y el conflicto hacia el interior de la propia fe, agravados por las rivalidades nacionales, los reiterados fracasos de la intervención de las grandes potencias y las disputas por el dominio de los recursos naturales, principalmente el petróleo.
No es casual que, al mismo tiempo, prevalezcan, en esos países, condiciones extremas de subdesarrollo y pobreza, escenario de la desesperanza de una realidad agobiante. Sin alternativas ni futuro, surgen el caldo de cultivo de la violencia y las soluciones mesiánicas. Naturalmente, son jóvenes los que forman los principales cuadros operativos del terrorismo en los países de origen y quienes se solidarizan con su causa en el resto del mundo. Es previsible que mientras subsistan las condiciones actuales continuará la violencia que, en un orden mundial globalizado, es también global, como acaba de confirmarlo el ataque en París. En definitiva, la pobreza extrema y la ausencia de oportunidades de mejora social, educación y calidad de vida constituyen el factor fundamental que impulsa el terrorismo e impide resolver, por la vía de la negociación y la paz, los conflictos en el interior del mundo islámico y la proyección del drama al resto del mundo. El problema se proyecta a países democráticos, como Francia, en los cuales existen etnias y credos diversos, cuya convivencia creativa y en paz es amenazada por eventuales reacciones xenófobas.
En los países islámicos agobiados por los conflictos y el terrorismo no habrá respuestas eficaces y duraderas sin desarrollo, sin generación de empleo, educación y oportunidades. Estas son, asimismo, las condiciones necesarias para la estabilidad institucional y la solución pacífica de los conflictos.
La experiencia contemporánea de los países emergentes de Asia demuestra la posibilidad de la transformación de las condiciones económicas y la mejora de los niveles de vida de centenares de millones de seres humanos cuando se ponen en marcha los procesos de gestión del conocimiento, industrialización e inclusión social. Es decir, cuando se consolida la densidad nacional, despliegan políticas eficaces de desarrollo y se respeta la integridad territorial y la soberanía de los países. Imaginemos cómo sería hoy el mundo si China y Asia emergente estuvieran todavía agobiados por el atraso, la miseria y el sometimiento. Probablemente un infierno mucho peor que la realidad actual.
Desgraciadamente, el orden económico mundial va, precisamente, en sentido contrario a lo necesario para erradicar el terrorismo y consolidar la paz. Va hacia el aumento de la desigualdad dentro de los países y, entre ellos, a la concentración de la riqueza en pocas manos, a los desequilibrios macroeconómicos generados por la especulación financiera y las políticas neoliberales que prevalecen en la Unión Europea y en la mayor parte de las economías avanzadas del Atlántico Norte. La ausencia, prácticamente absoluta, de cooperación internacional efectiva para resolver el problema de la desigualdad a escala global anticipa un panorama sombrío para el futuro de este siglo. Solo el ejercicio de la fuerza es incapaz de afianzar la paz y el orden del mundo global.
El reciente libro de Thomas Piketty, sobre El capital en el siglo XXI **, proporciona valiosa información en la materia. Relacionando el capital privado y el ingreso nacional como indicador relevante de la desigualdad, encuentra que, a principios del siglo XX, aquél representaba siete veces el ingreso nacional del conjunto de las economías analizadas. Era el nivel de concentración de riqueza más alto hasta entonces, situación consistente con la agitación y los conflictos sociales prevalecientes en Europa y el resto del mundo de la época. No es probablemente casual que surgiera, en ese escenario de inequidad, la violencia anarquista, tan alarmante entonces como el terrorismo en la actualidad.
Piketty concluye que, entre las dos guerras mundiales del siglo XX, la relación entre el capital privado y el ingreso descendió a tres veces. Esta reducción sustantiva de la desigualdad culminó en los “treinta años dorados” posteriores a 1945, con un crecimiento acelerado, el pleno empleo y la equidad ampliada por el Estado de Bienestar. Desde entonces, volvió a instalarse el aumento de la concentración de la riqueza. Actualmente, la relación capital privado/ingreso es de seis veces y se aproxima a los niveles extremos de desigualdad de principios del siglo XX. La tendencia es confirmada por otros indicadores sobre la distribución del ingreso (como el Indice Gini) y la riqueza, entre grupos sociales y países.
Sin caer en simplificaciones, es imposible no preguntarse si, como en la época de la violencia anarquista, la creciente desigualdad en la actualidad no tendrá algo que ver con el terrorismo contemporáneo. Probablemente sí, porque genera el caldo de cultivo para las expresiones violentas de los sectarismos religiosos y los conflictos políticos en Medio Oriente y otras latitudes.
La situación actual es mucho más grave que hace un siglo. En aquel entonces, las evidencias de la desigualdad y sus consecuencias tenían lugar en el interior de cada país. Cada uno sabía cómo vivía el vecino pero no qué pasaba en el resto del mundo. En cierto sentido, la desigualdad y la violencia anarquistas eran, entonces, un asunto “nacional”. En un mundo globalizado, es una cuestión planetaria. La abismal diferencia en los niveles de vida, entre el despilfarro de una minoría y las miserias de la mayoría, se proyecta a nivel global, contagia el comportamiento social, radicaliza la protesta y fomenta el terrorismo, cuyas causas manifiestas pueden descansar en otros factores (como el fundamentalismo religioso) pero se amplifican por la desigualdad.

pagina12

martes, 6 de enero de 2015

Por Mónica Peralta Ramos *

Crisis del capitalismo e inclusión social


La temperatura política del momento que vivimos lleva, muchas veces, a perder de vista la esencia de los problemas que enfrentamos. Esta reside, en última instancia, en las formas de organización social y en los valores que engendran y reproducen diariamente. De dónde venimos, por qué somos lo que somos y hacia dónde vamos: éstos son los interrogantes que los seres humanos se formulan desde el origen del tiempo. En su búsqueda de respuesta, la humanidad se ha dado formas de organización social que cristalizan la identidad colectiva y plasman relaciones de poder específicas a cada época y lugar. En las sociedades modernas, la necesidad de maximizar ganancias individuales en el mercado es el principio que organiza la producción y la apropiación del excedente económico. Este principio ha configurado una estructura de poder cuyo núcleo central hoy reside en el dominio monopólico de distintos aspectos de la vida social. Los limites de esta estructura de poder salen a la luz del día a través de una crisis de índole económica, política y cultural. Esta crisis no nació de un día para el otro. Afecta al mundo entero, pero su esencia permanece fuera de discusión y muy poca información circula sobre ella.
El control monopólico de recursos estratégicos de la vida social pone en evidencia la prevalencia descontrolada de los intereses individuales por encima del interés general de la sociedad y la consiguiente erosión del contrato social que dio origen al Estado moderno. La búsqueda de ganancias ilimitadas ha dado lugar a una irracionalidad social que estalla en conflictos sin aparente salida. En lo que sigue intentaremos analizar algunas características del crecimiento económico de los países más desarrollados que, a nuestro entender, provocan una creciente irracionalidad social que afecta al mundo entero.
Acumulación intensiva en capital, restricción del mercado de trabajo, estancamiento y caída de los salarios, sobreproducción, deflación y caída de la inversión productiva son algunos de los rasgos que han caracterizado la economía de los países centrales en las ultimas décadas. La búsqueda de solución a estos problemas ha seguido distintas vías: desde las inversiones directas en regiones más atrasadas y la integración de la producción mundial a cadenas globales de valor, hasta el impulso dado al gasto militar, al enorme gasto superfluo y al consumo masivo a partir del endeudamiento creciente de la población.
Estos procesos desencadenaron un acelerado incremento de la especulación financiera y del endeudamiento de las economías centrales. La puesta en escena de una alocada ingeniería de transacciones con derivados financieros (instrumentos de distinto tipo cuyo valor deriva del valor de otro activo subyacente: acciones, bonos corporativos, bonos soberanos, swaps de tasas de interés, crédit default swaps etc.) produjo una acumulación de deuda “basura” imposible de respaldar con activos y llevó al sistema financiero norteamericano al borde del colapso en el 2008. (M. Peralta Ramos, Página/12, 15.7.2014)
Con el fin de superar la crisis, la Reserva Federal adoptó una política de facilitación monetaria (quantitative easing) cuyo resultado ha sido un aumento de la concentración del capital, del endeudamiento y del riesgo de default. En efecto, la deuda total norteamericana es hoy veintisiete veces superior a lo que era hace cuatro décadas y la deuda pública ha crecido exponencialmente pasando de cinco trillones y medio en el 2000 a los 18 trillones de dólares de hoy día (www.treasurydirect.gov). Desde el 2008 a la fecha han desaparecido mil cuatrocientos bancos y los activos de los seis bancos más grandes han crecido 37 por ciento. Hoy estos bancos concentran el 67 por ciento de los activos del sistema financiero y el 42 por ciento de los préstamos. Un solo banco tiene un tercio de los préstamos y otro banco controla el 12 por ciento del dinero en circulación (S. Gandel, fortune.com 13/09/2013). La deuda con derivados de los veinticinco bancos más grandes asciende a 236 trillones de dólares. La proporción de esta deuda en relación con los activos financieros de estos bancos es de 25 a 1. (OCC’s Quarterly Report on Bank Trading and Derivatives Activities, 2Q 2014). Sin embargo, estos datos subestiman la situación pues la mayor parte de estas transacciones no son reguladas y permanecen en la oscuridad.
La fragilidad del sistema financiero norteamericano se replica a nivel de las finanzas internacionales. Mientras el PBI mundial es de 72 trillones de dólares, la deuda global con derivados supera ampliamente los 700 trillones de dólares (Bank of International Settlements, 8 de mayo de 2014). El endeudamiento con derivados del mayor banco europeo, el Deutsche Bank, asciende a 75 trillones de dólares, monto que es veinte veces superior al PBI de Alemania (T. Durden www.zerohed ge.com, 29.4. 2014). La insolvencia de los principales bancos europeos ha llevado recientemente al Banco Central Europeo a adoptar medidas de salvataje similares a las que adoptara en 2008 la Reserva Federal en los Estados Unidos.
La actividad económica de los países más desarrollados está pues estrechamente ligada al endeudamiento masivo y a la especulación financiera con derivados. Los principales bancos del sistema financiero internacional están seriamente endeudados, con enorme exposición de sus activos. La intervención económica de la banca central de estos países no sólo ha salvado a los grandes bancos del default sino que ha impulsado el aumento de su control sobre el sistema financiero. Esta intervención destruye el mito capitalista de la “mano invisible” del mercado y expone la irracionalidad social de un sistema financiero cuyo único norte es la ganancia especulativa a partir del endeudamiento masivo.
La contrapartida de este casino financiero es la persistencia del estancamiento de la producción. Las inversiones productivas a nivel mundial son hoy un 40 por ciento inferiores a las existentes al momento de la crisis. La recesión y la deflación amenazan a las economías de los países centrales y tienen un impacto devastador sobre el empleo y los salarios. Esto ocurre conjuntamente con la introducción de alta tecnología e inteligencia artificial a los procesos productivos. La robotización del proceso de trabajo explica el 60 por ciento de la pérdida del empleo industrial en los Estados Unidos entre el 2000 y el 2010. Sólo el 20 por ciento de la pérdida de empleo industrial se debe a la relocalización de empresas en países con mano de obra más barata. (A Regalado, tecnhologyreview.com 16.1. 2013). Esta robotización se expande hoy a otras áreas de actividad, desde el transporte, logística y comercio hasta la ciencia y la ingeniería. Se estima que, dentro de veinte años, el 47 por ciento del total del empleo norteamericano será automatizado (C. Frey y M. Osborne, Oxford University www. futuretech.ox.ac.uk, 17 de septiembre de 2013). La introducción de alta tecnología persigue la disminución de costos, especialmente del costo laboral. Sin embargo, al impactar negativamente sobre el empleo y los salarios termina afectando a la demanda y a la propia inversión productiva. La necesidad de reducir costos bloquea la inclusión social y acelera la desigualdad en la distribución de los ingresos.
Por otra parte, estudios recientes de la distribución de las ganancias y del patrimonio en los países desarrollados a lo largo de tres siglos muestran que el capital genera creciente desigualdad social. Muestran además que la base de la riqueza ha sido y sigue siendo la herencia y la propiedad y que el progreso no depende del trabajo y del mérito individual. (T. Picketty, El Capital en el siglo XXI, 2014; E Saez y G Zucman nber.org/pa pers/w20625).
Hoy el 20 por ciento de la población de los Estados Unidos posee el 89 por ciento de la riqueza de dicho país. El 11 por ciento restante se distribuye entre el 80 por ciento de la población norteamericana. (G. Domhoff, Wealth Income and power, www.whorulesameri ca.net 16.7.2014). La concentración de la riqueza sin embargo es aún mayor de lo que indican estos datos: el uno por ciento del sector más rico norteamericano posee el 35.4 por ciento de la riqueza y ha capturado el 95 por ciento del total del crecimiento económico del país posterior a la crisis del 2008. Las tendencias a la desigualdad social se replican en los países más desarrollados de Europa (OECD, Directorate For Employment Labour and Social Affairs, mayo de 2014). Hoy día casi la mitad de la riqueza mundial es propiedad del 1 por ciento de la población (Oxfam 20.1.2014).
Es evidente, entonces, que no hay una “mano invisible del mercado” ordenando a la sociedad. Tampoco existe un “derrame” (trickle down) del progreso económico a partir del mérito y del esfuerzo individual. En lugar de estos mitos del capitalismo encontramos una activa intervención del Estado en la economía de los países centrales impulsando la concentración del capital y el endeudamiento masivo. Estos son los mecanismos que reproducen una estructura de poder asentada en una creciente desi-gualdad en la distribución de la riqueza y de los ingresos. El nudo gordiano que bloquea nuestro desarrollo (M. Peralta Ramos, Página/12 13/11/2011, 20/1/2014; y 14/3/2014) hunde sus raíces en esa estructura de poder mundial. Esta ha dejado su rastro indeleble en el control monopólico de sectores claves de la economía y de la sociedad, en la dependencia tecnológica de nuestro desarrollo industrial y agropecuario, en el ataque de los fondos buitres a la deuda externa reestructurada.
La estructura de poder local ha adquirido mucha visibilidad a lo largo del año que termina. El ataque del poder concentrado a la política oficial ha contribuido a mostrar los mecanismos económicos que se utilizan para desestabilizar políticamente. Sin embargo, más allá de lo que se piense respecto de lo que este gobierno podría haber hecho y no hizo o hizo mal, el liderazgo de CFK ha contribuido en forma decisiva a iluminar la estructura de poder. Con definiciones políticas cada vez más claras y apoyándose en la movilización de la militancia supo mantener la iniciativa política ante el embate corporativo. A fin de contrarrestarlo, en los últimos meses el Gobierno ha empezado a ejercer mayor control sobre las actividades ilícitas de los más poderosos en el mercado de cambios, en las finanzas, en el comercio exterior y en la cuestión impositiva. La investigación de las “cuentas suizas,” destino de una sangría de impuestos evadidos de enorme magnitud, constituye un hito inédito en la historia contemporánea.
La víspera electoral y el aleteo de los buitres internos y externos auguran un futuro inmediato complicado. De ahí la necesidad de contrarrestar el embate corporativo y mediático informando sobre lo que ocurre en los países centrales, meca de la “sociedad de consumo” a la cual aspiran vastos sectores sociales. De ahí también la importancia de impulsar la participación de la población en un amplio debate sobre la crisis, sus causas y su impacto, tanto en nuestro país como en los países desarrollados. Esta discusión trasciende el episodio electoral. Insumirá su tiempo y seguramente dará lugar a interrogantes cuya respuesta hoy desconocemos. Sin embargo, esto no puede desanimarnos. Atreverse a pensar es comenzar a conocer. Sólo conociendo las causas de nuestros problemas podremos eventualmente superarlos.
* Socióloga. Autora de La Economía Política argentina. Poder y clases sociales.
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sábado, 3 de enero de 2015

PIKETTY ELOGIA A LA IZQUIERDA Y LLAMA A REFUNDAR LA POLITICA


No es un legionario cualquiera

El economista francés, autor del best-seller mundial El Capital en el siglo XXI, tras rechazar la Legión de Honor, fustigó las políticas de ajuste, alabó a Syriza y a Podemos, y propuso una “refundación democrática de Europa”.

Por Eduardo Febbro

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Piketty dijo que no le correspondía a un gobierno “decidir quién es honorable”.
Desde París
El economista francés Thomas Piketty, autor del best-seller mundial El Capital en el siglo XXI, no movió un centímetro su posición con respecto a lo que piensa de la política del gobierno socialista de François Hollande, ni tampoco de la que encarnan los dirigentes europeos de este nuevo siglo. Después de haber rechazado la distinción más alta de Francia, la Legión de Honor, Piketty no sólo vuelve a defender su postura sino que, además, ataca la política del Ejecutivo y las medidas que se adoptaron en Europa para superar la crisis. Piketty, hoy en medio de una gran polémica, propone pura y llanamente una “refundación democrática de Europa”. El economista rechazó primero la Legión de Honor mediante un comunicado transmitido a la agencia France Press, donde decía que no le correspondía a un gobierno “decidir quién es honorable” y que, en vez de ocuparse de la Legión de Honor, lo mejor que podía hacer era “consagrarse a la reactivación del crecimiento en Francia y en Europa”. El portavoz del Ejecutivo y ministro de Agricultura, Stéphane Le Foll, le respondió de inmediato. Según el titular de la cartera, es preciso separar las cosas entre “quien tiene ideas interesantes, pero es un investigador, que está en su oficina, que realiza cálculos, cuya responsabilidad es un enfoque intelectual; y luego la política, que se confronta con la realidad. Le corresponde entonces al gobierno de la república decidir quiénes son meritorios”.
Pero Piketty volvió a la trinchera del combate en dos tiempos. Primero mediante una entrevista realizada por el vespertino Le Monde en Boston, donde se encuentra actualmente antes de viajar a la Argentina en este mes de enero. Piketty lamenta que no le hayan avisado antes, porque así “se hubiese evitado todo este lío”, y explica que su decisión de rechazar la Legión de Honor “nada tiene que ver con mi opinión sobre este gobierno”. Para el autor de El Capital en el siglo XXI, esa manera de decidir “quién es el grupito de ciudadanos honrosos, cuyos méritos brillantes deben ser reconocidos, es una concepción del papel del Estado, del gobierno, que me parece antigua”. El economista deja también muy claro que habría “actuado de la misma manera con un gobierno con el que hubiese estado en mejores términos”. Este no es efectivamente el caso ya que, en la misma entrevista con Le Monde, Piketty juzga que “la acción que el gobierno viene llevando a cabo en estos últimos dos años ha sido catastrófica, y no tengo necesidad de ninguna Legión de Honor para decirlo o para escribirlo”.
Las relaciones entre Piketty y el Ejecutivo socialista son por demás polémicas. En una columna publicada por el matutino Libération, Piketty ataca fuertemente las políticas de ajuste y reducción de los déficit que imperan en Europa desde hace varios años. El intelectual escribe que “lo más triste en la crisis europea es el encaprichamiento de los dirigentes por presentar su política como la única posible, y el temor que les inspira cualquier sacudida política capaz de alterar este feliz equilibrio”. El economista califica de “amnésicos” a los países europeos, en especial Francia y Alemania. En este contexto, Piketty argumenta que “el nuevo tratado presupuestario europeo adoptado en 2012 bajo la presión de Alemania y Francia organiza la austeridad en Europa (con una reducción excesivamente rápida de los déficit y un sistema de sanciones automáticas totalmente inoperante), y condujo a una recesión generalizada de la Zona Euro”.
Además de “amnésicos”, Piketty juzga que en el dúo de Francia y Alemania “la palma de la hipocresía se la ganan los dirigentes franceses”, que pasan su tiempo en echarle toda la culpa a Alemania cuando, en realidad, se trata de una responsabilidad compartida”. Las cifras que adelanta el economista valen como argumento. Según Piketty, “habría que invertir masivamente en la capacitación, la innovación y las tecnologías verdes. Pero se hace todo lo contrario. Actualmente, Italia consagra cerca del 6 por ciento del PIB para pagar los intereses de su deuda e invierte apenas 1 por ciento en el conjunto de sus universidades”. Piketty se pregunta luego qué trastornos podrían hacer para que en 2015 se muevan las líneas. Su respuesta cabe en tres posibilidades: “O una nueva crisis financiera, o un shock político proveniente de la izquierda, o un shock político proveniente de la derecha”. Piketty sabe bien cuál de las tres prefiere. “Los dirigentes europeos actuales deberían tener la inteligencia de reconocer que la segunda posibilidad es, por lejos, la mejor. Los movimientos políticos que prosperan hoy a la izquierda de la izquierda, como Podemos en España o Syriza en Grecia, son fundamentalmente internacionalistas y preeuropeos. En vez de rechazarlos, por el contrario, habría que trabajar con ellos para reformular los contornos de una refundación democrática de la Unión Europea. Sin ello podemos enfrentarnos a un shock mucho más inquietante, oriundo de la derecha.” Por derecha hay que entender aquí la extrema derecha, como la del Frente Nacional en Francia.
Pese a todo, Piketty muestra su optimismo. Escribe que se puede “esperar lo imposible” y sueña con que el presidente francés, François Hollande, “reconozca sus errores de 2012 y tienda la mano a la Europa del sur, a fin de formular propuestas audaces para nuestro continente”.
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