martes, 29 de diciembre de 2009

CARITAS ANGELICAL

Martes, 29 de diciembre de 2009
Opinión

Cáritas angelical

Por Norberto Alayón *

Cáritas es un organismo de la Iglesia Católica, dependiente del Equipo Pastoral Social del Episcopado Argentino. Lleva a cabo una intensa actividad asistencial en todo el país, recibiendo aportes diversos del Estado nacional y de los Estados provinciales, además de contribuciones de sus fieles y particulares en general.

Su logo apareció en una “solicitada” de una página, publicada a principios de mes en un importante matutino, de un extendido grupo mediático, exasperadamente crítico del gobierno nacional. La aparente justificación del logo de Cáritas radica en el hecho de que les piden “a quienes asistan (a un acto) su contribución con alimentos no perecederos para Cáritas Buenos Aires, que estará presente para recibirlos”.

La solicitada convocó a un acto en Palermo, organizado por la Sociedad Rural, Confederaciones Rurales, Federación Agraria y Coninagro. Se trata de un poderoso bloque político-económico, que representa prioritariamente los intereses de los sectores de mayor concentración de riqueza, que se resisten con reciedumbre a reducir las ganancias extraordinarias que en estos tiempos les proporciona el cultivo de soja, mostrándose reiteradamente insensibles a la necesidad del mejoramiento de la sociedad toda.

Aunque empleando en esta ocasión un lenguaje cuasi celestial, organizaron un claro acto opositor (lo cual es legítimo), con argumentaciones hilarantes, si no fuera por la pérfida hipocresía con la que intentan confundir y violentar la más elemental memoria de sus comportamientos históricos en perjuicio de toda la sociedad.

Así mencionaron que “debemos recuperar como país nuestra capacidad de generar riqueza y de distribuirla con justicia y equidad, interrumpiendo la lógica del capitalismo de amigos, que sólo conduce a una mayor desigualdad”. Pero esta propuesta “socializante”, ¿cómo cuadra con los tradicionales intereses oligárquicos, de ayer y de hoy, de la Rural? Lo que sí es cierto es que son expertos en el tema del “capitalismo de amigos”: mantienen sus obscenos privilegios tanto en democracia como en dictadura. Quienes también deben saber algo de este tema del capitalismo de amigos deben ser Francisco De Narváez, el Grupo Macri, algunos grupos mediáticos. Durante el gobierno de Menem, la Rural mantenía muy buenos vínculos con el ex presidente pero, obvio, en esa época no se quejaban.

Y destacaron, con cinismo, que el día 10 en que realizaron el acto “se cumplen 26 años del retorno de la democracia”. Pero resulta que José Alfredo Martínez de Hoz, genuino exponente –al igual que su padre– de la Sociedad Rural, representó objetivamente a esta entidad en la dictadura de Videla, desempeñándose como poderoso ministro de Economía, mientras se desplegaba el más oprobioso genocidio que debió soportar la Nación. Y también la cúpula de la Iglesia Católica apoyó esa y anteriores dictaduras en el país.

La loable iniciativa de solicitar alimentos habilita a preguntarse si Cáritas también estaría presente, autorizando a la vez el uso de su logo institucional, en un acto de alguna otra orientación política. Por ejemplo, en un acto de la CGT, o de Libres del Sur, o de Madres o de Abuelas de Plaza de Mayo. Ahí también podrían recolectar alimentos y además exhibir su logo. Tal vez en esta ocasión Cáritas apeló a la caridad cristiana de los ricos, lo cual evidencia aún más la situación privilegiada de los organizadores del evento.

Claro que es necesario recordar que las acciones filantrópicas, caritativas, benéficas, asistenciales, mantienen y naturalizan los privilegios y las desigualdades. Además, las organizaciones que se dedican a estas actividades siempre son portadoras de determinadas concepciones ideológicas, políticas, religiosas. Sólo se trata de poder identificarlas con precisión, evitando las mistificaciones. La relación entre la acción social y la política es inevitable. La histórica Sociedad de Beneficencia expresaba su modo de entender y de actuar sobre la realidad de manera distinta al posicionamiento que asumió luego la Fundación Eva Perón. El marino Francisco Manrique, fervoroso antiperonista, fue ministro de Bienestar Social del dictador Onganía. El abogado Santiago de Estrada, prominente cuadro de la Iglesia Católica, se desempeñó –durante la dictadura de Onganía– como secretario de Promoción y Asistencia de la Comunidad y, posteriormente, como secretario de Seguridad Social en la última dictadura militar. También fue embajador de Alfonsín ante el Vaticano y secretario de Seguridad Social de Menem, presidente del PAMI y subsecretario de Desarrollo Social; más tarde se transformó en un destacado referente de Unión-PRO, ocupando la vicepresidencia primera de la Legislatura porteña.

¿Será que Cáritas no llegó a percibir el carácter intrínsecamente político del acto en cuestión o bien se dejó llevar por el buen deseo de receptar alimentos para los pobres? ¿Y no calibró el perfil histórico y presente ni la orientación política de las organizaciones convocantes?

En cualquier caso, siempre es bueno reparar en aquellos versos de la tradición española que decían: “El señor don Juan de Robres, con caridad sin igual, hizo hacer este hospital y primero hizo los pobres”. Y también tener presente que los filántropos necesitan más a los pobres que los pobres a los filántropos.

Es que en nuestras sociedades polarizadas, con sectores de altísima e impúdica concentración de riqueza y en consecuencia con sectores de extrema concentración de pobreza, está visto que los ángeles no existen, ni siquiera para los que creen en los ángeles.

Profesor y ex vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

sábado, 12 de diciembre de 2009

OPOSICIONES

Sábado, 12 de diciembre de 2009
Panorama político

Oposiciones

Por J. M. Pasquini Durán
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No hubo error ni hubo exceso cuando Macri decidió confiarles la seguridad de la ciudad a Fino Palacios y Chamorro. Tampoco lo hubo con Abel Posse, elegido para sustituir a Narodowski en Educación. A cuenta del jefe hay que decir que intentó con otros candidatos para esta sucesión, todos de derecha, pero ninguno aceptó o cumplió los requisitos. Pocos, muy pocos, andan por el país elogiando con el mismo énfasis del ex embajador a la última dictadura militar del siglo XX y tratando de filtrar los objetivos represivos del terrorismo de Estado entre los pliegues, defectos y decepciones de la democracia. Pese a ser miembro de una minoría sectaria de derecha, Posse no está solo: hay poderosos medios que lo alaban y un sector de la población al que le gusta lo que dice. Por sus dichos y hechos, Macri está más cerca de Posse que de Narodowski, se merecen mutuamente, pero a lo mejor, para bienaventuranza de la democracia, la irradiación de estas opciones terminarán por alejar a los demócratas y progres del antiperonismo que, al votar, sólo vieron al joven presidente de Boca Juniors, millonario por herencia, y creyeron que sus aptitudes lo habilitaban para reemplazar a los políticos profesionales. Olvidaron preguntarse cuáles eran las ideas de este rico joven, que ahora aparecen sin disimulo entre la parla culta de su flamante ministro. Si fuera por el nuevo titular de Educación en la Ciudad, habría que ilegalizar a los sindicatos, los docentes en primer lugar, encarcelar a sus dirigentes por polución ambiental, arrancar los aros de las orejas masculinas y prohibir el rock que pudre la cabeza de los jóvenes. ¿Tendrá algo para comentar Gabriela Michetti, el “lado humano del PRO”, como se decía en la campaña?

Por cierto, el sarcasmo está activo en todas partes. El Premio Nobel de la Paz fue entregado a Barack Obama, que hizo suya la invasión de Afganistán con un aporte adicional de treinta mil jóvenes soldados. El sueco que puso la cara durante la ceremonia aclaró que se premian las buenas intenciones aunque no tengan nada que ver con el presente del galardonado. Chile también tiene lo suyo: Michelle Bachelet deja la presidencia con casi el 70 por ciento de popularidad, semejante al porcentaje que se llevó a su casa su antecesor Ricardo Lagos. La Concertación, con socialistas y democristianos en la cabecera, gobierna hace veinte años, lo que eleva el mérito del aprecio popular porque sobrevivió al natural desgaste del ejercicio gubernamental. Sin embargo, las encuestas insisten en que mañana, domingo, ningún candidato alcanzará los votos suficientes y los dos más votados irán a segunda vuelta. Los pronósticos son más decepcionantes: casi sin excepción vaticinan la victoria en el ballottage del postulante conservador. Como advirtió Lagos: “Nada se tiene para siempre y hay que saber cuidar lo conseguido”. También subrayó: “No da lo mismo quién gobierne. Las miradas hacia lo externo a veces se ven parecidas, pero a la hora de resolver los grandes de-safíos sociales las diferencias se notan. Es un tema de sensibilidad política, de valores impregnados en el fondo de las convicciones”. No hay duda de que, como nunca, lo que suceda en Chile tendrá repercusiones en Argentina y en la Unión Sudamericana.

Los apuntes del socialista chileno vienen como anillo al dedo para este momento argentino, cuando se cumplen dos años de gobierno, la mitad del mandato de la presidenta Cristina. Algunos prefieren sumar este período al anterior de Néstor Kirchner, a pesar de las diferencias. “No da lo mismo quién gobierne”, dijo Lagos. Por otra parte, las sociedades cambian de parecer con alguna ligereza y no sólo sobre sus gobiernos sino también sobre los opositores. Para referencia: la magritud de la última convocatoria de la “mesa de enlace” en el Rosedal porteño, pese a que retuvo a la CCC del piquetero Alderete –por suerte, a nadie más desde la izquierda– y sumó a buena parte de la burguesía industrial y de los partidos de oposición de centroderecha, es suficiente evidencia sobre las mudanzas, en menos de dos años, de los sentimientos mayoritarios. ¿Dónde van cuando se alejan de lo que apoyaron, sea del gobierno o de sus enemigos? Por ahora, al limbo, donde aguardarán una ilusión, otra esperanza. Esa expectativa abierta es lo que autoriza todas las hipótesis, desde Cleto Cobos a Kirchner, que se echaron a rodar por las pendientes de la prensa y la política.

El ex presidente parece decidido a confiar su suerte a los intendentes peronistas de los principales distritos, refugiándose a la sombra del aparato partidario en vez de caminar sobre la superficie luminosa de un movimiento más ancho, más largo, más profundo. En sus momentos de éxtasis, cuando le proponían hacer partido del Frente Grande, Chacho Alvarez respondía: “Los aparatos no me gustan porque te aparatean”. Aunque los dichos del joven líder se fueron por la misma alcantarilla que escurrió al gobierno de la Alianza, en esa reflexión hay una síntesis apretada de lo que siente el peronista que se alejó del PJ. Por el contrario, el diputado Néstor cada día se zambulle más en el “pejotismo”, con entusiasmo parecido al que empleaba, en los primeros años de gobierno, para abrazarse con las muchedumbres que lo aplaudían.

En estos dos años pasados hubo errores y aciertos. Entre los primeros fue el tratamiento del conflicto agropecuario a partir del proyecto de retenciones de la resolución 125. De los aciertos, hay dos que pocos niegan: el salario familiar para desocupados y trabajadores informales y la estatización para el sistema solidario de los fondos que acumulaban las AFJP para provecho inmediato de sus directivos y propietarios. Los opositores no quieren quedar rezagados y pretenden, entonces, que la bonificación por hijo alcance una universalidad absoluta. En la cabeza de estos auspiciantes está presente la intención de agasajar a las clases medias, ya que el Gobierno las excluyó de este beneficio y de otros.

En su lugar, hay aumentos de precios para la mercadería de fin de año, además de otras alzas previas, y por si fuera poco, al iniciarse el verano aumentan todos los peajes, como si los concesionarios ofrecieran algún servicio que los justifiquen. Cualquiera que haya viajado por Europa sabe de los servicios que puede ofrecer una autopista con peaje, empezando por el impecable trazado, cartelería y señales del camino. El caso que la calle comenta en alta voz, el accidente letal de la familia Pomar, puso de nuevo en evidencia la precariedad de las rutas argentinas y la negligencia de los órganos de seguridad. Es otro golpe a la sensibilidad lastimada de las clases medias, azotada por una sostenida campaña mediática para generalizar el miedo a la inseguridad urbana. Si el aspirante a la sucesión, el diputado Néstor, cree que el poder de los intendentes peronistas supera a la influencia sobre toda la sociedad del estado de ánimo de las clases medias, se equivoca de un modo muy peligroso.

Debido a que la escandalosa intrusión de Posse en la vida pública de la ciudad atrapó la atención de los medios sensibles a los temas de los derechos humanos, pasó de largo el día mundial que se conmemora el 10 de diciembre porque fue el día que las Naciones Unidas de la segunda posguerra mundial proclamaron la Declaración Universal. Había motivos para detenerse en este jueves, a partir de la segunda o tercera condena, según cómo se cuente, a cadena perpetua para Luciano Benjamín Menéndez con un agregado significativo: deberá cumplir la condena en cárcel común, para lo cual los jueces revocaron el arresto domiciliario. En otro tribunal, esta vez en la ciudad, comenzó el juicio a diecisiete represores de la ESMA, encabezados por el Tigre Acosta y el Cuervo Astiz, responsables, entre miles de crímenes, por la desaparición y muerte de las monjas francesas, las fundadoras de Madres de la Plaza y el escritor Rodolfo Walsh, autor de una “Carta a la Junta” que es una pieza irremplazable para comprender el significado completo del terrorismo de Estado. Walsh es el polo opuesto de Posse. Falta tanto, es cierto, porque hubo 600 centros clandestinos y hay apenas sesenta enjuiciados. No resulta extraño que Taty Almeida, de Línea Fundadora, ocupara la tribuna del jueves para alertar a tantos defensores de derechos humanos: “Tenemos que hacer respetar el voto que eligió a este gobierno democrático porque, lamentablemente, los avances de la derecha son muy grandes”. La Plaza de las Madre es el espacio abierto opuesto al Rosedal de la Sociedad Rural y sus socios. No está mal que cada cual ocupe su debido lugar.

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pagina12.

sábado, 7 de noviembre de 2009

RENTA FINANCIERA

Sábado, 7 de noviembre de 2009
Panorama económico

Renta financiera

Por Alfredo Zaiat
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La media sanción en la Cámara de Diputados de la ley que reconoce en la contabilidad pública una deuda de unos 29 mil millones de dólares que no participó del canje de 2005 casi no tuvo debate. Cada uno del resto de los proyectos enviados por el Gobierno al Congreso desde mediados del año pasado despertó diversas pasiones, que en su mayoría tuvo adicionada en su título la K. En esas iniciativas la cadena nacional de medios privados alertaba acerca de que se estaba poniendo en peligro el destino de la democracia, la economía, de las instituciones, de la república, de la libertad. No se cansaron de reclamar más tiempo para analizar y discutir las propuestas cuestionando el apuro oficial. En cambio, la reapertura del canje de la deuda en default no ha provocado ninguna de esas reacciones ni la obsesión por la undécima letra del alfabeto. Apenas una visita del ministro de Economía, Amado Boudou, a la Comisión de Presupuesto, y al otro día fue tratado rápidamente en el recinto con 164 votos a favor y 28 en contra. Las crónicas no expusieron con tono admonitorio a los aliados circunstanciales (UCR, PRO, peronismo disidente y otros de la centroderecha) del kirchnerismo para conseguir ese contundente resultado. Ninguna otra iniciativa legislativa de estos tiempos de emoción violenta ha implicado un costo económico inmediato más elevado para toda la sociedad que el de la reapertura del canje: con una adhesión del 70 por ciento de los holdouts, el stock de deuda se incrementará de 7000 a 9000 millones de dólares y la carga de intereses anuales aumentará en unos 500 millones de dólares. Como pocas veces el recorrido de un proyecto de ley ha exteriorizado en forma tan categórica el significado del poder financiero. A la vez, en términos generales expone que la legislación a favor de sectores de manifiesta opulencia, en este caso bonistas holdouts y un grupo de bancos, no provoca la crispación del poder. También queda en evidencia que cuando un gobierno busca ampliar un poco sus márgenes de autonomía, evitando la subordinación a corporaciones, se lo presenta en el espacio público como difusor de escenarios de conflictos. En cambio, esa tensión desaparece cuando la esfera política acompaña los intereses del poder permanente.

El trayecto sin sobresaltos de la reapertura del canje de deuda en default permite una aproximación a las dificultades que se presentan para avanzar sobre privilegios del poder financiero. Y, en especial, las restricciones para afectar sus intereses si no se cuenta con una férrea voluntad política, articulada con una firme alianza de fuerzas sociales, para enfrentarlas. La administración kirchnerista ha tenido un vínculo de negociación, eludiendo las presiones para su subordinación, con ese factor de poder. La única reforma que perturbó al sector financiero local fue el fin del negocio especulativo con el aporte previsional de los trabajadores, denominado AFJP. La respuesta a esa medida fue la profundización de la dolarización de las carteras de inversión, el aliento a iniciar una corrida contra el peso, la disminución de los depósitos, el aumento del riesgo país por la liquidación de títulos públicos, la caída del crédito y, en última instancia, la acentuación de la fase recesiva del ciclo económico.

Esa reacción sirve como encuadre para comprender los obstáculos que aparecen cuando se tocan intereses de las finanzas, a los cuales la mayoría de los políticos, tanto en gestión de gobierno o liderando la oposición, les tributan un considerable respeto. Esas limitaciones no significan que el sendero a transitar tenga que ser el de la resignación, sino que expone la necesidad de reunir una masa crítica de apoyos y capacidad de convencimiento para ir desmontando un sistema que favorece a unos pocos. A partir de definir ese contexto se puede abordar con mayor rigurosidad la cuestión del privilegio impositivo que goza la renta financiera en Argentina.

Partidos de oposición plantearon que la asignación universal por hijo podía ser cubierta en parte con lo producido de eliminar la exención del Impuesto a las Ganancias sobre la renta financiera de personas físicas. La respuesta del Gobierno fue que no es el momento de crear nuevos impuestos –no sería el caso porque el tributo ya existe–, que “seguramente hubiera tenido impacto negativo, podría provocar muchos retiros de fondos y no se recaudaría más de 500 millones de pesos”, según explicó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Unos y otros han desorientado la discusión de una cuestión de equidad tributaria hacia las vías de financiamiento de la valiosa universalización de la asignación por hijo. Esta corresponde a la necesaria integración del sistema de seguridad social, extendiendo un derecho económico y social a desocupados y trabajadores no registrados. Otra cosa es la eliminación de la exención de Ganancias a la renta financiera, que corresponde a una política tributaria para estructurar un sistema progresivo y equitativo.

El economista Jorge Gaggero explica en uno de sus trabajos de investigación sobre la reforma tributaria pendiente que los intereses bancarios se dejaron de gravar en 1977. “De modo coincidente con la sanción de la ley de entidades financieras aún vigente”, indica como imprescindible referencia histórica, al tiempo que señala que “esta exención, junto con las que benefician a las restantes inversiones financieras especulativas de las personas, constituye un caso único entre los países de desarrollo intermedio”. Destaca que Chile y Brasil gravan estas rentas. Consciente de las restricciones políticas antes mencionadas, Gaggero sugiere que “un modo de facilitar la reintroducción de este gravamen es hacerlo junto con la reducción del impuesto al cheque”. En tanto, las Obligaciones Negociables (títulos de deuda que emiten empresas) y otros instrumentos financieros del sector privado están exentas sus rentas y resultados de compraventa. Lo mismo sucede con los títulos públicos, que incluso contienen cláusulas de estabilidad tributaria. Gaggero explica que “el objetivo declarado para imponer estas exenciones fue el de promover el ahorro interno, lo cual –visiblemente– no ha sido alcanzado. En los hechos, ningún país ha obtenido ventajas en el ahorro interno por esta vía”. La ventaja de esa reforma no habría que buscarla en el monto potencial de recaudación, que según la estimación del especialista alcanzaría a unos 1550 millones de pesos (base 2007), sino que de ese modo se “avanzaría hacia lo que es considerado ‘normal’ en la imposición tributaria del mundo”. Además, precisa que se “evitaría el sesgo contradictorio con el modelo productivo social (que el Gobierno reivindica), ya que actualmente se grava las rentas productivas y del trabajo y se exime a las financieras”. En ese sentido, Gaggero incluye como indispensable aplicar el Impuesto a las Ganancias para la compraventa de paquetes accionarios de personas físicas. Esta medida “eliminaría una situación de fuerte inequidad vertical mediante la reinstalación de una imposición que estuvo vigente entre 1946 y 1989”. A la vez, destaca que “evitaría mecanismos de elusión que hoy son aprovechados por los propietarios de los holdings para vender sus activos, ya que si la venta la realiza la empresa paga el impuesto a las ganancias”. El objetivo, además de aumentar la recaudación, sería mejorar la progresividad y equidad del sistema tributario.

En el documento que elaboró junto a Federico Grasso (La cuestión tributaria en Argentina, Cefid-AR), Gaggero remarca que “en la evolución histórica del impuesto a las ganancias, el mismo ha sido vaciado de contenido sustantivo a lo largo de sucesivas modificaciones. Su base imponible potencial ha sido reducida fuertemente y aún en los campos que formalmente permanecen gravados existen tantas posibilidades de elusión que la estructura formal del tributo impide lograr los objetivos que el mismo debe proveer en toda estructura impositiva moderna”.

Alcanzar a la renta financiera con Ganancias, en última instancia, vendría a dar respuesta a intervenir en el desequilibrio estructural del sistema tributario. Según Ga-ggero y Grasso, el actual régimen se “explica por el excesivo peso de la imposición indirecta debido –en especial– a la existencia de un IVA nacional de alta alícuota general y del impuesto a los ingresos brutos provincial, y por la notoria debilidad estructural de la imposición a las ganancias de las personas físicas y a los patrimonios”. Este esquema define rasgos de extrema regresividad en el régimen impositivo, afectando de modo negativo a la equidad económico-social.

azaiat@pagina12.com.ar

domingo, 25 de octubre de 2009

PALABRAS DE GALEANO

PAGINA 12 Domingo, 25 de octubre de 2009

Palabras para las vísperas

Por Eduardo Galeano
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Hoy el pueblo uruguayo elige nuevo gobierno. Al mismo tiempo, en las mismas urnas, se somete a plebiscito la posibilidad de liberarnos de dos palos metidos en la rueda de la democracia.

Uno de esos palos es el que impide el voto por correo de los uruguayos que viven en el extranjero. La ley electoral, ciega de ceguera burocrática, confunde la identidad con el domicilio. Dime dónde vives y te diré quién eres. Los uruguayos de la patria peregrina, en su mayoría jóvenes, no tienen derecho de voto si no pueden pagarse el pasaje. Nuestro país, país de viejos, no sólo ha castigado a los jóvenes durante años, negándoles trabajo y obligándolos al exilio, sino que además les sigue negando el ejercicio del más elemental de los derechos democráticos. Nadie se va porque quiere. Los que se han ido, ¿son traidores? ¿Es traidor uno de cada cinco uruguayos? ¿Traidor o traicionado?

Ojalá los uruguayos acabemos de una vez con esta discriminación que nos mutila.

Y ojalá acabemos también con otra discriminación todavía peor, la ley de impunidad, Ley de caducidad de la pretensión punitiva del Estado, bautizada con ese nombre rocambolesco por los especialistas en el arte de no llamar a las cosas por su nombre.

La Corte Suprema de Justicia acaba de dictaminar que esa ley viola la Constitución. Desde mucho tiempo antes se sabía que también viola nuestra dignidad nacional y nuestra vocación democrática. Es una triste herencia de la dictadura militar. que nos ha condenado al pago de sus deudas y al olvido de sus crímenes.

Sin embargo, hace veinte años, esta ley infame fue confirmada por un plebiscito popular. Algunos de los impulsores de aquel plebiscito estamos reincidiendo ahora, y a mucha honra: perdimos, por muy poco pero perdimos, y no nos arrepentimos. Creemos que aquella derrota nuestra fue en gran medida dictada por el miedo, un bombardeo publicitario que identificaba a la Justicia con la venganza y anunciaba el apocalipsis, larga sombra de la dictadura que no quería irse; y creemos que nuestro país ha demostrado, en estos primeros años de gobierno del Frente Amplio, que ya no es aquel país que el miedo paralizaba.

Eso creemos, digo, y ojalá no me equivoque.

Ojalá triunfe el sentido común. El sentido común nos dice que la impunidad estimula al delincuente. El golpe de Estado en Honduras no ha hecho más que confirmarlo. ¿Quién puede sorprenderse de que los militares hondureños hayan hecho lo que han venido haciendo desde hace muchos años, con el entrenamiento del Pentágono y el visto bueno de la Casa Blanca?

La lucha contra la impunidad, impunidad de los poderes y los poderitos, se está desarrollando en los cuatro puntos cardinales del mundo. Ojalá nosotros podamos contribuir a desenmascarar a los defensores de la impunidad, que hipócritamente ponen el grito en el cielo ante la inseguridad pública, aunque bien saben que los ladrones de gallinas y los navajeros de barrio son buenos alumnos de los banqueros y los generales recompensados por sus hazañas criminales.

Ojalá hoy la mayoría de los votos confirme nuestra fe en una democracia sin coronitas, ni las coronitas del uniforme militar, ni las coronitas del dinero.

Ojalá podamos envolver esta ley en papel celofán, en un paquete bien atado, con moño y todo, para enviársela de regalo a Silvio Berlusconi. Este gran mago de la impunidad universal, que ha atravesado más de sesenta procesos y no conoce la cárcel ni siquiera de visita, nos agradecerá el obsequio y seguramente sabrá encontrarle alguna utilidad.

Ojalá.

Lo único seguro es que, pase lo que pase, la historia continuará, y continuará el incesante combate entre la libertad y el miedo.

Yo suelo invocar una palabra, una palabra mágica, una palabra abrepuertas, que es, quizá, la más universal de todas. Es la palabra abracadabra, que en hebreo antiguo significa: Envía tu fuego hasta el final.

Y pase lo que pase, seguirán ardiendo los caminantes de la justicia. De puro porfiados.

sábado, 10 de octubre de 2009

DEMOCRATIZACIONES

PAGINA 12 .Sábado, 10 de octubre de 2009
Panorama político

Democratizaciones

Por J. M. Pasquini Durán
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El régimen de facto instalado en Honduras por el golpe de Estado del pasado 28 de junio fue interpelado esta semana, otra vez, por la comunidad interamericana para que reinstale al presidente Zelaya, electo en las urnas, que éste acepte un gobierno de unidad nacional y que sean convocadas urgentes elecciones generales. Hasta el momento fueron invocaciones vanas porque los golpistas, civiles y militares, reniegan de cualquier acuerdo de reconciliación. Para la política multilateral de la democracia es una severa frustración, que debería preocupar a todo el continente. En la víspera, sin embargo, ninguno de los senadores argentinos que deliberaron largas horas para saber quién estaba a favor y quién en contra del proyecto de ley de medios audiovisuales, propiciado por el Poder Ejecutivo, dedicó siquiera una mención a la realidad hondureña. No hubiera sido una unión caprichosa porque en ambos asuntos el fondo en debate era idéntico: cómo garantizar mejor los derechos civiles y la identidad institucional con los mejores instrumentos del régimen democrático.

Podría argumentarse que el silencio obedecía a que la situación argentina está muy lejana de un peligro semejante, aunque el día anterior el ex presidente Eduardo Duhalde aseguró que el peligro golpista existía en el país, sin identificar a los conjurados, y se ofreció como presidente para una situación excepcional posible. Ese tipo de advertencias, multiplicadas por el eco mediático, no está presente en la voluntad o la intención de los ciudadanos, ya que no hay encuesta o cualquier otro tipo de evidencia sobre algún sentimiento cívico destituyente generalizado. Lo que hay, eso sí, son grupos de poder, intereses económicos concentrados, dentro y fuera del país, aparatos mediáticos y sectores disconformes de clases medias urbanas y rurales que, en movimientos con diferentes objetivos pero coincidentes en la hostilidad antigubernamental, pretenden aislar a la Casa Rosada, ridiculizar a la presidenta Cristina, torcer la voluntad oficial y pasarle por encima a los sectores sociales que todavía apoyan al kirchnerismo y al mismo peronismo, aprovechando su atomización circunstancial. Aún así, fue magra la convocatoria a un mitin en apoyo de los consorcios multimediáticos del rabino Bergman, el chacarero Minga De Angeli y el otrora piquetero Castells. Fue el fiasco más notable de las derechas en los últimos tiempos, sobre todo en contraste con la presencia multitudinaria de los que acudieron en vigilia a la plaza frente al Congreso mientras esperaban la aprobación del proyecto oficial que, con esa media sanción, quedara convertida en ley.

Pese a ello, vale la pena decir que las minorías opositoras no están solas en la tarea, ni las voces de la disconformidad surgen todas de la misma matriz, porque lo cierto es que el propio kirchnerismo ofrece a menudo los flancos del Gobierno para recibir el cascoteo de las críticas, sean maliciosas o genuinas. Guillermo Moreno, cuya imagen es comparable al retrato de Dorian Grey, esta semana volvió a ser el blanco preferido de los que presumen de críticos genuinos o desinteresados, cuando todos saben que el objetivo principal de los ataques es el matrimonio Kirchner y, en particular, el señor K, acusado, por diferentes motivos, de arrogancia extrema. La ex ministra Ocaña aseguró esta semana que su alejamiento del Gobierno incluyó el desacuerdo con los cambios en la política de alianzas del kirchnerismo que, según ella, pasó de la transversalidad de centroizquierda a los pactos con los aparatos del PJ y de la CGT, con lo que implican esas opciones.

Más allá de estos juicios están los hechos. La hecatombe financiera originada por la voracidad especulativa de Wall Street modificó bruscamente el clima internacional, obligando a los países a reacomodar las cargas para seguir la marcha en las mejores condiciones posibles. En el país, además, la presidenta Cristina decidió atacar a los núcleos económicos concentrados que controlan más del 70 por ciento del mercado mediático, así como resistió todas las tácticas descalificadoras de “la mesa de enlace” agropecuaria o las incontroladas ambiciones de los nuevos aliados gremiales y bonaerenses.

La combinación de estos factores, en distintas proporciones, sumada a las debilidades y deficiencias gubernamentales, sobre todo para impedir que en nombre de esa desorbitada realidad mundial numerosas empresas de buen tamaño licenciaran personal, los que controlan el tráfico de mercadería de consumo masivo aumentaron los precios y la tasa de pobreza recuperó parte de lo que parecía perdido en el último lustro. Por el contrario, todos esos elementos concurrentes abrieron las brechas para que las derechas opositoras hicieran sus tareas, entre ellas presionar al Gobierno, con algún éxito, para revisar sus relaciones con los centros internacionales de crédito (FMI, Banco Mundial, etc.) y para reabrir la negociación con los tenedores de bonos de la deuda externa, condiciones que, según esas mismas fuentes, están esperando los capitalistas para aumentar las inversiones en la economía y las finanzas nacionales.

Dicho de manera esquemática: la política oficial mantuvo el discurso de soberanía democrática en política exterior, pero al mismo tiempo endureció las operaciones en el país, porque tuvo que restringir los generosos subsidios de los últimos años, lo cual aumentó las tarifas de luz y gas entre otras consecuencias desagradables y provocó espanto o miedo en algunos patronatos que en los años anteriores acumularon generosos beneficios, aparte de restringir el gasto público justo en el momento que más falta hace para compensar las restricciones de las obras privadas. Así, el Gobierno perdió aliados, aumentó la disconformidad en capas de las clases medias y aumentaron las dificultades para los trabajadores, sobre todo los que perdieron el empleo o la expectativa de conseguir algún salario en el futuro inmediato. El conflicto disparado por la empresa Kraft es una muestra de lo que podrían esperar un buen número de trabajadores si el Estado no tiene fuerza para proteger a los más débiles. Aún así, como quedó demostrado ayer en las calles del Congreso, la movilización popular que respondió a la convocatoria de organizaciones civiles pro-gubernamentales, tal vez sólo para demostrar su apoyo al Gobierno sin que le importe demasiado la suerte de las empresas mediáticas, indica que la oposición no está tan cerca de la presidencia como dicen algunos medios o de sus líderes.

Hubo diputados y senadores que asumieron la defensa del capital concentrado en el negocio mediático, tal vez sin advertir que los mismos medios que defendían en el Congreso como espacio democrático no suelen medir la realidad con la misma vara. Tanto la Ciudad Autónoma como la provincia de Buenos Aires tienen problemas de financiamiento, pero en las versiones mediáticas las dificultades de Macri se originan porque descubrió de pronto que la Capital es una economía pobre, en cambio las de Scioli son por incapacidad o corrupción. En un caso la versión es del mismo gobierno porteño y en el otro la de los opositores al kirchnerismo, aunque ambas son presentadas como verídicas por empresas de la información. Con casos como estos y muchos otros, las expectativas de cambio que mejoren la calidad de la información pública, que la noticia no quede reducida a la mera condición de mercancía con valor de mercado, que las múltiples voces de esta tierra única, de este mundo común, resuenen no sólo por su poder o su dinero sino por la democratización de las tecnologías de información y comunicación. La ley, una vez aprobada, no es más que el primer paso del cambio. De ahí en adelante es un desafío para el Gobierno, para los grupos económicos habilitados, para los movimientos sociales y políticos, y para los profesionales de la comunicación. La tarea es mucha y desafiante. Sus consecuencias, no hay duda, excederán los límites del propio terreno audiovisual.

martes, 22 de septiembre de 2009

EL OPIO

Sociedad|Martes, 22 de septiembre de 2009
Scheerer, experto alemán en criminología y su relato de la penalización mundial de las drogas

El opio, aliado de Estados Unidos en Asia

El criminólogo alemán Sebastian Scheerer, entrevistado por Página/12, director del Instituto de Criminología de Hamburgo, describió los pasos dados por Estados Unidos para inventar la penalización del consumo de drogas y favorecer sus intereses económicos.

Por Horacio Cecchi
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Sebastian Scheerer sostiene que Estados Unidos inició la penalización global de las drogas para desembarcar como potencia en Asia.

La receta: se mezclan trenzas, opio, California, xenofobia y chinos y se parte de fines del siglo XIX. Como resultado, sorprendente, se obtendrá la carrera de criminalización de las drogas que sometió y somete al mundo según los intereses de expansión de Estados Unidos. Los ingredientes los fue describiendo durante esta entrevista el experto alemán Sebastian Scheerer, profesor de criminología en la Universidad de Harvard, titular del Instituto de Criminología de esa casa de estudios y director de “varios” –como los enumera él mismo– masters europeos en la materia, de buen sentido del humor y de hablar español jocoso y entrecortado, pero suficiente para entenderlo y sacar conclusiones.

–¿Cómo dijo... que en California usaron las trenzas para criminalizar a los chinos?

–Las trenzas y el opio. Para ellos fue un dilema, porque las trenzas eran un símbolo de veneración a su emperador. Las drogas, como las trenzas o la manera de vestir, son indicadores muy visibles. Pero el opio no era ilegal, estaba totalmente integrado en las costumbres en todo el mundo. Se lo usaba en centenares de productos, se vendía en la calle, en los kioscos, como una hierba contra el malestar, para los niños que no querían dormir. En 1898 Estados Unidos derrotó a España y ocupó Cuba y las Filipinas. Pasó que en las Filipinas los soldados americanos se encontraban con las prostitutas filipinas. Y las prostitutas filipinas fumaban opio. Un accidente histórico que las autoridades norteamericanas querían solucionar.

–¿Que no se encontraran con las filipinas o que no fumaran opio?

–Que no fumaran opio. Pero para eso tenían que acabar con el opio en las Filipinas. Se creó una comisión para analizar el problema. A la cabeza pusieron a un obispo canadiense, Charles Henry Brent, de la Iglesia Episcopal de Toronto. La comisión fue impulsada por el secretario de Guerra de Estados Unidos. Lo que sostenía Brent en esa comisión en 1903 era que para acabar con el opio de Filipinas había que acabar con el opio en el sudeste asiático y para ello invitaron a las naciones con algún interés en el área: Inglaterra, Francia, Alemania, Holanda, y Estados Unidos. Y, por supuesto, China, la víctima del opio y de las agresiones inglesas.

–¿Por qué víctima?

–Los ingleses financiaban su reino en India con el comercio del opio. China, para Inglaterra, era una potencial colonia y le vendía cantidades de opio. En esa época Estados Unidos quería situarse en la arena de las potencias en el Asia y China era una oportunidad. Temían que Inglaterra avanzara sobre China y la ocupara como colonia. O sea, proteger a los soldados del opio en las Filipinas y resolver el problema del opio en China combinó muy bien. Y plantearon resolver el problema con una conferencia en Shanghai, en 1909, donde sólo las grandes potencias se reunieron. El obispo Brent fue el presidente de dicha conferencia y, aunque no se llegó a conclusiones formales, obtuvo una declaración a favor de la autonomía de China y de una reducción a niveles normales del comercio internacional de opio.

–¿Los otros participantes por qué firmaron?

–Para Alemania era un problema ajeno, que no le incomodaba. Holanda ya tenía el monopolio del opio para el comercio legal en sus colonias, tampoco le molestaba. Los ingleses estaban en contra, pero coincidió que hubo elecciones que llevaron a un gobierno liberal a Inglaterra, más próximo a las propuestas de Estados Unidos. Y también estaba la Iglesia. Los estadounidenses tenían un discurso que no era fácil de combatir, influían a la opinión pública.

–¿En que consistía?

–Decían: los chinos fuman opio, pierden por el opio su autonomía a manos de los ingleses. Caen en un declive moral, en la insania, el crimen y el vicio. Para el discurso cristiano, encaja perfecto la seducción por parte del Diablo representado por el opio y el vicio. Pero todavía no se pensaba en criminalizarlo, pensaban en un control, disminuir el tráfico a escala global. Primero lograron un acuerdo en Shanghai, que aunque no era una ley promovía el control y creaba una burocracia mundial para controlar el cultivo del opio, la recolección, la producción y su distribución y venta. El control sería a través de un órgano global con sede en Ginebra, un paso previo a las Naciones Unidas. En 1912 organizaron la Convención Internacional del Opio en La Haya. Es la primera ley penal global. Debían ratificarla los demás países, que quedaban obligados a sancionar la misma ley en cada país, bajo amenaza de quedar fuera del comercio de medicamentos. Es una fase importantísima porque globaliza la ley.

–La firma del tratado perjudicaba a Inglaterra. ¿Pudo evitarla?

–Los ingleses hicieron un truco. Dijeron que sólo aceptarían reducir su comercio de opio si Alemania sacrificaba la producción industrial de cocaína. Los alemanes habían inventado el método de extraer de la coca y producir la cocaína, en 1860. Fue la firma Merck (N.d.R.: La palabra “merca” deriva de Merck) la que la empezó a producir. Los ingleses imaginaban que Alemania nunca sacrificaría su comercio de cocaína, con lo que ellos no se verían obligados a firmar tampoco. Lo que no imaginaban fue que los alemanes perdieron la Primera Guerra y en el tratado de Versalles en 1919, de la rendición alemana, les metieron el artículo 295 por el que los obligaban a ratificar el tratado de La Haya. O sea que doce meses después, los alemanes sancionaban su propia ley antiopio, igual que los demás países. En el mundo entero empezó a cundir el discurso de “vamos a acabar con las drogas que roban tu autonomía, que ligan con la decadencia moral y física”. Y siempre los Estados Unidos delante.

–¿La cocaína no fue perseguida?

–No todavía. Se eliminó la producción alemana. Para entrar con la cocaína, Brent utilizó a los rickshaws, los taxis humanos chinos, que utilizaban cocaína en reemplazo del opio. En La Haya dijo que tenía estadísticas sobre el daño que produce, pero en lugar de estadísticas, que nunca aparecieron, repartió fotos de rickshaws destruidos como un horroroso ejemplo de los daños de la cocaína. Estaban muy mal. Después de correr veinte años con el blanco cargado en el carrito, estarían destruidos con cocaína o sin cocaína (ríe). La cocaína empezaba de esa manera dentro de un plan global y mucha presión y voluntad por ayudar a los pobres chinos. La marihuana fue llegando de un modo diferente, porque era la hierba que consumían los pobres y los rebeldes del norte de Africa, porque no podían acceder al opio por su costo. Después de la Primera Guerra se estableció la burocracia del opio y su prolongación fue la Liga de las Naciones, con sede en Ginebra y precursora de las Naciones Unidas. En ese momento, los norteamericanos no accedieron porque no les interesó. Había un comité central del consumo del opio, y el jefe del comité central

–... era Brent.

–Sí (ríe). La idea era que cada central de cada país reuniera la cantidad medicinal de opio para cirugía, tantos gramos de cannabis, tantos de cocaína, todo con fines científico-medicinales. Y hay países productores legales. Cada país sabe lo que necesita y se tienen los productores. Es una economía planificada. Con eso, que aún hoy se hace, pensaban que de ese modo se va a producir sólo lo que se necesita para evitar que haya en el mundo ni un solo gramo que sea utilizado para otros fines que no sean medicinales. Es la idea central de esta economía planificada ridícula, que hace que hoy el mundo esté lleno de cultivadores ilegales.

–¿En qué situación están hoy en Alemania?

–Equilibrada. El consumo es parte integral de la vida de muchos jóvenes, pero no hay exceso, no hay mortalidad. No está legalizado, está admitido. En la Procuración sostienen que hay una jerarquía de urgencias. Es urgente combatir los carteles, no es urgente perseguir el consumo personal y los sitios donde se vende de una manera civilizada estas sustancias. Entonces se ven tiendas, simpáticas, que no tienen consumo de alcohol, pero sí sitios en los que se consumen marihuana de diferentes tipos, de Afganistán, de Colombia. Es simpático, como la tienda de una abuela. En un clima muy pacífico.

hcecchi@pagina12.com.ar

sábado, 19 de septiembre de 2009

INUTILES

Sábado, 19 de septiembre de 2009
Panorama político

Inútiles

Por J. M. Pasquini Durán
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En el siglo pasado, calificar al gobierno de “fascista”, como hizo Macri esta semana, era una contraseña para el golpe de Estado. Es probable que en el minimundo conservador haya más de uno con ganas golpistas, lo mismo que entre dirigentes rurales, pero, para su desgracia, por el momento les falta tropa. Esos exabruptos orales eran el típico reflejo de la derecha que nunca tuvo votos suficientes para desplazar al gobierno de turno. Esto parecía superado desde el momento en que se destacaron algunas afortunadas perfomances electorales, del mismo Macri en la ciudad o de Francisco de Narváez en la provincia de Buenos Aires, pero no fue así debido a que esas victorias, contundentes o escasas, no sirvieron para mucho, por ahora. Desde el estropicio con la Resolución 125, el kirchnerismo les gana cada pulseada en el Congreso, aunque los opositores más cerriles cuentan con el apoyo de los mayores grupos mediáticos.

Lo más desgraciado es que esa oposición, siempre atenta a las luces de la televisión, no se distingue hasta el momento por su capacidad de estudio o de propuestas para reemplazar las iniciativas del oficialismo. Las recientes sesiones en Diputados sobre la ley de medios audiovisuales fueron muestra cabal de esa tremenda inutilidad para el país: un centenar de diputados agotaron sus discursos con motivos formalistas, algunos casi pueriles, pero muy pocos aportaron enfoques o redacciones diferentes, sobre un texto que obra en manos de los legisladores desde marzo, seis meses y medio antes del debate. Sin contar que se trata de la intención de ley que rueda por los despachos del Congreso desde la segunda mitad de los años ’80.

Era obvio para el observador más desprevenido que las mayores corporaciones mediáticas no estaban interesadas en ninguna norma o reglamento que le pusiera límites a sus negocios. En ese sentido, seguían estancadas en el “Consenso de Washington”, que le dejaba al mercado la última palabra y el Estado estaba para facilitar las actividades privadas. Por lo tanto, si la ley que era vigente había sido elaborada en la dictadura de Videla no era asunto de su incumbencia, y si tenían que opinar preferían conservarla, ya que ningún gobierno que se dijera democrático podía apelar a la norma de la dictadura. El Comfer (Comité Federal de Radiodifusión), encargado de aplicar elementales reglas de conducta –como el respeto al horario del menor–, sonaba a hueco desde hace años, de manera que el conjunto (norma y autoridad de aplicación) era la perfecta ecuación neoliberal de consagración del mercado. A ningún acomodado en esa poltrona podía gustarle que viniera un gobierno –para peor populista– a sacarle el caramelito de la boca. Para colmo, el que levantó vuelo con su proyecto de ley –la próxima parada es el Senado– es el mismo que perdió en las urnas de importantes jurisdicciones el pasado 28 de junio, tanto es así que los opositores, al día siguiente, ya se preparaban para las exequias de un gobierno que supo tener un poderoso viento de cola.

No todo es mérito de los Kirchner. Cualquiera que mire la región advertirá que, de a poco, los vientos se están llevando las brumas de los años ’90, con todo lo que eso significa, y el tema de esta época es, otra vez, el rol del Estado. Las mismas masas que apoyaban a viva voz todas las privatizaciones, ahora piden la estatización hasta de los kioscos en las estaciones del transporte público. La tremenda hecatombe inaugurada en Wall Street, que arrasó bancos, aseguradoras, fondos de inversión y valores del mercado de capitales, por un valor que multiplica muchas veces la tasación en lote de todo el sistema mediático argentino, dejó en claro que este tiempo es del Estado, si quieren sobrevivir los negocios privados.

Los Kirchner tienen formación estatista, derivada de su historia y experiencia políticas, pero tampoco son ortodoxos ni fanáticos. Apenas si siguen la corriente del momento, sin saber siquiera si será largo o corto, pero con la suficiente astucia para aprovechar la circunstancia para debilitar a sus enemigos más pesados. La torpeza de la oposición, y de algunos intereses afectados, consiste en seguir discutiendo con los argumentos de los ’90 acerca del mercado, el Estado y la sociedad. Con esos criterios hoy en día no se puede gobernar ni una municipalidad, mucho menos la compleja trama de un país como la Argentina. Para lograrlo, no basta con tener un Ejecutivo eficiente sino que hace falta una clase dirigente atenta a los cambios de época y dispuesta a cambiar tantas veces como sea necesario para conservar su posición en la plaza.

Un buen ejemplo está aquí al lado, en Brasil, sede de uno de los mayores emporios televisivos de la región y del mundo, O Globo. Cuando aparecieron los cable-canales, Globo no se abalanzó a llenarse los bolsillos con la ocasión; al contrario, se opuso tenazmente a la instalación del servicio y gastó lo necesario para mejorar la propia calidad tanto de entretenimiento como de información y para llegar al mayor número posible de televidentes. En sus momentos de auge, el noticiero principal llegó a tener una audiencia de sesenta millones de personas y su influencia era tan grande que llegó a imponer un presidente, al que luego tuvo que ayudar a deponer, por inútil y corrupto, pidiendo disculpas a la audiencia.

Su sentido de innovación aceptó lo que le ofrecía la realidad, tanto es así que del vasto movimiento de videastas independientes –un movimiento cultural que envolvió a miles de jóvenes en la búsqueda de una producción televisiva independiente, mejor y más libre–, eligió a los mejores y los contrató para su empresa como ejecutivos de programación, directores, libretistas, etc. El ejemplo contrario está en Venezuela, donde las principales compañías de radiodifusión se repetían a sí mismas, sin aceptar los nuevos tiempos, y un día se encontraron con que las licencias se vencieron y nadie las renovó automáticamente, como sucedía antes cuando el mercado tenía la única palabra dominante. En Buenos Aires también las licencias fueron renovadas por diez años en nombre de la graciosa disposición del presidente Néstor. Si alguna vez pensó que de ese modo los tendría comiendo de la mano, es porque no conoce la insaciable voracidad de la empresa privada para apropiarse de los dineros o beneficios públicos. No es una clase empresaria, como hay en otros países, sino que la pueblan hombres de empresas y también pandillas de astutos que hoy invierten en TV, mañana en efedrina y pasado en medicamentos truchos, de acuerdo con la tasa de rentabilidad de cada rubro.

La ley de medios audiovisuales que ahora deberá considerar el Senado tiene importancia no tanto por sí misma, ya que los saltos tecnológicos envejecen las normas al día siguiente de dictadas, sino porque expresa como pocas la difícil relación entre el Estado, el mercado y la sociedad. No es que el oficialismo tenga más en claro que la oposición ese complejo equilibrio, pero intenta ponerse al día con lo que puede y como puede. Si en el camino, la pareja gobernante aprovecha para llevarse puesto algún enemigo no sólo es porque quiere, sino porque las condiciones se lo permiten.

Cuando se habla de calidad institucional, la primera mención debería ser para el recurso humano de las instituciones representativas de la sociedad. Los televidentes que hayan tenido la paciencia de seguir las deliberaciones en Diputados habrán advertido que esos recursos son más que deficitarios, capaces de enhebrar discursos con argumentos sacados de los diarios o de recuerdos de la facultad. A modo de referencia: para desacreditar el argumento sobre el reemplazo de una ley de la dictadura, la diputada Caamaño citó media docena de leyes vigentes, también sancionadas por la misma dictadura. Ni uno solo de más de doscientos legisladores, durante o después de la sesión, corrigió o ratificó esos dichos, que allí quedaron hasta que algún periodista decida que podría averiguarlo por Internet. ¿Para qué paga el Estado un número generoso de colaboradores para cada diputado y bloque, si terminan aprobando leyes que no leyeron, como la de Emergencia Agropecuaria, o quejándose porque no tuvieron tiempo para ordenar las correcciones en la ley de medios?

Ahora los opositores cerriles quieren impugnar el texto aprobado por la Cámara baja, pero el centenar de miembros de los bloques opositores, si se hubieran quedado en lugar de retirarse, como bien dice el crítico Macaluse (SI), las correcciones a la ley hubieran sido mucho más que las doscientas o más que ya fueron incorporadas. Detrás de la aparente legalidad de la movida de impugnación, queda en pie la incapacidad de los grupos opositores para bloquear un texto que podría haber sido motivo de largas disquisiciones sobre el rol del Estado, la revisión de los ’90, la responsabilidad de la sociedad de la comunicación en el siglo XXI y una serie de tópicos derivados que no figuraron en los razonamientos escuchados en la sesión y después de ella.

Como a los ciudadanos, en términos generales, les interesan poco estos asuntos mientras no tengan bien resueltos los más elementales, continuarán agobiando a las audiencias con las mil y una especulaciones acerca del poder y sus contornos, aunque nadie supo explicar en qué momento Clarín ocupó el lugar de La Nación en la nómina de adversarios favoritos de los Kirchner, o viceversa.

Hay intereses poderosos en juego y más vale tomar en serio el asunto, pero la verdad es que para la sociedad golpea más que se cumplan tres años de la desaparición del testigo J. López, sin que los aparatos de Inteligencia y de seguridad del Estado hayan encontrado la menor pista de su paradero o de sus captores. Los que hablan de inseguridad jurídica sólo cuando alguna empresa amiga resulta afectada, deberían escandalizarse por la impunidad de los que violan las más elementales de las seguridades que se pueden exigir: la vida y la libertad de cada ciudadano. Mientras casos como éste y tantos otros similares de secuestros extorsivos y otras formas de violencia no alcancen ni verdad ni justicia, el Estado estará lejos de asumir el rol que le reivindican sus partidarios, por más que gane batallas de destino dudoso en el pantanal de deliberaciones agotadoras.

martes, 8 de septiembre de 2009

VISITA A GUALEGUAYCHU


Fuimos a visitarla en su lugar de descanso. Nos recibio su familia como si fuera ella misma. Compartimos. Recordamos. Nos alentamos a seguir sus ideales .

martes, 1 de septiembre de 2009

NORMA COLOMBATTO

BUENOS AIRES 31 DE AGOSTO DE 2009

Queridos compañeros:
En este primer aniversario de la partida de nuestra
querida amiga Norma Colombatto queria compartir su recuerdo entrañable y
el deseo de seguir por el camino que ella nos señalaba.
La sabiduria que siempre irradiaban sus reflexiones dichas con cordialidad y
humor. El gusto de escuchar sus relatos sobre lo que pasaba diariamente
en la escuela. La pregunta oportuna sobre el sentido profundo de lo que
estabamos haciendo. El optimismo y la esperanza frente al dolor .
Norma tenia un corazon muy grande.Siempre pensando en dar una mano
olvidandose de ella misma.
Para los compañeros educadores que tuvieron la suerte de compartir
reuniones , capacitaciones, jornadas con las autoridades educativas siempre
fue el cable a tierra, el sentido común, la capacidad de discernir y valorar.
El haber compartido con ella momentos de serias dificultades para enfrentar
la vida en las escuelas y haber recibido esos consejos valiosos dados como
al pasar, nos da a todos una gran responsabilidad en seguir su ejemplo.
Es un orgullo para todos haber compartido al menos un poquito de la vida
con esta gran educadora.
El deseo es que no se nos pierda su legado. Que todos los que recibimos
algo de su sabiduria lo pongamos a circular para que ella siga ayudandonos
a todos resolver las multiples cuestiones que hacen al vivir.
Que su ejemplo nos acompañe a todos.

JOSE LUIS

lunes, 31 de agosto de 2009

CAPUSOTTO


Diego Capusotto
“Construyen la sensación de que nunca estuvimos peor”

27-08-09 / Encarna el humor subversivo que enfrenta a la corporación mediática. Sagaz crítico de la realidad, se burla de los popes del rock y de la pompa setentista. Se declara más cerca del oficialismo que de la oposición. El fútbol, la nueva Ley de Medios y la marihuana, en la óptica de un hombre que no se deja ganar por el discurso del miedo. Por Diego RojasAhí estaba él, sentadito con su pulóver de lana en medio del salón Libertador del Sheraton Hotel durante la noche de entrega de los premios Martín Fierro. Las estrellas televisivas desfilaban sobre la alfombra roja, en plena exhibición de los atuendos creados por los diseñadores de moda y en brindis festivo y ostensible. Él, ahí: sentado con su pulovercito hippie. Hasta que anunciaron el premio al mejor programa cómico y Diego Capusotto se levantó de la mesa junto a Pedro Saborido, subió al podio, levantó la estatuilla y propuso: “Que disfruten del sueño”. Acababa de recibir un reconocimiento más a su trabajo, el mismo que lo convierte, según las palabras de Horacio González, sociólogo y director de la Biblioteca Nacional, en el principal crítico cultural de nuestra época. No se había sacado el pulovercito.Capusotto, el humorista más potente de los últimos tiempos, es un fenómeno de masas incorporado definitivamente al imaginario social argentino. Sus creaciones se difunden no sólo a través de la televisión (donde a partir del lunes presenta en Canal 7 una nueva temporada de Peter Capusotto y sus videos) o la radio (donde continúa su programa Lucy en el cielo con Capusottos, en la Rock & Pop), sino que se replican en la Web, mediante las filmaciones que se cuelgan en YouTube y que luego se reenvían por e-mail al infinito. Pese a cierto prejuicio que sólo atribuye masividad al humor liviano, sus personajes, que se burlan de los popes del rock y de la pompa setentista, también interpelan a la realidad política con una sagacidad que ya quisieran los más renombrados analistas. El segmento radial “Hasta cuándo” es la más brutal denuncia del accionar de los medios en la generación de un estado de paranoia, una parodia de la cadena nacional de malas noticias –a la vez que señala cómo una parte de la población se suma entusiasta a esta visión catastrófica de las cosas–. Una estrategia que usa la corporación mediática y que sólo beneficia a la derecha, que suma así adeptos a sus argumentos. La recién presentada Ley de Medios apunta a desmontar esa percepción monolítica de la realidad y quizá permita una apertura de discursos. Eso entusiasma a Capusotto que, dice, está más cerca del oficialismo que de la oposición.Su prepotencia de trabajo, sumada a un talento desmesurado, redundan en un reconocimiento social que se mide con la vara más exacta: los dichos de sus personajes se transforman en latiguillos usados en el habla cotidiana. Esa es la más maravillosa música a la que un artista popular puede aspirar.El actor elige un típico café de su barrio para la entrevista con Veintitrés. El bar El Progreso, con sus mesas de madera antigua y con sus parroquianos que forman la postal arquetípica de la porteñidad, es el escenario del encuentro. Al que Capusotto asiste abrigado con un pulovercito similar al que usó la noche de los Martín Fierro.–¿Vivís hace mucho en Barracas?–Hace trece años ya. Mis hijas son de Barracas. Yo soy más de zona oeste. Viví en Luro desde los seis años, antes vivía en Castelar, del que tengo un recuerdo muy vago: las calles de tierra, mi casa. En Luro viví de chico, de adolescente y de adulto.–¿El barrio marca tus elecciones estéticas o ideológicas?–No. Hay gente de mi generación con una conexión fuerte con el barrio. Para mí, no es una elección a la hora de actuar. En el barrio hay gente garca, que hace negocios, que quiere salvarse y cuya vida gira en torno a la acumulación material. Circulan cosas interesantes y cosas de mierda. Existe una especie de religión que se basa en moverse como pez en el agua en lugares de mierda mientras los demás se ahogan. El barrio es un lugar donde te conectás con gente que tiene su vida y su mundo y, si no te construís a vos mismo, cagaste. Porque el barrio también es un pelotudo que te aconseja cómo cagar a los demás. No es un lugar habitado por seres nobles y duendes que te dicen que vivas como quieras y andes con la ligereza poética de un ave y te conviertas cada tanto en un puma porque estás rodeado de hijos de puta. Te lo pueden decir dos o tres, los que finalmente elegís como amigos.–Sos un fenómeno que excede lo televisivo, ¿cómo convivís con esa figura?–Dejo que se apropien de esto que ven. Nunca me consideré un fenómeno: sólo hago las cosas que me salen. Pedro Saborido me manda unas cosas que escribió a las tres de la mañana, las leo, me cago de risa y, finalmente, las ponemos en acción. Eso del fenómeno es una frase que me viene, no es algo que yo exhale. Mucha gente comparte lo que hacemos y son aliados de una idea que no pasa sólo por reírse.–La masividad e influencia de tu propuesta, ¿implican una responsabilidad?–La responsabilidad es ser fiel a lo que estoy accionando, nada más que eso. Podés hacer reír a alguien y, siempre que te hacen reír, sos feliz. Esa es una responsabilidad. La otra es que tenemos un modelo de conducta que puede ser observado con cierto respeto. Estar en un medio masivo te puede colocar en una carrera de superación. Sin embargo, este momento es nuestra superación. No quiero llegar a ningún lugar en la televisión, es más, quiero mantener este lugar de autogestión, donde no hay disputa de poderes y donde no se necesita que las ideas sean transformadas para tener más rating. No cambio este lugar y menos con 48 años.–¿Te ofrecieron ir a otro canal?–Desde ya. Para la óptica de la televisión, este es un programa vendible, que puede estar en un canal y un horario de mayor difusión. Pero no me interesa, no es nuestra ambición. Este año queremos hacer ocho programas, nuestra cantidad ideal. Estar en un lugar donde nos lo permiten es un privilegio.–Tus programas excedieron el marco de la televisión. Peter Capusotto explota en YouTube, lo mismo el programa de radio.–Sí. No sólo eso, Internet te permite llegar a otros países. El otro día me hicieron una nota de un medio de Chile, porque miran el programa por Internet. Su alcance tiene muchos caminos. Nunca tuvimos una preocupación por el rating, porque sabemos que el ciclo tiene mucha circulación y aceptación. No tenemos nada más que hacer, salvo seguir celebrando los encuentros para que este programa siga funcionando. –Tu humor sorprende por su precisión en los tiempos políticos. Pasó con Bombita y con “Hasta cuándo”. Se podría aventurar que Capusotto y Barcelona son los medios que mejor expresan la realidad política.–El humor siempre tiene una conexión con los signos de la realidad. Muchos tienen que ver con los comunicadores que hacen la puesta en escena de un mundo real. Metrallean mucho, pero no profundizan los fenómenos. Mirá, lo reafirmé hoy cuando miraba el canal de videos Quiero música en mi idioma. El videograph pasaba noticias policiales, un asesinato en Barracas. Si eso no es reflejo de una ficción construida para que todo el tiempo tengamos la idea de la muerte y la inseguridad en nuestra piel, bueno, a las pruebas me remito.–¿Cómo actúa el humor frente a eso?–La tomamos y la destrozamos mediante la parodia. La burla es infranqueable: las cosas de las que te burlás no te pueden contaminar porque hay una lectura previa a destrozarlas, un sustento ideológico. Es como decir: “A mí no me contaminás, no me la vendés”. Otras cosas rozan otros mundos, totalmente desopilantes, que no tienen conexión con los signos de la realidad. En algunos personajes, la realidad se hace más presente, como en ese monstruo, Micky Vainilla, disfrazado de cantante pop y que es, en realidad, un virus que se mete en ciertos lugares para empezar desde allí su plan de exterminio.–Decís que la parodia puede destruir una concepción ideológica. Bombita es irónico, pero no intenta destrozar a los setentistas.–Es una mirada sobre algo que tuvo su densidad, su construcción política. Un Palito Ortega montonero está compuesto por dos imágenes antagónicas que nos causaban gracia. Nunca pensamos en la derrota del discurso setentista, vulgarizado en las letras de Palito. Todo lo contrario. Rescatamos esa construcción que terminó en una gran derrota general, el imaginario que representó el retorno de Perón y en lo que devino. Había una gran masa crítica, gente muy valorable y gente de mierda. Y ganaron los malos. Por eso algunos que fueron militantes ven en Bombita una reivindicación personal, porque es un tipo que militó, aunque nosotros no lo hicimos.–Ese momento político también te marcó.–Nos rozó porque tuvimos hermanos mayores que militaban. Esa época nos atravesó, aunque en el ’73 yo tenía doce años y Pedro era más chico. Era el momento en que se pensaba que la película podía terminar bien. Perón excedía la simbología del líder político, representaba el regreso de algo vinculado a los sectores populares, a la idea de poder tener una identidad. Se venía de una dictadura, del Mayo Francés, había algo que estaba pugnando por tener presencia. –¿Siempre te sentiste peronista?–Sí, el peronismo es casi una expresión emotiva. Te hacés peronista por lo que está enfrente, que tiene una raíz antiperonista. No son nihilistas: a un nihilista yo lo respeto. Pero a lo que está enfrente, nunca lo he respetado. Eso te va empujando. Porque el peronismo es el peronismo y es la idea del peronismo. Es algo que tal vez no fue posible, pero que sobrevoló como posibilidad. En el otro lado, nada, la restauración conservadora, esa cosa espantosa.–El gobierno rescató símbolos de los ‘70.–Sí. Y, en un punto y salvando las distancias, se vuelve a repetir la historia. El movimiento peronista excede el kirchnerismo. Uno se pone en sectores antagónicos a la oposición. No hace falta ser muy perspicaz para saber quiénes realizan la construcción contraria al Gobierno para tomar el poder. Son los que permiten que el vicepresidente de la Nación trabaje para la oposición. Y eso que está todo bien con que Cobos sea vicepresidente y tenga posiciones, algo que desde ya nadie de la oposición podría soportar. También es cierto que en toda construcción hay errores, pero en este caso puntual hay ciertos errores que se podrían haber evitado. En lo comunicacional, por ejemplo. Pero, por otro lado, los errores del Gobierno no llevan a que se construya una oposición. Estuvo agazapada desde el primer día esperando el momento de atacar. La sensación, y lo digo con cierto pesimismo y dolor, es que serán los nuevos enemigos de la sociedad. No sólo han tenido injerencia, sino que han sido parte del poder en la Argentina.–Hay humoristas que difunden las imágenes que plantea la oposición: una Cristina exasperante, preocupada sólo por la ropa, un gobierno casi dictatorial. Se ve en el humor gráfico de Nik en La Nación o en Perfil.–Que cada uno haga lo que quiera. Nik está en La Nación, qué va a escribir Nik. Estas construcciones generan eco entre la gente y, por otro lado, caen en lo pueril, como cuando dicen que terminaremos como Cuba o Venezuela. Marcan a ese tipo que balbucea cuando habla sobre la inseguridad y le decís: “Imaginate, en Estados Unidos voltearon dos torres y no sé si fueron ellos mismos y mataron a tres mil personas, ¿de qué seguridad me hablás?”. O: “¿Qué seguridad, si mi generación se crió con la dictadura, con Malvinas, con la hiperinflación, con el menemato, con la Alianza, los 35 muertos en la calle y el corralito?”. Nunca hubo seguridad jurídica en nuestro país. Construyen con el lenguaje la sensación de que nunca estuvimos peor que hoy. Es la exasperación de lo más berreta. Es Biolcati hablando de un piquete de blancos con Grondona.–En la Rural apeló a la Patria 50 veces.–Un discurso que podría haber sido realizado dos meses antes del ’76. No porque vaya a suceder, sino porque hay una sociedad que empezó a creer que ese discurso es posible. En 2005 a la gente le chupaba un huevo escuchar que Kirchner era soberbio con el periodismo. Entonces se sacralizan signos: el campo es lo bueno y el Gobierno es lo malo. Y para mí los malos son los que más putean contra el Gobierno.–¿Y Pino Solanas?–Pino no sé. Lo vi también bastante exacerbado contra el Gobierno y me pareció un poco funcional a ese discurso. El sector donde están Pino o Sabbatella es crítico del kirchnerismo, pero no está montado en la gran jineteada nacional. A Pino lo vi en charlas amenas con Grondona que me provocaron un poco de rechazo. Es un momento emocional. Soy más afín a lugares que están vinculados al oficialismo que a los que no.–¿Qué pensás de la izquierda?–Y... si te hacés trosko para sacarte la foto con Biolcati, no te hagás trosko. Vilma Ripoll puso la excusa de que no podían dejarle la calle a la derecha, pero eso devino en la foto con ese tipo. Y no sólo ella, también estuvieron los maoístas, que siempre fueron traidores, desde que apoyaron a López Rega en el gobierno de Isabelita.–Hubo una izquierda que no apoyó al campo.–Sí. Son los que acumulan desde la universidad y después no quieren disputar el poder real. Si no querés el poder, hacete nihilista.–¿Qué pensás acerca de la ruptura del acuerdo entre TyC y la AFA?–Está muy bien que el fútbol pueda ser visto por todos. Después la oposición plantea otras discusiones: “Ah, ponen plata para el fútbol y no para el hambre”. Y lógico. La plata tiene que ser para la gente que lo necesita. Pero los que declaman eso nunca hicieron políticas abarcativas, no jodamos. Ya la presencia en el fútbol está limitada si sos visitante o si no sos socio. Es accesible sólo si podés pagar. Eso que era compartido desde el más humilde hasta el dueño de una fábrica hoy está reservado al dueño de la fábrica. Si no pagás para mirar fútbol, mejor. Pero claro, detrás están los intereses de ese submundo. Como idea proyectiva me parece maravillosa aunque no sé en qué terminará. En definitiva, que mirar fútbol sea gratis, no está mal en absoluto. –La medida desató una dura ofensiva contra el Gobierno por parte del Grupo Clarín.–Desde ya. Esto comenzó hace dos años y no va a parar. Hacen parecer que la confrontación viene de un solo lado y que, del otro, está Biolcati con su vaquita mansa, Biolcati hablando de San Martín y Belgrano. ¡Lo hubiesen sacado a patadas en el culo a San Martín de la Rural!–Se está presentando la Ley de Medios en el Congreso, ¿qué opinás?–Es necesaria. Tal vez hubiera sido mejor que se presentara en un momento de menos confrontación. Los sectores de poder plantean un discurso único siempre. Por eso Clarín, que forma parte de ese poder y es un monopolio, se siente atacado. El presidente de TyC dijo que la mejor democracia es que haya que pagar para ver fútbol, eso es capitalismo puro.–¿Creés que hay un fusilamiento mediático, como denunció Cristina?–Hay decisiones que perjudican a ciertos intereses. En una confrontación, las partes siempre apuntan a señalarse como víctimas y la población queda rehén en la disputa sobre quiénes son los buenos y quiénes los malos. Si la Presidenta dice eso es porque está en un conflicto de poder que la roza. Es claro que hay una política de desgaste, verbalizada por la oposición, para que el poder pase de bando. En ese marco, me preocupa mucho más lo que dice Biolcati.–¿Hay un cambio en el Gobierno desde la derrota electoral?–Recuperó la iniciativa. Pero lo principal es que la oposición no asume la construcción de un poder proyectivo. Sólo dice que todo está mal. El Gobierno muestra más solidez y potencia mediante acciones concretas como la Ley de Medios o el fútbol. La oposición retrocede pero, ojo, se agazapa para atacar después. La política es conflicto, no es consenso. ¿La democracia el reino del consenso y el debate? ¡Vamos! Se trata de una lucha para ver cuánto cedemos y cuándo volveremos a atacar.–¿Qué pensás sobre la despenalización del consumo de marihuana?–Las decisiones que toma un adulto, entre ellas fumar marihuana, son absolutamente personales. Fumar no tiene ninguna vinculación con el delito ni con su demonización. Los sectores que se oponen tienen una visión de la vida macabra, una moralidad sobrecargada y casi estafadora. Plantean que se usan drogas para delinquir, pero ¿qué hacen los custodios de la moral para evitar el delito? Condenan pero no arreglan las dificultades–Ciertos adolescentes toman al personaje de Micky Vainilla sin la distancia de la ironía y siguen sus dichos al pie de la letra.–Ah, sí. Pero para eso están los padres que verán el programa con los chicos y les explicarán que Micky es una ironía, algo monstruoso y no reivindicativo del racismo. No me puedo hacer cargo de lo que puedan pensar respecto de un personaje. También Charles Manson mató a doscientas personas porque decía que Lennon le ordenaba matar. Lo que tiene el humor es que, a veces, deja al desnudo la propia miseria y es algo que no nos gusta ver.–¿Qué ves con tus hijas en la tele?–Ellas ven cosas ligadas a su mundo infantil. La mayor, que tiene 10 años, empieza a estar más conectada conmigo y a interesarse más en mi propio mundo. Debe estar en una etapa de enamoramiento del papá. La de seis años es totalmente dorada, construye sus castillos de princesa en los rincones de la casa. Tiene un mundo interior muy fuerte, pero todavía no llegó a la etapa en la que escucha muchas voces para formar su voz propia, la que elija y que yo acompañaré hasta el final. Ahora escuchamos música juntos, por ejemplo.–¿Cómo vive tu familia tu exposición?–Las nenas lo empiezan a sentir, pero estoy en casa bastante, tengo una presencia interesante en esta etapa. Mi vieja vive, mis dos hermanos murieron, tengo una familia no muy numerosa. Mi vieja está muy contenta, y más con el reconocimiento actual. A los 16 años, yo quería jugar al fútbol y mi viejo me respaldaba, pero también tenía que estudiar porque la posibilidad de jugar dos años y que te lleven a Europa era impensable. Más grande, empecé a estudiar teatro y a frecuentar los lugares que elegí.–Sos jurado en el Festival de Cine de Diversidad Sexual.–Lo hago para hacerle la gamba a mi amigo Fabio Zurita, que lo organiza. Tengo interés, claro, en los encuentros sexuales que, en algunos casos, pueden ser muy celebratorios, y en otros, una forma más de la mentira. El sexo está entre las diez cosas más felices de la vida. De todos modos, quiero desmitificar que los hombres la chupan mejor que las mujeres. O al menos, yo prefiero que me la chupe Cameron Díaz a Elton John. La técnica masculina en el sexo oral no es algo que me preocupe. Lo he probado y es pura mitología. Y desde ya no se puede comparar a Cameron Díaz con Elton John y ni siquiera con George Michael.

El argentino.com por Diego Rojas

TRES AL HILO

PAGINA 12 Lunes, 31 de agosto de 2009
Tres al hilo

Por Eduardo Aliverti

Estos días son testigos de que la política argentina conserva una dinámica notable. Si se está de acuerdo o no con aquello que se mueve es otro tema.
Sucedieron tres cosas, reveladoras de que lo impensado puede ocurrir gracias a la participación y la lucha de los actores sociales más incansablemente inquietos. Una es la desincriminación del porro, para ponerle un título que, quizás, es lo que mejor les baja un cambio a los bíblicos salames mediáticos que hablan de la “despenalización de las drogas”. Gracias al fallo de la Corte se abrió la puerta, apenas pero nada menos, para que en vez de destinar un paquete incontable de plata y recursos humanos a perseguir fasitos y perejiles se lo haga contra los narcos sin joda, o aunque sea para programas serios de prevención. Detrás de esa sentencia, hubo el alerta constante de muy numerosos especialistas, analistas, psicólogos sociales, penalistas, intelectuales, que no se cansaron de advertir sobre la sinrazón de combatir a la droga con criterios represivos minimalistas. La caída del Fino Palacios es el segundo episodio. Macri se jugó una batalla personal en la defensa de ese sujeto que anda por la vida rodeado de sospechas y acusaciones gravísimas, que nunca pudo despejar. Sin embargo, las denuncias y la militancia de los organismos de derechos humanos, entre otros, tuvieron una potencia superior al ensimismamiento con que el alcalde de Buenos Aires respaldó a su vigilante. Y el Fino abandonó. Si lo que lo reemplaza es igual o peor será motivo de otra pelea que los incansables no vacilarán en dar.
Y la presentación del proyecto de ley de Medios Audiovisuales, por supuesto. Es el que más pasiones naturales e inducidas enciende. Visto el incendio provocado por la propuesta, con llamas de un tamaño que obligan a retroceder hasta el clima del segundo gobierno de Perón, conviene dividir razonamientos sin ninguna esperanza de éxito. Los que odian y los que aman al kirchnerismo no quieren escuchar nada de nada y se oponen o apoyan desde el prejuicio incondicional. Y quienes intuyen que deberían tener una mirada más o menos parecida a lo equidistante, porque no confían ni en los unos ni en los otros, coinciden con los demás en que no leyeron ni una mísera línea del proyecto. No son únicamente los dirigentes de la oposición y voceros periodísticos varios, sino también la “gente del común” que no siente, ni por asomo, que cambiar la ley de radio y televisión sea un asunto prioritario. El trabajo, la “inseguridad”, los precios, el alquiler, la escuela de los chicos, el paco, la vivienda, quedan a años luz por delante de considerar que lo que sale por los medios tiene relación íntima con el trabajo, la “inseguridad”, los precios, el alquiler, la escuela de los chicos, el paco, la vivienda. Como ésa es una discusión probablemente irresoluble, por lo menos pongámonos de acuerdo en que, en política, es impresionante que después de 26 años se haya podido presentar un proyecto de radio y tele que sustituya al de la dictadura. ¿Porque, o sólo porque, los K libran una guerra individual contra Clarín y viceversa? No: porque después de 26 años siguió habiendo quienes aprovecharon cada hendija, cada oportunidad mediática, cada mesa redonda y conferencia y charla y congreso sobre comunicación que parecían inútiles, cada afiche, cada entrevista, cada declaración personal o institucional, para llamar la atención sobre el bochorno de que no se pudiera derogar la ley de los milicos. Y si luego ocurre que los vectores circunstanciales que implementan esa energía son gente que no nos gusta, pues repasen el Upa de la dialéctica para recordar que hay las contradicciones principales y las secundarias. De lo contrario se cae en una lógica binaria espantosa, que preconcibe buenos y malos absolutos, descontextualizados. Y su efecto –más allá o más acá de las increíbles campañas de los medios– es entre otros el espectáculo deplorable a que asistimos por estas horas, sobre todo en las radios, con gente que putea a los gritos sin tener ni la más remota idea del objeto de estudio.
¿Qué tiene esa gente en la cabeza? ¿Imagina que una ley habilitará exiliar periodistas? ¿Piensa que arriba la Gestapo o el zurdaje que preocupa a Mirtha, y que los medios serán ocupados por monstruos orwellianos que pingüinizarán la vida cotidiana? Como sea, la batalla no se libra con los (tal vez) representativos sino con los significativos. No es Doña Rosa la que define. Y eso quiere decir un escenario de disputa entre aquellos con capacidad de incidir en la construcción de sentidos. Excluidos los que no saben de lo que hablan, hay que concentrarse en los que sí lo saben pero, precisamente por eso, intentan meter todos los goles con la mano. No hay hasta ahora una sola crítica técnica a la propuesta. Ni una. Y es que, si la hubiera, en lugar de anclar el cuestionamiento en razones de política (de negocios) y temor al apriete de los grandes grupos mediáticos, habría serias dificultades para oponerse. Repasemos algunas preguntas. ¿Cómo se hace para estar en contra de reducir en más de un 50 por ciento la cantidad de licencias de radio y tevé que puede operar un mismo licenciatario? ¿Cómo se cuestiona que un tercio del espectro pueda pelearse para el sector público no gubernamental? ¿Cómo se enfrentan a que un mismo grupo no pueda disponer de las redes tecnológicas, la producción de contenidos y su distribución? ¿Cómo se las ingenian para denostar un convite que recoge grandes porciones de legislación estadounidense y europea, y definido como ejemplaridad mundial por el Relator de las Naciones Unidas para la Libertad de Expresión? ¿Cómo hacen? Está claro cómo hacen: hablan a la bartola de un ataque a la prensa, no contrastan ni siquiera un proyecto alternativo, esparcen que el país está incendiado. A esta altura ya no se sabe quién fue el autor de la frase porque es atribuida a unos cuantos, pero eso no invalida su solidez: atacan como partido político, y se defienden con la libertad de prensa.
El kirchnerismo es muy sospechoso en varios aspectos, uno de ellos es su relación con la prensa y, ya que estamos, se ha llegado a esta instancia tras muchos intentos de negociar y beneficiar a los factores de poder corporativos que hoy enfrenta. Pero nada de eso concede que, puestas las cosas en el terreno –otra vez– dialéctico de que hoy se trata, el partido mediático y sus sucedáneos no se animen ni tan apenas a debatir. O, peor todavía, que propongan el cruce para las calendas griegas del año que viene, cuando arrancará la desembocadura de las elecciones presidenciales del 2011. Encontrar para ese entonces diputados o senadores que se animen a votar en contra de los intereses mediático-corporativos llevaría el tiempo de búsqueda del eslabón perdido.
Dicen que esto no se puede aprobar contrarreloj y tienen razón. Pero es que hace 26 años que no es el momento. 26 años. Toda nuestra vida en democracia hace que no es el momento, miserables.

domingo, 30 de agosto de 2009

LA ECONOMIA DE LA DROGA

La economía de la droga
Por Alfredo Zaiat
La producción de la materia prima, elaboración y comercialización de estupefacientes prohibidos por ley es una actividad económica. El análisis de ese mercado, a diferencia de otros muchos, está dominado por conceptos generales acerca de la moral y cuestiones vinculadas con la salud. Estos dos aspectos son tan potentes en el debate cotidiano que queda postergado el entendimiento sobre el modo de desarrollo de ese sector de la economía. No se trata de la presentación de estimaciones millonarias de un negocio ilegal, sino de saber cómo funcionan las leyes económicas, lo que permitiría una comprensión y acción más abarcadora que la que ofrece el discurso conservador. No es un tema moral acerca de cómo a las personas les gustaría que funcionase el mundo, sino de conocer las características de la economía de la droga. El fallo de la Corte Suprema que declaró inconstitucional penalizar la tenencia para consumo personal brinda la oportunidad de acercarse con un poco menos de prejuicios a una actividad económica que ha mostrado un creciente dinamismo en las últimas décadas.
Por esas paradojas de la corriente conservadora, destacados representantes del liberalismo han ofrecido los argumentos económicos más contundentes sobre los beneficios de la legalización del negocio vinculado con la producción y comercialización de drogas prohibidas. Su referente moderno, Milton Friedman, ha sido uno de los principales economistas que enfrentó las pasiones del pensamiento dominante represivo. En una entrevista que le realizaron en 1991 en el Foro Americano sobre Drogas, un programa de debate nacional sobre asuntos públicos, afirmó que “si se observa la guerra contra las drogas (se refiere al gobierno de Estados Unidos) desde un punto de vista puramente económico, el papel del gobierno es proteger al cartel de las drogas. Esta es la realidad, literalmente”. El periodista le preguntó: “¿Lo hace bien?”. El Premio Nobel de Economía contestó: “Excelentemente. ¿Qué quiero decir con esto? En un libre mercado normal hay miles de importadores y exportadores. Cualquiera puede entrar en el negocio. Pero es muy difícil que un pequeño empresario pueda dedicarse al negocio de importación de drogas, porque nuestros esfuerzos por impedirlo esencialmente lo hacen enormemente costoso. Así que la única gente que puede sobrevivir en ese negocio es ese tipo de gente como el cartel de Medellín, que tienen suficiente dinero como para tener flotas de aviones, métodos sofisticados y cosas así. Además de eso, al no permitir esos productores y arrestar, por ejemplo, a los cultivadores locales de marihuana, el Gobierno mantiene alto el precio de esos productos. ¿Qué más querría un monopolista? Tiene un gobierno que se lo pone muy difícil a todos sus competidores y mantiene alto el precio de sus productos. Es como estar en el cielo”. Para ejemplificar la situación, Friedman afirmó que “ahora ocurre lo mismo que bajo la prohibición del alcohol”.
En enero de 1920 la National Prohibition Act o Volstead Act (conocida vulgarmente como ley seca) no prohibió el consumo, pero sí la fabricación, transporte y venta de bebidas que superaran los 0,5 grados de graduación alcohólica. “Se trataba de poner en marcha lo que se denominó el ‘noble experimento’ con el fin de planificar una sociedad conforme a los criterios morales de la clase dominante de aquellos años”, explica Francisco Moreno en un artículo publicado en liberalismo.org. Se tuvo que impulsar un enmienda (la Nº 18) de la Constitución de EE.UU. para instrumentar esa norma. Para cumplir con esa ley se creó una agencia ejecutiva específica llamada Bureau of Prohibition, dependiente del Departamento del Tesoro. Sus agentes federales eran conocidos con el nombre de prohi’s; con el tiempo pasaron a ser controlados por el Departamento de Justicia. Moreno detalla que “esa prohibición tuvo efectos perversos en el interior del país: se encareció el precio de la bebida, cientos de miles de personas comenzaron a fabricar artesanalmente bebidas alcohólicas, se fomentó el mercado negro, muchas veces con bebidas sustitutivas adulteradas o altamente tóxicas. Se incrementó el consumo de licores destilados en detrimento de cervezas o vinos, así como la demanda de otras drogas anteriormente poco consumidas. Se extendió la delincuencia y fue el comienzo de la puesta en pie de un colosal imperio criminal de bandas organizadas como nunca antes se había visto en la historia de los EE.UU.”. Ese desarrollo económico tuvo su origen en el excedente adicional generado por la fijación de un precio por encima del equilibrio de un bien demandado, similar a una renta “monopólica” en este caso alimentada por el plusvalor originado en el riesgo de violar la prohibición.
En la mencionada entrevista a Friedman le comentan que “hay quienes dicen que cuando desapareció la prohibición, el consumo se incrementó enormemente y que eso sería...”. Friedman interrumpe y dice que “eso sencillamente no es verdad. Las cosas no fueron así. Existen cifras estadísticas en publicaciones acerca de la cantidad de alcohol consumida. Esas cifras suben abruptamente inmediatamente después de la época de la prohibición, pero se refieren al consumo ‘ilegal’ de alcohol. Si tomamos, como he hecho, las tablas de consumo de alcohol antes y después de la época de la prohibición, dicho consumo vuelve más o menos adonde estaba y durante el período posterior si se ha movido ha sido disminuyendo, no en términos absolutos, sino en relación con la población y el crecimiento relativo de los ingresos”. Según un estudio de la Universidad de Columbia, en vísperas de la Volstead Act (1919) el consumo per cápita de bebidas alcohólicas en los EE.UU. era de 6 litros al año. En 1921 bajó a medio litro aproximadamente, pero a lo largo de los años siguientes esa media fue progresivamente aumentando hasta alcanzar los 5 litros a inicios de los años ’30. Esto es casi a los mismos niveles previos a la prohibición.
La administración Nixon declaró una guerra sin cuartel contra las nuevas y viejas drogas aprobando la Drug Abuse Prevention and Control Act de 1970, que prohibió toda una serie de drogas casi con las mismas razones enarboladas durante la ley seca. Se creó un estado generalizado de persecución contra dichas sustancias que influyó en todos los demás países para que endurecieran las penas contra su comercio y consumo y para que se creasen brigadas específicas contra los estupefacientes. Nixon impulsó la redacción de la Convención Internacional de la ONU de 1971 sobre Sustancias Psicotrópicas. La unanimidad de los gobernantes de aquellos tiempos en la prohibición de los estupefacientes fue abrumadora (no importando la ideología política o religiosa) y subsiste hasta hoy.
El resultado de esa política es resumido por el semanario conservador The Economist, en un artículo publicado el 5 de marzo de este año: “La prohibición ha fracasado, la legalización es la solución menos mala”. Después de un documentado recorrido sobre la fallida acción mundial en los últimos cuarenta años en la guerra contra la droga, The Economist concluye que “la legalización no sólo expulsará a los delincuentes, sino que sería transformar el tema de las drogas de un problema de ley y orden en uno de salud pública, que es como deben ser tratados”. Concluye que los gobiernos así recaudarían impuestos y deberían regular el comercio de drogas, además de aplicar los fondos obtenidos (de las cargas tributarias sobre la droga, como hoy sobre el cigarrillo y las bebidas alcohólicas) y de reasignar los inmensos presupuestos del combate al narcotráfico para educar a la población sobre los riesgos del consumo de drogas y para tratar las adicciones.
azaiat@pagina12.com.ar

lunes, 24 de agosto de 2009

LA FUERZA DE LA VERDAD

Por Estela Carlotto *

En un reciente fallo, la Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó la validez de un allanamiento realizado en la vivienda de una persona presuntamente hijo de desaparecidos, a fin de recabar algunos de sus objetos personales y obtener de allí su ADN para analizarlo en el Banco Nacional de Datos Genéticos donde obran las muestras genéticas de los familiares de desaparecidos que buscamos a niños nacidos en cautiverio o secuestrados con sus padres, jamás devueltos a sus familias.
De esta forma, el más alto tribunal del país reconoció el derecho de las Abuelas a saber dónde están sus nietos y a que –una vez encontrados– se haga justicia por tan aberrantes crímenes, aun contra la voluntad de quienes fueron apropiados. Y es allí donde reside el mayor acierto de la decisión de los jueces.
Es el Estado, a través de su Poder Judicial, el que debe asumir la responsabilidad de resolver los serios conflictos que se plantean como consecuencia del más aberrante plan criminal de la dictadura. Trasladar esa decisión a las víctimas, lejos de evitar su “revictimización”, la provocaría, pues si algún argumento se reitera entre aquellos jóvenes que rechazan someterse a un análisis de ADN es que no quieren ser “culpables” de que quienes los criaron vayan a prisión. Del mismo modo, conferirles una suerte de poder de veto sobre el uso de sus análisis de ADN como pruebas incriminatorias de sus apropiadores –tal como han sugerido los jueces Zaffaroni y Lorenzetti en su voto disidente– los convertiría en “culpables” de su impunidad.
Vale la pena destacar que hasta la fecha nueve jóvenes recuperaron su identidad por la vía cuya validez reconoció la Corte Suprema. Si bien no se ha tratado de procesos exentos de dificultades y contradicciones, ninguno de los jóvenes realizó impugnaciones al resultado una vez que lo conocieron. Es decir que sus posiciones cambiaron diametralmente luego de conocer la verdad. Y es que, como deben saber los jueces de la Corte y como aprendimos las Abuelas en más de tres décadas de incansable búsqueda, la verdad libera.
* Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.
pagina 12.
24 de agosto de 2009

domingo, 23 de agosto de 2009

CUANTO PEOR, PEOR



PAGINA 12

EL PAIS › OPINION

Cuanto peor, peor

Por Jorge Rivas *

El inesperado resultado electoral del 28 de junio sacudió el escenario político de nuestro país. Por un lado, ganó posiciones una primitiva derecha encarnada en herederos millonarios, que parecen convencidos –tal vez por influjo de sus propias historias personales– de que el solo devenir histórico los va a depositar en la Rosada. Ya dan señales de estar repartiendo la piel del oso antes de haberlo cazado, sin reparar en el detalle de que parte de su éxito debe adjudicarse al hecho de que la ciudadanía los entrevió como una opción para manifestar su fastidio contra el Gobierno.

Por otro lado, una lectura sensata de ese resultado inducirá seguramente al Gobierno –si aspira a retomar el rumbo que se inició en 2003– a no insistir en los errores de los últimos meses, y a producir cambios importantes; entre ellos, el de empezar a trazar una estrategia común con la izquierda democrática.

Si se desmaleza el universo de la centroizquierda, sin embargo, se advierte que lo integran dos grandes grupos, ambos con la común idea de construir una fuerza nueva, desentendida de las tradicionales, pero también con diferencias tácticas relevantes, más allá de los clásicos vedettismos que abundan injustificadamente en el espacio. Una de esas diferencias consiste, precisamente, en cómo actuar en este contexto. Hay una parte que cree que para la edificación de lo nuevo es aconsejable evitar contaminarse con el proceso político en curso, sin advertir que cada avance del neoconservadurismo vuelve más difícil acomodarse de manera no traumática.

A los sectores que hicieron una lectura triunfalista de la elección, se les debe recordar que se impuso la derecha y que ella se apresta a ir por todo dentro de dos años, una circunstancia en la que resulta imposible encontrar motivos para la euforia. Podría considerarse como meritorio debilitar al Gobierno si se dispusiera de una alternativa superadora, pero nunca, como en este caso, si sólo se comete el viejo error de ser funcionales a las fuerzas del atraso.

Si algo deberíamos haber aprendido todos, más allá de lo ideológico, es que es absolutamente falsa aquella máxima según la cual cuanto peor, mejor. La experiencia histórica nos ha demostrado en reiteradas y dolorosas oportunidades que lo peor es irremediablemente peor. Por eso, en el campo de la izquierda democrática estamos también los que creemos que para poder construir cierta masa crítica que sostenga un programa de reformas debemos embarrarnos en la realidad, y evitar que la derecha avance.

En definitiva, creo que debemos seguir apoyando al Gobierno con autonomía crítica, a cambio de poder influir en el resultado final de acuerdo con nuestras aspiraciones. La actitud de quienes apoyan críticamente no tiene por qué ser ni obsecuente ni extorsiva, sino propositiva. Tenemos que decir cómo creemos que hay que hacer las cosas. No alcanza con decir que no nos gusta cómo se hacen. El espacio de centroizquierda se ha caracterizado por tener buenos comentaristas de la realidad, pero ya es hora de transformarla.

El saber popular suele decir que los malos momentos sirven para elegir buenos acompañantes, y también que se avanza más con lo que se tiene que con lo que se quisiera tener. Es indisimulable que éste, después de la contienda electoral, no es el mejor momento del Gobierno, pero la percepción de cuáles son los embates venideros obliga a apuntalarlo con lo que se tiene.

Es de esperar que los acompañantes de la etapa estemos a la altura del momento y que no perdamos de vista que importa más el bienestar general que el destino de cada fuerza política. El Gobierno, por su parte, deberá abandonar todo rastro de autosuficiencia y estar más atento al murmullo de las masas y a las sugerencias bien intencionadas, sin miradas conspirativas sobre cada reparo que se le hace.

Así podemos articular una fuerza de avanzada, moderna y popular, sin dogmas y con la cabeza abierta, que pueda empujar un programa de reformas de izquierda democrática, para ir construyendo una sociedad mejor hasta llegar a una verdaderamente justa. Frente a los gritos de la derecha, que trata de aturdirnos, todavía podemos decir, parafraseando a Cervantes, “ladran Sancho”. Y si miramos las caritas de los que ladran, nos vamos a dar cuenta de que es imprescindible que sigamos cabalgando.

* Diputado nacional. Dirigente del Partido Socialista.