domingo, 15 de agosto de 2010

Los nervios de la derecha


Leí una declaración de Chiche Duhalde que me impactó y es un buen resumen de la situación: ‘Si tenemos que dejar de hacer caminos para construir más cárceles, hagamos más cárceles’. Queda claro qué modelo de país propone la derecha, ¿no?
  Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista.
Obispo Hélder Câmara

Las últimas dos semanas, tuve que dedicar una buena parte de este espacio a responder, aclarar y compartir algunas de las repercusiones que las mismas crónicas estaban generando. Concretamente, las presiones y amenazas de grupos ultrareaccionarios. En ese sentido, quiero agradecer a todas las personas y medios que me enviaron su apoyo, su solidaridad, o simplemente dieron cuenta de los picos de intolerancia que está sufriendo nuestra sociedad. Visibilizar estas cosas ayuda a ver con más claridad que expresarse libremente acerca de ciertos temas trae como consecuencia el odio desmedido de ciertos sectores. Sectores que, da la casualidad, son los que están a favor de aquella Argentina en la que desaparecía gente. Esa que con la Triple A limpió las calles de zurditos y subversivos, que se enfrentaban a los que consideraban que en la Argentina sólo podías quedarte callado. Muy alto fue el costo por permanecer ciegos y sordos ante tanta represión y muerte.
Como ya lo dije varias veces, no me gusta victimizarme, y no creo que estos ataques canallescos sean solamente contra mi persona: siento que me toca recibir ciertas agresiones por ponerle una cara y un nombre a las ideas que muchos compartimos. Y que estos ataques, también, son reacciones desesperadas de los intereses concentrados al sentir amenazada su hegemonía de décadas. Simplemente observemos lo que estuvo sucediendo en los últimos días y vamos a notar cómo muchas situaciones que antes se consideraban sólo rumores, ahora se vuelven visibles y transparentes.
En varios ámbitos de la vida pública vemos el nerviosismo de la derecha ante la pérdida de poder, y sus respuestas van de lo ridículo a lo inaceptable. Mucho se dijo ya del discurso de Biolcati y su “preocupación” por los pobres, que es lo mismo que Judas hablando de lealtad. Ya sabemos lo que representa la Sociedad Rural y estamos prevenidos contra su cinismo. Pero cuando en mitad de su deslumbrante discurso, este señor repudió a las dictaduras, que tanto vaciamiento han generado en el país, a mí me levantaron la programación del aire. ¿¿¿Perdooooón??? ¿Yo estoy confundida, o no era la Sociedad Rural la que sacaba comunicados en los diarios de esa época avalando la excelente labor militar? ¿No fueron ellos los que a lo largo de tantas y tantas décadas se fueron quedando con  tierras que no les pertenecían? ¿No fueron ellos, acaso, cuando volvió la democracia, los que abuchearon a Alfonsín en La Rural? ¿No fue este hombre el que, no hace mucho tiempo, avaló a Martínez de Hoz? Entonces, ¿cómo pueden articular un discurso patriótico, cuando siempre se ocuparon de sus bolsillos, enriqueciéndose a costa de tantos trabajadores del campo, que viven en condiciones precarias? Tal vez a alguien todavía pueda causarle asombro que la oposición se ponga a lamerle las botas a los patrones de estancia: aunque si vemos la trayectoria de varios dirigentes opositores, a muchos les caen simpáticas las “botas” y no sería la primera vez que se entierran en bosta. Sí es llamativo que lo hagan tan abiertamente. Porque, entonces, la pregunta que nos cabe es: si esta oposición nuestra de cada día apoya estas políticas campestres, ¿cuál es su verdadero proyecto para la Argentina que se viene? Yo tengo la respuesta... y creo que ustedes también.
Que Magnetto tenga contacto íntimo con altos referentes del peronismo decadente tampoco es novedoso. Recordemos que en 2002, cuando Duhalde ostentaba el cargo de presidente no electo, Solá se desempeñaba como gobernador de Buenos Aires, y la policía asesinó a los referentes piqueteros Darío Kosteki y Maximiliano Santillán, Clarín titulaba en su tapa: “La crisis causó dos nuevas muertes.” El pacto político entre el monopolio y el ex vice de Menem tiene larga data. Pero la novedad es que un hombre acostumbrado a moverse en las sombras y tirar de hilos invisibles se exponga tanto. Y también que los aspirantes a candidato presidencial vayan a definir fórmulas con el líder de un multimedios manchado de sangre. Parece que la derecha está alarmada porque no tiene ni un candidato presentable.
De Narváez ya abrió sus locales con grandes pósters, donde se lo ve bien vestido y sonriente. No nos olvidemos de que con una parodia de sí mismo logró volver a colarse en el Congreso, donde rara vez se lo ve. Pero todavía no se sabe para qué se postula: presidente no puede ser porque nació en Colombia, pero como buen empresario ya logrará cerrar algún buen negocio.
Reutemann parece preferir seguir jugando al estanciero antes que arriesgar el poquito de aceptación que pueda tener en la opinión pública. Con lo bien que cotiza la soja (¡y si pudiera lograr la baja en las retenciones!), ¿para qué va a salir a quemarse? Mejor sostener el mito del corredor de carreras, siempre segundo, que traer a la memoria su vergonzosa gobernación de Santa Fe. En Rosario, sus partidarios pintaron paredes pidiendo su vuelta. Pero el ingenio popular corrigió la frase: “Lole, de-volvé.”
Y el pobre Mauricio Macri, perseguido político. Sigue procesado. Se le cayó el autojuicio porque no le alcanzaron los votos. Y se puso en el lugar de acusador, doble trabajo para sus abogados. Y para él que está bastante ocupado con la justicia y los medios como para ponerse a gobernar. Me llena de pena, de vergüenza y bronca que haya que lamentar muertes para que se le preste atención a algo obvio: el boom inmobiliario de Buenos Aires es desmedido e inescrupuloso. El control del Estado, casi nulo. La cantidad de torres que se están levantando pinta un horizonte sombrío, pero el gobierno de la ciudad no lo ve con malos ojos. Mientras sean edificios lujosos y vayan alejando a los pobres hacia la provincia... Macri no se hace cargo de nada, salvo de su ambición, porque ya empezaron a aparecer sus pintadas.
¿Y Duhalde? Bastantes amenazas recibí últimamente como para hablar acerca de este señor. Lo pueden googlear y sacar sus conclusiones.
Lilita no es presentable. Si sigue así no le van a quedar amigos ni en Facebook. Ya no sabe con quién pelearse. Yo creo que esa es la tan mentada crispación.
Es el mismo nerviosismo que se vio en los tribunales de Córdoba donde se juzga a Videla, Menéndez y otros 30 represores. Nerviosismo porque se les termina la impunidad. Porque el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó restos de más de 100 cuerpos enterrados como NN. Y Patti va a esperar el juicio en una cárcel común. Entonces aparece Pando encadenándose al Ministerio de Defensa, y el ataque de los defensores de la dictadura ante la presencia del juez Baltazar Garzón. Todos intentos patéticos de sembrar confusión en los medios.
Siento que es la misma confusión que buscan sembrar con el machaque de la inseguridad. Y ojo, la famosa inseguridad de la que tanto hablamos existe, y es preocupante. Pero tenemos que entender que es una consecuencia directa de la exclusión de tantos sectores de la sociedad que han quedado marginados por políticas como las de Menem, que hoy tantos defienden. Después de la década menemista de saqueo del Estado, del vaciamiento del sistema educativo, de un notorio incremento del narcotráfico en el país, de niveles increíbles de desempleo, hambre y represión, no podemos asombrarnos. Sin dudas, es necesario que haya políticas de prevención y que la justicia actúe con agilidad y criterio. Pero las políticas de inclusión social son de importancia vital para revertir esto que afecta a muchos otros países, con tantos problemas de desigualdad. Lo que no es saludable es que machaquen día, tarde y noche con la misma noticia, para arrastrar a todos en su histeria. Nos quieren compartir su pánico y paranoia, por eso nos bombardean con noticias de robos y muertes. Con programas “documentales” sobre chicos que fuman paco y cámaras subjetivas de allanamientos en villas. Con los policías en acción, entre chistes de borrachos y persecusiones a los gritos, mostrándole a la clase media cómo hay que tenerles miedo a los pobres. Para que la gente pida más policías, más cámaras de seguridad, penas más duras, más prisiones. En vez de pensar en más escuelas, más viviendas, más hospitales, más puestos de trabajo. Leí una declaración de Chiche Duhalde que me impactó y que es un buen resumen de la situación: “Si tenemos que dejar de hacer caminos para construir más cárceles, hagamos más cárceles.” Queda claro qué modelo de país propone la derecha, ¿no?
Yo soy una de los tantos que queremos el camino de la inclusión y la apertura, no el de la represión y el encierro. Una de los muchos que creemos que una sociedad más libre y más justa es posible. Y por eso creo que es importante que mantengamos la calma, que pensemos con tranquilidad y debatamos con tolerancia ideas importantes.
Tiempo argentino

 

Los megaimperios mediáticos

Por José Pablo Feinmann
Además todo es muy simple, de aquí que si no se quiere entender es o porque no se quiere o porque se obedece o porque se quiere imponer otra cosa que no puede sino mentir sobre cuestiones elementales para presentarse como válida. Adam Smith (al padre teórico del capitalismo) no creía en los monopolios. Creía en lo que se suele llamar competencia atomística, dentro de la cual muchos productores compiten entre ellos. Al hacerlo, los precios nunca son establecidos por un solo vendedor, sino que surgen de la libre competencia. En cambio, cuando aparece el monopolio, que es (según creo) la tendencia inevitable del libre mercado, ya no hay competencia atomística porque el precio lo fija un solo polo, precisamente: el monopolio. La ambición de todo grupo capitalista es entonces constituirse en monopolio. Regirá por completo el mercado. Establecerá una dictadura de mercado. Sofocará toda libre competencia. El oligopolio es una formación de monopolios. Un acuerdo de paz entre ellos, siempre pocos. El mercado lo manejan dos o tres. Oligopolio, según suele saberse o no, proviene del griego, como tantas otras cosas. Oligoi significa pocos. Y polein, vender. Resulta claro que un mercado dominado por oligopolios es uno en el que son pocos los que deciden: los que venden, los que compran, o los que fijan los precios.
El monopolio se forma por la acumulación de empresas regidas por una que las ha ido incorporando a todas. Se le aplica el eufemismo “Grupo” para limarle el sentido autoritario que tiene en el mercado. Hay una empresa madre del monopolio. La que ha iniciado el proceso de acumulación. El proyecto es asimilar –bajo la hegemonía de una– a la mayor cantidad posible de empresas del mercado. Constituido el monopolio, vemos por fin con claridad que su proyecto es eliminar la libertad de mercado. Donde manda uno. O mandan dos que se ponen de acuerdo entre ellos. O manda uno con el poder suficiente para sofocar a los demás, la libertad de mercado ha muerto. Este poder económico se expresa en el campo político. El monopolio es el enemigo central de la democracia. Condiciona a la política sometiéndola a la visión de la empresa monopólica. El monopolio financia campañas electorales. A menudo (a causa de su gran poder económico), el grupo político que triunfa es aquel que el monopolio ha financiado. El que llega al poder (aunque nadie lo advierta) no es un partido político, es el monopolio. O el partido político que representa al monopolio y acepta su hegemonía y responderá a sus intereses.
El monopolio es enemigo de la democracia tanto en el campo económico como en el político. El mercado es “libre” si se cumple la exigencia smithiana de la competencia atomística. Ahí todos compiten con todos. Pero hubo muchas cosas que Smith no vio. (Igual que Marx.) La competencia atomística –que sería el alma democrática del mercado– es devorada por la dictadura del monopolio. Un solo polo es la negación de la competencia de muchos. Un solo polo es la dictadura de ese polo y la desaparición (devorados por éste o llevados a la quiebra) de los restantes.
La cuestión es grave cuando se da en el campo de la información, en lo mediático, que es acaso donde más se ha desarrollado. “En EE.UU. la información fue suplantada lisa y llanamente por la propaganda corporativa. Dejó de existir el ‘derecho a la información’, garantizado por la Primera Enmienda de la Constitución. Los ciudadanos estadounidenses perdieron su derecho a la información veraz y oportuna sin darse cuenta (...). Las frecuencias para las señales de radio y televisión constituyen un bien público, de toda la sociedad, pero su control pasó a manos de unos pocos megaimperios mediáticos:
1) AOL/Time Warner Inc.
2) Gannett Company, Inc.
3) General Electric.
4) News Corporation.
5) The McClatchy Company.
6) The New York Times Company.
7) The Washington Post Company.
8) Viacom y las cadenas CBS y UPN.
9) Vivendi Universal, la dueña de Universal Studios.
10) Walt Disney Company (José Pablo Feinmann, La filosofía y el barro de la historia, Prólogo de Franco Volpi, Planeta, Buenos Aires, 2008).”
La existencia de estos megaimperios mediáticos les permite a los grupos políticos que los dominan imponer “su” verdad como la verdad de todos. Dan forma a la opinión pública. Crean la realidad. Tiene razón Jean Baudrillard –en su libro El crimen perfecto– cuando dice: el crimen perfecto se ha cometido: ha sido asesinada la realidad. Hoy, el capitalismo, se fundamenta en dos fuerzas esenciales, en dos palancas que le permiten seguir adelante y sin las cuales entraría en colapsos más graves que los recientemente exhibidos: 1) Devastación del planeta para alimentar su sistema bélico-industrial. Nada lo detendrá en esta tarea. Ni la guerra colonialista ni la tortura ni siquiera la utilización de armamento nuclear en caso de que sea necesario, y posiblemente lo sea en cualquier momento. 2) Posesión del poder mediático mundial para dar forma a la “opinión pública”, para colonizar las subjetividades, para sujetar a los sujetos y convencer a todos que así tienen que ser las cosas y así serán. Este poder megacomunicacional tiene sus representantes en cada país y todos saben que luchan –una vez más y como siempre– por la razón occidental, por el poder de unos pocos para dominar a todos los demás. Algunos dicen que la “revolución” que profetizó Marx no se cumplió. En efecto, no. Pero hemos asistido y continuamos asistiendo a una revolución tecnológica trascendente: la comunicacional. Esta revolución no es “represiva”. No quiere eliminar nuestros cuerpos. Sólo nos pide entrar en nuestras almas, aprisionarlas e instalarse ahí. Sólo nos pide que la verdad sea para nosotros –siempre– lo que ella dice. Sólo nos pide que pensemos como ellos piensan. Que odiemos a quienes ellos odian. Que nos divierta lo que ellos quieren y nos dan para que lo haga. (Esencialmente basura.) Que creamos en lo que sus escribas escriben. En lo que sus pensadores piensan. Que no se los toque. Que no se los inquiete. Que si apoyaron dictaduras fue porque (aunque sanguinarias) eran dictaduras pro-occidentales y anticomunistas. Que la verdad es una y es la que ellos dicen. Aún no lo han logrado, pero muy pronto –si avanzan los planes de contrainsurgencia contra el terrorismo– disentir con ellos será estar con los terroristas. Hay algo que los asombra. En un país del sur, un gobierno proveniente de un partido de raíz popular se ha tomado el extremo atrevimiento de desmontar (si lo prefieren: de deconstruir, ¿no suena interesante?) a un monopolio de alto poder y larga y fiel trayectoria a las causas de Occidente. La situación es novedosa. ¿Cómo se atreven? ¿Desconocen que un grupo monopólico es la esencia concentrada del capitalismo de mercado? ¿Qué son? ¿Populistas? El populismo –más allá de sus tendencias distributivas y estatistas, de raíces keynesianas– nunca cuestionó la esencia del capitalismo. Ejerció una verborragia antipatronal (para volverse creíble ante sus bases obreras) pero sólo eso. Aquí, algo huele mal. No en vano ha tenido que dar la cara uno de esos personajes que están para darla. De éste, por ejemplo, hay una foto en que el hombre enfrenta al fotógrafo e intenta tapar con su mano el foco del aparatejo chismoso, de esa maquinita develadora, peligrosa, enemiga de las intimidades y de las intrigas, que ese gremio maneja. El “señor Magnetto” no había nacido para las luces cenitales del centro de la escena. Ha tenido que dar la cara. ¿Tan grave es la cosa? Al dar, él, la cara, reveló que las caras que hasta ahora veíamos eran secundarias, eran voces como ecos, ecos de lo que se resolvía en el “piso de arriba”, donde siempre estaban los que nunca se exponían y hoy tienen que salir a poner el pecho. Tampoco la cara del “señor Magnetto” tiene mucho encanto. Semeja un presbítero huraño, enjuto, ajado. Si “el señor Magnetto” fracasa, ¿quién será el próximo/a en bajar del cielo para conducir “la guerra”? Porque los “jóvenes del Mayo Francés” eran muchos. Estos no. Aunque –en un texto ya célebre, algo ridículo, algo patético pero sin duda divertido– se los compare con aquellos. Pronto se los comparará con los jóvenes románticos del Salón Literario y la Asociación de Mayo, que también luchaban contra una feroz tiranía encarnada por una pareja, la del Restaurador de las Leyes y Encarnación Ezcurra, que si no usaba costosas carteras francesas era porque aún no existían, pero le armó al Gaucho de los Cerrillos una revolución, la de los Restauradores, que lo llevó al poder. No hay caso: en este país las mujeres fueron siempre peligrosas.
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Rápido y simple

En todas partes se puede crear riquezas, pero en ninguna con la rapidez y con la simplicidad de recursos que en América. Y siendo tan fácil crear allí riqueza, todo es cuestión de hombres, de población, de emigrantes. Tras de ellos ha acudido hasta ahora sin demora lo que hace falta para aprovechar su voluntad de esfuerzo: los capitales, la técnica. Así se forma la tónica social de la Argentina –optimismo, actividad, seguridad en el porvenir, despreocupación para el gasto–. En la Argentina se gasta enormemente, se gasta mucho más que lo que gastan en igual proporción de riqueza las sociedades europeas. Generalmente, no se ahorra. Se tienen muchos hijos, se vive con todo el gasto posible, se alardea de poseer costosas alhajas, se visita Europa con frecuencia. Todo se hace con largueza, audazmente, en la certidumbre de que después todo se ha de arreglar, de que el país irá prosperando y cubrirá, tarde o temprano, las lagunas que abra el crédito en las economías privadas. Todo ese enorme gasto, ese nivel exagerado de vida material, característico de la Argentina, trae sus consecuencias. La primera es la dificultad para formar una cultura superior. El coste de la vida es tan elevado y la valoración del trabajo intelectual tan modesta, que no es posible vivir ejercitando el arte o el pensamiento en sus formas más nobles y selectas. El intelectual argentino necesita desempeñar múltiples oficios que le hacen casi imposible prepararse y ahondar. Eso es fatal. La cultura superior exige reposo, reflexión, intimidad, trabajo teórico y desinteresado. En las actuales condiciones sociales, es difícil que la Argentina elabore una cultura superior acorde con su potencia material. También requiere sus previsiones la independencia nacional. La Argentina, mientras sus hombres trabajaban sin tregua para hacer frente a una vida costosa, ha resuelto hasta ahora su problema cultural agenciándose elementos técnicos, instrumentos industriales y métodos extranjeros. Pero se ha agenciado todas esas cosas a costa de no hacer nación, a costa de su independencia. Se ha procurado ingenieros extranjeros, gerentes extranjeros, intelectuales extranjeros, se ha procurado, asimismo, capitales extranjeros, máquinas extranjeras, medios de transporte extranjeros. La Argentina es una presa de otros países industriales que la valoran, que la someten a dependencia y deciden en lo económico excesivamente de su suerte. Pero la Argentina, al vivir de los capitales y de la técnica y de los mercados de Europa, ha entregado las riendas de su economía a Europa, y además se ha aventurado a correr la suerte de Europa, que es una azarosa suerte para el día de mañana. La Argentina es un país en formación que ha sabido asimilar y desenvolver prodigiosamente ciertos aspectos de la civilización moderna. Su orientación ha respondido a sus circunstancias geográficas y sociales, y a las corrientes ideológicas que han dominado en la vida europea en el período utilitario en que ha tenido lugar la evolución argentina. El utilitarismo europeo no era, sin embargo, sino una fase del proceso de la cultura europea, y el secreto de su éxito estaba en otras fases precedentes, mucho menos prácticas, que descubrieron las leyes fundamentales de la actividad industrial y crearon la disciplina del pensar. No era posible adaptarse a una fase secundaria y subordinada de la cultura europea sin quedar dependiendo de los crisoles espirituales donde aquella cultura se fraguaba. Mas como los crisoles espirituales no eran transferibles y Europa se limitaba a ceder a préstamo, e imponiendo determinado vasallaje, fórmulas técnicas y elementos industriales, la Argentina se formó con aquella inevitable dependencia.
Hoy la Argentina –sus hombres inteligentes, al menos– tiene aspiraciones de dominar mejor su crecimiento corporal y de forjarse una economía y una cultura superior propias. Le preocupan las influencias del capital extranjero, le preocupa la creación de una industria nacional. En ese camino ha de hallar varios obstáculos, y el más temible de todos la confianza que el éxito crea en los métodos de vida ya experimentados, sobre todo cuando procuran una existencia grata. (Fragmentos de un artículo del economista Luis Olariaga, catedrático de legislación del trabajo, publicado en febrero de 1925 en la “Revista de Occidente” que dirigía José Ortega y Gasset)
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martes, 3 de agosto de 2010

Los mapuches, presos y en huelga de hambre

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Piñera no da señales para destrabar el conflicto.
Hace más de veinte días que 31 mapuches están en huelga de hambre en las cárceles chilenas. Están presos por la aplicación de la llamada ley antiterrorista. El gobierno de Sebastián Piñera no mostró intención de destrabar el conflicto. Mientras tanto, la salud de los indígenas se sigue deteriorando.
La huelga de hambre líquida arrancó el 12 de julio en los penales de Concepción (centro) y Temuco (sur). Progresivamente, se fueron sumando reclusos mapuches de otras cárceles. Los mapuches dijeron, a través de un comunicado, que extenderían la medida hasta las últimas consecuencias. Los presos reclaman que dejen de aplicarles la ley antiterrorista, un instrumento legal sancionado durante la dictadura de Augusto Pinochet. Además, exigen que sus causas no sean derivadas a tribunales militares y demandan acceder a un juicio justo. La desmilitarización de los territorios de la comunidad también es otro de los reclamos que les hacen a las autoridades chilenas. En el sur de Chile, las empresas agrícolas y forestales ocuparon las tierras ancestrales.
Organizaciones de defensa de las comunidades originarias denunciaron en el fin de semana que se está deteriorando a pasos agigantados la salud de los detenidos en la cárcel de Angol, al sur de Santiago. Según manifestó el Parlamento de Comunidades Autónomas de Malleco, los reclusos sufrieron maltrato psicológico de parte de los gendarmes y no recibieron asistencia médica por parte de los uniformados. Ayer se realizaron movilizaciones en varios puntos del país para reclamar al Ejecutivo que escuche las demandas de los indígenas, pero el silencio oficial sigue sin romperse.
Los mapuches en huelga de hambre están en prisión preventiva hace más de un año y medio, ya que la legislación antiterrorista habilita a que estén en esa condición hasta por dos años. De acuerdo con la normativa aprobada en mayo de 1984, también se les puede impedir el acceso a la causa a los abogados defensores de los procesados.
“La aplicación sistemática de la ley antiterrorista es discriminatoria porque levanta acusaciones contra personas que reclaman por sus derechos legítimos. Se aplica esencialmente a personas mapuches”, dijo a Página/12 Sergio Laurenti, director de Amnistía Internacional (AI) de Chile. AI le reclamó al presidente Sebastián Piñera que se revise esa legislación que podría cuestionarse como inconstitucional”, según indicó su titular.
AI no está visitando a los presos mapuches en huelga de hambre por pedido expreso de los indígenas. Pero Laurenti remarcó que la organización con base en Londres apoya el reclamo. En un informe presentado en mayo al presidente Piñera, AI manifestó su preocupación por la situación de los pueblos originarios. “El uso de la legislación inapropiada y de la jurisdicción militar, así como el presunto uso de la fuerza excesiva y la actividad policial desproporcionada en algunas comunidades, ha generado una aparente penalización de la protesta”, dijeron desde la organización.
Más de 105 mapuches están presos, condenados o procesados en el país trasandino por la demanda territorial y a 57 se les aplicó la ley antiterrorista. Según un informe de la Comisión de Etica contra la Tortura de Chile, el número de criminalizados se duplicó en sólo un año. Entre los delitos por los que se los imputa están los de incendio terrorista, homicidio frustrado, lesiones con carácter terrorista, amenazas y asociación ilícita terrorista.

Informe: Luciana Bertoia.
Cuando tenga la tierra

Por Sergio Wischñevsky *

La tierra permanece...



El presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, en la inauguración de la tradicional exposición eligió hacer un discurso que, más allá de batir todos los records en la utilización de adjetivos denigratorios contra el gobierno nacional, aprovechó la que denominó “exposición rural del Bicentenario” para armar un relato de la historia argentina que se podría usar pedagógicamente en las escuelas como ejemplo de cómo se puede deformar la historia en pos de legitimar intereses sectoriales, aun a costa de omitir, forzar o lisa y llanamente mentir sin ponerse colorado ni perder la sonrisa.



Mirando a sus compañeros de la Mesa de Enlace dijo que, si ellos hubieran estado en la Revolución de Mayo de 1810, hubieran apoyado a Mariano Moreno y Manuel Belgrano. Citó el escrito de Moreno Representación de los hacendados y su defensa del libre comercio “contra los gravámenes” que imponía el imperio español. A continuación, no se privó de igualar aquellos gravámenes con las actuales retenciones que aspira a eliminar y comparó la lucha que llevan adelante contra el Gobierno con la que hicieron los revolucionarios de Mayo: “Los mismos ideales, la misma lucha”, dijo sin inmutarse.



En primer lugar, es necesario aclarar que un hacendado en 1810 era simplemente alguien que tenía hacienda y, como el mismo Moreno aclaró, su escrito representaba a 20 mil labradores y hacendados de ambos márgenes del Río de la Plata que distaban muchísimo de ser los personajes potentados que surgirían en los campos argentinos algunas décadas después y que recién alrededor de 1860 conformarían el poderoso sector agroexportador.



Moreno le solicitó al virrey Cisneros que, en un acto de pragmatismo, aceptara que el contrabando que llegaba desde Inglaterra era imparable y, por lo tanto, en lugar de seguir fingiendo que no existía, lo institucionalizara y le cobrara impuestos de aduana, con lo cual se beneficiarían los productores locales, se conseguiría mayor libertad para comerciar y el fisco podría contar con los recursos necesarios para sostener el Estado. En ninguna parte se quejó de la existencia de impuestos, sino que, por el contrario, solicitó que se los cobraran a los sectores más pudientes de la sociedad, que en ese momento eran los grandes comerciantes e intermediarios, y que se bajaran los gravámenes a los productos de consumo popular. Lo cierto es que, en ese texto, y con mayor vigor aún a partir de la Revolución, en la que será implacable con las elites mediante las llamadas exacciones revolucionarias, la política que impulsaba Mariano Moreno estaba en las antípodas de la concepción de un Estado prescindente en materia fiscal.



Es más, su tesis de doctorado “Disertación jurídica sobre el servicio personal de indios” es un largo, pormenorizado y erudito trabajo en el que denunció el maltrato y la expoliación a la que fueron sometidos los pueblos originarios. De hecho, en sus inicios como abogado, se dedicó a defender en Chuquisaca a muchos trabajadores indios de los abusos de sus patrones, lo que le valió pasar una muy mala situación económica.



La Sociedad Rural, por otro lado, fue la gran financista de la Campaña del Desierto, mejor llamada genocidio de Roca, por la que se vio beneficiada con extensiones de tierra gigantescas y concentradas en muy pocas manos.



Manuel Belgrano tenía una vasta experiencia en cuestiones económicas. Fue nombrado secretario “perpetuo” del Consulado de Comercio de Buenos Aires en 1794. Ejerció ese cargo hasta poco antes de la Revolución de Mayo, en 1810. En dicho cargo se ocupaba de la administración de justicia en pleitos mercantiles y de fomentar la agricultura, la industria y el comercio. En sus artículos, al referirse a los labradores, los describió en una situación de grandes y penosas falencias. Ubicó como tema central de los problemas de los productores agropecuarios la imposibilidad de acceder a la propiedad de la tierra. En efecto, el creador de la bandera creía que las propiedades estaban muy injustamente repartidas y proponía la intervención directa del gobierno para realizar un reparto más justo que pondría fin a muchas de las penurias de los trabajadores rurales. No parece muy probable que la Mesa de Enlace hubiera acompañado una reforma agraria.



“Siempre alzamos la voz, no hemos hecho silencio”, prosiguió Biolcati.



El 24 de marzo de 1977, a un año del golpe de Estado, la Sociedad Rural Argentina publicó en casi todos los medios una solicitada en la que elogió el “sacrificio patriótico” de la Junta Militar y convocó a la ciudadanía a apoyar al gobierno, porque “debemos desarmar el andamiaje creado por casi 35 años de una lenta pero sistemática estatización socializante”; llamó a reordenar el presupuesto y liquidar las empresas públicas, y desaconsejó “aperturas políticas prematuras”.



El debate por el reparto de la tierra en Argentina no figura en la agenda política desde que la dictadura lo silenció a sangre y fuego. El discurso de la Sociedad Rural es una gran invitación a retomarlo.



Historiador, profesor de la UBA.



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domingo, 1 de agosto de 2010

Duhalde en la Rural

Por José Pablo Feinmann
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La vida (ha escrito Héctor Tizón) no se mide en años, sino en asombros. Dios nos conserve entonces a la Sociedad Rural y al señor Biolcati. Ayer nos han entregado asombros casi como para aspirar a la inmortalidad. El señor Biolcati le ha robado el discurso a la izquierda. Esa pregunta que tanto se ha formulado en relación con el kirchnerismo (¿hay algo a su izquierda?) ha perdido vigencia. Ha sido ampliamente respondida. Su formulación ha perdido sentido. A la izquierda del kirchnerismo está la Sociedad Rural. Ni el Proyecto Sur ni el PO. Sería difícil ver a sus representantes tan preocupados, casi en estado de lamento continuo, conteniendo lágrimas de dolor e indignación, como se lo vio al veterano trosco Hugo Biolcati en el atril de la Rural. Ahí pronunció un discurso bien escrito (vaya a saber qué pluma al servicio de la patria se encargó de esa tarea, pero si la patria, que es el campo, llama, hay que acudir) pero plagado de mentiras asombrosas. Son tan intensos los asombros que esas mentiras han despertado en nosotros que –como dijimos– si la vida se mide por ellos tenemos años por delante. Sé que todos vamos a andar escribiendo de esto. Pero hay que comprender: pocas veces se ofreció a la ciudadanía un dislate tan profundo. Primero) Mayo se hizo por y para el campo. No en vano Moreno escribió la Representación de los hacendados, esa apología del librecambio para posibilitar los negocios con Inglaterra. El “otro” Moreno –el que tanto entusiasma a los nacional populares– no existe para Biolcati. Además, cada día se prueba con más certidumbre que el Plan de Operaciones es apócrifo. ¿Qué queda, entonces, de la gesta de Mayo? El librecambio con Inglaterra. Segundo) El campo fue creciendo y muy pronto se vio que era la fuente principal de recursos que tenía el país. José Hernández (no citado por Biolcati) habrá de decirlo: “Vale tanto un vellón de oveja como una máquina fabricada en Liverpool” (cito de memoria). Se llega así al glorioso Primer Centenario. ¡Que se sigue honrando en la Sociedad Rural! Eramos el “granero del mundo”. El primer país exportador de América latina. Lugones escribía su Oda a los ganados y las mieses: “Allá la vaca fértil como el campo/ su sustancia elabora/ en el músculo, en la ubre y en la pella,/ con una grave plenitud geórgica/ Si anda, parece que en su marcha pende/ el talego del rico, si reposa/ su aspecto familiar de cofre tosco/ es la seguridad del pobre./ La honda paz de los campos en su ser vegeta” (Ver: Odas seculares). Así, Biolcati fija el momento esencial de la grandeza argentina en el primer centenario. Ese centenario que fue la fiesta de ellos. La fiesta ajena. La fiesta de la oligarquía y la celebración de la inextinguible riqueza del campo, del granero del mundo. Pero luego el país empieza a extraviarse. Uno cree que Biolcati va a empezar a ladrar contra el peronismo, según es habitual. ¡Pero no! ¿Cómo va a hacerlo si ahí, a pocos metros está sentado don Eduardo Duhalde? Don Eduardo y su Chiche: ahí están. En la fiesta de la Sociedad Rural, entidad que tan bien se llevó siempre con el peronismo. (Y todavía mejor con el gaucho Menem, que les dio todo lo que le pidieron y más.)
Que esté Duhalde es serio. Que esté Macri no importa. Que esté la trajinada Mesa de Enlace tampoco. Al señor Buzzi –uno conjetura– en cualquier momento sus bases se lo comen, cansadas de ir detrás de los proyectos de los poderosos, cansadas –como dice un amigo que suele utilizar un lenguaje algo directo, que desapruebo– de ser usadas “de forros” por los grandes terratenientes. Pero está Duhalde. Sigamos –por ahora– con Biolcati. Lo que dice a continuación es tan asombroso que tal vez nos conceda la eternidad de tanto que lo es. Porque si la vida se mide en asombros, el que Biolcati nos dio cuando dijo que la culpa de la desgracia argentina la tenían los golpes de Estado que habían derrocado a gobiernos constitucionales fue la joya de la jornada. ¿En serio, señor Biolcati? ¿Fueron los golpes militares los que arruinaron la prosperidad y el crecimiento argentinos? Pero si todos esos golpes contaron no sólo con el apoyo de la Sociedad Rural, sino que algunos se planearon bajo el calor de sus lujosas residencias. Caramba, ¿hasta dónde es posible mentir? Este es un tema teórico: ¿cómo es posible mentir hasta un límite ya lindante con el delirio? ¿Cómo alguien puede decir tan abiertamente algo totalmente contrario a la facticidad de la historia, fácilmente refutable con cualquier diario de cualquier época cercana a un golpe de Estado? ¿Con qué se cuenta para algo así? ¿Con la mala memoria de la gente? ¿Con su estupidez? ¿Con sus intereses? ¿Con su mezquindad? ¿Con la certeza de que la mentira no importa en la política si sirve para acumular poder? “Mil repeticiones hacen una verdad.” “Mientan, siempre algo queda.” Es posible. ¿Pero tanto? ¿A quién le habla Biolcati? ¿A qué idiotaje insalvable cree que se dirige? Ni Morales Solá le va a creer algo así. Pero eso no importa. No tiene que creerlo. Tiene que confirmarlo. Lo que crea es secundario. Lo que importa es que hoy diga que es verdad. Dentro de todo, en algún punto hasta es tranquilizante que Biolcati afirme eso. Reniega de los golpes de Estado. Los está descartando para el presente. No olvidemos que con Grondona –en televisión– planeaban un golpe a cara descubierta y entre risitas cómplices. Estos muchachos.
Pero la cumbre de la impostura, de la impúdica patraña, llegó con la preocupación –acaso conmovedora por lo que conlleva de autocrítica, ¿o no?– por los pobres. La Sociedad Rural ha incurrido en la “opción por los pobres” tal como algunos maltratados representantes del sacerdocio católico. Biolcati habló del hambre, de la pobreza, de la exclusión. Notable: ellos fueron los que crearon el hambre durante la fiesta de los noventa. Ellos y los altos financistas y ese imperdonable Partido Justicialista y ese sindicalismo de traidores a sus bases que se hincaron ante Menem, que se vendieron, que dijeron sí a todo. Biolcati, con la convicción de un sindicalista combativo, denunció el hambre que arrasa el país. Se puso a la izquierda de todo y de todos. Quienes quieren ocupar esa franja deberán denunciar esta impostura. Hay que decirlo claro: quienes crearon a los hambrientos por su sed infinita de ganancias no tienen derecho a hablar del hambre.
Pero ahí estaba Duhalde. También Macri, pero no importa. Es un perdedor. También De Narváez, pero no importa: es un ET. Pero Duhalde sí, él importa. Es en el peronismo donde las batallas se van a librar. Nadie puede gobernar (hoy, todavía al menos) este país sin el apoyo del aparato peronista. Duhalde controla una buena parte. ¿Quién es Duhalde? Es un político que fue al acto de la Sociedad Rural. Alguien que sorprendió a todos hablando amablemente de los militares desaparecedores y pidiendo se les conceda la libertad. O que cesen los juicios. Alguien que presentó el libro de Alberto “Tata” Yofre (el último: el que festeja la represión clandestina que Perón ejerció sobre la Tendencia durante su oscuro y, en efecto, clandestino tercer gobierno). Yofre es, también, ese autor que lee Alfredo Astiz, que se presenta con su libro en las audiencias y lo pone a la vista de todos: “Señores, yo leo esto”. Acaso Duhalde lo ponga de ministro del Interior o le restituya el puesto de jefe de la SIDE que tuvo con Menem. Esto es más posible. En suma, toda la llamada “oposición” tiene su verdadera fuerza, no en los medios, no en la Sociedad Rural, no en esos patéticos políticos que ponen la cara por ella, sino en el aparatismo duhaldista, parte importante del aparatismo peronista. La otra parte del aparato la tiene Néstor Kirchner, que es un tigre para dar esas batallas. En suma, las elecciones de 2011 (al margen de las caras visibles que se presenten como “candidatos”) deberán elegir entre Kirchner o Duhalde. Biolcati y la Sociedad Rural –ayer– eligieron a Duhalde. Un peronista. El ex vicepresidente de Carlos Saúl Menem. ¿Esperarán otra fructífera década neoliberal como la que disfrutaron con el riojano en los noventa?

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