viernes, 30 de agosto de 2013

ENCUENTRO ANUAL DEL GRUPO DE CURAS EN OPCION POR LOS POBRES


En defensa del orden institucional

La organización de sacerdotes que trabajan junto a grupos populares emitió un documento en el que celebraron los treinta años de democracia y advirtieron que verían “con dolor” una vuelta a las políticas neoliberales.

Por Washington Uranga
/fotos/20130830/notas/na15fo10.jpg
El sacerdote Eduardo de la Serna, referente del Grupo de Curas en Opción por los Pobres.

El Grupo de Curas en Opción por los Pobres, una organización de sacerdotes católicos que trabajan junto a grupos populares en todo el país, emitió ayer una declaración al término de su 26º encuentro anual realizado en la localidad bonaerense de Florencio Varela. En dicho documento celebran los 30 años de democracia y se manifiestan “en contra de toda actitud que parezca encaminada a interrumpir el orden institucional”. El breve texto público, de apenas una carilla, retoma y se pronuncia sobre varios de los temas que se encuentran en debate en el escenario nacional, incluyendo la ley de medios y el fallo de la Corte de Nueva York a favor de los fondos buitre.
En el mensaje los curas afirman que “nos parece que en nuestro país se han dado importantes pasos en muchos aspectos y veríamos con dolor que se pretenda volver a los años en que el neoliberalismo destrozó el país, el trabajo y la dignidad de las personas”. Por eso, sostienen, “lamentamos las actitudes y palabras apocalípticas” y “rechazamos la intolerancia y las faltas de respeto hacia las personas e instituciones de la República”.
El Grupo de Curas en la Opción por los Pobres, uno de cuyos referentes es el sacerdote Eduardo de la Serna, viene acompañando su trabajo pastoral con sectores populares con independencia de criterios respecto de muchas de las opiniones de la jerarquía de la Iglesia Católica. En relación con la gestión del actual gobierno los curas resaltaron aciertos y manifestaron también sus inquietudes.
“Vemos con preocupación –dice la declaración– la cantidad de personas que se encuentran en la red del trabajo informal y la situación de injusticia a la que son sometidos indígenas y campesinos, expulsados de sus tierras por el poder económico, el agronegocio, la megaminería y sus cómplices del Poder Judicial y político.” Y agregan que “los bienes para la vida no son de unos pocos, Dios los creó para beneficio común de toda la humanidad; por eso la propiedad privada no es un derecho absoluto: tiene límites, sobre ella pesa una hipoteca social”, rescatando de esta manera algunas de las enseñanzas básicas de la denominada Doctrina Social de la Iglesia.
Tampoco escapó a la consideración del grupo de sacerdotes el debate que se viene dando en torno de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. “La información del pueblo –dicen– es un derecho, y por eso lamentamos la concentración de medios de comunicación en manos de unos pocos, y deseamos fervientemente que la ley de medios, cuya plena constitucionalidad esperamos, permita que sean muchas más las voces que se escuchen.”
Incursionado en un tema sobre el que habitualmente hay pocos pronunciamientos eclesiásticos, los curas sostienen que “son moralmente inaceptables los fallos en favor de los fondos buitre por Cortes que se arrogan un poder imperial”. Pero agregan que “también es inaceptable un sistema de Justicia que parece constituir al Poder Judicial en una corporación en complicidad con los poderosos” porque “eso impide que la justicia sea un derecho para todos y especialmente para los pobres y débiles”.
“Somos miembros de la Iglesia que quiere jugar su suerte con los pobres de la tierra –continúa diciendo la declaración–, y hacemos nuestras las opciones que creemos que más los benefician para que haya justicia, solidaridad y paz para todas y todos.”
“Como Iglesia de los pobres sabemos que la pobreza es un pecado. No es un pecado ser pobres; pecado es generar pobreza, pecado son las estructuras que generan desigualdad y la naturalizan”, agregan. “Pecado –dicen los curas– es despreciar a los pobres.” Y por tal motivo, “como miembros de la Iglesia hemos hecho nuestra la opción por los pobres y su causa, que es la causa de Jesús”.
En el mensaje final de su carta los sacerdotes sostienen que “queremos decirles a todas y todos los que habitan en nuestra patria que los hemos sentido cerca de nosotros y nos hemos sentido cerca de ustedes, y que queremos caminar juntos caminos de liberación y justicia, de misericordia y paz, y seguir dando pasos adelante. Mirando atrás para no repetir errores que tanto dolor nos causaron, mirando adelante “con un oído en el Evangelio y otro en el corazón del pueblo, en el de una patria grande donde quepan todos y nadie se quede afuera”.
pagina12

Verbitsky - Ley de Medios - 3 minutos para la Historia

Eduardo Galeano:" La guerra se vende mintiendo como se venden los autos"...

jueves, 29 de agosto de 2013

PAGINA DE DANIEL FILMUS


"LA INTERVENCION EN SIRIA DEBE 
SER HUMANITARIA"


El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Daniel Filmus, aseguró hoy que “en Siria se debe evitar el intervencionismo militar” y dijo que “Argentina ha adoptado una postura clara en cuanto a la importancia de que no haya más derramamiento de sangre y propone buscar una solución pacífica al conflicto a través de la participación de las Naciones Unidas, cuyo rol como órgano garante de la paz es fundamental en el mundo globalizado”.
En línea con lo manifestado hoy por la Cancillería, el senador sostuvo que “como argentinos y latinoamericanos defendemos a ultranza el principio de no intervención militar extranjera, que cuando está librada a una decisión unilateral es uno de los elementos que alteran seriamente la seguridad internacional”.
“Actualmente la Argentina ejerce la presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU y hoy hizo una serie de propuestas para una salida pacífica al conflicto a través de una eventual intervención humanitaria y diplomática avalada por la Asamblea General de Naciones Unidas, o del inicio del diálogo entre las partes en conflicto”.
Filmus también manifestó que “la comunidad internacional no puede permanecer pasiva frente a la masacre de civiles con armas químicas, pero de ninguna manera nuestro país está dispuesto a avalar una intervención militar extranjera en Siria ni a ser cómplice de nuevas muertes en ese país”.
“Ha pasado mucho tiempo y hubo cientos de miles de víctimas por este conflicto, pero nunca se pusieron en práctica los mecanismos contemplados en el derecho internacional. Por lo tanto, Argentina cree que operaciones militares extranjeras generarían un agravamiento de la situación actual, con el consecuente aumento de víctimas y el riesgo de que la situación derive en una tragedia humanitaria en la región”.
- See more at: http://www.danielfilmus.com.ar/la-intervencion-debe-ser-humanitaria/#sthash.RDM9tSGW.dpuf

lunes, 26 de agosto de 2013

CFK Cadena Nacional - Anuncios pago deuda

El presidente de la Comisión de Comunicación de la Conferencia Episcopal Argentina pidió que se "garantice una participación plural de los ciudadanos" en los medios, en una reunión con Martín Sabbatella.

La Iglesia respaldó la Ley de Medios y la "libertad de expresión"



El presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Argentina, Monseñor Agustín Radrizzani, arzobispo de Mercedes-Lujan, defendió la Ley de Medios y expresó que considera de máxima importancia “que se garantice una participación plural de los ciudadanos y se evite cualquier manipulación de la información para beneficio de unos pocos”.
En el marco de una reunión con el titular del AFSCA Martín Sabbatella, en la sede de ese organismo, monseñor Radrizzani presentó diferentes inquietudes con respecto a las radios y canales de televisión de la Iglesia y se acordó una metodología de trabajo para solucionar algunas cuestiones pendientes.
Monseñor Radrizzani y Martín Sabbatella.




Monseñor Radrizzani y 
Martín Sabbatella.



Sobre la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el Obispo señaló: “Consideramos que es fundamental que en todo momento sean respetada la libertad de expresión, especialmente de los más pobres, y del acceso a la información de todos los ciudadanos, así como los valores de nuestro ser nacional y de nuestras raíces cristianas”.
Por su parte, el titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, Martín Sabbatella destacó: “Todos valoramos el compromiso de la iglesia con la libertad de expresión, la pluralidad y la diversidad de voces y recordamos su participación intensa en los debates que tuvieron lugar para la elaboración de la ley de medios”. “Tenemos el desafío de seguir trabajando juntos para democratizar la palabra y garantizar el derecho a que todos puedan expresarse”, concluyó Sabbatella.
A través de un comunicado, la comisión episcopal resaltó que la reunión se desarrolló en un marco de cordialidad y Monseñor Radrizzani se retiró satisfecho del encuentro.

TIEMPO ARGENTINO

sábado, 24 de agosto de 2013

Diez años desde que en la Argentina se declararon nulas las leyes de impunidad

El voto de las mujeres

Por Sandra Russo
/fotos/20130824/notas/na40fo01.jpg

El miércoles pasado se cumplieron diez años desde que en la Argentina se declararon nulas las leyes de impunidad y comenzaron los juicios a los responsables del terrorismo de Estado. Diez años de esa bisagra que llegó con Néstor Kirchner, precedida por dos décadas en las que los sectores ligados a los organismos de derechos humanos encarnaron a la perfección aquella frase de Fitzgerald que habla sobre la inteligencia: “Retener en la mente dos ideas opuestas y al mismo tiempo seguir conservando la capacidad de funcionar. Uno debería, por ejemplo, ser capaz de ver que las cosas son irremediables y sin embargo estar decidido a que sean de otro modo”.
Fitzgerald, emergente y cazador cazado de una sociedad que en los ’30 estimulaba locamente la meta del éxito individual, la escribió en la confesión de su derrota, el Crack Up. Pero esa misma idea puede aplicarse a las luchas que a lo largo de la historia de todos los pueblos han persistido cuando todo alrededor era muro y adversidad. Luchas que, cuando se coronan, obligan a pensar en los que lucharon por lo mismo en el pasado y no llegaron a ver el resultado de su esfuerzo. Hay convicciones, ideales y deseos muy profundos, individuales, pero inscriptos en lo colectivo, que inclinaron siempre, desde hace siglos, a muchos hombres y mujeres a persistir en sus peleas, con viento a favor y en contra, pagando costos que implicaron a veces hasta sus propias vidas, pasándose la posta entre generaciones por cuestiones que precisamente por su permanencia en el tiempo y en la organización pudieron llamarse “banderas”. Las que se llevan en el corazón. Las que, aunque por períodos cortos o largos –no los cuatro años que dura un mandato presidencial sino las décadas o los siglos que tardan en madurar algunas batallas culturales–, no dejaron de ser levantadas por quienes expresaban así ese tipo de inteligencia que formula Fitzgerald, la que consiste en insistir.
Una de esas luchas que llevó décadas fue el voto de las mujeres. Precisamente el mismo día, el miércoles pasado, se cumplieron 67 años desde que el Senado de la Nación aprobó el proyecto del voto femenino, sancionado un año después. Recién desde entonces, 1947, esta democracia tuvo un piso mínimo, que volvió a subir la Constitución del ’49, con la equiparación jurídica entre mujeres y varones.
La lucha por los derechos de las mujeres había empezado mucho antes, naturalmente, pero la pelea concreta de la participación política llegó al mismo tiempo que las respectivas sociedades de todo el mundo, girando de paradigma, y abrieron sus democracias al voto popular. Ni calificado ni optativo, como hasta entonces habían concedido las elites. La idea era por cada persona, un voto. El problema en 1912, cuando se sancionó la ley Sáenz Peña, era que las mujeres éramos un poco menos que personas. Eramos pensadas y educadas como criaturas susceptibles y emocionales que políticamente no estábamos aptas para tomar decisiones. En el debate previo a la ley Sáenz Peña participaron grupos feministas y socialistas que gritaron lo que ahora parece obvio, pero en ese momento era inadmisible por el statu quo. No es que no se le ocurría a nadie que el voto no podía ser considerado verdaderamente universal si no se ampliaba ese derecho a las mujeres. No es que no hubiera lucha. Pero la época estaba cerrada sobre sí misma en este rincón del planeta. No así en Nueva Zelanda, Australia, Finlandia, Noruega, Dinamarca, Islandia y Alemania, cuyas organizaciones feministas ya participaban más activamente en política. En todos esos países, el voto femenino llegó en 1918.
En la Argentina hubo que esperar casi tres décadas más, pero esperar es una manera de decir. Desde los albores del siglo XX hubo organización y activismo, políticamente liderado por el socialismo, del que salieron casi todas las figuras emblemáticas de los derechos de las mujeres de la época. Su cara más contundente con relación al género es la de Alicia Moreau de Justo, pero hubo muchas otras y no sólo femeninas. Un nombre para recordar es el del gobernador sanjuanino Aldo Cantoni, más asociado siempre a su presidencia de Huracán primero y de la AFA después. En 1927, siendo Aldo Cantoni gobernador, una reforma constitucional convirtió a San Juan en la primera provincia argentina en ampliar el derecho del voto a las mujeres. Este es un tipo de dato de los que en general se escamotean: hubo enormes avances conceptuales y sociales que encarnaron mucho antes en las provincias que en la Capital.
Los aires de equidad sanjuaninos en su momento provocaron recelo en el resto del país, pero también fascinación. Una joven riojana que había estudiado Derecho en Buenos Aires, Emar Acosta, se sintió llamada a un tipo de trabajo político que era impensable en otro lado. En el ’27 tenía 34 años y hacía poco que se había recibido. Decidió afincarse allí, donde se integró a la Asociación de Cultura Cívica de la Mujer Sanjuanina. Al poco tiempo fue nombrada jueza. En las elecciones de 1934, como representante de la Capital, fue candidata a legisladora provincial y resultó electa. Emar Acosta se convertía en la primera legisladora mujer en toda América latina. Hoy, el auditorio del Anexo del Senado de la Nación lleva su nombre.
Mientras tanto, a nivel nacional, socialistas y feministas continuaron sus luchas, que prosperaron y se plasmaron en el primer peronismo y encontraron en Evita a su gran impulsora. Para Moreau de Justo aquello se redujo a “una maniobra política” no vinculada con la convicción sino con la demagogia. Aquellos primeros desencuentros entre el peronismo y el socialismo no fueron nunca del todo saldados. Como telón de fondo yace, como hoy, el reproche del “robo de banderas”, aunque la perspectiva histórica indica que la transformación de la realidad, a través de la política, es en sí misma una bandera que no se puede enchufar y desenchufar como un electrodoméstico: recién después de 1947, las mujeres argentinas fuimos personas políticamente completas, y el voto femenino siguió en vigencia incluso cuando los que le reprochaban autoritarismo al peronismo prohibieron pronunciar en público los nombres de Evita y de Perón.
Los conservadores de los años ’40 insistían en que el voto femenino obligatorio atentaba contra el orden jerárquico familiar y afirmaban que el Estado debía intervenir sólo para “amparar el derecho del hombre a mantener su autoridad”. Por su parte, en uno de los discursos en defensa del voto femenino obligatorio, Evita decía: “Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública, y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad. Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país, que es, en definitiva, el destino de su hogar”.
Pasó medio siglo y todavía increíblemente surgen extrañas añoranzas de retroceso, como las que expresó hace poco Chiche Duhalde, surgidas quizá más de una subjetividad atenazada que de una elaboración intelectual. La construcción monumental del patriarcado, cimentada durante veinte siglos, sigue calando en lo inconsciente, en aquello de lo que no se tiene conciencia. El patriarcado, que nos dejaba no sólo sin voto sino sin voz y sin autonomía personal, sigue latente en lo profundo de muchas mujeres que experimentan su libertad como un exceso. La historiadora Dora Barrancos, refiriéndose a este fenómeno, dijo esta semana que “no hay peor circunstancia que travestirse con la ropa del amo”. Esta frase puede leerse en todos los sentidos que atraviesa.
pagina12

viernes, 23 de agosto de 2013

Paul Krugman habla en The New York Times

Premio Nobel de economía pide seguir el "camino" argentino

Al analizar la situación caótica de Europa, Paul Krugman habla en The New York Times de las "lecciones" que pueden rescatarse de la evolución argentina para la Eurozona. Además, critica irónicamente la cobertura que se hace en el exterior del país.


Publicado en el The New York Times, el premio Nobel de economía, Paul Krugman, aseguró que el proceso de "recuperación de la Argentina desde la salida de la paridad 1 peso 1 dólar de la Ley de convertibilidad es una éxito destacable que deja lecciones para la Eurozona".
En ese sentido, Krugman, partiendo de un artículo del periodista Matthew Yglesias publicado en el sitio Slate.com, asegura que la "cobertura que la prensa hace en Argentina es un ejemplo de cómo el sentido común puede aparentemente hacer imposible encontrar los hechos básicos bien" y agrega: "Seguimos escuchando historias acerca de la recuperación de Irlanda cuando, de hecho, no existe tal recuperación, pero debería existir, maldita sea, porque ellos hicieron lo 'correcto' por eso, eso es lo que informaremos".
"Y a la inversa, los artículos sobre Argentina son casi siempre en un tono negativo: ellos son irresponsables, están re nacionalizando industrias, hablan demagógicamente, por eso deben ir muy mal", indica Krugman, y pone como ejemplo un cuadro comparativo de crecimiento entre Argentina y Brasil.
Por último, el economista galardonado en 2008, manifiesta: "Sólo para ser claros, pienso que a Brasil le está yendo bastante bien y ha tenido un buen liderazgo. Pero por qué exactamente es Brasil un impresionante 'BRIC' mientras Argentina es siempre denostada. En realidad, nosotros lo sabemos, pero eso -la razón- no habla bien de los periodistas económicos".
En el artículo "El euro está matando al Sur de Europa", Matthew Yglesias habla de lo que "España (y Portugal, y Grecia, etc.) puede aprender de la exitosa salida de la devaluación y default argentino".
El periodista destaca, entre otros aspectos, cómo el país emergió del default y "creció velozmente en años consecutivos, además de bajar la tasa de desempleo hasta el 6,7 por ciento" y subraya: "Una tasa que envidiamos en Estados Unidos".
Sobre el final, el artículo de Yglesias analiza: "Un país económicamente soberano (en referencia a Argentina) tiene la oportunidad de hacer las cosas bien, mientras que un país encadenado a las políticas macroeconómicas de otra nación está, básicamente, poniendo sus esperanzas en la caridad. Si España no está considerando la posibilidad de renunciar a la Eurozona, debería hacerlo".
infonews

miércoles, 21 de agosto de 2013

Por Edgardo Mocca

Progresismo, deserciones y manipulación política


/fotos/20130821/notas/na06fo01.jpg
Con la nota publicada en Clarín, el pasado domingo, la ex diputada Vilma Ibarra reabre la ya muy transitada discusión sobre el progresismo y su relación con los gobiernos kirchneristas. Utiliza como referencia y blanco principal de sus críticas a Martín Sabbatella, de cuya conducta política extrae el ejemplo de una claudicación: la del progresismo que “hizo silencio”, “traicionó su historia y su identidad” y a quien “le faltó coraje” para denunciar la “corrupción kirchnerista”. La nota está atravesada por circunstancias témporo-espaciales muy significativas: su publicación se produce una semana después de las elecciones primarias en las que disminuyó la fuerza electoral oficialista, diez días antes de la audiencia pública citada por la Corte Suprema a propósito de la ley de medios –de la que Sabbatella es la expresión pública más directa– y en las páginas del diario Clarín.
Abstracción hecha de las descalificaciones políticas con las que lamentablemente se cierra, el escrito resulta interesante como exposición de un punto de vista de lo que significaría ser progresista. Su punto de vista sobre la cuestión empieza con la sorprendente afirmación de que, después de la elección primaria del domingo, “Elisa Carrió se presenta como líder de un importante espacio de centroizquierda”. El verbo utilizado tiene el discreto encanto de la ambigüedad: no “es”, sino que “se presenta”. Y en esa presentación está marcando, según ella, una ausencia en los sectores progresistas que apoyan al Gobierno. Larga sería la discusión sobre si hay un ser de la política por fuera de la presentación, pero Ibarra no abre, en este punto, ninguna discusión: se propone mostrar cómo Carrió, Macri y la izquierda testimonial –algo así como el recorrido del arco político en toda su amplitud– han tenido un discurso “consistente” sobre la corrupción, del que según su autora careció el “progresismo kirchnerista”.
Un poco más cerca de un intento de definición del sujeto político cuya identidad justifica el ataque a un sector político definido (la fuerza de tradición de centroizquierda que forma parte del kirchnerismo), Ibarra declara su añoranza de las voces “que hace no muchos años convocaban votos, voluntades y militancia, con un discurso que demandaba una Justicia independiente, una mejor redistribución del ingreso y una lucha frontal contra la corrupción, el clientelismo y la re-reelección menemista”. Para la autora de la nota, entonces, la cuestión principal es la relación entre lo que en los años noventa se llamó centroizquierda o progresismo y el proceso político kirchnerista. Efectivamente, en aquellos años –los años de la revolución neoconservadora, de la caída del Muro de Berlín, del Consenso de Washington– la agenda central de las fuerzas que con más energía y, en algunos casos mejor resultado electoral, disputaban con el menemismo giraba en torno de la corrupción, los abusos decisionistas y las estrategias de reproducción de su poder. Ni antes ni después de su victoria electoral, esos sectores plantearon la existencia de un proyecto de desarrollo nacional alternativo al que se desarrollaba en esos años con todo su esplendor y toda su violencia social. Como participante activo de aquel sector, puedo decir que la “mejor redistribución social” que el texto le atribuye funcionaba más como señal de una lejana tradición política que como un programa político. Claramente, y así lo demostró la experiencia de la Alianza, la distribución regresiva y el aumento de la desigualdad no eran fenómenos exteriores, sino puntales del programa económico y del proyecto político vigente en esos años.
Aquella experiencia política puede ser reconocida valorativamente por su eficacia política para enfrentar a un gobierno que avanzaba en una dirección conservadora con apoyo social mayoritario y a favor de la instalación de un “pensamiento único” en el país. Sin embargo, ese reconocimiento debería completarse con el señalamiento de límites conceptuales que lo llevaron a confluir políticamente de modo indiferenciado con quienes sustentaban un proyecto de atropello social y vaciamiento de la política. El progresismo de entonces no fue, de ningún modo, el ala izquierda del gobierno de la Alianza; con respeto histórico hay que recordar que fue Raúl Alfonsín, enfrentado con la dirección radical de entonces, quien se constituyó en uno de los más severos críticos del proyecto de país impulsado por el menemismo y no ahorró críticas al gobierno de la Alianza. Nada que pueda llamarse eficacia contra la corrupción estatal o “superación del clientelismo” (cualquiera fuera la definición de tan ambiguo y presuntuoso objetivo) fue puesto en marcha por la coalición que ganó la elección presidencial de 1999; el vergonzoso episodio del soborno en el tratamiento de la ley laboral en el Senado incluyó entre sus protagonistas a algún referente de la fuerza progresista de la época.
La memoria reivindicativa que ensaya Ibarra tiene un marcado sentido político, el de situar en un pie de igualdad al menemismo con el kirchnerismo y, a partir de ahí, comparar el “coraje” de aquel progresismo y el “silencio” de sus oscuros herederos oficialistas. Claro que esto no puede hacerse sin construir un momento de ruptura entre la etapa de su propia adhesión al oficialismo y su actual posición de impugnación. Ese parteaguas se construye a partir del rumbo político asumido por el partido que dirige Martín Sabbatella, cuando decidió afirmarse como fuerza componente del espacio kirchnerista. Según la mirada del artículo, esa decisión trajo consigo el silencio de la crítica y la pérdida de la independencia. El desarrollo de la nota permite ver que el silencio que se cuestiona es el de no haberse sumado a las campañas desestabilizadoras que en los últimos meses han girado en torno de muy promocionadas denuncias de corrupción y de la cerrada resistencia de la corporación judicial –dentro de la que hay muchos protectores de corruptos– a un proyecto de democratización de ese poder. Lo más sugerente es que Ibarra, igual que todos los exponentes conocidos de la vulgata clarinista, solamente hace referencia a casos en los que las sospechas salpican más o menos cerca de los funcionarios kirchneristas o de sus amigos. Nada de corrupción en el Poder Judicial, entre los grandes concentradores de la propiedad de la tierra, ni en las finanzas, ni en los multimedios. En estos discursos aparece con nitidez cómo los temas de ética pública han dejado de ser necesariamente síntoma de valentía y de transparencia política para pasar a ser con mucha frecuencia instrumentos de una estrategia política. Diríamos mejor, de una estrategia antipolítica, puesto que una vez que el antagonismo se desplaza al plano ético quedan afuera las cuestiones del rumbo político del país, las cuestiones del contenido del poder: solamente nos resta creer que entre los amigos o aliados políticos actuales de Ibarra no hay políticos corruptos ni caciques clientelistas o que los fenómenos de corrupción política serán algún día drásticamente eliminados por apelaciones morales como las que la autora dirige a Sabbatella y al kirchnerismo.
Una discusión más fructífera tendría que abandonar el territorio de jueza de un tribunal moral que adopta la autora del artículo. Tendría que preguntarse por la naturaleza de los procesos transformadores, por su historia nacional y mundial. Tendría que pensar en los liderazgos de esos procesos, sus alianzas, sus contradicciones, sus glorias, sus miserias y sus tragedias. Desde Maquiavelo (¡hace quinientos años!) podríamos saber que el líder transformador no es un reformador moral, no es un agitador de verdades sagradas ni un cultor de los buenos modales. Que su moral tiene eje en el bien de la patria. Podríamos saber que la política es la disputa del poder y ésta no ha sido nunca en la historia materia de monjes ni de almas bellas. Hace falta mirar a nuestro alrededor para saber cuán corruptos, mentirosos y clientelistas son, para las clases dominantes de sus respectivos países, personas como Chávez, Correa, Evo Morales e incluso Lula y Dilma en el tan envidiado Brasil. Hace falta recordar el juicio de los contras sobre Perón y Eva Perón. Y también el juicio ético que tenía la oligarquía argentina sobre Yrigoyen y el radicalismo transformador. O, más cerca, la manera en que fue usada la cuestión de la corrupción en el desgaste del gobierno de Raúl Alfonsín.
Hay un sector participante de aquellos “años dorados” del progresismo de los noventa que ha producido un viraje en la dirección del compromiso con un proyecto que considera profundamente transformador. Ha decidido, en consecuencia, asumir sus problemas, vivir sus contradicciones, fundirse con él en términos de horizonte histórico y práctica concreta. Ibarra habla en tono crítico de lo que Sabbatella “no hizo”. Para el autor de esta nota hay algo muy importante que no hizo: no se prestó a ser la luminaria progresista y ética del multimedio y sus favorecedores, tarea para la que no tenía ningún antecedente de corrupción que lo inhabilitara. Tomó una decisión política de alto riesgo por la que parece estar dispuesto a pagar costos. Toda decisión política puede discutirse. Sin embargo, la discusión que plantea Ibarra está cargada de los estereotipos de la prensa dominante y, lo que es peor, se inclina a la descalificación moral en el lugar que correspondería al debate de ideas.
pagina12

martes, 20 de agosto de 2013

Entrevista a Aldo Ferrer, economista de la UBA y fundador del Plan Fénix

“Es necesario consolidar un modelo que tiene que resolver problemas estructurales”


El ex embajador argentino en Francia considera que la inflación, la competitividad, la puja distributiva, la producción de hidrocarburos y la política industrial son algunas de las tensiones que deben ser abordadas por el Gobierno.

Por Tomás Lukin
/fotos/20130819/notas/na03fo01.jpg

El economista Aldo Ferrer rechaza que el resultado de las elecciones primarias condicione la política económica del Gobierno, pero advierte que hay desafíos estructurales y desequilibrios macroeconómicos a los que hacer frente. “El proceso de reindustrialización basado en la recuperación de la soberanía requiere más inversión privada y cambio tecnológico, la inversión pública y de las pymes son fundamentales pero no alcanzan. Para eso es fundamental el debate al que está convocando el Gobierno a los actores económicos”, afirma el ex embajador argentino en Francia y uno de los principales referentes del pensamiento económico nacional. La inflación, la competitividad, la puja distributiva, la producción de hidrocarburos y la política industrial son algunas de las tensiones que el fundador del Plan Fénix considera que deben ser abordadas para garantizar la “sustentabilidad del modelo”.
–¿El resultado de las elecciones primarias está vinculado a la coyuntura económica y el malestar de algunos sectores con medidas como las restricciones a la compra de divisas?–Todos los aspectos de la realidad influyen en las opciones del electorado. Siempre hay algunas insuficiencias para resolver. Las PASO son una elección previa a la que le seguirá una renovación legislativa en octubre, y luego otra presidencial. Forma parte del proceso democrático. No hay que exagerar la influencia. Lo que sí está claro es que los modelos económicos se defienden en función de la consistencia de sus principios y de sus resultados, y estamos viendo que hay muchos logros relevantes que le otorgan al Gobierno un apoyo significativo sobre el electorado. El resultado de las elecciones no va a definir el rumbo financiero y económico de Argentina.
–¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta la economía argentina en la actualidad?–Los riesgos que se plantean ahora están asociados a la sustentabilidad del modelo. Es necesario consolidar un modelo nacional que tiene que resolver problemas estructurales fundamentales como el energético o el déficit en el comercio exterior de manufacturas a pesar del fuerte aumento de la producción industrial de la última década. El déficit en el balance comercial de manufacturas industriales revela el insuficiente desarrollo del aparato industrial argentino. Subsisten problemas estructurales y también hay desequilibrios macroeconómicos que hay que atender.
–¿A qué se refiere con desequilibrios macroeconómicos?–Hay una situación muy tensa en las finanzas públicas por la política de subsidios destinados a contener la inflación. También existen tensiones con los precios internos y con el tipo de cambio. Hay que tratar de evitar que los costos suban más que la paridad nominal del tipo de cambio y sostener espacios de rentabilidad a largo plazo que contribuyan a frenar la fuga de capitales. Hay un problema de sustentabilidad del modelo que permitió una muy importante recuperación de soberanía, pero esto sólo se puede consolidar sobre bases muy firmes de equilibrios fiscales y pagos internacionales. La reacción a los problemas se dio cuando éstos eran muy agudos. Hay tensiones que se pretende corregir con controles legítimos pero es necesario recuperar solvencia fiscal y competitividad. Hay situaciones tensas que no generan un clima propicio para el ahorro y la inversión.
–Ese análisis se asemeja mucho a los planteos ortodoxos.–Hay una ortodoxia irresponsable y neoliberal que plantea la necesidad de un ajuste del gasto y bajar los salarios. Y hay otra ortodoxia que dice que hay que vivir con lo nuestro y mantener la casa en orden. La sustentabilidad radica en esos dos principios: no hay que depender de crédito externo y se deben mantener equilibrios responsables para evitar los desvíos que abren el espacio para el retorno a las recetas de la ortodoxia. Hay que buscar el pleno empleo, inducir la inversión y apuntar todos los instrumentos al crecimiento. Pero no se construye nada en el desorden ni en un escenario de tensiones.
–¿Sostiene que hay que bajar el gasto público?–No es un problema de nivel del gasto, no hay que bajar el gasto. El nivel de gasto público es razonable dado el nivel de desarrollo. Pero es necesario ocuparse de la calidad del gasto público y mantener una situación de superávit primario que transmita señales contundentes de que las finanzas públicas están sólidas. Naturalmente hay una demanda de gasto muy grande pero los desequilibrios generan climas poco propicios para la sustentabilidad del modelo. Los subsidios tienen que estar bien focalizados y analizar si se justifican como instrumentos para contener el alza de precios. También queda mucho por hacer en materia tributaria. Es necesaria una reforma integral y una iniciativa como la de gravar la renta financiara es buena.
–¿Cómo se logra impulsar la exportación de bienes industriales en un escenario internacional de crisis donde cayó sensiblemente la demanda para esos productos?–El problema de Argentina no apareció ahora, es una vieja limitación. Incluso en condiciones de tensión como las que hay ahora existen muchas cosas que se pueden hacer en materia microeconómica y en las economías regionales para promover la transformación productiva. Así como no es todo por viento de cola no todo es por el viento de frente.
–El BCRA reconoce que se perdió parte del colchón cambiario extraordinario que generó la devaluación de 2002. ¿La pérdida de competitividad se debe resolver con un nuevo salto cambiario?–No. El tipo de cambio se tiene que discutir en conjunto con toda la política económica que define la competitividad. Está claro que hay un desfasaje entre los costos internos y la paridad nominal y esto achicó la rentabilidad. El BCRA ajusta continuamente la paridad nominal. Un tipo de cambio competitivo, administrado, para atender la realidad en un país en desarrollo es fundamental. Pero el tema de la competitividad no incluye sólo el tipo de cambio. Hay que apelar a todos los instrumentos necesarios para fortalecerla.
–¿Se requieren mayores niveles de inversión para lograr una transformación de la estructura productiva?–Es necesaria una política explícita de incentivos a la inversión privada en sectores estratégicos. Lo que hace al éxito de la política industrialista en Asia es que los beneficios para las empresas están condicionados a metas de exportación, inversión y cambio tecnológico. Si no lo cumplen, pierden los beneficios. Hoy no está la contrapartida de la sanción al no cumplimiento de objetivos compartidos. La política de transformación implica alianza con sectores privados y públicos que requiere incentivos y sanciones. En los últimos años existió un énfasis público en materia de ciencia y tecnología. En Argentina continúa aumentando el déficit comercial en materia de bienes industriales de alto contenido tecnológico. El desarrollo en esos sectores dinámicos continúa rezagado. Para eso hacen falta compromisos recíprocos entre las políticas públicas y el sector privado.
–Sin embargo, los avances en materia de regulación formal e informal desde el Estado son duramente resistidos desde los grupos económicos más poderosos, que son beneficiarios de las políticas de impulso a la demanda y las herramientas de protección comercial.–Cuando hay incentivos debe haber compromisos. Si el atractivo del régimen para la inversión y las ganancias es suficiente vas a tener una respuesta positiva. El economista polaco Michal Kalecki planteó hace mucho tiempo que los grupos económicos dominantes privilegian la posición dominante por sobre sus ganancias. No les gusta que intervenga el Estado, prefieren operar en sectores con alto desempleo y poca presencia sindical. La clave del éxito es atraer al campo de la inversión y el cambio técnico a un sector privado que puede tener ese comportamiento. Es necesario y posible pulir las políticas de industrialización con incentivos y objetivos claros. Si no lográs la incorporación de la inversión privada a la reindustrialización y el cambio tecnológico, descansás esencialmente en la inversión pública y de las pymes, que son fundamentales pero no alcanzan.
–La presidenta Cristina Fernández de Kirchner convocó a los principales actores económicos y sociales a debatir el proyecto económico.–El debate entre los actores económicos y sociales y el Gobierno es fundamental. Los cambios necesarios para el desarrollo, para el crecimiento con inclusión social, creación de empleo y cambio tecnológico no se pueden lograr en un marco de hostilidad continua entre el Estado y los sectores privados. El diálogo es fundamental para limar asperezas, pero eso no quiere decir que desaparecen los conflictos ni que la creación de una mesa de diálogo le quite al Poder Ejecutivo la responsabilidad de gobernar. Puede mejorar mucho la calidad del diálogo. Las medidas de protección al mercado interno y estímulo de la demanda son fundamentales pero son necesarios incentivos a la transformación industrial. Porque si no vuelve a suceder que el sector industrial desequilibrado en términos comerciales termina descansando en el superávit de divisas que genera la actividad primaria. Ese es un modelo de industrialización a medias y eso no es consistente.
pagina12

De lo que se trata es de pegarle "por izquierda" al gobierno, o al menos que eso parezca, Clarín mediante.


La respuesta de Sabbatella a Vilma Ibarra


Por  MARTÍN SABATELLA


Luego de exhumar algún apego a las instituciones y a la transparencia de parte de Carrió y Macri, la ex legisladora Vilma Ibarra se ocupa de ejemplificar, con mi nombre y el de la fuerza en la que milito (y donde ella militó hasta 2011), una supuesta "Deserción progresista del kirchnerismo", según el título que lleva su nota en el Clarín del domingo. Antes de adentrarme en el necesario debate sobre el rol del progresismo en esta década de cambios profundos, debo decir que aburre por reiterado el recurso de tocar timbre en lo de Magnetto para denunciar aquello que se defendió hasta el momento inmediato anterior a perder una banca o un contrato en el Estado. Tampoco escapa a nuestra ex compañera la inminencia de una definición judicial sobre la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual; sus respetables críticas son a un funcionario nacional que afronta con orgullo la tarea encomendada por la presidenta de aplicar integralmente esa norma, tal cual lo dispuso el Congreso de la Nación. Menos aún le es ajeno a Ibarra, que llegó a ser diputada en 2007 en la lista del Frente para la Victoria, que esas críticas tienen cabida en el medio insignia de la escuadra Clarín. Cada cual se pone al servicio de los intereses que más le preocupan, así que prefiero ir al fondo de la cuestión antes de perderme en interpretar quién dice qué, por qué canales y con qué propósitos.
El llamado progresismo es un universo ambiguo y turbio que siempre me resulta incómodo por confuso y contradictorio. La sombrilla "progre" protege de la intemperie ideológica a variados pensamientos, populares y antipopulares, marxistas y liberales, entre otros. Con algunos de ellos compartimos nuestra preocupación por enfrentar la desigualdad, terminar con cualquier tipo de discriminación, garantizar los derechos civiles y sociales, transparentar el ejercicio de la función pública, recuperar el rol del Estado como actor de un desarrollo equitativo o ampliar nuestra Democracia. Pero cuando esas consignas, que todos pronunciamos con denuedo, deben traducirse en acciones concretas, las coincidencias se achican y las contradicciones emergen.
Martín Sabbatella.

Martín Sabbatella.

Las dificultades de ser coherentes entre lo que se piensa, se dice y se hace no son sólo temporales, sino también geográficas. Muchos "progresistas" de nuestro país se llenaron y se llenan la boca exaltando procesos políticos y sociales como el de Lula da Silva en Brasil, Evo Morales en Bolivia o Hugo Chávez en Venezuela. Otros, ni siquiera eso, y llaman a votar a Capriles. Los primeros se muestran defensores de gobiernos a los que suelen mencionar como prototipos revolucionarios, ignorando sus complejidades y ocultando que, al interior de esos países, voces "progres" levantan sus dedos con acusaciones similares a las que aquí les prodigan ellos y ellas a nuestro proyecto nacional. Al mismo tiempo, los próceres latinoamericanos contemporáneos que decoran las paredes de los locales de la "progresía" local, abrazan a Cristina como su referente argentina, porque reconocen en ella, como reconocieron en Néstor, a grandes luchadores por la justicia social, la paz, la libertad, la democracia y la integración de nuestro continente.
Las categorías suelen ser imprecisas y en la vaguedad habitan las contradicciones. En la Argentina de hoy, cuando se dice progresismo, levantan la mano, entre muchos y muchas, Binner, Donda, Stolbizer, Carrió, Alfonsín, Prat-Gay, Solanas, Lavagna u Ocaña, sin espantarse de viajar en el mismo bondi con favorecedores de la concentración económica, empleados del JP Morgan, devaluadores, destructores de la industria nacional, endeudadores compulsivos o productores de desempleo masivo. De lo que se trata es de pegarle "por izquierda" al gobierno, o al menos que eso parezca, Clarín mediante. Los autodefinidos centroizquierdistas sepultan a luz del sol aquella máxima de Norberto Bobbio acerca de que la izquierda no naturaliza la desigualdad, como sí lo hace la derecha. Bajo la marca de un decentismo indocumentado babean "progresismo" personas que apoyaron y tuvieron cargos en gobiernos corruptos, violentos e impopulares y otros que, al frente de "inmaculadas" gestiones municipales y provinciales, no pusieron en práctica ni una cuarta parte de los mecanismos de transparencia y participación que nosotros sí implementamos al frente del municipio de Morón. Necesitan para tanta incoherencia los favores de la prensa del establishment que paga con centímetros de gráfica y minutos de aire el servicio de los denunciantes siniestros. Mutua conveniencia.
La integración de nuestra fuerza al kirchnerismo fue tan natural como anticipada. Basta repasar qué banderas levantamos desde nuestros inicios en la vida política para ver en qué lugar del mapa debíamos estar y con quién. Quienes crecimos en los '80 enfrentamos al menemismo desde que este se presentó como el garante de la impunidad de los asesinos de la dictadura y como el proceso que venía a completar el plan de destrucción de la industria nacional, dependencia de los organismos financieros internacionales, transferencia brutal de ingresos de los sectores trabajadores hacia el capital especulativo y masificación de la pobreza, la miseria y el desempleo.
Confluimos, en aquellos primeros años de resistencia al neoliberalismo de Menem, con otros y otras que habían resistido la proscripción del peronismo, que habían reverdecido en la primavera camporista, que habían sufrido la persecución de López Rega y la dictadura y, también, con quienes se habían ilusionado con que la recuperación de la Democracia quebraría definitivamente el plan genocida de exclusión social diseñado en los '70 en Washington para toda Latinoamérica. Nos frustramos con la trágica experiencia de la Alianza, que escondió sus propósitos continuistas bajo el ropaje de un progresismo con vocación de poder, alzando las mismas banderas que nosotros siempre levantamos.
Mantuvimos altas esas banderas en Morón, demostrando que sí era posible llevar adelante una gestión rupturista, transformadora, honesta, eficiente y a favor de las grandes mayorías populares, sin canjearle al establishment principios por gobernabilidad. Nos dimos a la tarea de construir una nueva fuerza política nacional. Mientras atravesábamos la enorme crisis social, política y económica que estalló a fines de 2001, fortalecimos con un inmenso respaldo popular nuestra gestión en Morón y dimos nacimiento al Encuentro por la Democracia y la Equidad, que luego se ampliaría como Frente Nuevo Encuentro.
A la par, en 2003, surgió en el país un proceso político sorprendente liderado por un presidente inesperado, Néstor Kirchner, que empezó a levantar y a traducir en políticas públicas concretas los principios, los ideales, los sueños que justificaban nuestra lucha cotidiana.
¿Cómo no estar junto a ese dirigente y miles de compañeros y compañeras en la apertura de la ESMA o en la anulación de las leyes de impunidad luego de décadas de pelear por la verdad y la justicia y de haber abierto, en Morón, la primera Casa de la Memoria y la Vida en el predio en el que se había asentado el centro de detención y torturas Mansión Seré? ¿Cómo no acompañar y festejar la apuesta fuerte a la Patria Grande luego de haber luchado por la comunión latinoamericana y de ser promotores de espacios de unidad regional como la Red de Mercociudades que tuve el orgullo de integrar y conducir? ¿Cómo renegar de nuestra trayectoria enfrentando el más importante proceso de desendeudamiento que recuperó la soberanía económica nacional? ¿Cómo no respaldar la implementación de la Asignación Universal por Hijo, la reestatización del sistema previsional o la urbanización de barrios populares, si convivimos diariamente con las víctimas de la exclusión, la marginación y la injusticia y trabajamos a brazo partido para paliar con recursos municipales las consecuencias de aquella tragedia social? ¿Cómo no estar al lado de Néstor y Cristina bancando la democratización de la palabra frente a explotadores de medios que crecieron y se enriquecieron durante la dictadura y el menemismo y aplastaron con su hegemonía el derecho a la comunicación y la libertad de expresión de millones de argentinos? ¿Cómo no poner el cuerpo para defender las retenciones a las ganancias extraordinarias de grandes empresarios de los agronegocios que se llenaron y se llenan de dinero mientras ostentan los niveles más altos de empleo en negro? ¿Desde qué presunta concepción "progresista", desde qué plaza y al lado de qué corporaciones se nos puede objetar que metamos los pies en el barro de la historia para estar junto a los que luchan a favor de los castigados, de los desposeídos, de los ninguneados y humillados? Que se pongan el sayo "progre" los que asumieron que su rol histórico es constituirse en lo más transgresor que les permite el sistema para mantener la injusta matriz económica y productiva. Es todo suyo.
Nosotros ingresamos al kirchnerismo con nuestros ideales, nuestra experiencia y nuestro compromiso, desde nuestras plenas convicciones, poniendo el cuerpo sin más cálculo que el de aportar a este movimiento plural, diverso y complejo, pero sobre todo transformador y popular. Ingresamos sin bajar una sola de nuestras banderas, a compartir con otros y con otras, el proyecto que lidera Cristina y que define al campo nacional, popular y democrático del siglo XXI.
Afuera resisten quienes se niegan a perder sus privilegios y, también, el puñado de enmascarados que los asisten con denuncias no probadas y con la impunidad que les concede su pacto lastimoso con quienes arruinaron el país hasta el 2003.
 TIEMPO ARGENTINO

sábado, 17 de agosto de 2013

No lo soñé (JiJiJi)

PANORAMA POLITICO


Libro en blanco

Por Luis Bruschtein
/fotos/20130817/notas/na02fo01.jpg

No confrontar, no definir. Con esa especie de pozo de aire o libro en blanco, Sergio Massa intentará mejorar su performance para llegar a la marca del 40 por ciento en octubre. Tiene a su favor el mejor resultado en las primarias bonaerenses, un antecedente que seguramente tentará a los votos que aún mantiene Francisco de Narváez, aunque también sea difícil mantenerse en ese limbo indefinido entre el Infierno y el Paraíso.
No confrontar, no definir. Es como un terreno pantanoso, lo contrario a una idea fuerza. Aparece como una maniobra que aspira a favorecerse de la fuerza de su oponente que, al definirse, confronta. “No me opongo porque no confronto”, sería el espíritu de esa maniobra. La esencia del mensaje es que no confronta, aunque eso implique que tampoco se defina. En esa línea de pensamiento supone que es mejor aún si no se define, porque así no hay nadie que piense distinto. La estrategia es redonda, si la puede sostener.
Si se ha podido sostener ha sido en parte por errores del oficialismo, que demoró en instalar a su candidato y en parte por la andanada granmediática que intervino en las elecciones con una campaña de denuncias de corrupción con poca solidez judicial, pero con mucha repercusión pública.
La campaña granmediática fue ineficiente para deslucir los logros del oficialismo en el plano cultural, en lo social y en la economía. Intentó hacerlo de todas maneras, falseando estadísticas sobre pobreza o explotando situaciones puntuales, y tratando de generalizarlas o ganándose el rechazo masivo cuando quiso presentar como actos de corrupción los subsidios y la inversión en actividades culturales.
En ese plano fracasó. Pero no le fue mal con la difamación de miembros del gobierno. Mientras esas acusaciones públicas con linchamiento incluido no puedan apuntalarse con más pruebas, ni lleguen a ningún puerto en la Justicia, se quedan en la categoría de difamación como parte de una campaña política muy evidente que buscó debilitar al Gobierno.
Ni un solo candidato puso el eje en la crítica de las medidas sociales, culturales y económicas del Gobierno. Los sectores de derecha –incluido un Pino Solanas que dio un giro de 180 grados para buscar votos conservadores– hicieron campaña con el argumento de la corrupción que fue instalado por los grandes medios. La derecha se ha opuesto a las medidas socioeconómicas del Gobierno, pero no puede hacer campaña criticándolas porque espantaría votos. Ha dicho en campaña que este gobierno es el más corrupto de la historia. Desde esa mirada resulta que este gobierno, que cuando termine habrá dejado el cuerpo de leyes progresistas más importante de los últimos 60 años, sería a la vez el más corrupto. El silogismo es cantado: lo más progresista es lo más corrupto.
Hay estupideces que se escuchan como parte de ese sentido común pseudo ético, tales como “con la plata de la corrupción se terminan los problemas económicos”, o “Cristina se queda con toda la plata de la Anses”, o “se queda con toda la plata de las retenciones”. Muchos esconden su pensamiento de derecha detrás de este facilismo malicioso, pero otros han sido cooptados ingenuamente por esta andanada granmediática y conservadora. La única estrategia del gobierno en este tema ha sido esperar a que la Justicia se expida. Pero los jueces y fiscales son sometidos a una presión mediática feroz para que tomen medidas, aunque no tengan pruebas. Y cuando no toman medidas, son acusados de cómplices del oficialismo.
Es probable que en este gobierno, como en cualquier otro, haya funcionarios corruptos. El que roba, debe ir preso. Pero no se trata de eso. Lo que la derecha y la campaña granmediática quieren demostrar es que todo lo popular, lo nacional y lo progresista es corrupto o mucho más corrupto que cualquier opción de pensamiento serio y conservador o de falsos progresistas que siempre le están pidiendo perdón y permiso a la derecha. En los hechos, el Gobierno no ha tenido estrategias frente a esta ofensiva. La ha dejado crecer sin medidas que la neutralicen. Prefirió ignorarla sin desarrollar acciones o un discurso que se le oponga.
La candidatura de Massa se benefició de esa campaña, aunque no la utilizó. El tema de la corrupción no estuvo en el discurso electoral del intendente tigrense porque solamente puede formularse muy a la ofensiva, tiene que ser una diatriba confrontativa y violenta, como es el discurso de Elisa Carrió. El eje de Massa discurre más por la idea de la no confrontación.
Tampoco el discurso de Massa puso foco en la crítica a las políticas socioeconómicas que conforman el 90 por ciento de la obra de un gobierno. Massa asegura incluso que está de acuerdo con la gran mayoría de esas medidas. Su estrategia apunta a montarse en las críticas que se le hacen al Gobierno por otro flanco: la confrontación. Para llevar adelante esas políticas socioeconómicas que nadie critica, y con las que Massa dice acordar, el gobierno tuvo que confrontar. Es imposible estar de acuerdo con medidas progresivas y al mismo tiempo pretender que se puedan alcanzar sin confrontar con quienes siempre las han obstaculizado. Suena a engaño: el que no quiere confrontar, no está dispuesto a concretar ninguna medida progresiva, como le pasó al progresismo de la Alianza.
Entre la falsa moralina de la derecha y la no definición ni confrontación de Massa, a Cristina Kirchner le conviene politizar la campaña, porque nadie pone en tela de juicio la obra de su gobierno. Esa línea de campaña es más enriquecedora que las dos estrategias opositoras. En ese contexto, el discurso del Frente para la Victoria se planta en la gestión de gobierno, que no ha podido ser cuestionada por los candidatos opositores. El punto débil de esa estrategia es que, para mucha gente, los logros que se obtuvieron ya son tomados como derechos adquiridos. El problema es unir esos logros con la permanencia del gobierno. En ese marco, el kirchnerismo se ha planteado politizar el debate electoral porque es el terreno donde se mueve mejor.
Sin embargo, después del discurso del miércoles en Tecnópolis, la misma prensa corporativa prefirió sacar de contexto alguno de los ejemplos donde la Presidenta criticó las prácticas de desinformación. Es poco inteligente pensar que Cristina Kirchner quiera hacerle creer a la gente que es más importante haber ganado en la Antártida, o en el asentamiento La Primavera de los qom en Formosa, que en la provincia de Buenos Aires. Tendría que ser infradotada para pensar así y ya ha demostrado que es todo lo contrario. Esos medios prefirieron evitar los temas de fondo que planteó en el discurso. Y que tienen que ver con las medidas por las que han presionado grupos empresarios que, al no encontrar eco en el Gobierno, se ubicaron bajo el ala del massismo.
La prensa amarilla subestima a las personas. Tomar enfoques menores, como un supuesto malhumor presidencial, o cuestiones secundarias sacadas de contexto, para ignorar el intento de convertir la campaña en un debate más político, es una forma de desinformar. Usaron las críticas para reincidir en lo que se les criticó.
La Presidenta puso sobre la mesa algunos puntos, como una devaluación, como el endeudamiento externo o como el llamado cepo al dólar. Dio a entender que hay una presión sobre esos temas, más que nada en el entorno de Massa, donde se han alineado algunos empresarios y banqueros como José Ignacio de Mendiguren, Martín Redrado o Jorge Brito, el jefe del banco Macro.
La Unión Industrial, otros empresarios y la CGT de Caló se mostraron dispuestos a participar en el debate. Pero es difícil que lo hagan los políticos de la oposición que no están interesados en politizar una campaña en la que no les ha ido mal hasta ahora. Les va más o menos bien, aunque sigan sin encontrar el modo de construir una alternativa nacional, que es donde el kirchnerismo saca ventaja. Es difícil una construcción política en todo el país sin mostrar un proyecto político. El denuncismo sirve para destruir, pero no propone, y lo mismo el anticonfrontativismo. Tiene que haber una visión explícita de país enmarcada en un proyecto que sea abarcador.
pagina12

jueves, 15 de agosto de 2013

Seminario "Argentina y América Latina, la agenda para el desarrollo y la integración"

Kicillof cuestionó a los "profetas de la derrota" y afirmó que la economía creció en los últimos 10 años

El viceministro de Economía afirmó que la economía creció un 

7,2% en la última década, y cuestionó a "los profetas de la 

derrota que nacen en los charcos de podredumbre, y 

aseguran que todo está mal a través de la prensa 

dominante".



"El 7,2 por ciento de crecimiento promedio de esta década no es producto del viento de cola, sino de una política económica que tiene objetivos claros y precisos, siempre priorizando la inclusión social, que es la única estabilidad que se le puede dar al crecimiento", indicó Kicillof.

Lo expresó durante su exposición en el seminario `Argentina y América Latina, la agenda para el desarrollo y la integración´, que se lleva a cabo en el salón de actos del Banco de la Nación Argentina.

El viceministro ponderó el crecimiento económico del país, aún después de la crisis internacional desatada en los Estados Unidos tras la caída del holding financiero Lehman Brothers, cuyo efecto se extendió a los países centrales de Europa con una marcada recesión y altos índices de desempleo.

"¿Qué hacemos con la extraordinaria crisis mundial?", fue el interrogante planteado por Kicillof, quien aseguró que "es el carácter distintivo de la época, con el hito de la caída de Lehman Brothers".

Para la política económica argentina, según el viceministro, es un "vector que no se puede ignorar, en particular en estos tiempos de vientos de frente, de nariz, contemplando que el mundo capitalista está tremendamente interconectado".

"En medio de la hecatombe europea -agregó- nosotros vemos señales fuertes de reverdecimiento de algunos indicadores de nuestra economía, o sea que transitamos un modelo muy potente y robusto en el escenario de crisis mundial", opinó Kicillof.

El funcionario también comparó algunos indicadores de la economía entre las últimas dos décadas y en todos los porcentajes se ratifica, de modo categórico, las mejoras de los índices más importantes a partir de los últimos 10 años.

"Entre 1991 y 2001 el PBI se expandió, a precios constantes, a un ritmo promedio del 2 por ciento anual, mientras que entre 2003 y 20013 esa expansión se ubicó en torno al 7,2 por ciento, que resultó el mejor crecimiento promedio de toda la historia argentina", indicó.

En tal sentido, añadió que "trabajosamente, a un ritmo satisfactorio, se ha recuperado la industria en la Argentina, algo que había sido destruido durante 40 años de neoliberalismo, precisamente a partir de 1977 con la aparición de Martínez de Hoz".

En cuanto a la primarización de las exportaciones regionales, citó un trabajo de Techint que midió el grado de reprimarización en Brasil, México, Colombia y la Argentina, que "demostró que todos se reprimarizan excepto la Argentina".

No faltó un capítulo para el desendeudamiento, que a su juicio les cerró el negocio a los "comisionistas, que paradójicamente en primos hermanos de los mismos que calificaban la evolución de la deuda, por eso nos hemos peleado con el sistema financiero internacional".

Por último, dejó una reflexión sobre los eventuales ganadores de la crisis internacional, que en un principio se vislumbraba por el lado de China y, sin embargo, con la lenta recuperación de los Estados Unidos, posiblemente nos encontremos "con algún acuerdo entre Estados Unidos y Europa, al estilo del Plan Marshall, un eje comercial que en su momento dejó afuera a países como Argentina".

"Hay que ver, prever y discutir cómo podemos guarecernos frente a un eventual chubasco de estas características", concluyó el viceministro de Economía.
TIEMPO ARGENTINO

¡Anunciamos los quince ganadores del segundo concurso TwitteRelatos por la Identidad!


Abuelas de Plaza de Mayo - 

Sitio oficial  


Abuelas de Plaza de Mayo informa que el jurado compuesto por Claudia Piñeiro, Ingrid Beck, Darío Sztajnszrajber, Juan Sasturain y Carolina Aguirre ya seleccionó los quince microcuentos ganadores de la segunda edición del concurso "TwitteRelatos por la Identidad".
Los relatos elegidos, que serán ilustrados por talentosos artistas, son los siguientes:
@AgustinLongoA: "Las paredes solo pueden detenernos por un rato. Y las preguntas que alguna vez se formaron, las irá respondiendo el tiempo..." (Ilustra: Pablo Bernasconi)
@aiisoriano: Y su reflejo le dio la bienvenida, el eterno abrazo lo cobijó. -¡Te encontramos Martín!, soltó aliviada. -Me encontré, dijo perplejo. (Ilustra: Daniel Roldán)
@aleli: Buscar para mi abuela era esperarme a la salida de la escuela. Para ellas es esperar en todas las salidas de todas las escuelas. (Ilustra: Mariano Lucano)
@BruReale: Valija en mano se entera, mirando la puerta, que no abandona a sus padres, sino que se va para encontrarlos. (Lucas Nine).
@coragiordana: Un día se miró al espejo y se vio. Cumplía la edad que tenía su mamá cuando las separaron. Entendió todo. Y llamó a las ‪#‎Abuelas‬. (Ilustra: Mirian Luchetto)
@dondevivenlibro: Otro cumpleaños. Cocino. Pongo la mesa. Cuelgo las guirnaldas. Sirvo la torta. Me siento y espero y espero. Seguís faltándome vos. (Ilustra: Rodolfo Fucile)
@mpasik: Pensó encontrar su nombre pero todo se volvió a nombrar: casa, perro, hijos, parque, luna, pan, cucharón, pelusa, lápiz, piedrita. (Ilustra: María Wernicke)
@cccontigiani: Cada noche se acuestan y les duele. A cada uno. La puntita de dedo que sostuvieron en el primer instante de madre e hijo hasta que... (Ilustra: Luciana Fernández)
@cczerlowski: Nieto - el único animal que tarda casi 40 años en mudar la piel para volver a aprender a caminar. (Ilustra: Viviana Bilotti)
@fer4342: No es lo mismo ser otro. Hay un yo que se pierde. (Ilustra: Cecilia Afonso Esteves)
@germalen: En la pizarra negra, el signo marca la separación entre los términos. Esas dos rayitas blancas superpuestas se esperan. Nadie borra. (Ilustra: Eugenia Nobati)
@Gii_Penelli: Yo te busco para que vos te encuentres. (Ilustra: Matías Trillo)
@lechaura: Esta casa, el patio, mi pieza, juguetes, amigos y familia por momentos se vuelven ajenos, como disimulando algo… (Ilustra: Irene Singer)
@jjpanno: Palíndromo del nieto restituido. ¿SERE YO? ¿SOY?: ¡ERES! (Ilustra: Fernando Calvi)
@libertanga: Cuando despertó, las #Abuelas todavía estaban allí. (Ilustra: Esteban Alfaro)

Las ilustraciones de los relatos conformarán una nueva muestra gráfica itinerante que se inaugurará el 30 de septiembre en el Museo del Banco Central de la República Argentina.
Además, serán publicadas en el sitio www.abuelas.org.ar, en el mensuario de la institución, en Twitter (@abuelasdifusion) y en Facebook (Abuelas de Plaza de Mayo - Sitio Oficial).
Luego de la primera edición del concurso, en marzo de 2012, Abuelas cuadruplicó la cantidad de seguidores en Twitter, red que se constituyó como una herramienta importante para la comunicación e interacción diaria. Además, la muestra gráfica devenida de este certamen recorrió diversos puntos del país y del exterior.
Las Abuelas estamos muy agradecidas por el compromiso solidario del jurado y los ilustradores y con los cientos de usuarios de Twitter que se sumaron cariñosamente a nuestra búsqueda a través de sus hermosos microcuentos y mensajes de apoyo.

sábado, 10 de agosto de 2013

Pinguino Pio



SE PUEDE COMPARAR CON EL ORIGINAL DE ITALIA EN 

ÉSTE ENLACE

http://www.youtube.com/watch?v=dhsy6epaJGs&feature=player_embedded

EN LA ADAPTACION LOS POLLITOS SE UNEN Y RESISTEN

PULCINO PIO - El Pollito Pio (Official)

PANORAMA POLITICO


Fin de ciclo

Por Luis Bruschtein

/fotos/20130810/notas/na04fo01.jpg
La frase “fin de ciclo” está levemente relacionada con la del fin de siècle francés, pero suena muy parecido y arrastra muchas reminiscencias de un escenario en decadencia. El concepto de fin de ciclo circuló durante la campaña electoral, relacionándolo con el del kirchnerismo que, como todas las cosas en el tiempo, también tiene un ciclo, que no se sabe cuánto durará aunque pareciera estar más en su comienzo que en el final.
Esa idea de decadencia superficialmente entrelazada a la del fin de un gobierno está muy instalada en algunos opositores. Paradójicamente, el concepto como tal refleja la trascendencia inconsciente que le dan al gobierno que detestan, porque la idea de ciclo no se corresponde con un protagonista intrascendente, sino todo lo contrario. Un ciclo que llega a su fin es un proceso que tiene raíces muy fuertes en la realidad, por lo menos más fuertes que quienes se opusieron a él, que no pudieron ser los responsables de ese final sino, en todo caso, sus beneficiarios.
Resulta sorprendente cómo esta idea de fin de ciclo circuló durante toda la campaña electoral. Forma parte de un pensamiento opositor, quizá muy condicionado emocionalmente por una furia que, además de limitarlo, lo debilita y para el que cualquier excusa da pie para hablar de un fin de ciclo del kirchnerismo.
Este sector del pensamiento, del periodismo, de la política, pronuncia fin de ciclo con cierto regodeo. No hay una lectura desapasionada en esa frase. Hay festejo, aunque también esté reconociendo implícitamente su impotencia.
La estructura de esa idea no puede ser más sencilla: hay fin de ciclo porque en el 2015 se termina el gobierno de Cristina Kirchner y no se puede re-reelegir. Se está reconociendo así que Cristina Kirchner ganaría esas elecciones si se pudiera presentar, pero que por suerte para ellos no puede hacerlo. Ellos mismos estarían diciendo así que si alguno de ellos ganara esas elecciones sería por la suerte de que Cristina Kirchner no se pudo presentar en ellas.
Sobre todo a los menemistas, tanto los que se mantuvieron leales al caudillo riojano, como para los que trataron de camuflarse en el duhaldismo, en el macrismo o en otras variantes, la idea del fin de ciclo les es familiar. Para ellos hubo un fin de ciclo desastroso. Menem tuvo mucho más poder que el kirchnerismo. Le decían El Jefe y lo describían como el estratega más astuto, un imbatible en ese juego. Apenas tuvo disidencia y la que hubo fue muy pequeña o fue más bien suave, porque gobernó con todos los poderes fácticos a su favor, desde la Iglesia, hasta el capital concentrado así como los gobiernos de las potencias, las trasnacionales y los organismos financieros internacionales. Y por supuesto, también tuvo a su favor a los grandes medios de comunicación durante sus primeros ocho años de gobierno. El riojano les habilitó la propiedad cruzada de medios que permitió el surgimiento de los multimedia concentrados.
De esa construcción de poder que parecía indestructible no quedó nada. En poco tiempo fue disuelta y el otrora todopoderoso quedó en soledad y cuarentena, los que antes lo iban a buscar ahora lo eluden y sus seguidores más fieles quedaron aislados como leprosos. Para los menemistas, el fin de ciclo fue algo real. Son los primeros en pensar, pero no los únicos, que si le pasó a Menem le tiene que pasar al kirchnerismo.
En realidad, Menem fue efectivamente apoteosis y final de un ciclo. Su estrella política se correspondió con el ciclo del endeudamiento externo, una era que había comenzado en el golpe de 1976 –aunque ya desde antes presionaba por instalarse–, y que culminó con la crisis del 2001-2002.
Se dice que los procesos económicos y los políticos van más rápido que los procesos culturales. Hay un aspecto en el que el kirchnerismo sí representa el final de una etapa. Ese punto es el de la transición democrática. El kirchnerismo es el último gobierno de la transición porque es el que salda temas que quedaban como resabio de épocas anteriores, como los juicios a los represores de la dictadura y porque es el primero que logra gobernar en democracia sin la tutela condicionante de los poderes fácticos o corporativos, algo que no hicieron sus antecesores, algunos porque no quisieron y otros porque no pudieron.
Pero donde falla la comparación con el fin de ciclo que sepultó a Menem es que el kirchnerismo no es el final sino que es el comienzo de uno nuevo. Cuando Argentina ya no pudo endeudarse, se cayó el sistema de la bicicleta financiera. Eso fue lo que representó Menem y lo que destruyó la economía en la crisis del 2001-2002. El kirchnerismo es el comienzo de la nueva etapa que se abre tras esa caída. Desde el punto de vista cultural tuvo que destruir los valores que fueron hegemónicos durante el menemismo y construir otros, de los cuales se vuelve el portador principal. Esos nuevos valores son los que representarán el cambio a lo largo del tiempo que dure este nuevo ciclo. Algunas de esas ideas centrales son la defensa del Estado frente a la destrucción del neoliberalismo, la integración regional frente a la subordinación a las grandes potencias, la distribución de la renta para alimentar el mercado interno frente a los procesos de concentración y exclusión durante el neoliberalismo. Y en general todas las políticas de ampliación de derechos para los trabajadores, las mujeres y las minorías en general. Es más complejo que eso, porque en cada nicho de hegemonía del neoliberalismo tuvo que disputar un contranicho. Estaba obligado a hacerlo si quería sobrevivir y como las disputas culturales son más lentas que las económicas y las políticas, todavía tiene que seguir haciéndolo.
Esa construcción ideológica será el bagaje del progresismo, del movimiento popular o del centroizquierda durante el nuevo ciclo que se abre y que puede durar treinta o cuarenta años o menos. Para el escenario de la historia, la identidad del kirchnerismo es esa construcción y no otra.
El kirchnerismo ha podido generar una identidad clara que se basa en una renovación de las ideas iniciales del peronismo y el agregado de nuevas ideas. Podría suceder que esa identidad no tuviera su correlato en una estructura consolidada. El kirchnerismo no ha podido amalgamar a todos los sectores que asumen su identidad. Hay diferenciaciones entre el peronismo y los no peronistas y dentro de esos dos campos también hay variedades y matices que todavía obstaculizan objetivamente la confluencia en una organicidad común.
La idea del fin de ciclo apunta a un desbande de las diferentes fuerzas, como sucedió con el menemismo cuando perdió el poder. Sin embargo Menem perdió el poder, pero nunca perdió elecciones y siguió pesando en el peronismo desde el llano. El menemismo desapareció como fuerza porque no podía entender el ciclo que comenzaba, lo que sí hizo el kirchnerismo.
Se insiste en la teoría de que en el peronismo lo único que importa es el poder. Es un factor importante pero no hay antecedente histórico que demuestre que es el único. Perón lideró el movimiento desde España durante 18 años y en la oposición. Y Menem siguió pesando fuera del poder al punto de ganar la primera vuelta de 2003.
Aun en el peor escenario para el kirchnerismo en 2015, en caso de pasar al llano y la oposición, lo haría como una identidad popular muy clara y como un conglomerado de fuerzas diversas pero con el fuerte liderazgo consensuado de Cristina Kirchner. En esa situación, tanto en el peronismo como entre los no peronistas, pasaría a ser la principal fuerza de oposición, la más importante como expresión popular en el centroizquierda y el eje alrededor del cual se tejerían las alianzas en ese espacio. Es una fuerza con 12 años de ejercicio del poder, con más cuadros con experiencia de gestión que ninguna otra y con un masivo sector juvenil que le garantiza proyección en el tiempo.
No hay determinismo que garantice el futuro, pero lo más probable para los que se esperanzaron con la idea de un fin de ciclo del kirchnerismo es que tendrán que prepararse para un largo via crucis, porque todo da la impresión de que el ciclo recién empieza.
pagina12