domingo, 23 de febrero de 2014

Por Mempo Giardinelli

La adolorida Venezuela y una tarea


Mientras aquí se discuten aumentos salariales y nadie sabe si empezarán las clases ahora en marzo, y la oposición política ya hizo pública la amenaza de abandonar el Congreso la próxima semana –cuando la Presidenta pronuncie su informe anual del Estado de la Nación–, la hermana República Bolivariana de Venezuela se debate en un infierno que nos mira a los ojos.
No es una versión más de lo que cierta estupidez de moda aquí llama “grieta”, partición sólo verdadera en las esferas del poder y que no existe en las ciudadanías que trabajan decentemente todos los días y sólo quieren vivir en paz.
Lo que acaso permita entender la crisis que ha provocado la oposición en Venezuela –donde las instituciones republicanas parecen ser más débiles que aquí y donde la violencia también anida en los sectores más sumergidos y en los más poderosos, aunque por muy diferentes causas y razones, si es que hay “razones” para la violencia– es que allí emergieron una vez más los mismos viejos impulsos golpistas que son negados a diario –allá como aquí–, pero que saben echar leña al fuego de sociedades que estuvieron por muchos años cautivas mediáticamente, con clases medias enervadas y una demagogia feroz, incluida la de los opositores que acusan de demagogos a los gobiernos.
Esa película acá se conoce muy bien, pero lo adicionalmente grave es que ahora algunos quieren mostrar la tragedia venezolana como el anticipo de lo que supuestamente “se viene acá”. Y entonces hay que señalar claramente cuál es la cuestión de fondo, que es válida para Venezuela pero también para la Argentina: son los cambios económico-sociales de los últimos años –casi todo lo que va del siglo XXI– lo que se ha vuelto intolerable para los poderosos. Por eso sus “argumentos” son de enorme peso: cinismo perfecto; aplanadora mediática; absoluta falta de escrúpulos; completo desinterés por el destino de las grandes mayorías y los desheredados de la vida.
Venezuela es clave hoy porque en el fondo, para esos poderes, es inaceptable el freno a ciertas voracidades tradicionales; a la continuidad del rechazo al ALCA en 2005; a la aparición de millones de marginados que antes solamente se morían, pero ahora tienen acceso a educación, salud, vivienda y algunas posibilidades, y demandan más.
El poder del poder puede ser bestial, y lo están mostrando con la desestabilización de Venezuela. Más allá de cualquier torpeza, corruptela o mala gestión del chavismo, lo que está en juego es la enorme riqueza de ese país entrañable y un modelo democrático que venció en 18 de 19 elecciones. Por eso ciertos desatinados hablan de “dictadura”. Y por eso cuando el presidente Obama pide “restaurar la paz” y habla de “caos inaceptable en Venezuela” es válido sospechar que quizá se podría estar gestando –Dios no lo quiera ni permita– la conversión de Caracas en una Bagdad americana.
Por eso en la Argentina hay que rechazar de raíz el repudiable exabrupto del señor Luis D’Elía pidiendo el fusilamiento del sedicioso venezolano Leopoldo López. Semejante barbaridad no es más que otra cara de la misma moneda.
Lo cierto es que para el poder verdadero –el que anhela volver a dictar rumbos a una América latina que hace una década se salió del libreto neocolonial– es insoportable la Celac. Por eso los “asesores” de Washington son casi todos latinos de ultraderecha, particularmente cubanos, venezolanos, chilenos y colombianos todo servicio, personas capaces de llenarse las bocas con palabras democráticas pero dispuestas a cualquier acción violenta con tal de detener y revertir los procesos independentistas que se han producido, aunque tibios y apenas incipientes, en lo que José Martí bien llamó “Nuestra América”.
Basta ver y escuchar al desaforado, enardecido y gritón Leopoldo López para entender el grado de odio, rencor y furia que se ha desatado sobre Venezuela. Tenemos versiones argentinas de lo mismo. Por eso algunos discursos de la Presidenta los irritan tanto. Y por eso Maduro llamó ante todo a controlar la violencia: “Las órdenes son muy claras: mantener la paz, construir la paz, amansar a estos locos fascistas con la ley”.
De ahí que el apoyo argentino al gobierno venezolano, que es absoluto, es coherente. Porque lo que pasa en Venezuela puede pasar aquí y dondequiera. Aquí también la verdad se reclama todo el tiempo, aunque en realidad para nada interesa a los que tienen el poder, el verdadero poder, en sus manos. Aquí también critican la corrupción sin presentar pruebas y dejando pasar los miles de pequeños casos en que ellos mismos están o estuvieron involucrados. Como cuando en todos los ’90 y hasta 2003 en este país hacían silencio cómplice mientras sus economistas y lobbistas robaban a cuatro manos el patrimonio de los argentinos.
Lo más grave, sin embargo, lo alarmante es que ahora están mostrando ser capaces de una violencia que no necesitaron entonces. Y para ello cuentan con la necia complacencia de los que siguen y seguirán negando todo golpismo. Por eso al menos esta columna seguirá afirmando que el golpe está suspendido en el aire y sólo con buena gestión, más democracia y más paz se podrá neutralizarlo. Esa es la tarea cotidiana.
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lunes, 10 de febrero de 2014

Temas de debate Los efectos de una histórica estructura productiva desequilibrada


El huevo de la serpiente

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Producción: Tomás Lukin

Las señales del mercado

Por Norberto E. Crovetto *
La formación de la economía argentina desde nuestra independencia se hizo al calor del mercado global armado por Inglaterra. Esa primera globalización nos ubica, por la extraordinaria productividad del campo, como proveedores de carne y granos. La provisión de materias primas y alimentos baratos es crucial para el desarrollo industrial de los países centrales. Producimos más barato las carnes y los granos que en los países centrales, luego resulta más barato intercambiarlas por manufacturas importadas que producirlas internamente. Se impone políticamente una organización económica cuyas señales ordenan la economía en base a los principios de las ventajas comparativas, siendo nuestro rol el ser “granero del mundo”. Las señales de mercado son instituidas orientando la actividad económica en cumplimiento de la división internacional del trabajo.
Desafortunadamente, la economía no suele mantener en el tiempo su equilibrio y las señales del mercado pierden fuerza en su carácter primordial de orientación y coordinación; producto de las crisis y guerras mundiales el país se industrializa. Una vez resueltos los desequilibrios y reencauzada la actividad económica mundial y bajo un nuevo dominio político (el ascenso de EE.UU. en lugar de la Gran Bretaña), se reordenan los mercados y sus señales. Nuevamente se impone el rol de ser el “granero del mundo”, pero ahora en conflicto con el proceso de industrialización, generándose una economía que Diamand ha denominado Estructura Productiva Desequilibrada (EPD), por la cual coexisten productividades relativas entre los sectores industrial y primario diferentes de las internacionales. La mejor productividad del campo que la internacional resulta en un producto industrial relativamente más caro que el de nivel internacional. O de otra manera, gracias a un costo menor en los países centrales del producto industrial dado por la importación de alimentos, aquél resulta relativamente más barato que el producido en nuestras tierras.
Estas han sido, en apretada síntesis, las causas de los ciclos y estancamiento de la economía argentina. Las recurrentes crisis del sector externo (devaluaciones y fuga de capitales) son su manifestación más visible, que, como el iceberg, tiene una cara oculta en la construcción histórica de un tipo de estructura productiva particular (EPD), y que se comparte con los países de herencia colonial con pocas excepciones. Gran parte del endeudamiento externo, hoy sustancialmente resuelto, tuvo su origen en ese mecanismo. En el contexto actual, volver a endeudarse con libertad absoluta del egreso de divisas es aumentar los niveles de “fuga de capitales”.
Se pueden aplicar políticas desde la demanda, pero ellas encuentran un límite en la creciente importación sin su correlato en las exportaciones industriales. La mejora en la distribución del ingreso con señales de mercado “viejas” conduce al callejón de la crisis del sector externo. El problema central de la restricción externa se dramatiza en la inflación y puja distributiva; tampoco se resuelve sin conducir las señales de mercado en la dirección deseada. La construcción del mercado tuvo que ser planificada (Polanyi).
Si se observa la evolución histórica de muchos de los países industrializados, de los viejos (Alemania, Italia) y de los nuevos (los asiáticos) se rescata el hecho de que todos han provocado cambios modificando desde la política los mercados y sus señales, de modo que se orienten y coordinen en la dirección de resolver y remover los obstáculos para el desarrollo.
¿Cuáles son las condiciones para modificar las señales de mercado a favor de un crecimiento industrial e inclusivo? En primer lugar la fortaleza macroeconómica, cuya piedra angular es el equilibrio a largo plazo de la balanza comercial. Por lo tanto, los ingresos de divisas por bienes y servicios reales y los egresos por importaciones y servicios reales y financieros deben tener un tratamiento en lo más alto de la política económica, tanto desde el punto de vista de la multiplicidad del tipo de cambio como de los acuerdos sectoriales, de modo que la tendencia natural a importar se equilibre con exportaciones industriales crecientes. No se trata en este caso de compensar con exportaciones “agropecuarias”, pues en ese caso “no aumenta” sino que sustituye un exportador por otro. También la política fiscal debería tener como uno de sus principales objetivos —aunque no el único— el apoyo al equilibrio del sector externo, en la inversión pública, en los subsidios a los procesos industriales y el desarrollo tecnológico. En la política industrial, el desafío mayor, dada la fragmentación productiva global, pasa por sustituir exportando. Este crecimiento tiene que ser inclusivo. Es la condición para alcanzar una capacidad de decisión política propia. Difícilmente se alcance tal poder con un pueblo empobrecido: la miseria no suele ser buena consejera para la salud económica y social de los países.
* Facultad de Ciencias Económicas, UBA.

Más intervención estatal

Por Martín Harracá y Pablo Wahren *

Los últimos acontecimientos en materia económica han puesto en el tapete una discusión muy necesaria: el rol de los principales grupos económicos en la vida política y económica del país. El Gobierno denunció en diversas ocasiones a aquellos sectores que mediante su comportamiento han fomentado, en el frente externo, la caída de reservas y en el interno, una aceleración de la inflación. Sin embargo, las políticas actuales suponen concesiones a los principales sectores de poder económico.
Los exportadores de granos se han negado a liquidar su cosecha, motivando la caída de reservas, pero también es cierto que el Gobierno convalidó la devaluación. De esta manera, quien acaparó ganó, al poder vender en la actualidad la cosecha a 8 pesos por dólar. Mientras los exportadores amasan mayores fortunas, la devaluación se traslada a precios y erosiona el poder adquisitivo de los salarios, ya sea por mayores costos importados o por la acción especulativa de empresarios con poder de mercado que han aprovechado para subir sus precios a pesar de que sus insumos sean locales. Otro tanto ocurre con los bancos que han contribuido a la incertidumbre cambiaria mediante su accionar en el mercado paralelo y hoy se les ofrece la oportunidad de seguir aumentando sus ganancias a través de la política de incrementos en la tasa de interés.
Así, medidas compensatorias como el plan Progresar, con lo necesarias y progresivas que puedan llegar a ser, quedan opacadas frente a las consecuencias distributivas de la devaluación, y tampoco aportan a evitar las causas que las hicieron necesarias. Si hacemos un ejercicio muy simple, y suponemos que se va a exportar en dólares exactamente lo mismo que en 2013, sólo la devaluación del mes de enero ya implica una transferencia a los exportadores de más de 100.000 millones de pesos. La cifra es equivalente al monto destinado a subsidios en 2013 y supera ampliamente los fondos destinados al plan Progresar.
Creemos que debe adoptarse otra estrategia, que parte de la premisa básica de que no es posible combatir la especulación y el acaparamiento de productos mediante acuerdos e incentivos a los mismos sectores que la generan. La primera propuesta que señalamos se relaciona con el comercio exterior. Sólo 20 empresas controlan casi el 50 por ciento de las exportaciones totales argentinas. Eso implica un virtual monopolio privado de la principal fuente de divisas de la Argentina, resulta urgente la conformación de un Ente Regulador del Comercio Exterior, acompañado por la puesta a disposición del Estado de los principales puertos y terminales que desde los ‘90 están en manos privadas. Operando como único exportador de todos los productos agrícolas, hidrocarburíferos y minerales del país, y con capacidad de intervención sobre otros rubros de exportación e importación, esta herramienta pondría en manos del Estado valiosísimos instrumentos de política económica que permitirían: 1) desacoplar precios internos de los internacionales; 2) incentivar producciones de mayor valor agregado o estratégicas mediante subsidios cruzados; 3) quitar presión a pequeños productores regionales que hoy se ven afectados por mono u oligopsonios; 4) evitar fraudes, triangulaciones, acopios y distintas maniobras ilegales frecuentemente detectadas en las grandes exportadoras y 5) disponer de una importante masa de renta en pesos apropiada por las exportadoras que hoy genera presión al dólar, para orientarla hacia política fiscales expansivas y de inversión en sectores claves.
Bajo una lógica similar, el otro frente que se debe abordar es el del comercio interior, apuntando a combatir la inflación y las estructuras concentradas en ciertas ramas estratégicas de la economía. Una alternativa es la creación de una empresa estatal con amplia inserción geográfica, orientada a la distribución de productos de consumo popular. Esa iniciativa generaría miles de puestos de trabajo genuinos. Esto permitiría poner un coto a las ganancias extraordinarias de las grandes cadenas de supermercados, estableciendo precios de referencia para bienes de la canasta básica. El otro aspecto neurálgico para controlar la inflación es la auditoría de costos y ganancias de aquellas ramas productoras de insumos difundidos, que también están fuertemente concentrados (lo que en cierta medida facilita la tarea fiscalizadora). Un hito en este campo podría ser la recuperación de la ex Somisa, empresa fundada por el Estado y adquirida por el grupo Techint mediante una estafa prolongada en el tiempo. Es posible comenzar a disputar la preponderancia de ciertos sectores económicos de poder, pero para ello debemos preguntarnos qué actores necesitamos, construyendo qué política económica y qué Estado.
* Docentes UBA.
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sábado, 8 de febrero de 2014

miércoles, 5 de febrero de 2014

cada vez más ricos


Desmontando coartadas


Por Bernardo Kliksberg *


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Las 85 personas más ricas del mundo tienen hoy más que los 3600 millones de menores ingresos. El uno por ciento más rico tiene ya casi la mitad del producto bruto mundial. Esto contradice la ética más elemental. Cómo justificar lo injustificable. Han crecido las coartadas inverosímiles para legitimarlo. También, con la desigualdad, el peso del uno por ciento sobre las decisiones del Estado. Sin embargo, hay salida.

Actos fallidos y coartadas

El intento de esconder las desigualdades y las prácticas que las generan, a través de coartadas sin sostén, puede llevar a actos fallidos y declaraciones fuera de realidad. Son cada vez más frecuentes.
El más alto ejecutivo de un laboratorio multinacional líder discutía hace pocos días con autoridades de la India sobre la duración de la patente de un nuevo medicamento promisorio para algunos tipos de cánceres. La India tiene una firme política en proteger a la industria nacional de genéricos, una de las más pujantes internacionalmente, y para ello limita los plazos de las patentes y rechaza imposiciones de los laboratorios que tienden a desalentar o atrasar la producción de genéricos. Los precios de los genéricos son mucho más económicos que los impuestos por los laboratorios. La organización Premio Nobel Médicos sin Fronteras escribe: “Las patentes de medicamentos protegen a las ganancias de las empresas, no a los pacientes. La industria promueve muchos mitos para justificar sus altísimos precios”.
En medio de la discusión el alto ejecutivo expresó: “No creamos ese medicamento para los hindúes, sino para los occidentales que pueden pagarlo”.
Hubo una protesta frente a la casa de un alto ejecutivo de empresas tecnológicas de punta en San Francisco. Varias han hecho ganancias record y reciben múltiples críticas por bajos salarios, elusión fiscal, prácticas monopólicas. El ejecutivo envió una carta a un difundido medio afirmando que “la sombra del Tercer Reich se cernía sobre el área, estaba preocupado por una nueva noche de cristal, donde multitudes nazis iban a robar y matar”.
Cuando Obama criticó la especulación, que fue central en la caída de la economía americana en 2008/2009, y anunció regulaciones, uno de los dueños de uno de los mayores fondos financieros dijo que “era una guerra del presidente contra los empresarios similar a la invasión de Polonia por Hitler”.
The New York Times denuncia editorialmente (24/1/14) que “es un shock aprender del último informe del médico jefe de EE. UU. que por los cambios en los diseños y la composición de los cigarrillos, los fumadores tienen actualmente un riesgo más alto de contraer cáncer de pulmón y obstrucciones pulmonares crónicas que el que tenían hace 50 años, aunque fumen menos cigarrillos”. También “saber que algunos de los cigarrillos son más adictivos que los de antes, porque los fabricantes los han diseñado para llevar más nicotina a los pulmones para inducir y sostener la adicción”. Ante nuevas regulaciones, la interpretación de la CEO de Imperial Tobacco fue que esto “no era acerca de la salud, sino antiempresas... No es más una cuestión de la industria del tabaco, sino acerca del rol del gobierno”.
En América latina el uno por ciento repite que sus ganancias las consiguió en base a méritos personales. En cambio, los pobres lo son porque “no quieren trabajar”, “no les interesa el estudio”, “no tienen iniciativa”.
No funciona así. Algunas de las mayores fortunas se han construido en base a prácticas que significan generar pobreza, como entre otras la especulación, el acaparamiento, las acciones monopólicas, los bajos salarios. Además, las posibilidades de pertenecer a los más ricos son totalmente diferentes según donde se nació. De acuerdo con un estudio (Corak, 2012) realizado en Perú, que tiene un Gini elevado de 48,3, dos tercios de lo que gana una persona se relaciona con lo que sus padres ganaron en el pasado. En otros países latinoamericanos aún es peor.

La cooptación del poder

Oxfam sabe de pobreza. Trabaja desde hace 70 años enfrentándola y está presente en 90 países. La prestigiosa ONG publicó Gobernar para las élites (20/1/14).
Ante la escalada en las desigualdades advierte que “a menos que se adopten soluciones políticas valientes que pongan freno a la influencia de la riqueza en la política, los gobiernos trabajarán en favor de los intereses de los ricos y las desigualdades seguirán aumentando”.
Así lo perciben los ciudadanos. En una encuesta que realizó en varios países, la gran mayoría piensa que “los ricos tienen demasiada influencia en el rumbo del país” y considera que “las leyes están diseñadas para favorecer a los ricos”.
Uno de sus ejemplos es el avance de las políticas de austeridad en Europa a pesar de las protestas masivas de la ciudadanía. El 10 por ciento más rico ha aumentado su participación en el ingreso nacional. En la India los multimillonarios pasaron de tener el 1,8 por ciento del ingreso en 2003 al 26 por ciento en 2008. La mitad de las fortunas se generaron en sectores “rentistas”. Las normativas económicas a favor de las elites fueron esenciales. Por el otro lado, el gasto público en salud es menor al uno por ciento del PIB.
En Africa con nuevos descubrimientos de materias primas claves denuncia: “... En demasiadas ocasiones las industrias extractivas, con la complicidad de funcionarios corruptos, están robando a Africa su riqueza y su potencial para el gasto social”. Uno de los países más pobres del mundo, Níger, tiene como principal exportación el uranio. Las desgravaciones fiscales que concedió a las multinacionales hacen que el uranio sólo aporte del 4 al 6 por ciento del presupuesto público. Mueren 143 niños de cada 1000 antes de cumplir los 5 años. En Zambia, aunque las exportaciones de cobre fueron de 10.000 millones de dólares, el Estado sólo recibió 240. El 69 por ciento de la población está en pobreza extrema.

¿Se puede cambiar?

Para lograr cambios reales los gobiernos deben trabajar para la gente, y es necesario desmontar las coartadas para desacreditarlos. Una favorita en América latina es apodar como “populismo” a todo cambio a favor de las mayorías.
Oxfam tiene un ejemplo de que los cambios son posibles. Dice: “El caso de America latina mantiene viva la esperanza de que la tendencia mundial hacia el incremento de la desigualdad puede revertirse. A pesar de que históricamente ha sido la región más desigual del mundo, es la única que ha conseguido reducir la inequidad en la pasada década”. Menciona entre las políticas virtuosas “el aumento de la recaudación fiscal ‘más rápido del mundo’, el aumento del gasto social, la especial atención al gasto en educación y salud, la elevación del salario mínimo”. En países como Brasil, Argentina, Uruguay, Ecuador y otros falta mucho, pero hay reducción de desigualdad y pobreza. ¿Cuál fue el secreto? Oxfam saca una lección: “La política ciudadana ha sido fundamental en la consecución de estos avances, ya que representa a la mayoría de la población en lugar de estar en manos de una pequeña elite”.
* Presidente de la Red Latinoamericana de Universidades por el Emprendedurismo Social.
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