jueves, 31 de mayo de 2012

“Página es una contraseña de identidad”


Texto completo del discurso de Cristina Fernández de Kirchner en el acto por el 25° aniversario de Página/12 *


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Muy buenas tardes a todos y a todas; Jorge (Prim), Hugo (Soriani), Ernesto (Tiffenberg, los tres miembros de la dirección del diario), trabajadores de Página/12, miembros de las organizaciones de derechos humanos, escritores, cantantes, artistas, todo el colectivo cultural de la Argentina. Veinticinco años. Vos sabés, Jorge, que cuando abrí Página/12 y saltó la revista, esa publicación divina que hicieron por los 25 años, y comencé a leer el primer artículo, firmado por ustedes tres, Que la inocencia les valga, si mal no recuerdo, que habían publicado una tapa que decía: “Se derogaron las leyes de obediencia debida y punto final” y “El Fondo Monetario Internacional condonaba la deuda”, y se reían ustedes (se refiere a una tapa con noticias falsas para el Día de los Inocentes de 1988), vi que decían ustedes, bueno, el Fondo Monetario Internacional no condonó la deuda, pero nos libramos de él pagándola y hoy han sido anuladas y declaradas inconstitucionales por nuestra Corte Suprema, por el Parlamento y por una iniciativa de toda la sociedad las leyes de la impunidad. Y después seguí mirando, todas muy buenas notas, y me detuve, obviamente, en la fotografía de Néstor y mía, que era una nota que la firmaba Fernando Cibeira, que decía El primer comienzo. Esa foto es exactamente de 1989 y fue la constitución del Frente para la Victoria santacruceño y ahí estamos hablando, él está hablando con el cigarrillo en la mano, desde un boliche. Porque era un boliche eso, no era un estadio, no estábamos en ningún lugar así cultural, era un boliche al que íbamos todos los días, después de militar y de reunirnos y estábamos ahí. Como daba a la calle, en plena Avenida Roca, hoy Presidente Néstor Kirchner... qué gusto, Osvaldo (Bayer), ¿no es cierto?, mucho mejor, ¿no? (Aplausos.)
De acá te veo, Osvaldo, y bueno, había sido nuestro bautismo de fuego, yo había encabezado la lista de diputados provinciales, habíamos vencido a las listas oficiales, éramos opositores, pese a que Néstor era intendente y ahí se recuerda que también ustedes estaban construyendo Página/12, en mayo de 1987. Nosotros estábamos construyendo la campaña política para la intendencia de Río Gallegos, que ganaríamos por apenas 111 votos. Ese hombre ha sido condenado, es una rabia que me da, la rabia que tengo, pero bueno, ¿viste que no necesitás votos para entrar en la historia? Necesitás hacer cosas importantes. (Aplausos.)
Pero la verdad es que ese día, casi ni salimos a festejar cuando nos enteramos de que habíamos ganado la Intendencia, porque había mucha paridad en los cómputos. Cuando el candidato radical, el contador Roberto López, que hoy es el titular de Lotería Nacional, se acercó al estudio jurídico, donde teníamos nosotros nuestra base de datos, que no nos daban y donde unos decían que ganamos, que perdimos. Y llegó a felicitarnos y a decirnos que de acuerdo con los cómputos de la Unión Cívica Radical venían a reconocernos los 111 votos. Y ahí comenzó también una historia. Yo tenía 34 años, claro, sí. Fue la continuidad de la historia, en realidad, con algunos lapsus obligados, obligatorios, impuestos por la dictadura que asoló. Y también leyendo un artículo –mirá vos todas las cosas que pasaron en ese momento, cómo se van vinculando las unas con las otras– de Victoria Ginzberg, que habla precisamente en su nota de los desaparecidos y de la lucha de los organismos de derechos humanos, dice que precisamente en esa semana ya tenía media sanción, en Diputados, la ley de obediencia debida y faltaba la media sanción del Senado. Ahí también se estaba fundando Página/12. Mira cómo se entremezclan las historias, todo lo que hemos logrado.
El saludo entre Cristina Kirchner y Estela de Carlotto.

La contraseña

Y yo digo que –recién describiendo qué representa Página/12– lo definiría como una contraseña. Vos veías a alguien con Página/12 y más o menos sabías de qué se trataba. Hay otros diarios... bueno, el que ves leyendo La Nación sabés de qué se trata. Pero hay algunos otros que por ahí te despistan un poco, viste. (Aplausos.) Mañana editorial de La Nación, a todo color... Pero lo cierto es que para decirte algo, en el departamento, cuando Máximo estaba estudiando en Buenos Aires, y vivíamos allí en Juncal, en pleno corazón de Recoleta, entre Uruguay y Paraná, octavo piso era el nuestro, eran nueve o diez pisos, el diariero te dejaba los diarios en cada piso, y entonces vos veías todo La Nación, La Nación, La Nación... y llegabas al octavo y ahí estaba Página/12 y también comprábamos Clarín, debo decir la verdad, la verdad hay que decirla. Pero los otros ni Clarín, era todo La Nación. Por eso lo digo, era una contraseña de identidad, que no significa, ojo, pensar como vos decías exactamente igual, eran discusiones, debates. Al contrario, la contraseña de la gente que nos gusta debatir, que nos gusta argumentar, es como un ADN que llevamos adentro. Pero no son discusiones banales, no son discusiones que tengan que ver con lo que uno a diario por allí está escuchando, son discusiones y verdaderas batallas culturales. Y está muy bien identificar a Página/12 con el colectivo de los derechos humanos. Porque si hubo un espacio, que fue más que un diario, si hubo un lugar en el que fueron inflexibles e inclaudicables en la denuncia de la impunidad, fue precisamente en este colectivo de Página/12, que tiene por ese solo hecho, más allá de todos los otros en que fue protagonista, un lugar en la historia del periodismo y un lugar en la historia de los argentinos. Porque en definitiva expresan lo que es el momento de la sociedad, que se pueden expresar a través de un diario, de una agrupación política, de una agrupación cultural.
Yo la verdad que me siento muy honrada de poder estar hoy aquí, en este ámbito. Ustedes se sienten honrados porque la presidenta está presente y yo me siento honrada de poder estar con un espacio, y con un público, siendo Presidenta de la Nación, de poder hablar y que no te chiflen, siendo este espacio que es tan crítico de todo. (Aplausos.) Yo leía que ustedes esperaban estar en estos primeros 25 años y poder estar en los próximos 50 años. Ojalá que estén ustedes tres todavía en el diario. Yo no voy a estar en la Presidencia, de eso tengan la plena seguridad. Pero ¿saben qué me gustaría? Que cuando Página/12 cumpla 50 años también un presidente pueda venir a hablar acá, porque quiere decir que se han consolidado la transformación y el cambio que durante generaciones demandaron miles y millones de argentinos. (Aplausos.)
Yo creo realmente que es la coherencia, el defender lo nacional, el volver a no sentirse avergonzado de decir “nación”, “patria”, porque en algún momento hasta decir nación, patria o popular podía identificarte en una suerte de medio nacionalista con zeta. Hemos recuperado la Nación, hemos recuperado lo popular para la democracia y esto tiene un valor muy grande. Y yo lo digo desde mi propio movimiento político, en el que siempre milité y en el que no todos fueron rosas y no todas fueron experiencias que por allí podamos decir que fueron todas buenas o perfectas, pero es un movimiento político, no es un movimiento de ángeles ni de santos. Lo que sí puedo decir es que hemos también protagonizado grandes gestas populares y yo me siento muy orgullosa de formar parte de este colectivo, de este proyecto nacional, popular y democrático, que es un proyecto de reparación de valores, de reparación de derechos, que nos ha costado muchas cosas, en términos personales, que nos ha costado agravios, descalificaciones, cosas que tienen que ver con el odio. Porque no tienen que ver con la política ni con las diferencias ideológicas, que son naturales y que es bueno que haya en todas las sociedades.
Cuando vos los ves vociferar y abrir esa boca como gritando, con odio... Yo ni siquiera vi así a las Madres y a las Abuelas, cuando estaban buscando a sus hijos. Yo me acuerdo de esa imagen que recorre el mundo todavía y que está en todos los documentales, cuando les preguntaban los periodistas y ellas decían: “Señor, solamente queremos saber que nos digan dónde están nuestros hijos”. Y no era ese gesto de odio, no me quiero referir a quiénes, pero todos sabemos de qué estoy hablando. Y no era odio, porque en realidad lo que las movía era el amor, por eso no tenían odio y por eso sus expresiones eran de pregunta, eran inquisitivas, eran de interpelación, pero no eran movilizadas por el odio, eran movilizadas por el amor, el amor a sus hijos, qué amor más grande que el amor de una madre por un hijo, qué sacrificio más grande el de una madre por un hijo. Y estas Madres y estas Abuelas que han sido paridas por sus nietos y por sus hijos en esta Argentina, que también ha sido parida por esos 30 mil desaparecidos.
Yo recuerdo siempre la primera intervención de Néstor, en Naciones Unidas, cuando dijo: “Somos hijos y nietos de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo”. (Aplausos.) Y así realmente nos sentimos.
León Gieco con la Presidenta, atrás Hugo Soriani, de Página/12.

Veinticinco años de un país

Una Argentina que explotó, en el año 2001. Ahí cuentan una anécdota también, en esa nota sobre Néstor, que había convocado a un compañero, que no estaba con nosotros, que era peronista, pero que estaba en otro sector del movimiento, y le había dicho: “Vení, Gordo, que en cuatro años ganamos la Gobernación, después de cuatro años de Intendencia, y en veinte llegamos a la Presidencia”. Llegó antes, pero la verdad que más que mérito propio fue mérito de la historia; el mérito, en todo caso, fue haber tenido el valor. Yo muchas veces, inclusive, dudaba. Yo tampoco creía que podíamos llegar, lo digo sinceramente. Empecé a sentir eso, que podíamos, cuando –se acuerdan lo que pasó, en esa semana anterior, que parecía que avanzaba otro candidato también, del que no voy a decir el nombre, pero todos se deben acordar quién era, que también podía ser identificado con el neoliberalismo y entonces iba a haber una puja entre dos candidatos que pensaban lo mismo–. Me acuerdo de que me llamó una gran periodista, que no voy a mencionar, porque hoy ocupa un lugar en el gobierno nacional, y me dijo: “Te llamo porque –ella me conocía como senadora, prácticamente no lo conocía a Néstor– voy a votar a tu marido. ¿Y querés que te diga por qué voy a votar a tu marido? Porque si tengo que elegir entre esos dos que dicen que van a quedar, yo me pego un tiro o me voy del país”. No me voy a olvidar nunca de esa llamada, no me voy a olvidar nunca. (Aplausos.) Para mí fue como un clic de que algo estaba pasando. Y no era tanto el conocimiento de Néstor, era como decía Borges, no nos une el amor, sino el espanto. Pero en realidad creo que, bueno, finalmente pasó lo que pasó. Alguien también recordaba en esa revista estupenda, estupenda además la idea de esas páginas con distintos colores y con letras disímiles, muy creativo realmente, muy lindo, y hablaba de ese discurso, el famoso discurso que dio en el hotel, cuando nos enteramos de que no iba a haber segunda vuelta y que le habían recomendado también que echara a quien había escrito el discurso. Y era yo quien lo había escrito, y parecía el discurso de uno que había ganado con el ochenta por ciento de los votos. Y en realidad llegábamos con apenas el 22 por ciento, era la realidad, pero él era así. Y yo, en el fondo, también soy así. Cuanto más me pinchan o piensan que... es cuando más saco fuerzas, no sé de dónde, y seguimos adelante. (Aplausos.)
La verdad que eso sí que nos viene de nuestra juventud, porque allí aprendimos una cosa: solamente te pueden vencer cuando has decidido no seguir luchando; ése es el único momento cuando uno se siente vencido. (Aplausos.) Y eso fue lo que aprendimos cuando fuimos muy jóvenes y lo aprendimos no de los aciertos, sino de los errores, que son los mejores aprendizajes: de las equivocaciones y de los desaciertos es cuando más docencia se hace y cuando más doctrina se adquiere.
Por eso 25 años de Página/12 son 25 años de un país que reclamaba cosas, que hoy estamos haciendo también colectivamente. Porque si algo también tenía Néstor –y creo que tengo yo también y todos los que conformamos el equipo, y todos los militantes– es la idea de lo colectivo. Esa es otra cosa que también... porque también hablábamos de nosotros, nunca hablábamos de yo, de yo, de yo.... y nunca entendieron muchos. Y tal vez por ahí algunos acá tampoco entendieron por qué no nos habíamos ido del peronismo. Esto fue una pregunta que siempre recorría cuando yo era senadora, cuando era una firme opositora: “¿Por qué?”. Y entonces surgieron algunas fuerzas políticas que realmente uno las escuchaba en la Cámara de Diputados o de Senadores y se identificaba con ellos, y tenía ganas de estar sentado al lado de ellos. Y yo la verdad que nunca sentí la tentación o las ganas de irme del lugar en el que estaba. Soy de las que creen que hay que pelear en el lugar donde uno ha tenido las ideas, porque si no tendríamos 28 millones de partidos políticos y esto debilita, fundamentalmente, la democracia. Y dimos la pelea adentro siempre, además porque habíamos ganado una provincia y era como haber llegado después de haber peleado durante tanto tiempo y decidir dejar la casa e irse a vivir a la plaza. Ese era nuestro análisis absolutamente pragmático, si se quiere. Pero lo cierto es que luego de haber sido opositores, desde el año 1983, hasta el año 1991 –fuimos opositores internos en la provincia–- Néstor gana, también con 30 por ciento contra 27 por ciento, otra vez sopa, la primera gobernación, la segunda no, en la segunda arrasó y sacó 64 o 65 por ciento en el año ’95.
Pero la verdad que fue una construcción, en realidad fue una construcción a medias, fue una construcción entre nosotros, entre lo que pasaba entre la sociedad, como es la interacción entre la militancia y la sociedad. Ninguna militancia construye aislada de lo que pasa en la sociedad, ni ninguna sociedad puede construir si no tiene –y no voy a pronunciar la palabra maldita, “vanguardia”, por Dios, ni se me ocurriría además hacerlo–, si además no tiene los dirigentes. Y ésta era siempre mi discusión con muchos. Algunos se creían dirigentes porque estaban sentados en una banca de senador, de diputado, de gobernador, de intendente o de presidente, pero para mí el dirigente –como su nombre lo indica– es el que orienta y marca el rumbo hacía dónde ir, aun cuando la mayoría de las voces dice que hay que ir por ahí para otro lado; ésta es la virtud del dirigente, y ésta es la posibilidad cuando se encuentra una sociedad cansada, hastiada, como aquella sociedad del 2001, con dirigentes que pueden marcar un rumbo y que lo marcan no desde la genialidad, sino simplemente desde la interpretación histórica de lo que han sido los 202 años de historia, o menos, en ese momento. Porque una de las claves es cómo nos robaron la historia y fundamentalmente cómo nuestros jóvenes... Hoy yo estoy muy contenta porque los principales best sellers en materia literaria son precisamente libros históricos, libros que abordan temas históricos. Y esto revela un interés entre los argentinos por conocernos a nosotros mismos. Porque todos tenemos –de un modo u otro– la percepción de que las cosas que nos han dicho no eran tan como parecían, no eran tan ciertas y que por lo tanto tenemos que indagar para construir nuestro propio conocimiento.
Después del discurso, Jorge Prim, Hugo Soriani y Ernesto Tiffenberg, de Página/12; al costado, el canciller.

La batalla cultural

Por eso muchas gracias, primero por haber sostenido, durante estos 25 años contra viento y marea Página/12. Es un mérito que todos tenemos que agradecer porque era un espacio donde uno podía leer lo que pasaba, ¿se entiende? No te titulaban: “Por la crisis social murieron Kosteki y Santillán”. Decían que había existido represión, había pasado tal cosa y había pasado tal otra. Tenemos que agradecer creo que todos los argentinos, aun los que no leen Página/12, aun a los que no les gusta Página/12, aun los que piensa que son zurdos los de Página/12. Sí, hay gente que todavía habla con esa terminología. Zurdo en este mundo, no sé quién es. Caen los gobiernos de izquierda, sube uno de derecha, después vuelve a caer el de derecha y sube uno de izquierda más...
El mundo hoy es una ebullición, hoy es un inmenso caldero. No sé qué comida saldrá, si la sopa saldrá buena o mala, pero está en ebullición y se está cocinando algo. No tengan la menor duda de que estamos ante un cambio de época sin precedentes o con los precedentes que hemos conocido en la historia. Saber interpretar, decodificar y, fundamentalmente, seguir representando los grandes intereses, que muchas veces son los intereses de las absolutas mayorías y muchas veces también, como yo lo dije en otras oportunidades, hasta los intereses de los que no están de acuerdo con uno por prejuicios culturales.
Porque en realidad, nos han podido muchas veces derrotar política y económicamente porque antes nos vencieron culturalmente. Por eso, lo de la batalla cultural no es una forma elegante, literaria, intelectual de abordar el verdadero problema de la Argentina. Hay una verdadera batalla cultural.
Bueno, nosotros vamos a seguir dándola en todos los campos. Página/12 creo que también. Algunas veces estaremos de acuerdo con algunas cosas, a veces me peleo por ahí con Jorge porque no pienso tal cosa, pienso tal otra.
Pero ésta es la riqueza del campo popular, nacional y democrático, que no obtura la discusión y que quiere ganar con argumentaciones y, fundamentalmente, con resultados. Porque además sabemos que las ideas se convierten en política cuando las podemos llevar a cabo y las vemos plasmadas. Si no, son apenas ideologías; ideología tenemos todos, pero lo importante es poder llevar esas ideas a la práctica con resultados concretos y que esos resultados puedan ser disfrutados, incorporados, incluidos, empoderados por el conjunto de la sociedad.
Así que, en eso estamos, en eso seguiremos porque es una lucha que no la empezamos nosotros, somos apenas meros instrumentos en esta etapa histórica que nos toca vivir, que nos ha tocado vivir y donde ha tocado dar las batallas.
Yo quiero decirles que el otro día cuando salía –lo conté en el aniversario de la Patria, en Bariloche– el 24 a la noche, muy tarde, de la Casa Rosada y llegué al helipuerto, allí parecía que el edificio de YPF se me venía encima literalmente. Vestido de celeste y blanco por primera vez, sentí como que, bueno, habíamos hecho un aporte muy grande. (Aplausos.)
Y este 4 de junio se volverá a conformar el órgano societario de la empresa más grande del país, de nuestra empresa hidrocarburífera, con la conformación del Estado nacional y los Estados provinciales federales con el 51 por ciento y que, curiosamente, es también el aniversario del fallecimiento del general Mosconi, el 4 de junio de 1940 murió Mosconi, y nació el 21 febrero. (Por cuatro días no nació el 25, igual que Néstor, era pisciano igual que él.)
Pero realmente siento que hemos dado pasos muy importantes. Yo no voy a enumerar la gestión de gobierno, cualquiera de ustedes podría darme clases acerca de lo que hemos hecho y de lo que todavía nos falta hacer. Así que no me voy a tomar el trabajo de hacerlo, pero lo que es importante, así como lo reafirmó recién Jorge, respecto de este colectivo de Página/12, reafirmar muy humildemente en mi condición más que de Presidenta de los todos los argentinos, como dice la locutora con tanta pasión y que a mí me gusta tanto, como militante, porque eso voy a ser toda la vida. (Aplausos.)
Cuando decía Jorge que todos los que habían conformado Página/12 habían sido todos militantes y de distintas experiencias además, políticas, ideológicas, creo que esto es lo más importante: la gente que es capaz de comprometerse con lo que pasa con su país y deja sus cosas personales de lado para ocuparse de las cosas de lo colectivo, del conjunto. Eso es un militante.
Tal vez, a algunos que ya no están, se les fue la mano en el compromiso, porque era un compromiso a todo o nada, un compromiso muy fuerte. Pero también hemos aprendido que todo o nada tampoco sirve, porque con todo o nada, siempre ganan los que nos dejan sin nada. (Aplausos.)
Entonces, hemos aprendido muy duramente, con muchas lágrimas, con mucho sufrimiento, con mucho dolor. Entrar aquí mismo a este lugar, este maravilloso espacio que creo que lo inauguré el 24 de marzo del 2009, este Centro Haroldo Conti, pero para entrar por acá, tuve que pasar por el Casino de Oficiales de la ESMA, por la puerta de atrás entramos, porque venía de Olivos, estuve en dos oportunidades allí.
Eso también te lleva a pensar ese espacio generacional que hay vacío, por eso él hablaba de “generación diezmada” en su discurso inaugural y lo más maravilloso que está pasando ahora es que esos espacios que estuvieron vacíos durante tanto tiempo, que fueron ocupados por el pragmatismo o el posibilismo y entonces era el no poder hacer nada, hoy están ocupados por miles y miles de jóvenes que se han incorporado a la política de una manera distinta de la que lo hicimos nosotros.
Nosotros lo hacíamos por la vuelta de Perón y luchando contra las dictaduras; estos pibes que se incorporan hoy, se incorporan después de nueve años de gobierno para apoyar a ese gobierno, seguir profundizando el cambio y lo hacen con alegría y llevando en la mano la bandera argentina. (Aplausos.)
Creo que ése es el mayor aporte, por lo menos así lo siento, y si ustedes me perdonan, en términos personales, porque tengo dos hijos: uno de 35 años, que está con gripe y le mando un beso, está en la cama en Río Gallegos, con 11 grados bajo cero, y tengo una hija de 21, y yo, entonces, quiero que vivan un país absolutamente diferente del que nos tocó vivir a nosotros. Y esto no solamente depende de un gobierno, sino de todos los argentinos, de todos los argentinos en un mundo difícil, convulsionado y complejo.

El periodismo

Yo quiero agradecerles a los trabajadores de Página/12, de aquí lo veo a Rep también, que me persigue con Artepolis, me amenaza, casi me extorsiona desde la contratapa como quiere hacer Artepolis y todo lo demás; lo veo a Osvaldo (Bayer), con sus columnas en las contratapas, también siempre incansable; Horacio Verbitsky ¿Dónde está Horacio? Va a llegar... ; José Pablo Feinmann, ¿dónde estás? También por ahí.
La verdad que no quiero olvidarme de nadie, no quiero olvidarme de Mario Wainfeld; no quiero olvidarme de Martín Granovsky, de Cibeira, de Victoria Ginzberg, de Raúl Kollmann, Luis Bruschtein, también ahí está, excelente el artículo sobre medios de comunicación, brutal, de la revista, ¿viste que lo leí? No me vengo sin los deberes pero ni loca, porque me matan encima, mañana me matan. Pero además, no lo hago como un deber, la verdad es que ayudan, porque te interpelan muchas veces y al interpelarte te ayudan a ver y a descubrir cosas que vos por ahí no viste en la vorágine de gobernar, el ser Presidenta... Ustedes no saben lo que es ser Presidenta de este país, yo no quiero contarles; no sé, para algunos era más fácil, andaban más divertidos, pero para nosotros la verdad que nunca fue ni fácil ni divertido, sí fue comprometido, que es otra cosa. Pero la vorágine...
Vos sabés las veces que yo por ahí descubro algo porque lo leo y entonces... a ver qué pasa, llamo, y no solamente por ahí con el diario Página/12, con otras cosas también. Porque hay otros que ya ni los registro porque ya sé que... Pero la gran mayoría, inclusive diarios que le hablan al mundo y al mercado únicamente, también los leo porque es interesante ver todas las visiones e interpelarse uno mismo acerca de lo que está haciendo todos los días.
Lo difícil es conformar un país como Argentina, lo maravilloso es poder hacerlo por el voto popular y obtener los resultados que hemos obtenido en estos nueve años y además hacerlo en un mundo tan complejo.
Por eso, yo quiero agradecerles a cada uno de los que todos los días escriben, a los que imprimen, a las secretarías de redacción, Bruschtein hablaba de que ya las secretarías de redacción no son lo que eran ... ¿Eras vos, Luis, no? ¿Era ése el artículo? Era que ya no hay humo, que ya no hay café, ya no hay griterío porque están las computadoras. Y también alerta, en definitiva, es una llamada. Yo lo vi como un llamado de alerta también aquel periodismo artesanal, y contra los peligros de un “googleado” permanente.
Yo no “googleo”, yo leo y agarro los libros y voy a la historia y la verdad que es un ejercicio impresionante porque además, con esto también de “googlear” nunca sabés qué intereses hay atrás. El libro sí, te permite saber quién lo escribió, qué es lo que hizo, de dónde viene y entonces poder formular tu propio juicio acerca de lo que te dicen. Cuando vos estás en Google no sabés al que escribió qué intereses lo movilizaron, si es cierto, si es mentira. Es cierto, es todo un peligro, es todo un desafío para el periodismo. Yo no voy a hablar de periodismo de investigación, voy a hablar de periodismo, que es, en definitiva, el tener información teórica para poder interpretar a través del pensamiento abstracto la realidad. Y que no te la cuente nadie y darle esa versión, esa interpretación al conjunto de la sociedad.
Eso es lo que hacen ustedes todos los días y eso lo que hace tan valorables a todos los periodistas y en especial también este aniversario a Página/12.
Me parece que estoy muy larguera, pero bueno, la verdad es que me gusta mucho estar en estos espacios donde veo tantas caras amigas, que han sufrido tanto, tantos jóvenes también que tienen la dicha de vivir en un país distinto y quiero terminar diciéndole gracias a las Madres y a las Abuelas.
¿Por qué gracias? Primero, porque, tal cual lo dije en mi discurso como senadora cuando me tocó votar la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final, porque había habido una interpretación de algún otro senador, y yo la verdad que lo que agradecí fue que durante todos esos años jamás pidieron pena de muerte, jamás pidieron cosas extrañas. Y la verdad que tenían... Yo dije que yo no sé si hubiera sido capaz, si me hubieran arrebatado un hijo, de hacer lo que hicieron ustedes.
Yo si pienso en Máximo, pienso en Florencia, que me los hubieran sacado y no hubiera sabido dónde están, saber que los torturaron y que los mataron y que los desaparecieron, la verdad que no sé si me saldría ser tan buena, la verdad lo digo y lo dije ese día sentada en la banca.
Y verlas a todas ustedes, siempre con sus pañuelos y pidiendo justicia, pidiendo verdad y pidiendo memoria, sin odios, y hoy concurriendo a los juicios de los genocidas, sin odios, sin revanchismos, simplemente para que se haga justicia por el terrible horror del terrorismo de Estado que sufrió nuestro país, me hace valorarlas muchísimo más.
Porque ustedes no gritaron, no se hicieron las histéricas, no salían vociferando como salieron otros gritando, insultando; nunca les escuché un insulto, nunca les escuché un agravio dirigido a nadie, simplemente pidiendo justicia.
Yo creo que son un modelo, lo dije en aquella oportunidad y lo vuelvo a reiterar hoy y me parece muy bien que ese modelo sea el núcleo central de estos 25 años de Página/12.
Hoy además de aquellos derechos humanos, hemos incorporado los otros, los personalísimos, ampliando identidades, aceptando identidades diferentes, aceptando la diferencia que, en definitiva es eso ser democrático.
A mí la palabra “tolerancia” no me gusta; tolerancia me suena a medio como “te aguanto porque no tengo más remedio, viste”. No, aceptar, aceptar que hay diferentes, aceptar que piensan diferentes y que eso no los convierte en enemigos, sino que los convierte en algo rico que también nos enriquece a nosotros.
Yo creo que ésta es la clave y es un poco la clave de este éxito y de esta contraseña que, sin lugar a dudas, va a seguir siendo siempre Página/12.
Muy felices Bodas de Plata y por las próximas Bodas de Oro.
Muchísimas gracias. (Aplausos.)

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