jueves, 10 de octubre de 2013

* Curas en opción por los pobres.

Canallada

Por Eduardo de la Serna *

La palabra “canallada” no es una palabra muy usada en el lenguaje cotidiano. Aunque la Real Academia diga que pertenece al lenguaje “coloquial”, será a los coloquios españoles que se refiere, porque no se escucha que sea usada por el común de la gente. Las palabras que se escuchan son otras para decir lo mismo. Pero es un término que se entiende. Se sabe qué es un “canalla” y qué cosa es una “canallada”.
Canallada fue leer “viva el cáncer” pintado en el hospital donde Evita agonizaba. Una canallada fue palpar la decepción de varios cuando Cristina no tenía el cáncer que le deseaban. Y ante el actual deterioro de la salud de Cristina, víctima de un hematoma subdural, la canallada devino en orgía. Orgía en los comentarios escritos en las noticias de los diarios, en los mensajes de texto o mails en cadena. Pero, en general, esos enfermos de odio quedan protegidos por el anonimato que impide, ya sea responder o simplemente bloquearlos. La cosa se agrava cuando esa canallada tiene nombres propios de personas públicas, sea Mauricio Macri, Julio Bárbaro, Chiche Duhalde, Jorge Lanata, Jorge Giacobbe, Felipe Solá, Beatriz Sarlo, Joaquín Morales Solá, Mariano Grondona y tantos otros participes cómplices de la canallada desde las usinas del Grupo Clarín, que seguirá gozando de su impunidad y omnipotencia, gracias a la cobardía inminente de jueces que no se atreverán a fallar la constitucionalidad de la ley de medios.
Canallada es decir que Cristina fingió o que saca rédito político de su enfermedad (como si ellos no sacaran rédito de cada muerte por gripe A, accidentes de trenes, inundaciones y sadismos varios), que lo hizo a propósito para disimular la derrota electoral.
Canallada es no poder disimular su alegría ante la debilidad de la Presidenta, a lo que suman la actitud destituyente ante el vicepresidente electo hablando con liviandad, sin fundamento y aparentando desconocer (o en algún caso simplemente desconociendo) la Constitución Nacional y sus mecanismos en estas circunstancias.
Canallada es cada vez más todo lo que hacen desde las usinas generadoras de malestar, de lavado de cabezas, con el único objetivo de no perder poder, y –si es posible– acrecentarlo.
Cuando veo, escucho y leo toda esa canallada, esa jauría de canallas, me pregunto. ¿No era –según esos mismos personajes– Cristina la que fomentaba la crispación, la división (o grieta) y el odio? Debo estar leyendo mal, porque mi sensación es todo lo contrario. Debo ser más cristinista de lo que creía, porque me parecen ellos los que la provocan y creo que quizás debamos celebrar que Cristina sea más “cabeza dura” que lo que ellos desean, y los golpes que le tiran “minuto a minuto” solamente le provoquen un hematoma y nos permitan desear que pronto la tengamos otra vez trabajando por un país para todos y todas y no exclusivo para sus mandantes. Un país que sea casa de todos y todas y no un country para un grupito soberano e infame. O canalla.

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