viernes, 22 de agosto de 2014

LA NIETA 115

  "ANA LIBERTAD BARATTI DE LA CUADRA"


Por Sebastián Lacunza.-

Una abuela, Licha, y su nieta, Ana Libertad

Por Sebastián Lacunza.- En la madrugada del 6 de diciembre de 1977 fueron secuestrados más de cien niños. Se trató de operativos conjuntos en Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata, Córdoba, Mendoza y las provincias de Entre Ríos y Misiones. Horas después, Marta Vásquez, cuya hija embarazada estaba desaparecida, vería cómo un camión del Ejército cargaba los muebles robados de un departamento en Callao y Juncal, el mismo en el que una patota del Batallón 601 se había llevado a adultos y niños.

Por: Sebastián Lacunza




En la madrugada del 6 de diciembre de 1977 fueron secuestrados más de cien niños. Se trató de operativos conjuntos en Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata, Córdoba, Mendoza y las provincias de Entre Ríos y Misiones. Horas después, Marta Vásquez, cuya hija embarazada estaba desaparecida, vería cómo un camión del Ejército cargaba los muebles robados de un departamento en Callao y Juncal, el mismo del que una patota del Batallón 601 se había llevado a adultos y niños.

Ese mismo día por la mañana, un grupo de mujeres había pautado una reunión para elaborar listas de familiares desaparecidos. Entre otras, concurrirían Vásquez, Eva Márquez de Castillo Barrios,María Casinelli de Irureta Goyena(consuegra de Juan Gelman), Nora Cortiñas y Alicia Zubasnabar de la Cuadra. Esta última, Licha, tenía a esa altura dos hijos exiliados en Italia,Luis Eduardo (amenazado por la Triple A) y Soledad; un hijo desaparecido desde agosto de 1976,Roberto José, obrero de YPF y compañero de militancia de Raúl Bonafini; otra hija, Elena(embarazada, estudiante de magisterio), y un yerno, Héctor Baratti, desaparecidos desde febrero de 1977; y otros dos jóvenes parientes políticos secuestrados en Mar del Plata. Ana Libertad, hija de Elena y Héctor, había nacido el 16 de junio en cautiverio.

Aquella reunión de diciembre de 1977 congregó a parte del núcleo que meses más tarde formaría Abuelas de Plaza de Mayo. Licha, ama de casa, correntina de nacimiento, venía actuando como nexo de unas cuantas mujeres de La Plata que buscaban a hijos y nietos. Así fue como, por esos días, golpeó a su puerta María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, y en 1978 lo haría Estela Barnes de Carlotto"Abuelas se fundó en un sillón de tu casa", sería una gracia que escucharía Licha decenas de veces dentro de los organismos de derechos humanos. Casi como consecuencia lógica, Licha de la Cuadra fue la primera presidenta de Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, nombre original de la organización que el martes pasado recuperó a Guido Montoya Carlotto.

De lo que Licha no estaba al tanto en aquella reunión del 6 de diciembre de 1977 era de que entre los secuestrados ese día se encontraban otro de sus yernos, Gustavo Fraire (sería arrojado al mar), pareja de Estela, y el pequeño hijo de ambos. Sin embargo, a diferencia de Ana Libertad, éste fue devuelto por los represores, como casi todos los niños capturados aquel día de fines de 1977.Estela de la Cuadra, militante en el Partido Comunista Marxista Leninista, como sus hermanos desaparecidos, partiría al exilio junto a sus hijos, primero en Brasil, luego en Suecia y finalmente en Italia.

"Mi madre nunca los va a perdonar y los va a perseguir", les dijo Laura Carlotto a sus torturadores en el campo de concentración de La Cacha, en La Plata. Héctor Baratti (arrojado al mar en diciembre de 1978, su cadáver fue identificado por el Equipo Argentino de Antropología Forense en 2007), yerno de Licha, tendría otro intercambio, de esos que marcan la conciencia de un país, con el sacerdote torturador Christian von Wernich, según reconstruyeron testigos alojados en la Comisaría 5ª de la capital provincial: "Ustedes nos acusan de subversivos, pero de qué pueden acusar a niños que tienen tres o cuatro días". "Los hijos pagarán el pecado de los padres", respondió Von Wernich, quien hoy pena prisión perpetua y da misa en el penal de Marcos Paz.

El camino de la búsqueda de los De la Cuadra llevó a los hermanos exiliados en Italia a pedir auxilio al españolPedro Arrupe, jefe de la orden jesuita. Arrupe le encargó a Jorge Bergoglio que colaborara en la búsqueda. Finalmente, un obispo auxiliar de La Plata, Mario Picchi, realizó averiguaciones entre los servicios de inteligencia. "La nena está con una buena familia", fue el mensaje de Picchi, quien luego se revelaría como un colaboracionista de los represores.

Licha de la Cuadra dejó de ser presidenta de Abuelas en 1982, cuando cedió el puesto a Chicha Mariani. Ese mismo año, su hija Estela regresó del exilio para luego trabajar en la detección de enfermedades transmisibles a través de la sangre en un hospital de La Plata. La familia siguió dos pistas que podrían haber dado con Ana Libertad, pero una de ellas resultó fallida y la segunda correspondió a otra familia de desaparecidos.

Hoy jubilada, le pregunto a Estela cómo era la relación de su madre con Estela de Carlotto y Chicha Mariani. "Se armó un espíritu colectivo, estaban muy embebidas una de otra. Mamá también mantuvo relación con Hebe (Bonafini), pese a las posiciones públicas que asumió".

"Busco a dos hijos, dos yernos y una nieta". Esa frase, difícil de escuchar, no es imposible de decir. Al menos, sale de los labios de Licha de la Cuadra en un documental. Quienes la conocieron la recuerdan con dulzura. Alicia Zubasnabar de la Cuadra era una persona que sonreía.

Estela sigue muy ocupada prestando testimonio, siguiendo los juicios, buscando a su sobrina. Entre sus últimas prioridades menciona la recuperación de un departamento en el Abasto que la dictadura le robó. Sus otros dos hermanos regresaron de Italia. Luis Eduardo, docente de teatro, en 2000, y Soledad, en 2008.

La aparición de Guido Montoya Carlotto le abre a Estela nuevas esperanzas. Lo dice su voz calma desde La Plata: "Nunca me olvido del martirio de los papás de este joven. Feliz por Estela, por las Abuelas y, por supuesto, por Guido. Me parece hermoso y va a influir muchísimo para que se acerquen muchos chicos con dudas sobre su identidad".

De las tres presidentas que tuvo Abuelas, Licha falleció en 2008 sin recuperar a Ana Libertad; Estela se reencontró con Guido el miércoles; y Chicha Mariani sigue buscando a Clara Anahí, arrancada de su propia casa en La Plata.

@sebalacunza      
 AMBITO FINANCIERO 22-08-2014
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Abuelas confirmó una nueva restitución de la identidad

Una búsqueda que empezó con una notita anónima

A la abuela "Licha" le dejaron un papelito debajo de la puerta de su casa, en julio de 1977. “16/6 la señora tuvo una nena, que no saben dónde está la nenita, los padres están bien, de la Cuadra”, decía. Ese fue el primer paso de la búsqueda de su nieta. Su hija Elena dio a luz a Ana Libertad el 16 de junio de 1977 en un calabozo de la Comisaría 5ª de La Plata.
  • Alicia “Licha” Zubasnabar de la Cuadra y su hija Elena, madre de Ana Libertad.
  • Alicia “Licha” Zubasnabar de la Cuadra y su hija Elena, madre de Ana Libertad.
  • Alicia “Licha” Zubasnabar de la Cuadra y su hija Elena, madre de Ana Libertad.
Por: Infojus Noticias
En julio de 1977 Alicia “Licha” Zubasnabar de la Cuadra encontró un papelito debajo de la puerta del departamento donde vivía en La Plata. “16/6 la señora tuvo una nena, que no saben dónde está la nenita, los padres están bien, de la Cuadra”, decía el anónimo que le confirmó que su hija Elena, secuestrada con cinco meses de embarazo, había dado a luz. Y ella se convirtió en la primera presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, la institución que hoy anunció con felicidad que una joven accedió a realizarse el estudio de ADN que confirmó que es hija de Elena y Héctor Carlos Baratti.
Cuando se llevaron a Elena y a Héctor la familia de la Cuadra ya sabía qué hacer. Para entonces sus hijos eran intensamente buscados por las fuerzas de la represión. Elena y Héctor militaban en el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML), el 23 de febrero de 1977, poco después de la noche, los secuestraron junto a otras personas con las que estaban reunidos en un consultorio odontológico de La Plata. Cinco meses antes, el 2 de septiembre de 1976, una patota había secuestrado a Roberto José, el hermano de Elena.
Como ellos militaban en el el PCML y participaba del movimiento obrero en la región. A Roberto José se lo llevaron de la casa de sus padres, Licha y Roberto de la Cuadra. En el ‘77, también cayó Gustavo Fraire, esposo de Estela, otra de las hermanas de la Cuadra que entonces se vio obligada a partir al exilio. Y también el concuñado de Estela, Juan Raúl Bourg y a la esposa de éste, Alicia Rodríguez de Sáenz.
Dos días después del secuestro de Elena, sus padres presentaron un habeas corpus por ellos. Y contactaron a un obispo que los mandó a ver al vicario castrense Emilio Graselli. En 2011, cuando Estela de la Cuadra declaró en el juicio por el plan sistemático de robos de bebés ante Tribunal Oral Federal Nº 6 llevó una valija con apuntes de esa búsqueda. Estaba el hábeas corpus y, de puño y letra los apuntes que Roberto de la Cuadra tomó de la reunión con Graselli.
“Dice que Elenita estaba bien, que estaba en los alrededores de La Plata”, leyó Estela ante los jueces y aclaró que el vicario castrense les aconsejó dejar la búsqueda. También les dijo que volvieran, que si Elena pasaba a disposición del Poder Ejecutivo entonces, quizá, podía ayudarlos.
La valija que llevó Estela al juicio demuestra que no lo hicieron, no dejaron de buscar a sus hijos, ni a su nieta. En el archivo de la familia de la Cuadra está cada anónimo que recibieron con noticias de Elena, de su esposo Héctor y de la bebe que nació en cautiverio y llamaron Ana Libertad. También los datos de su historia que pasaron de boca en boca entre los detenidos desaparecidos que compartieron cautiverio con ellos en la comisaría Quinta de La Plata, un centro que funcionó bajo el mando del entonces coronel Ramón Camps, y de la Dirección General de Investigaciones a cargo de Miguel Etchecolatz.
En agosto de 1977, Luis Velasco, uno de estos sobrevivientes se contactó con la familia de Elena. Les contó que había estado con Héctor en la comisaría, y que “él estaba obsesionado porque si alguno salía con vida le avisara a los abuelos del nacimiento de Ana Libertad”. Por el testimonio de otros liberados, entre ellos Adriana Calvo, la familia de la Cuadra pudo saber que la nena estuvo unos días con su madre en esa comisaría, después la pesaron y la arrancaron de sus brazos.
En 2012, en el juicio por Circuito Camps ante Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, Osvaldo Lovazzano, otro sobreviviente, contó que sin bien no conoció ni a Héctor, ni a Elena, cuando lo liberaron una mujer que continúa desaparecida le rogó que se comunicara con los “de la Cuadra, acordate de la calle, del cordón, (l)e decía”. Al tiempo venció el miedo y se acercó hasta la Plaza San Martín frente a la gobernación, donde Licha y otras Madres hacían la ronda. A los 92 años, Licha falleció sin haber encontrado a su nieta, pero sus tías y primos la siguieron buscando.
Elena dio a luz a Ana Libertad el 16 de junio de 1977 en un calabozo de la Comisaría 5ª de La Plata. Nunca más se supo de ella. En diciembre de 2009, el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó el cuerpo de Carlos Baratti: había sido enterrado como NN en el cementerio de General Lavalle. Su cuerpo había sido arrojado al mar en un vuelo de la muerte.
INFOJUS NOTICIAS 

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Martes, 3 de mayo de 2011
De la Cuadra mostró las cartas que su padre intercambió con el jesuita en 1979 mientras buscaba a su hija

“¿Por qué no citan a Bergoglio?”

Estela de la Cuadra, hija de la primera presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo recordó que el cardenal declaró que hace diez años supo del robo de bebés cuando en realidad su padre le pidió ayuda en plena dictadura. La fiscalía pidió que se cite a Bergoglio.

Por Alejandra Dandan
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El cardenal Jorge Bergoglio se entrevistó con el padre de Estela de la Cuadra en 1979.
Licha de la Cuadra era Alicia Zubasnabar de la Cuadra, la primera presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Ayer, durante casi cuatro horas, el Tribunal Oral Federal 6 escuchó el testimonio de una de sus hijas, que llegó a la audiencia con una enorme valija de viaje. Adentro de la valija, Estela de la Cuadra tenía papeles que uno a uno sacó durante todo el relato, papeles con los que las Abuelas documentaron la búsqueda desesperada de sus nietos con originales de las solicitadas, las cartas a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, al entonces arzobispo Raúl Primatesta y al ahora cardenal Jorge Bergoglio. Estela, que aún sigue buscando a Ana, la hija de su hermana, volvió a preguntarle al Tribunal lo que pregunta en cada uno de los juicios: “¿Cómo es que Bergoglio dice que hace sólo diez años sabe del robo de bebés?”. Y preguntó varias veces: “¿Por qué no lo citan? ¿No amerita que diga qué pasó con Ana de la Cuadra?”. El fiscal Martín Niklison recogió el mensaje al final de la audiencia y acompañado por las querellas de Abuelas de Plaza de Mayo y de María Isabel Chorobick de Mariani pidió al Tribunal esa misma citación.
Estela declaró en nombre de sus padres, que empezaron con la búsqueda de su hija y de su nieta, pero ahora están muertos. Elena de la Cuadra cayó secuestrada el 23 de febrero de 1977, con un embarazo de cinco meses. Con ella se llevaron a otros compañeros y a su pareja, Carlos Baratti. “Los vecinos dicen que sale primero una mujer embarazada, un hombre alto y otras personas. Por supuesto que con el tiempo sabíamos que esa mujer embarazada es mi hermana Elena de la Cuadra.”
Elena estuvo en la Comisaría 5ª de La Plata, convertida en centro clandestino. Para entonces, eran una de las familias perseguidas de la zona. La patota se había llevado a uno de sus hermanos, Roberto José, militante del Partido Comunista Marxista Leninista, compañero de la pareja de Elena y obrero de YPF. La escena del secuestro es una de las imágenes que muestran el rol que Licha ocupó poco después, entre los familiares de los desaparecidos: “La patota llegó a buscarlo a la casa de mamá”, dijo Estela. Allanaron la casa y como él no estaba se llevaron a la madre. “Cuando Licha llega al hall de entrada, mi hermano estaba apoyado contra el portero eléctrico, apretado por la patota.
–¿Este es tu hijo? –preguntaron a la mujer.
–No –dijo ella–. Yo nunca vi a esta persona.
En ese momento, su hijo la miró. Desde algún otro lado alguien corría diciendo que era quien era, la patota le encontró los documentos y lo identificó.”

La búsqueda

Dos días después del secuestro de Elena, y ya entrenados en la búsqueda, los padres presentaron hábeas corpus. Contactaron al obispo Serra, que los mandó a ver al secretario del vicariato castrense, Emilio Graselli: “Graselli dice que Elenita estaba bien, que estaba en los alrededores de La Plata. Mis padres le pidieron precisiones, pero él les dijo que no: ‘Va a ser peor para ella, ustedes van empezar a dar vueltas, y eso es peor’”. También les dijo que volvieran, que si Elena pasaba a disposición del Poder Ejecutivo entonces, quizá, podía ayudarlos.
Desde ese momento hasta comienzos de julio de 1977 –cuando se produjo el nacimiento de Ana– e incluso después, la familia recibió mensajes por abajo de la puerta de la casa o al teléfono con noticias de Elena y del nacimiento de la niña. Uno de los mensajes –supieron años después– se los dejó Adriana Calvo, ex detenida-desaparecida. En julio les dejaron uno de los papelitos que Estela guardó y ayer sacó de su enorme valija: el “16/6 la señora tuvo una nena, que no saben donde está la nenita, los padres están bien, de la Cuadra”.
Licha empezó a reunirse con las Madres en la Plaza los jueves mientras su marido daba vueltas en la vereda, alrededor. Parte de la familia se había disgregado. Además de los dos hijos desaparecidos, otros dos emigraron a Italia. El 6 de diciembre, los visitó un servicio: “No sé si eran servicios o algo así –dijo Estela–. Le dicen a papá que Elena está mejor, que ahora se la trata bien, que está junto con la nena, liberada, pero oh casualidad –explicó enseguida–, ese mismo 6 de diciembre la patota levanta a mi marido y a mi hijo mayor, para llevarlo al circuito del Atlético, Banco, Olimpo”.

Bergoglio

La familia De la Cuadra mantenía una relación histórica con la Iglesia. Una parte de la familia, fundadores del pueblo de Balcarce, había donado campos a la Iglesia. Y por entonces ellos tenían relación con Pedro Arrupe, general de la Compañía de Jesús, que había estado en Argentina y se había ido a Japón becado por los De la Cuadra. En ese contexto, el padre de Estela les pidió a los hijos que estaban en Italia que lo busquen para pedirle por la niña. Los hermanos lo hicieron. Tuvieron una audiencia en Roma. Arrupe les dijo que no había problema: “Que iba a conectarse con el provincial de los jesuitas, Bergoglio, en una reunión próxima en Buenos Aires”.
La reunión se haría uno o dos meses más tarde. Arrupe le pediría a Bergoglio que se ocupe de la situación. “Mis hermanos le comentan el resultado del encuentro a mi padre, pasa el tiempo y mi padre intenta ver a Bergoglio, hasta que finalmente es recibido por Jorge Bergoglio. Acá –dijo Estela– tengo la notita. Bergoglio le dio una carta a mi padre en la que le dice, claramente, al obispo auxiliar de La Plata que interceda y se ocupe del caso.”
Con esa carta, Mario Piqui –el arzobispo de La Plata– recibió al padre de Estela. “Voy a ir a ver al vicegobernador”, le dijo y en ese encuentro supo que la niña había nacido y había sido regalada. “Espere un poco”, le dijo al padre de Estela. “En diciembre, con el cambio de jefatura, va a subir alguien que fue alumno mío y no me va a negar una gauchada.” Lo hizo, pero el resultado fue la misma contestación: que la tenía “un matrimonio bien, no hay vuelta atrás, eso es lo último que se tiene”.
El año pasado, Bergoglio declaró como testigo en la causa ESMA, en el marco de la investigación por el secuestro de los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics. La abogada Myriam Bregman le preguntó si sabía del robo de niños. Bergoglio –recordó Estela en la audiencia– dijo que lo supo hace diez años.
“Yo creo haber demostrado con las cartas que mandamos a la Conferencia Episcopal en el año ’79 el conocimiento y la preocupación que había; también hay documentos respecto de cómo se divulgaron las noticias de la desaparición de personas y de los niños: nadie puede decir que no conoce”, indicó. La negación, dijo, “es inmoral, eso es burlarse de las cosas que estos hombres y mujeres hicieron. El no sabe dónde están, pero qué pasó y cuál es el mecanismo tiene mucho para decir y acá está la carta de mi padre”. En ese contexto, pidió que lo citen, preguntó de viva voz a la Fiscalía si lo haría y luego al Tribunal. La presidenta María del Carmen Roqueta esperó los tiempos del ritual judicial, y cuando la Fiscalía formalizó el pedido, explicó que iban a analizarlo.
Estela también se exilió pasado unos meses. Recuperó a su hijo un día después del secuestro; su marido, Gustavo Fraire, continúa desaparecido.
En diciembre de 2009, el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó el cuerpo de Carlos Baratti: había sido enterrado como NN en el cementerio de General Lavalle. Estela está convencida de que sus restos ahora van a servir para seguir buscando a su hija. “Los ojos expertos en la lectura de los huesos dicen que fue muy torturado en momentos muy cercanos a ser tirado al mar, que fue tirado vivo, y que una cosa son las heridas de cuando te tiran del avión y que otra son las heridas vivas que estaban cicatrizando antes del avión.”
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