miércoles, 14 de mayo de 2014

roberto gonzález táboas, educador

"Nadie se proyecta sin

 conocer su origen"






Desde su formación de cura salesiano, recorrió 

barrios y villas como alfabetizador y con la misión 

de formar "sujetos políticos". La teoría del árbol

 y críticas al "espontaneísmo".

Fue cura salesiano, formado en la escuela de Don Bosco. Militó en villas porteñas y barriadas populares como educador y capacitador en campañas de alfabetización a partir de las teorías de Paulo Freire. Es un tozudo buey que tira para adelante en proyectos comunitarios que enriquezcan socialmente. Como el que pudieron hacer realidad los vecinos del Parque Avellaneda, donde vive Roberto "Tito" González Táboas, al recuperar el que hoy es el polo verde más importante de la Ciudad de Buenos Aires.   

–¿Cómo se definiría?
–Mi especialidad fue siempre atar cabos (se ríe), y construir un "nosotros". Soy un educador, que durante toda la vida intenté generar sujetos políticos, creativos y activos. Tipos que puedan pensar con actitud crítica, reflexionar e interactuar en grupos de acción y de servicio. 
–En lugares castigados como las villas, el convertirse en un sujeto crítico y activo debe significar un esfuerzo doble. El primero es sobrevivir...
–Sí, es un doble trabajo. Pero el secreto es empoderarlo haciendo que él mismo dé una nueva dimensión a su vida cotidiana. Tiene que saber de dónde viene y, para rearmarlo, es clave que tenga presente tres principios: memoria, verdad y justicia. Si esa persona no conoce su origen, nunca podrá proyectarse. 
–¿Cómo se lleva a la práctica eso?
–Lo acabamos de hacer con grupos de la periferia de Mendoza. El proyecto se llama EP5, Escuela Proyecto de Participación Popular en Políticas Públicas. Nosotros no damos nada servido, simplemente acercamos herramientas para que se valoricen, que vean su potencial. Y ese potencial se nutre en conocer el territorio. Los vecinos son los baqueanos.
–¿Arrancó cuando era seminarista?
–Ya era cura, empecé en la villa del Bajo Flores en 1972, donde también trabajaban Mónica Mignone, la hija de Emilio, y María Marta Vásquez, la hija de la presidenta de la Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo. Viví tres años en un sector llamado Belén, donde no había absolutamente nada y hoy existe un grupo humano maravilloso. 
–¿Cómo lo tomó su congregación?
–No muy bien. En general, el manejo social era muy compartimentado. Y no era muy común entrar a las villas para alfabetizar. Generamos una especie de "Tercer Mundo" dentro de los mismos salesianos (se ríe), replanteábamos la misión de los educadores de Don Bosco en Argentina. 
–Era una época de profunda politización... 
–Para nosotros, fueron las primeras aproximaciones al mundo de la política. Aunque en 1968, mientras estudiábamos en el seminario, con tres compañeros nos animamos a viajar a dedo por el norte del país, para ver el clima social.
–Triple A, muerte de Perón, las cacerías de la derecha… ¿Cómo se las arreglaron?
–Como pudimos. Me convocaron en 1974 para una campaña de alfabetización villera en Constitución, Colegiales y Bajo Belgrano, pero después de varios meses, bajaron el pulgar. Imaginate, nosotros capacitábamos a los que iban a alfabetizar, gente a la que como único requisito le pedían haber cursado sexto grado. El desafío era interesante, teníamos que formarlos primero para que se armaran ellos, como decíamos antes, y después, para que supieran transmitir la necesidad de construir un proyecto de liberación. 
–¿Qué hizo cuando bajaron ese pulgar?
–Juré no volver nunca más a una escuela secundaria (se ríe). Me incliné por los bachilleratos de adultos. Trabajaba con el esquema de un árbol. ¿Lo conocés?
–No
–Es simple. Sin raíces, no hay árbol. Pero a la vez, las raíces son un lío, están enmarañadas. Vos no elegiste tus raíces, si ibas a ser varón o mujer. Tampoco elegiste a tus padres, ni las cosas que significaron que nacieras. Es una realidad que te envuelve, y no te queda otra que manejarte con esa realidad. Pero eso se hace con otro. Si no te encontrás con otro, no podés ser nadie. Sos alguien gracias a que está el otro. Es la única manera de construir algo liberador. Siempre tuve una actitud crítica con lo que llamo el "espontaneísmo vecinalista", un sistema de demanda y reclamo. Te hacés el líder, juntás un montón de gente y hacés un banderazo. Después te calmás, hasta que surja otro conflicto.
–A eso le llaman "participación"...
–Exacto (sonríe). Por eso es tan importante el "nosotros".  «

TIEMPO ARGENTINO

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