sábado, 7 de mayo de 2011

Reportaje sobre la SIP a Juan Manuel Abal Medina, secretario de Comunicación Pública

“La visita de la SIP quedó fuera de tiempo”

Tras la visita de una delegación de la SIP, el secretario de Comunicación se mostró asombrado porque mantuvo una reunión con la SIP sin escuchar planteos duros y hasta fue invitado a un encuentro en Perú, y luego la SIP alertó sobre un “deterioro de la libertad de prensa”.

Por Martín Granovsky
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De un lado está ese balcón tentador en el segundo piso de la Casa Rosada, con vista a la Playa de Mayo. Del otro, las fotos. Néstor y Cristina Kirchner, juntos en un cuadro. Y en cuadros más chiquitos, una pequeña galería que muestra a Néstor Kirchner en situaciones distintas, muchas de ellas sudamericanas, por ejemplo en Santa Marta en su mediación entre Venezuela y Colombia o mirando en pantalla la última crisis en Ecuador. En las fotos se ve a otro señor, el mismo Juan Manuel Abal Medina que en la noche de ayer se sentó frente a una gran mesa redonda con pantallas detrás.
–Me extraña la disparidad entre lo que observaron en esta misma mesa y lo que plantearon al final de la visita a la Argentina –dijo el secretario de Comunicación Pública.
Abal Medina habló así de su reunión del miércoles con la delegación de la Sociedad Interamericana de Prensa presidida por el guatemalteco Gonzalo Marroquín. Al final de su visita de inspección a la Argentina, la segunda desde el 2005, la comitiva de la SIP denunció lo que considera “deterioro constante” de la libertad de prensa y una presunta “estrategia gubernamental para el control de la información”.
–La contradicción entre el tono de la reunión y la conclusión final es llamativa.
–¿Por qué llamativa? –Cuando recibimos a la delegación de la Sociedad Interamericana de Prensa sabíamos de qué se trataba. No esperábamos una reunión con los representantes de una organización que busca profundizar la democracia y la participación popular. Sabíamos que entre sus miembros están los medios hegemónicos de toda América. De todos modos, el intercambio de opiniones fue bastante maduro y sensato.
–¿Cómo fue la mecánica de la reunión? –Mencionamos varios temas y ellos hicieron preguntas que trasuntaban sus preocupaciones.
–¿Los invitaron ustedes o la reunión la pidió la SIP? –Fue un pedido oficial al Gobierno que yo canalicé como secretario de Comunicación Pública. Y terminó en un tono amable. Me pidieron que enviara saludos a la Presidenta y dijeron que verían con agrado que fuéramos a la reunión de la SIP en Perú, en octubre próximo.
–El Gobierno entregó una carta a la SIP y dos informes anexos. –Sí, en la reunión también expusimos todos los temas. Planteamos la posición, que luego se llevaron en los informes.
–¿Cuál fue el argumento en nombre del Gobierno? –En la Argentina, lejos de pensar que existe una situación complicada para la libertad de prensa, se puede constatar lo contrario con solo mirar los canales de televisión o leer los diarios. Cualquiera puede registrar que existe el más amplio clima de libertad de expresión, y ese clima abarca también las opiniones más críticas sobre el Gobierno. En un momento un miembro de la delegación aclaró que ellos no pensaban que la situación de la libertad de prensa fuese como en otros países. “¿Usted dice Honduras, por ejemplo?”, le pregunté yo. “No, no quiero hablar de ningún país en particular”, me contestó.
–Está el caso de México, con decenas de periodistas asesinados. –La delegación aclaró que obviamente cuando hablaba de la Argentina no enfocaba una situación de periodistas presos o muertos. Sí dijeron que transmitían denuncias de algunos medios periodísticos miembros de la SIP. Les dijimos que el Gobierno hizo una apuesta por una definición fuerte en el sentido de ampliar la libertad de expresión y que estábamos orgullosos de haberlo hecho. Mencionamos la promulgación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y la despenalización, también por ley, de los delitos de calumnias e injurias que pudieran ser cometidos por periodistas.
–¿Hubo comentarios por parte de la SIP? –Claramente rescataron como positivo el último punto. Fue entonces cuando les dijimos que si ellos percibían una situación de ruido era porque uno de sus asociados en la Argentina es un monopolio que despliega varias actividades vinculadas entre sí. Les explicamos el mercado de los canales de cable y volvimos a contar la historia de Papel Prensa que ellos mismos, como les recordamos en la carta, habían marcado como un problema grave en la visita a la Argentina realizada por la SIP en 1978, en plena dictadura militar. Nosotros mismos rescatamos el espíritu de la visita de la SIP en 1978. Un documento de ese entonces dice que la SIP encontró en sus propios socios un absoluto silencio. El propio informe de 1978 sostiene que los principales medios estaban dedicados a tapar la represión masiva mientras se beneficiaban con Papel Prensa. Les subrayamos lo que ellos mismos sabían: ninguno de sus socios importantes reprodujo el informe de la SIP. Y sobre la actualidad, les dijimos que el Gobierno no tiene ningún conflicto con Clarín ni con otro medio. Que solo quiere que se cumpla la ley. Y que la cumpla incluso un socio poderoso de la SIP.
–¿Hubo un encontronazo por este tema? ¿Rispideces, momentos ásperos? –En absoluto. Ni alrededor de éste ni alrededor de ningún punto de la reunión. Cuando hablamos de monopolio la delegación aclaró dos cosas. Que no estaban defendiendo a un monopolio y que en ningún otro país hay un mercado tan monopólico del papel como en la Argentina.
–¿Cuál fue el cuestionamiento a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual? –Preguntaron si la ley afectaba los contenidos. Por supuesto, les respondimos que no. En ningún tema de los que tocamos tuvimos la percepción de que consideraban alguna situación como terrible. Por supuesto que en este tipo de reuniones se guardan las formas, pero en un encuentro de una hora y media uno puede incluso ver cuándo los gestos son impasibles y cuándo hay sorpresa ante un dato concreto.
–¿Cuándo notaron sorpresa? –Cuando transmitieron el reclamo por la publicidad oficial y les contamos que en el total de publicidad difundida en los medios la del Gobierno nacional llega al 3 o 4 por ciento, no al 50 o 60 del volumen total. Allí aclararon que su planteo era general y que no estaban pidiendo pauta para nadie en particular.
–¿Qué planteó la SIP? –Que la pauta oficial no se distribuyera de manera arbitraria.
–¿Qué contestaron ustedes? –Que utilizamos el mismo criterio que anima a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual: principio antimonopólico, pluralismo, federalismo... También les contamos que ahora estábamos trabajando más específicamente en aumentar la proporción de la pauta que reciben, por ejemplo, muchos medios del interior. Les explicamos que muchos de ellos tienen una opinión contraria al Gobierno, pero que eso no nos importa. Los que reciben publicidad oficial son entre dos mil y dos mil quinientos medios. O sea que el Gobierno refirma el principio de libertad de expresión y busca ampliar, inclusive, el espacio de libertad. Creo que también se sorprendieron cuando contamos que trabajábamos para evitar la concentración y relatamos que en el cable el Grupo Clarín tiene el 90 del mercado en Buenos Aires. Sentí que los miembros de la delegación de la SIP no estaban cómodos con su tarea, y menos ante los datos concretos que les suministramos. Tal vez hubieran preferido, esta vez, no mirar la realidad con la esperanza de que, al no mirarla, no existía. Tal vez sabían a qué venían, pero a la hora de discutir con nosotros se encontraron con que no tenían un argumento sólido.
–En público la delegación de la SIP cuestionó la oportunidad de tocar otra vez el problema de Papel Prensa. ¿Y aquí, en privado? –En la reunión la pregunta exacta de uno de ellos fue: “¿Para qué resucitar a un muerto?”.
–Se referirían a para qué menear un tema viejo. La SIP no usó la metáfora más refinada. ¿Haberlos recibido supone una táctica por parte del Gobierno? –No, es algo natural. Hace muy poco, junto con el ministro del Interior, nos reunimos con la Asociación de Editores de Diarios y Periódicos de la Argentina. Igual que en otros planos, en la política de medios no tenemos nada que ocultar. El objetivo de la diversidad es central y lo podemos discutir en cualquier foro. Estamos absolutamente convencidos de que la Presidenta avanzó con una decisión firme y valiente. Nos enorgullece. Podemos avalarlo con datos, con números. Y si no, si la situación es tan mala, ¿por qué la SIP invita su próximo encuentro a los miembros de un Gobierno que, según ellos, viola la libertad de prensa? La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual está en vigencia plena. La pauta del Estado nacional es inferior a la de cuatro o cinco grandes empresas. Es comparativamente inferior a la del gobierno porteño. Estuvieron con Mauricio Macri. ¿Cómo les habrá explicado esto? Y, como dije, el porcentaje en el volumen publicitario total es ínfimo. O sea: ¿condiciona la libertad de expresión una pauta baja y no la condiciona el dominio del 90 por ciento del cable? Es contradictorio, ¿no? Se nos preguntó por el bloqueo en Clarín. Les respondimos que este gobierno sufrió los bloqueos. Un ejemplo fueron los cortes de ruta después de la resolución 125 y otro el corte del puente por el problema de las pasteras.
–¿Alguno acusó al Gobierno de haber participado en el bloqueo a la planta de Clarín? –Ninguno. Además, insistimos en que el Gobierno no cree que los bloqueos sean una buena solución. A la vez, la política es no reprimir la protesta social. Y, de paso, la conveniencia indica que es mejor no mantener un conflicto gremial abierto durante diez años cuando encima viola los derechos sindicales. Pero en todo caso el caso de Clarín era un bloqueo de origen sindical, no político, igual que otros episodios con otros medios que nunca fueron presentados como políticos cuando, como sucedió con Clarín, no eran conflictos de esa naturaleza. Me parece que la visita de la SIP quedó fuera de tiempo.
–¿Por qué? –Porque está claro que la Presidenta sufrió ataques feroces y sistemáticos y no por eso restringió la libertad de prensa. Y porque si el Grupo Clarín intentó que la SIP convirtiera a la Argentina en una vergüenza mundial no lo consiguió. Hay una sociedad más consciente, hay más voces, muchísimos periodistas de prestigio se expresaron en una solicitada, hay otra mirada de la sociedad. Algunos grandes medios creyeron ayer que si bloqueaban la carta y los anexos documentales que entregamos a la SIP no informando sobre ellos, bloqueaban la realidad. Y ya no pueden lograr eso. La Argentina es otra.

Página12

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