sábado, 1 de junio de 2013

marchas y elecciones

Largada

Por Luis Bruschtein
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La proyección electoral de las movidas en el gabinete es la primera señal de preparativos desde el Gobierno. Pero también es una señal de largada. En los próximos días los protagonistas de la interna en el peronismo se irán alineando. Cada quien presentará su juego y se irán conformando las listas. Para muchos, también comienza a aparecer el horizonte del 2015. Mauricio Macri lo negocia abiertamente y su condición para las alianzas de estas legislativas es que tienen que permanecer hasta la presidencial. El que vaya ahora con el PRO está obligado a hacerlo también en el 2015. Para los peronistas disidentes, como Roberto Lavagna, tentados en caminar junto al macrismo, esa condición es un límite, porque todos, incluyendo al ex ministro de Economía, están más atentos a cómo van a jugar Daniel Scioli o Sergio Massa.
La designación de Agustín Rossi en Defensa es una forma de reconocer su dimensión política como colaborador de primer nivel. Pero al mismo tiempo abre el juego dentro del peronismo santafesino a María Eugenia Bielsa, la candidata del PJ que estaba enfrentada al flamante ministro y que mejor mide en las encuestas. Para Nilda Garré, en cambio, el Ministerio de Seguridad fue el punto de inflexión de su desempeño en la gestión. Fue en ascenso cuando estuvo en Defensa, pero la gestión en el nuevo ministerio esmeriló su figura.
No es casual que estos primeros movimientos para las elecciones se dan al final de una semana donde el kirchnerismo pasó una prueba difícil, en un plano diferente del electoral, aunque seguramente le aporta y lo facilita. No solamente por su masividad, la movilización del 25 de Mayo fue la consagración de una fuerza propia organizada por dentro y por fuera del peronismo. Ha sido un error hacer una traslación mecánica entre una movilización y una elección. Se pueden hacer movilizaciones importantes y después tener pocos votos. Quizá lo más significativo en ese sentido haya sido la participación de mucha gente por fuera de las columnas organizadas, como la familia de Agustín, el chiquito que se hizo famoso en YouTube por el video donde decía que la quería ver a Cristina en la vida real, cosa que finalmente sucedió.
La concentración del 25 de Mayo fue importante en muchos aspectos para el Gobierno. Hubo nerviosismo en los preparativos porque el primer desafío era alcanzar una masividad que fuera indiscutible. Todas las agrupaciones políticas, sindicales y territoriales del PJ y de sus aliados fueron puestas en tensión. Y la convocatoria de todas ellas fue mayor que en otras ocasiones. Las columnas de aliados como Nuevo Encuentro o las de los movimientos sociales como el Evita y La Cámpora fueron enormes. Pero también lo fueron algunas columnas gremiales como las de UPCN y la Uocra.
La masiva concentración funcionó no sólo como un poderoso respaldo a la gestión presidencial, sino que también sirvió para apuntalar su liderazgo y su capacidad de negociación y decisión para conformar las listas. Con ese respaldo formidable criticó a los dirigentes que se hacen los distraídos en medio de los durísimos ataques mediáticos contra el Gobierno. La frase que muchos entendieron que estaba dirigida a Daniel Scioli produce ecos para las inminentes primarias. El gobernador tiene alta imagen en las encuestas, pero no supo desarrollar fuerza territorial. En cambio, el kirchnerismo, además de constituir el gobierno nacional, ha preservado su alianza con los intendentes y los movimientos sociales y en el acto mostró una masa de militancia que no tiene ninguna otra fuerza. Las primarias definen las listas y el posicionamiento del PJ. Y el PJ es la mejor marca para intervenir en las elecciones generales. Los candidatos que quieran confrontar con el kirchnerismo y sus aliados en la interna no la tendrán tan fácil, aunque tengan alta imagen. Y los que elijan correr por fuera deberán hacerlo contra la marca principal del peronismo. Así, la instancia de negociación aún está abierta y con la Presidenta en una posición fuerte.
De esta manera, la concentración del 25 de Mayo fue una demostración de fuerza para los que quieran tomar distancia o los que no estén dispuestos a hacer las concesiones que les exijan para integrar la lista. Y también un llamado de atención para los que ya decidieron confrontar.
Como se dijo, no se puede trasladar en forma mecánica la masividad de una concentración a un resultado electoral, pero en este caso la concentración tendrá una influencia decisiva en el camino hacia las elecciones. Por un lado pinchó el clima enrarecido que había generado la campaña de denuncias en los grandes medios y por el otro le sirvió al Gobierno como potente envión preelectoral. El acto fue el sábado y el jueves fueron las primeras movidas. El Gobierno no dejará pasar la irradiación de fuerza que produjo el sábado para avanzar en su estrategia.
Podría decirse que, paradójicamente, en estos movimientos influyó también la campaña de denuncias mediáticas que exacerbaron de indignación al público opositor, pero también hicieron que muchos sintieran amenazado injustamente al Gobierno y se movilizaran pese a que normalmente tengan una actitud más pasiva y no concurran a los actos. Gran parte de la plaza estaba colmada por familias con esas características.
Igualmente, la concentración mostró otros aspectos que resultan interesantes, aunque no estén directamente relacionados con las elecciones y que, en todo caso, aparecen como síntomas de maduración de una fuerza política. Si se interrogaba a los manifestantes sobre las razones de su participación en el acto, cualquiera de ellos tenía muy clara su respuesta y con bastante conocimiento de contextos y protagonistas. Si se compara esta característica con manifestaciones del peronismo de hace diez años, después de los efectos devastadores en este sentido de la dictadura y el menemismo, la diferencia es llamativa. Ni hablar si se las compara con las expresiones caceroleras de estos años, donde también aparecen argumentos, pero con odio, con una fuerte raíz individualista y con una presencia muy difusa, por decirlo con suavidad, de la idea de comunidad o de interés común.
De alguna manera ese promedio alto de conocimiento político se puso de manifiesto en la organización de ese monumental desorden. No se produjo ningún incidente violento entre los manifestantes. No hubo ni un vidrio roto en toda la zona. Si se hace el mismo ejercicio de comparación con manifestaciones anteriores del peronismo y con las caceroleras, donde siempre había destrozos y alguien golpeado, el resultado es igual de llamativo.
Hasta hace pocos años parecía imposible que el peronismo pudiera hacer una concentración sin que se pelearan las diferentes agrupaciones. Esta vez, el orden fue respetado: la plaza fue reservada mayoritariamente para los que llegaban por fuera de las columnas. Y las organizaciones aceptaron los lugares en los que fueron quedando aunque, como le sucedió al Evita, quedaran desplegadas a todo lo largo de la Avenida de Mayo, de manera que ni siquiera podían ver el escenario ni las pantallas gigantes. El lema Unidos y Organizados que aglutina a movimientos sociales y fuerzas políticas del kirchnerismo funcionó como una unidad, manteniendo sus perfiles particulares, pero con el mismo objetivo y la misma organización. Son síntomas de madurez política y de consolidación de una fuerza.
El programa Mirar para Cuidar, que convoca a la participación popular en el control de precios, hubiera sido muy difícil en otras condiciones. Porque la participación exige también responsabilidad, lo cual implica compromiso y conocimiento. Son procesos de desarrollo político de las sociedades que se dan en forma desigual hasta que consiguen elevar el nivel común y así se va escalonando. Los debates generados por el Gobierno en estos años en casi todos los niveles de discusión política han estimulado esos procesos de politización y algunas de sus consecuencias son la posibilidad de actos como el del 25 de Mayo y la realización de programas como Mirar para Cuidar, con alta participación ciudadana.
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